Servicio diario - 04 de septiembre de 2016


 

El Papa invita a llevar en el corazón la sonrisa de Madre Teresa
Posted by Rocío Lancho García on 4 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recordado que Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, fue “generosa dispensadora de la misericordia divina”, poniéndose a disposición de todos “por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada”. Así lo ha indicado en la homilía de la misa de canonización de la monja albanesa, ante una gran multitud que ha acudido a Roma para el gran evento. Durante la homilía, cuando ya se había realizado en rito de canonización, Francisco ha recordado que Madre Teresa se comprometió en la defensa de la vida proclamando incesantemente que “el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre”. El Papa cree, ha indicado, que “tendremos un poco de dificultad en llamarla santa Teresa. Su santidad es tan cercana a nosotros, tan tierna y fecunda que espontáneamente continuaremos a decirle Madre Teresa”.
Por otro lado ha subrayado que la ya santa, se inclinó “sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado”. Y de este modo, hizo “sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos”. En esta misma línea ha precisado que la misericordia fue para ella la sal que daba sabor a cada obra suya, y la luz que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento.
El Pontífice ha aseverado que la misión que Madre Teresa desarrolló en las periferias “permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres”. Por eso, el Papa ha pedido que esta incansable trabajadora de la misericordia “nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión”. Del mismo modo ha exhortado a llevar en el corazón “su sonrisa” y entregarla “a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren”.
Haciendo referencia a las lecturas del día, el Santo Padre ha recordado que nuestra tarea es la de escuchar la llamada de Dios y luego aceptar su voluntad. Pero haciéndose esta pregunta. ¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida? Y para reconocer la llamada de Dios –ha indiado– debemos preguntarnos y comprender qué es lo que le gusta. A Dios, ha proseguido, le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver.
Por eso ha subrayado que “quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios”. Es más, “el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor”.
El Santo Padre también ha dedicado unos palabras a las voluntarios presentes en la plaza, que este fin de semana celebran su Jubileo. “Vosotros sois esa gente que sigue al Maestro y que hace visible su amor concreto hacia cada persona”, ha indicado. “Cuántos corazones confortan los voluntarios. Cuántas manos sostienen; cuántas lágrimas secan; cuánto amor derramo en el servicio escondido, humilde y desinteresado”, ha exclamado Francisco. Este loable servicio –ha añadido– da voz a la fe y expresa la misericordia del Padre que está cerca de quien pasa necesidad.
Finalmente, el Papa ha recordado que el seguimiento de Jesús es •un compromiso serio y al mismo tiempo gozoso” que “requiere radicalidad y esfuerzo para reconocer al divino Maestro en los más pobres y ponerse a su servicio”.
Por esto, los voluntarios “no esperan ningún agradecimiento ni gratificación”, sino que “renuncian a todo esto porque han descubierto el verdadero amor”.
Dondequiera que haya una mano extendida que pide ayuda para ponerse en pie –ha concluido Francisco– allí debe estar nuestra presencia y la presencia de la Iglesia que sostiene y da esperanza.



Madre Teresa ya es santa
Posted by Redaccion on 4 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha canonizado esta mañana, en la plaza de san Pedro, a la Madre Teresa, Gonxha Agnes Bojaxhiu. Banderas de todo el mundo, especialmente de la India y Albania, daban color a una plaza donde miles de personas entusiasmadas querían ser testigo de la canonización de esta gran mujer, querida y admirada en todo el mundo.
Nació en Skopie el 26 de agosto de 1910, quinta y última hija de los padres albaneses Nikola y Drane Bojaxhiu. Fue bautizada el día siguiente y recibió la primera comunión con 5 años y medio. Tal y como ha recordado el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación de la Causa de los Santos, al leer la biografía de la Madre Teresa, en 1928, deseando ser misionera, ingresó en la Congregación de las Hermanas de Loreto (IBVM) en Irlanda. Llegó a la India en 1929, emitió los primeros votos en mayo de 1931 y los votos perpetuos en mayo de 1937. Durante los veinte años que pasó en la India dedicándose a la enseñanza, se distinguió por la caridad, el celo, la entrega y la alegría.
El 10 de septiembre de 1946, recibió de Jesús la llamada “a renunciar a todo y a servirlo en los más pobres entre los pobres”. En 1948 obtuvo el permiso eclesiástico para iniciar su apostolado en los bajos fondos de Calcuta. Las Misioneras de la Caridad (MC) fueron erigidas como Congregación religiosa de derecho diocesano el 7 de octubre de 1950, y elevadas a Congregación de derecho pontificio el 1 de febrero de 1965. El carisma propio de la Congregación es saciar la infinita sed de Jesús de amor y de almas, entregándose por la salvación y santificación de los más pobres entre los pobres.
Para poder extender su misión de amor, la Madre Teresa dio inicio a la rama de los Hermanos MC (1963), de las Hermanas Contemplativas (1976), de los Hermanos Contemplativos (1979) y de Padres MC (1984), así como las asociaciones de colaboradores, de los Colaboradores sufrientes y el movimiento Corpus Christi para los sacerdotes. A su muerte, el 5 de septiembre de 1997, la Congregación contaba con 3.842 religiosas, trabajando en 594 casas en 120 naciones.
Al inicio de la eucaristía, y después de escuchar la biografía de Madre Teresa, se han rezado las letanías y finalmente, Francisco ha leído la fórmula de canonización.
“En honor a la Santísima Trinidad, para exaltación de la fe católica y crecimiento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y la Nuestra, después de haber reflexionado largamente, invocando muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos Santos a la beata Teresa de Calcuta, y la inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sea devotamente honrada entre los Santos”.
A continuación, la reliquia, sangre de Madre Teresa contenida en una cruz artesanal de madera, ha sido llevada al altar por una misionera de la caridad, para su veneración.



Francisco invita a pizza a 1500 pobres que asisten a la canonización de Madre Teresa
Posted by Redaccion on 4 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- 1.500 pobres, atendidos por las Misioneras de la Caridad en Italia, recibirán un regalo del Papa muy especial al finalizar la misa de canonización de Madre Teresa. Tal y como explica un comunicado distribuido por la oficina de prensa de la Santa Sede, en el atrio del Aula Pablo VI podrán comer pizza napolitana.
Los invitados, que proceden de los albergues que las hermanas gestionan en Italia –Milán, Bolonia, Florencia y Nápoles–, han viajado toda la noche en autobuses para participar primero en la canonización y después en la comida.
El almuerzo será servido por unas 250 hermanas de Madre Teresa, 50 hermanos de la congregación masculina y algunos voluntarios.
Las pizzas serán preparadas por una pizzería napolitana con su equipo de casi 20 personas y con el equipamiento móvil formado por 3 hornos.


El Papa reza por la religiosa española asesinada en Haití
Posted by Redaccion on 4 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Al finalizar la misa celebrada en la plaza de San Pedro para la canonización de Madre Teresa de Calcuta, antes de recitar el ángelus, el Santo Padre ha dirigido unas palabras a los presentes para introducir la oración mariana:
Queridos hermanos y hermanas,
Mientras que nos preparamos para concluir esta celebración, deseo saludar y dar las gracias a todos los que habéis participado. Sobre todo a las Misioneras y Misioneros de la Caridad, que son la familia espiritual de Madre Teresa. Vuestra fundadora vele siempre en vuestro camino y os permita ser fieles a Dios, a la Iglesia y a los pobres.
Con gran respeto saludo a las autoridades presentes, en particular a las de los países más unidos a la figura de la nueva santa, como también a las delegaciones oficiales y los numerosos peregrinos venidos de tales países en esta feliz circunstancia. Dios bendiga vuestras naciones.
Y con afecto os saludo a todos, queridos voluntarios y operadores de misericordia. Os encomiendo a la protección de Madre Teresa: ella os enseñe a contemplar y adorar cada día a Jesús crucificado para reconocerlo y servirlo en los hermanos necesitados. Pidamos esta gracia también para todos aquellos que están unidos a través de los medios de comunicación, en todas partes del mundo.
En este momento quisiera recordar a los que se desgastan en el servicio a los hermanos en contextos difíciles y arriesgados. Pienso especialmente en muchas religiosas que donan su vida sin reservas. Rezamos en particular por la hermana misionera española, sor Isabel, que fue asesinada hace dos días en la capital de Haití, un país muy probado, para el que deseo que cesen tales actos de violencia y haya mayor seguridad para todos. Recordamos también a otras hermanas que, recientemente, han sufrido violencia en otros países.
Lo hacemos dirigiéndonos en oración a la Virgen María, Madre y Reina de todos los santos.



Cuando Madre Teresa era conocida en todo el mundo menos en su país
Posted by Rocío Lancho García on 4 September, 2016



(ZENIT – Roma).- Cuando Madre Teresa ganó el premio Nobel de la Paz en 1979 era ya conocida en todo el mundo por su gran labor y misión en Calcuta. En todo el mundo, menos en su país de origen, Albania, donde el régimen comunista había prohibido no solo a la religión, sino también a Dios y como consecuencia a esta ciudadana suya, Agnes Gonxha Bojaxhiu.
Así lo cuenta a ZENIT Visar Zhiti, representante diplomático de Albania ante la Santa Sede. “Albania estaba cerrada en aquella época a todas las noticas, incluida Madre Teresa. Era famosa en el mundo y no podía ir a su país”, recuerda. La primera vez que él escuchó su nombre fue en la cárcel en 1979, donde cumplía condena acusado de escribir unos poemas ‘subversivos’. Cuando iban nuevos presos, los que llevaban allí más tiempo preguntaban qué estaba sucediendo fuera. Un joven le dijo “he escuchado en la RAI (televisión pública italiana) que una monja albanesa ha ganado el premio Nobel de la Paz, sor Teresa”. Ese nombre se quedó “en mi cabeza y mi corazón”, asegura el diplomático albanés.
En Albania la religión estaba prohibida, único país en el mundo ateo. Todos los templos religiosos habían sido destruidos. Los sacerdotes habían sido fusilados o estaban en la cárcel. “Escuchar que una monja albanesa era conocida en todo el mundo y había ganado un premio Nobel, era una alegría. Dios nos daba este “premio” para compensar la situación que tenía el país”, observa Visar.
Cuando salió de la cárcel, aún vivían bajo el régimen comunista y como muchos compatriotas veía la RAI a escondidas. Vio un documental sobre Madre Teresa, y se quedó maravillado con su misión y su trabajo en la India. Años después se trasladó a Italia para trabajar, y allí se informó más sobre Madre Teresa. Y encontró su libro de oraciones suyas en italiano y sintió la necesidad de traducir estas oraciones al albanés. “No me avergüenzo de contar que mientras traducía lloraba”, confiesa. Y es así como por primera vez se publicaron las oraciones de Madre Teresa en su lengua materna. Y la publicación tuvo mucho éxito.
Visar también recuerda la primera vez que vio a Madre Teresa en persona. Fue en Albania. Hubo un encuentro en un centro cultural internacional, y cuando terminó se acercó a ella y le dijo “Madre Teresa, he traducido sus oraciones” y ella respondió de forma seca, veloz “has hecho bien”. Esta respuesta provocó en él un pregunta, ¿por qué no se ha entusiasmado? Y dudó si había dicho algo que no iba bien. Pero también estaba feliz por haber podido estar cerca de ella. Luego supo que Madre Teresa nunca leyó en su vida un libro sobre ella misma y así entendió la respuesta que le dio en aquella ocasión. “La mujer más conocida en el mundo no quería estatuas, elogios, libros… Ella trabajaba por la humanidad”, recuerda.
Para Albania, este evento “mundial”, es especialmente motivo de alegría, asegura Visar. “El pueblo albanese ha dado al mundo una hija así”, afirma. Y esto es, precisa, “un llamamiento para ser mejores, para mejorar el país, para ver a Dios en los otros”.
Leyendo y profundizando en los textos de Madre Teresa, reconoce Visar, se sentía como un minero buscando oro en la mina. Siempre encontraba más de lo que esperaba encontrar, es un horizonte que no se acaba nunca.
Cuando murió la Madre Teresa –recuerda el diplomático Albanés– todos nos sentimos un poco huérfanos. Ahora que será canonizada esta orfandad termina porque de nuevo, desde el cielo, sabemos que cuida de nosotros.
Finalmente, también explica que Madre Teresa es querida no solo por los cristianos, también por los seguidores de otras religiones. Y menciona al respecto una ocasión en la que participó en la inauguración de la sede de los Bektashi en Albania, y como ella decía “cuando rezamos todos estamos unidos”. Este es — señala– un mensaje de Madre Teresa que en Albania hemos entendido muy bien, tal y como señaló el Santo Padre en su viaje a esta nación. En Albania, concluye Visar, existe una “fraternidad religiosa”.



Santa Teresa de Calcuta – 5 de septiembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 4 September, 2016



(ZENIT – Madrid).- Pocos dudan de que la vida de Teresa es conmovedora y fascinante, aunque determinadas críticas mordaces atenten contra su nombre y quehacer. A través de ella ha irradiado la misericordia de Dios en los deprimidos rincones de Calcuta con una fuerza tal que se siente la tentación de considerarla irrepetible. Y ciertamente cada ser humano lo es ante el Padre. Pero esta mujer, de la que hoy se hace eco este santoral de ZENIT, acogió la gracia con tanto brío que multiplicó con creces los numerosos talentos que recibió, sembrándolos en el tembloroso corazón de esos hermanos y hermanas que jamás conocieron otro consuelo que el que ella les dio. Digan lo que digan sus detractores cuesta dudar de la presencia de Dios y de su infinita bondad cuando se examina el testimonio de Agnes Gonxha Bojaxhiu. El sello de los justos es fácil de reconocer porque tras de sí dejan una huella inextinguible, como la suya.
«Soy un lápiz en manos de Dios», le gustaba decir. Era albanesa. Había nacido en Skopje, hoy Macedonia, el 26 de agosto de 1910. En 1950 adquirió la ciudadanía india. Fue la benjamina de la familia. Influenciada por la honda fe materna, poco antes de cumplir los 12 años, y cuatro después de morir su padre, ya barajó la posibilidad de hacerse misionera. Participaba activamente en la parroquia del Sagrado Corazón. Un día, hallándose ante la imagen de la Virgen de Letnice, sintió que debía consagrarse a Dios. A la espera de tener edad para entrar en una Orden, se afilió a las Hijas de María, donde nació su vocación por los desfavorecidos. A los 18 años ingresó en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María (hermanas de Loreto) sito en una localidad irlandesa. Y queriendo emular a la santa de Lisieux, tomó el nombre de Teresa. Pocos meses más tarde se trasladó a la India. Llegó a Calcuta el 6 de enero de 1929. En 1931 comenzó a ejercer la docencia en la escuela femenina St. Mary, regida por la comunidad. En 1944 fue designada directora de la misma, y como tal ejerció hasta 1948. Cesó al ser autorizada para dedicarse por entero a la atención de los «más pobres de entre los pobres». Poseía todas las cualidades para ello: audacia, abnegación, espíritu de sacrificio, compasión, osadía, temple, misericordia, fortaleza, fidelidad, dotes organizativas, una fe insondable, etc. Y todo lo que hacía estaba impregnado de alegría.
Pero antes, como era una mujer de profunda oración, en ella fue vislumbrando la nueva vía que debía seguir. La denominó «llamada dentro de la llamada». Sucedió el 10 de septiembre de 1946 cuando iba de camino a Darjeeling para realizar el retiro anual y marcó el inicio de una travesía irreversible en la que su anhelo de amar a Cristo y a los demás llenó su vida por completo. En medio de una serie de locuciones y visiones se fue incrementando su sed por hallar «víctimas de amor» para Cristo. En una de ellas sintió que Él le decía: «Ven y sé mi luz. No puedo ir solo». Y fue dirigida por Cristo hacia el colectivo más desfavorecido de la tierra, para lo cual, según Él mismo le indicó, debía fundar una Congregación. Pasó dos años de pruebas y dificultades hasta que en agosto de 1948, obtenido el permiso correspondiente y vestida con su inmaculado sari de algodón, se dispuso a paliar todo el sufrimiento humano que le fuese posible sin ahorrar ningún esfuerzo, ni escatimar sacrificios.
Tras brevísima estancia con las Hermanas Médicas Misioneras de Patna, especializándose para su misión, y con las Hermanitas de los Pobres, en diciembre de ese mismo año comenzó su labor. Recibía la Eucaristía, y salía rosario en mano a buscar a los enfermos y moribundos, «los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba»; tanto daban hombres, mujeres, niños o ancianos, y lo mismo sucedía con el tipo de enfermedades que padeciesen. Ni repugnancia, ni temor a contagios, ninguna selección, la Madre Teresa no tenía otro horizonte que cubrir con su ternura al sufriente. Atendía, lavaba y curaba con delicadeza y misericordia a todos ellos en las calles donde se encontraban y también en sus casas. Vio la simbiosis entre amor y oración: «Dios nos ha creado para amar y para ser amados, y este es el comienzo de la oración, saber que Él me ama, que yo he sido creado para obras mayores», y que la santidad no es un lujo selectivo sino un deber de todos.
Pronto se fueron uniendo a la labor algunas de sus antiguas alumnas y surgió la congregación de las Misioneras de la Caridad, fundada en octubre de 1950 y aprobada por Pablo VI en 1965. Después nacieron los Hermanos Misioneros de la Caridad, los Misioneros de la Caridad Contemplativos y los Padres Misioneros de la Caridad. Creó también los colaboradores de Madre Teresa, y los colaboradores Enfermos y Sufrientes. Además, inició el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi. Luchó contra el aborto –«el niño es un regalo de Dios para la familia», decía–, y la eutanasia. Abrió centros en distintos puntos del mundo para la atención de leprosos, ciegos, ancianos, enfermos de SIDA, así como orfanatos para niños pobres y abandonados. Consideraba que «las obras de amor son siempre obras de paz».
Espiritualmente vivió una prolongada «noche oscura» hasta el fin de sus días, que acrecentó su sed de amor divino. «El amor, para que sea auténtico, debe costarnos […]. Nuestros sufrimientos son caricias bondadosas de Dios, llamándonos para que nos volvamos a Él, y para hacernos reconocer que no somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, sino que es Dios quien tiene el control, y podemos confiar plenamente en Él». Por su heroica labor fue galardonada con premios significativos como el Nobel de la Paz que obtuvo en 1979. En 1986 Juan Pablo II la visitó en Calcuta, en la conocida «Casa del moribundo». El 5 de septiembre de 1997, con el gozo de haber dejado nombrada una nueva superiora general, y su fundación extendida por diversos países, murió. El gobierno le dispensó un funeral de Estado, y de forma inmediata fue aclamada con fama de santidad en todo el mundo. Juan Pablo II la beatificó el 19 de octubre de 2003. Fue canonizada el 4 de septiembre de 2016 por el papa Francisco.