IGLESIA EN EL MUNDO

Congregación General 36º de los Jesuitas: “Buscar la audacia de lo improbable en la fidelidad a la obra del Espíritu”


 

“Buscar la audacia de lo improbable en la fidelidad a la obra del Espíritu”. Con esta actitud de discernimiento se dio inicio en Roma la primera sesión plenaria de la Congregación General 36° de la Compañía de Jesús y que llevará a la elección del nuevo Prepósito General de los jesuitas.

Los 215 electores se reunieron en el Aula de la Congregación y dieron inicio a la primera sesión del plenario donde se esperaba que el Padre Adolfo Nicolás presente su dimisión, comenzando con ello oficialmente los trabajos de la asamblea. Mientras, el domingo 2 de octubre se tuvo la Celebración Eucarística de Apertura en la Iglesia del Gesù con la participación de más de 200 religiosos entre delegados y representantes de los jesuitas de todo el mundo. La Misa fue presidida por el padre Bruno Cadoré, Maestro de la Orden de Predicadores. También estuvieron presentes el Padre Adolfo Nicolás, Superior General de la Compañía de Jesús, junto con los Consejeros Generales y todos los demás electores.

En su homilía, el Maestro de la Orden de los Predicadores resaltó en primer lugar la petición que hacen los apóstoles a Jesús: “¡Señor, aumenta en nosotros la fe!”. Ya que la fe es necesaria, dijo el P. Cadoré, más aún, porque es necesario comprender que, aunque intentemos lo increíble, debemos arriesgarnos a decir: somos simples servidores, sólo hemos cumplido con nuestro deber. Una Congregación, agregó el predicador, se desarrollará sin duda entre el deber de llamar continuamente a la Compañía a intentar la audacia de lo «improbable», y  la voluntad evangélica de hacerlo con la humildad de aquellos que saben que, en este servicio donde el ser humano pone toda su energía, “todo depende de Dios”.

Esa audacia de intentar lo imposible era la de Ignacio cuando fundó la Compañía de Jesús, recordó el P. Cadoré. ¿Es esta audacia todavía posible en los tiempos de crisis que vivimos, donde se revelan toda clase de violencias? Sí, es posible, dijo el dominico a los jesuitas, si es “la audacia de hacer oír por medio de su compromiso, sus palabras, sus solidaridades, la voz siempre inesperada de Aquel que espera el mundo, que vence la muerte y establece la vida; Aquel a quien ustedes buscan dar la mayor gloria”. Esta fe es únicamente posible, precisó el predicador, si se apoya sobre el consejo de san Pablo a su amigo Timoteo: “Encontrar la fuerza y la creatividad de la fidelidad en el soplo que nos llega del Espíritu y que nos conduce al encuentro y a la escucha del otro, que abre en el corazón del hombre el manantial de la compasión, que consolida la alianza indefectible con aquellos que nos han sido confiados”.

Finalmente, el P. Cadoré puntualizó que, si la fe que los apóstoles necesitan debe ser la fe de la audacia, debe ser al mismo tiempo la fe del servidor humilde, la fe de una vida verdaderamente entregada por los demás. “¿De qué es exactamente servidor? De una mesa, mesa de pecadores, mesa de acogida de todos donde está invitados ciegos y cojos, fariseos y publicanos, adúlteros y hombres de bien. Ignacio, recordó el predicador, su fundador, hacía esta oración: «Señor Jesús, enséñanos a ser generosos, a amate como Tú lo mereces, a dar sin contar, a combatir sin preocuparme de las heridas, a trabajar sin buscar el descanso, a gastarme sin esperar otra recompensa que el saber qué hacemos tu Santa Voluntad» ¿No es esta una invitación, hoy todavía, a ponernos al servicio de esa mesa?”.

(Renato Martinez – Radio Vaticano)