Servicio diario - 01 de junio de 2016


 

El Papa en la audiencia: ‘El fariseo es el símbolo del corrupto que finge rezar’
Posted by Sergio Mora on 1 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco realizó una nueva audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro, en un día gris y fresco a pesar de que Roma se encuentre en plena primavera, lo que contrastaba con la música alegre de una banda de música animaba la plaza. El Papa llevado por el jeep abierto que recorrió los corredores de la plaza, entró saludando a los presentes en particular a los niños y enfermos, para lo cual hizo en alguna oportunidad detener el vehículo.
Tras la lectura del Evangelio, sobre la parábola del fariseo que se consideraba justo y agradecía a Dios porque no era como ‘el otro’, y del publicano que en cambio no osaba ni siquiera levantar los ojos al cielo, el Pontífice profundizó la lectura sacra. E invitó a la plaza en dos oportunidades a decir tres veces como el publicano la hermosa oración “Oh Dios, ten piedad de mi pecador…”.
El Fariseo no pedía nada porque ya tenía todo, en cambio el publicano mendigaba la misericordia de Dios, y este fue justificado. Añadió que “el fariseo es el ícono del corrupto que finge rezar”, y así en la vida quien se cree justo y desprecia a los otros es un corrupto un soberbio. Además la oración del soberbio no abre las puertas hacia a Dios, mientras que humildad del miserable las abre de par en par.
En sus palabras en español dirigidas a los hispanohablantes el Papa dijo:
“Queridos hermanos y hermanas. En la parábola del fariseo y el publicano, que suben al templo para orar, Jesús nos enseña la actitud correcta para invocar la misericordia del Padre.
El fariseo hace una oración de agradecimiento en la que se complace de sí mismo por el cumplimiento de la ley, se siente irreprensible y desprecia a los demás. Su soberbia compromete toda obra buena, vacía la oración, y lo aleja de Dios y del prójimo.
Nosotros hoy, más que preguntarnos cuánto rezamos, podemos preguntarnos cómo lo hacemos, o mejor cómo es nuestro corazón para valorar los pensamientos y sentimientos, y eliminar toda arrogancia.
El publicano ora con humildad, arrepentido de sus pecados, mendiga la misericordia de Dios. Nos recuerda la condición necesaria para recibir el perdón del Señor y se convierte en imagen del verdadero creyente.
La oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la oración humilde obtiene su misericordia”.
Y concluyó: “Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que la Virgen María, nuestra Madre, que proclama en el Magnificat la misericordia del Señor, nos ayude a orar siempre con un corazón semejante al suyo”.
La audiencia concluyó con el rezo del Padre Nuestro y con la bendición apostólica.
Clicar aquí para leer el texto completo


Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 1° de junio de 2016
Posted by Redaccion on 1 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco en la audiencia de este miércoles ha profundizado la parábola del fariseo y del publicano. Ha señalado que el fariseo se cree justo, reza a Dios pero en realidad se reza a sí mismo, porque expone los propios méritos. En cambio el publicano presentándose ‘con las manos vacías’, con el corazón desnudo y reconociéndose pecador, nos muestra a todos la condición necesaria para recibir el perdón del Señor. Y dice una oración que, como la plegaria de los humildes, abre las puertas del corazón de Dios: “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”.

A continuación el texto completo de la catequesis del papa Francisco
“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El miércoles pasado hemos escuchado la parábola del juez y de la viuda sobre la necesidad de rezar con perseverancia. Hoy con otra parábola, Jesús nos quiere enseñar cuál es la actitud justa para rezar e invocar la misericordia del Padre; cómo hay que rezar; la actitud justa para rezar: es la parábola del fariseo y del publicano.
Ambos protagonistas suben al templo para rezar pero actúan de manera diferente, obteniendo resultados opuestos. El fariseo reza ‘de pie’ y usa muchas palabras. La suya es sí, una oración de agradecimiento dirigida a Dios, pero en realidad es un exponer los propios méritos, con sentido de superioridad hacia los otros hombres, que califica de ‘ladrones, injustos, adúlteros’, como ejemplos, y señala a aquel otro como ‘este publicano’. Pero justamente aquí está el problema: el fariseo reza a Dios, pero en realidad se reza a sí mismo.
¡Se reza a si mismo!, en cambio de tener delante de los ojos al Señor, tiene un espejo. A pesar de que se encuentra en el templo, no siente la necesidad de postrarse delante de la majestad de Dios; está de pie, se siente seguro, ¡casi como si fuera él el dueño del templo!
El hace una lista de las cosas cumplidas: es irreprensible, observante de la Ley más de lo debido, ayuna ‘dos veces por semana’ y paga el diezmo de todo lo que posee.
Vale a decir, más que rezar, el fariseo de complace de la propia observancia de los preceptos. Y entretanto su actitud y sus palabras están lejos del modo de actuar y de hablar de Dios, el cual ama a todos los hombres y no desprecia a los pecadores. Al contrario aquel fariseo desprecia a los pecadores, también cuando señala que el otro está allí. O sea, el fariseo que se considera justo, no respeta el mandamiento más importante: el amor por Dios y por el prójimo.
No es suficiente por lo tanto preguntarnos ‘cuánto rezamos’, tenemos que preguntarnos también ‘cómo rezamos’, o mejor aún, ‘cómo es nuestro corazón’: es importante examinarlo para evaluar los pensamientos, los sentimientos y extirpar arrogancia e hipocresía. Pero me pregunto: ¿es posible rezar con arrogancia? No. ¿Se puede rezar con hipocresía? No. Tenemos que rezar solamente poniéndonos delante de Dios así como somos. No como el fariseo que rezaba con arrogancia e hipocresía. Estamos todos tomados por el frenesí del ritmo cotidiano, muchas veces a la merced de sensaciones, trastornados y confundidos. Es necesario aprender a encontrar el camino hacia nuestro corazón, recuperar el valor de la intimidad y del silencio, porque es allí que Dios nos encuentra y habla.
Solamente partiendo desde allí podemos a su vez animar a los otros y hablar con ellos. El fariseo se ha encaminado hacia el templo, está seguro de sí mismo, pero no se da cuenta de haber perdido el camino de su corazón.
El publicano en cambio, ‘el otro’, se presenta en el templo con ánimo humilde y arrependito: ‘deteniéndose a distancia, no osaba ni siquiera levantar los ojos al cielo, pero se golpeaba el pecho’. Su oración es brevísima, no es larga como la del fariseo: ‘Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador’. Nada más que esto. “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”. Bella oración, ¿verdad? Podemos decirla tres veces, todos juntos. Digámos: ‘Oh Dios, ten piedad de mí pecador’…
En aquel tiempo los los cobradores de impuestos — llamados por ello ‘publicanos’– eran considerados personas impuras, sometidas a los dominadores extranjeros, eran mal vistos por la gente y generalmente asociados a los ‘pecadores’.
La parábola enseña que uno es justo o pecador no por la propia pertenencia social, sino por el modo de relacionarse con Dios y por el modo de relacionarse con los hermanos. Los gestos de penitencia y las pocas y simples palabras del publicano testimonian su conciencia sobre su mísera condición.
Su oración es lo esencial. Actúa como un humilde, seguro solo de ser un pecador necesitado de piedad. Si el fariseo no pedía nada porque tenía ya todo, el publicano puede solo mendigar la misericordia de Dios. Y esto es bello, ¿verdad?: mendigar la misericordia de Dios.
Presentándose ‘con las manos vacías’, con el corazón desnudo y reconociéndose pecador, el publicano nos muestra a todos la condición necesaria para recibir el perdón del Señor. Al final justamente él, despreciado así, se convierte en icono del verdadero creyente.
Jesús concluye la parábola con una sentencia: ‘Les aseguro que este último –es decir, el publicano– volvió a su casa justificado, porque quien se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado’ (v. 14). De estos dos, ¿Quién es el corrupto? El fariseo.
El fariseo es justamente el icono del corrupto que finge orar, pero solamente logra vanagloriarse de sí mismo como delante de un espejo. Es un corrupto pero finge orar. Así, en la vida quien se cree justo y juzga a los demás y los desprecia, es un corrupto y un hipócrita. La soberbia compromete toda acción buena, vacía la oración, aleja de Dios y de los demás.
Si Dios prefiere la humildad no es para desanimarnos: la humildad es más bien la condición necesaria para ser elevados por Él, para así experimentar la misericordia que viene a colmar nuestros vacíos.
Si la oración del soberbio no alcanza el corazón de Dios, la humildad del miserable abre sus puertas. Dios tiene una debilidad: la debilidad por los humildes. Delante a un corazón humilde, Dios abre enteramente su corazón.
Es esta humildad que la Virgen María expresa en el cántico del Magníficat: “Ha mirado la humildad de su serviora. […] Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen” (Lc 1,48.50). Ella que es nuestra madre nos ayude a rezar con un corazón humilde. Y nosotros, repitamos nuevamente tres veces, aquella bella oración: “Oh Dios, ten piedad de mí pecador”…
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Francisco predicará el retiro espiritual del Jubileo de los Sacerdotes
Posted by Sergio Mora on 1 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Jubileo de los Sacerdotes que inicia este miércoles 1 de junio y concluye el viernes 3, como parte del Año Santo de la Misericordia, contará con tres meditaciones del papa Francisco.
Así el jueves el Papa hará las predicaciones en las basílicas pontificias: la primera a las 10 de la mañana en la basílica Santa María la Mayor; la segunda medio día, en San Juan de Letrán; y por la tarde, a las 16 horas, será en San Pablo extramuros.
Los sacerdotes presentes en las otras basílicas así como quien lo desee, podrá seguir las predicaciones en internet, en (www.im.va), también en streaming. Y en directo lo transmitirán diversas redes y televisiones católicas de varios países.
El Jubileo de los Sacerdotes que está abierto también a los seminaristas, concluirá este viernes próximo con la santa misa en la Plaza de San Pedro, presidida por el papa Francisco y concelebrada por todos los sacerdotes presentes, fecha que coincide con el 160 Aniversario de la institución de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
“A imagen del Buen Pastor, el sacerdote es un hombre de misericordia y compasión, cercano a su gente y servidor de todos”, es el título del evento jubilar que será además el hilo conductor del mismo.
“Ya durante su primer Ángelus, el Santo Padre recordó a todos que Dios no se cansa de perdonar. Estas palabras son una clara invitación a los sacerdotes para que no se cansen de impartir con fe la misericordia de Dios, tanto en el sacramento como en la propia vida cotidiana”, señalaron los organizadores del Jubileo de los Sacerdotes”.
El evento se abre hoy con la peregrinación de los sacerdotes a la puerta santa de la basílica de San Pedro y está organizado por grupos lingüísticos, predominando el italiano, inglés, español, portugués, polaco y alemán.
En estos días los participantes podrán “reflexionar y meditar juntos la palabra de Dios, adorar el Santísimo sacramento, recibir el sacramento de la penitencia y de la reconciliación, hacer una peregrinación a través de la puerta Santa de la Basílica de San Pedro”, indican los organizadores. Y precisan: las iglesias jubilares a ello dedicadas son San Salvatore in Lauro, Santa María in Vallicella y San Juan de los Florentinos.
Y según los grupos linguísticos se realizaran las catequesis en diversos templos de Roma. Los de idioma portugués se reunirán en la Iglesia Santa Mónica, con el obispo auxiliar de Río de Janeiro, Paulo Cezar Costa. En cambio los hispanohablantes se reúnen con el cardenal panameño José Luis Lacunza, en la basílica de los XII Apóstoles.


El Santo Padre viajará a Suecia en el V centenario de la Reforma protestante
Posted by Redaccion on 1 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El viaje del papa Francisco en Suecia para la conmemoración ecuménica católica-luterana con motivo del quinto centenario de la Reforma, será el próximo 31 de octubre. Además de la liturgia en la catedral y un evento público en el estadio de Malmö el Papa tendrá un encuentro el 1° de noviembre con la comunidad católica para quienes celebrará la santa misa.
Lo indicó este miércoles el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, precisando que el programa completo no ha sido publicado porque aún está en la fase final, en cambio sí el comunicado de la Federación Luterana Mundial y de la Iglesia Católica con algunos eventos conjuntos ya fijados.
El texto difundido hoy señala que la catedral de Lund será el lugar en donde se realizará la ceremonia ecuménica, basada sobre la guía católico-luterana publicada recientemente y que lleva como título ‘Oración común’. Este libreto se basa a su vez en el reciente documento ‘Del conflicto a la comunión’.
El estadio de Malmö, con una capacidad de diez mil personas, será el escenario donde se realizarán las actividades dedicadas a los testimonios y sobre el servicio común de católicos y luteranos en el mundo. Así se presentarán las labores comunes del Servicio Mundial de la Federación Luterana y de Cáritas Internationalis, en temas de atención a los refugiados, servicio en favor de la paz y la defensa del clima.
El papa Francisco junto al presidente de la Federación Luterana Mundial, el obispo Muib Younan y al vicepresidente, el reverendo Margin Junge, guiará en la catedral de Lund la oración común, así como el evento en el estadio de stadio di Malmö, en colaboración con los responsables de la Iglesia de Suecia y de la diócesis católica de Estocolmo.
“El objetivo es expresar los dones de la Reforma y pedir perdón por la división perpetrada por los cristianos de ambas tradiciones”, se lee en el comunicado.
El cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos explica que “concentrándose juntos sobre la centralidad del tema de Dios y su acercamiento cristocéntrico, luteranos y católicos podrán conmemorar ecuménicamente la Reforma, no de una manera simplemente pragmática, pero en el sentido profundo de la fe en Cristo crucificado y resucitado.
Por su parte, el obispo Anders Arborelius de la diócesis católica de Estocolmo asegura: “Se escribirá una página histórica cuando el papa Francisco y el líder de la Federación Luterana Mundial visitarán Lund y Malmö para animar a todos a proseguir en el camino hacia la unidad de los cristianos”.


Francisco visitará el 13 de junio, el Programa Mundial de Alimentos
Posted by Sergio Mora on 1 June, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco visitará el próximo 13 de junio por la mañana, la sede del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) con sede en Roma. Lo informó ayer el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, y lo confirmó hoy, precisando que es la primera vez que lo hace y que se trata de una visita de un par de horas.
El PMA o WFP por sus siglas en inglés, es un programa de las Naciones unidas creado en 1961, para hacer llegar alimentos a las poblaciones que se encuentran en situaciones de emergencia y se financia con contribuciones voluntarias.
El Santo Padre recibió el 20 de junio de 2013 en audiencia a unos 400 participantes de la 38 sesión de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), por las siglas en inglés de Food and Agriculture Organization, que se ocupa de desarrollo agrícola y por lo tanto también de lucha a la pobreza. Al dirigirles la palabra en español les recordó el “verdadero escándalo de millones de personas que sufren y mueren de hambre”, que no bastan las promesas tantas veces incumplidas y tampoco es posible justificarlo en nombre de la crisis global.
Posteriormente, el 20 de noviembre de 2014 el Papa visitó la sede de la FAO, cuando se desarrollaba en ese momento la segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición. Allí recordó que “el interés por la producción, la disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos, el cambio climático, el comercio agrícola, deben ciertamente inspirar las reglas y las medidas técnicas, pero la primera preocupación debe ser la persona misma, aquellos que carecen del alimento diario y han dejado de pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan sólo por la supervivencia”.
El 9 de mayo de 2014 recibió a casi 70 presidentes, directores y coordinadores de las agencias de las Naciones Unidas a quienes en sus palabras invitó a desafiar todas las formas de injusticia, oponiéndose a la ‘economía de la exclusión’, a la ‘cultura del descarte’ y a la ‘cultura de la muerte’
El 11 de junio de 2015 tuvo un encuentro en el Vaticano con los participantes de la 39 Conferencia de la FAO y en su discurso les invitó a trabajar para asegurar la sostenibilidad y el futuro de la familia humana, lo que indicó, implica modificar los estilos de vida, así como a reflexionar sobre el uso no alimentario de los productos agrícolas, que se utilizan en grandes cantidades para la alimentación animal o para producir biocombustibles.
El 25 de septiembre de 2015, en su viaje a Cuba y Estados Unidos, el Pontífice vistió en Nueva York, la sede de las Naciones Unidas (ONU) y les exhortó en su discurso de apertura de la 70° Asamblea general, a trabajar como una familia por el bien de la humanidad.
El programa oficial de la visita del Papa a la PMA aún no está publicado, pero se prevé que después de saludar a las autoridades y funcionarios, dé un discurso a la asamblea.
Leer también: El Vaticano y la FAO aliados en la lucha contra el hambre


Comentario a la liturgia dominical
Posted by Antonio Rivero on 1 June, 2016



Ciclo C – Textos: 1 Re 17, 17-24; Ga 1, 11-19; Lc 7, 11-17
P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Idea principal: Dos cortejos deambulan por nuestro mundo: el cortejo o comitiva de la muerte, representado por esos dos hijos muertos de la liturgia de este domingo (1ª lectura y evangelio), y el cortejo o comitiva de la vida, representado por Cristo, que es la vida y que tiene poder sobre la muerte. ¿A cuál caravana queremos juntarnos?
Síntesis del mensaje: Las lecturas de hoy nos ponen frente a un tema trágico, el de la muerte. En la primera lectura, del libro de los Reyes, escuchamos cómo el profeta Elías resucitó, o mejor, hizo revivir, con el poder de Dios al hijo de la viuda de Sarepta. El evangelio nos presenta a otra viuda, nacida en Naím, cuyo hijo único era conducido al cementerio para ser enterrado. Cristo, lleno de compasión y ternura, se acerca a esa pobre mujer y le dice: “No llores”; después, detiene el cortejo y ordena con la fuerza de su amor y poder: “¡Joven, levántate!”. Comitiva de la muerte y comitiva de la vida frente a frente. ¿Quién ganará?
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, ahí está el cortejo y la caravana o comitiva de la muerte, representados en esos dos hijos muertos y en quienes los acompañan. Pero también en muchísimos que están en tantas esquinas, plazas, barrios, favelas, villas miserias. Basta abrir los ojos y dar unos pasos para ver esta comitiva de la muerte y tristeza: tantos parados en cuyos ojos se refleja la angustia y la desesperanza; tantos drogados, que buscaron paraísos psicodélicos y evasivos, y ahora se encuentran en un callejón sin salida por la ganancia de algunos; tantos analfabetos y marginados, que están discriminados para tantas cosas bellas de la vida; tantos sin techo que no tienen hogar, porque las casas y apartamentos están por las nubes; tantos terroristas que siembran la muerte por doquier; tantos enfermos o ancianos arrumbados en casas o en hospitales, a quienes nadie visita, pues ya no son útiles para sociedad; tantas mujeres que gritan sobre el derecho de su cuerpo o que lo ofrecen a los que pasan por la cuneta de esas zonas rojas; tantos matrimonios ya muertos, por falta de amor y ternura y diálogo y perdón; tantos pobres que nada tienen para llevarse a la boca y están en el suelo dejándose lamer por los perros o comidos por los gusanos. ¡Qué inmensa y larga es la comitiva de la muerte! Y ahí van, lamentándose, llorando, maldiciendo y tal vez blasfemando. ¿Tendrán la gracia de encontrarse con la comitiva de la vida, encabezada por Cristo y sus auténticos seguidores?
En segundo lugar, ahí está también el cortejo y la caravana o comitiva de la vida. También esta comitiva la encontramos por todas partes, a Dios gracias. ¡Cuántos “Hogares de Cristo”, fundados en Chile por san Alberto Hurtado! ¡Cuántos Hogares de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, fundados por santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars! Y no digamos ya las Siervas de María, ministras de los enfermos, que cuidan a domicilio a tantos enfermos, y cuya congregación fue fundada por santa Soledad Torres Acosta. Y Cotolengos, Orfanatos, Oratorios, Vicentinos. Sacerdotes dedicados a la promoción humana y cristiana de tantos pobres, construyendo centros, casas, y hasta de lo que era un muladar, construir una ciudad entera, con la ayuda de los habitantes, como ocurre en Madagascar, con trabajo, techo y pan para todos. Pero también son comitiva de la vida esos monjes y monjas de clausura que se pasan el día entero orando, trabajando en sus huertas y tejiendo ornamentos sagrados para gloria de Dios. O esos laicos que dejan su patria y van con toda la familia a misionar a tierras extranjeras y necesitadas de evangelizadores a tiempo completo, como hacen los Neocatecumenales o el movimiento Regnum Christi. Comitiva de la vida en tantos colegios de los salesianos o escolapios, donde además de letras inyectan piedad y dignidad humana y cristiana, enseñándoles artes y oficios. Esta comitiva de la vida tuvo la gracia de encontrarse con Cristo que es la Vida, le abrieron su corazón y sus hogares, y en muchos casos hubo una auténtica resurrección de la fe, esperanza, amor, alegría, entusiasmo y sentido en la vida. ¡Bendita comitiva de la vida!
Finalmente, ¿a cuál comitiva queremos juntarnos: a la de la vida o a la de la muerte? ¿En cuál estamos en este momento? Si nos invade la tristeza y los remordimientos por tantos pecados no confesados, ¿a qué esperamos para pasarnos a la comitiva de la vida, donde Cristo está esperándonos para perdonarnos en la confesión? Si estamos carcomidos por el odio, la envidia, los resentimientos, las mentiras, los malos deseos…estamos en la comitiva de la muerte. Si, por el contrario, repartimos paz, perdón, magnanimidad, estamos en la comitiva de la vida. Si ayudamos a nuestros hermanos más pobres y necesitados, estamos resucitándolos en su dignidad y en su esperanza, repartiendo por doquier boletos para la comitiva de la vida. Si cerramos el bolsillo para garantizar nuestra vejez, sin compartir lo poco o lo mucho que tenemos, llevamos en la frente un título: “Comitiva de la muerte”. Y así, ¿quién se acercará a nosotros? Si, ante las desgracias que Dios permite en nuestra vida, gritamos a los profetas, como hizo la mujer de la primera lectura a Elías, ciertamente vamos siguiendo la comitiva de la muerte. Menos mal que Elías, confiado en Dios, le devolvió la vida a ese hijo muerto, y la alegría a esa pobre viuda que estaba de luto. Elías, hombre de Dios. Y todos en esa casa se pusieron en la comitiva de la vida.
Para reflexionar: ¿En que comitiva me encuentro hoy: en la de la vida o en la de la muerte? ¿A qué espero para pasarme a la comitiva de la vida? ¿Cambiaría por alguna cosa esta comitiva de la vida, donde está Cristo y los valores del evangelio? ¿Qué me atrae de la comitiva de la muerte?
Para rezar: Señor, quiero pedirte que te cruces todos los días por mi vida y que me digas lo mismo que a ese chico: “Joven, levántate”. Quiero escuchar de tus labios las mismas palabras que dijiste a esa pobre viuda: “No llores”. Que quienes están a mi lado, me vean feliz y radiante porque me encuentro en la comitiva de la vida y pueda invitarlos con mi testimonio y mi palabra a que se junten a Ti, que eres la Vida.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org


San Eugenio I, Papa – 2 de junio
Posted by Isabel Orellana Vilches on 1 June, 2016




(ZENIT – Madrid).- Que «Dios escribe recto con renglones torcidos» es un conocido dicho popular. Las aparentes oportunidades muchas veces son «estrategias» divinas que trastocan las intenciones humanas. Al emperador Constante II le falló su maniobra ya que parece que él, bien directamente o quizá por haber suscitado hondo temor en los ciudadanos que no quisieron importunarle eligiendo a Eugenio pontífice, tuvo un papel determinante en la decisión que ellos tomaron. De hecho, se arguye que quiso imponer su voluntad a la del santo, forzándole a asumir la Silla de Pedro con la idea de mantenerle sometido. Es decir, que aunque la designación no la hubiera efectuado a título personal, la ratificó sin dudarlo. Eso induce a pensar que seguramente creyó que la bondad natural y la mansedumbre de este insigne discípulo de Cristo, que tenía un inequívoco carácter conciliador, le permitiría dominarle, que a través de él podría actuar a su antojo. Además, lograba su propósito de ser el artífice de su nombramiento, algo que no pudo conseguir con el papa Martín I quien se mantuvo al frente de la Iglesia sin haber sido ratificado por él, y al que había desterrado a Naxos, Constantinopla, acusado de alta traición. Determinó su exilio a través del exarca de Rávena, Teodoro Calíopa, todo por haberse negado a sustentar las tesis monotelistas que defendía dos naturalezas en Cristo, la humana y la divina y una única voluntad.
El ascendente histórico de este episodio radica en las enconadas luchas entre bizantinos y lombardos que caracterizaron al siglo VII. Martín I propició un resurgimiento del catolicismo como lo hicieron el papa Agatón y Máximo el Confesor. Posteriormente, tras el gobierno del exarca Eleuterio, que estuvo marcado por la paz, Teodoro reavivó las controversias por motivos religiosos, y las tensiones con Roma se acentuaron, lo que dio lugar a una separación que desembocó en un cisma. Antes de que él ostentara el exarcado había sucedido otro hecho capital. En el transcurso del concilio convocado por Martín I se condenaron todos los escritos monotelistas que suscribía Constante. Éste ordenó a Olimpio, exarca de Rávena, que fuese a Roma y le arrestara. Pero fue más lejos y quiso matarle. Sin embargo, en el momento en que se dispuso a segar su vida, quedó ciego.
A su muerte le sucedió Teodoro, a quien el emperador había otorgado el exarcado, y por mediación suya arrestó al papa. Es de suponer que, con la designación de Eugenio, se tomaba la revancha ante lo que juzgó inadmisible afrenta realizada por Martín. Pero cometió una grave equivocación. Este ciudadano romano, hijo de Rufiniano, que desde su juventud estaba vinculado al clero, era un hombre fiel a la fe, íntegro, valeroso. Cuando tuvo que enfrentarse a él lo hizo sin vacilar, anteponiendo su amor a Cristo y a la Iglesia a todo lo demás. Sabía que su destino estaba en juego, y que, tal como le sucedía a Martín, podían aherrojarle con cadenas, pero eso no le hizo temblar. De modo que Dios, a través de las malintencionadas pretensiones de Constante, ocultas o manifiestas, trazó los convenientes caminos de la historia de la Iglesia otorgando todas las bendiciones a este nuevo sucesor de Pedro.
Eugenio se convirtió en el LXXV Vicario de Cristo en la tierra el 10 de agosto del 654. Desde su exilio el pontífice Martín I, que inicialmente reprobó su nominación, en su momento reconoció su legitimidad. Éste murió en Cherson al año siguiente a causa de los muchos sufrimientos que padeció. Es posible que antes de su deceso le llegaran noticias del ímpetu de Eugenio que no perdió el tiempo. Así, después de haber tomado posesión dispuso que viajasen a Constantinopla unos legados suyos que tenían la misión de notificar al emperador que se habían cumplido sus deseos. Quería informarle de que él asumía la más alta dignidad eclesial como había impuesto.
Por razones no esclarecidas entró en liza Pedro, el patriarca de Constantinopla, quien a su vez entregó a los legados –que posiblemente se pusieron de parte suya– un documento de sombrío contenido que impedía dilucidar cuál era su postura exacta en el grave tema del monotelismo. Además, solicitó a Constante que indujera a Eugenio a establecer un vínculo estrecho con él. El contenido de este escrito sinodal conocido por los fieles en Santa María la Mayor a través del pontífice suscitó en ellos un clamoroso rechazo; le exigieron que secundara esta misma postura. Por si fuera poco, el Santo Padre informó a su pueblo del injusto trato que se estaba dando a su predecesor Martín I, amén de ignorar la profesión de fe suscrita por Constante que debía haber firmado. Parecía un desafío en toda regla, si bien lo que perseguía era dejar sentada la única verdad que propugna la Iglesia que no tiene más obediencia que la debida a Dios.
La respuesta de los delegados bizantinos a esta reacción, realizada con notable violencia y agrias acusaciones, no doblegaron el ánimo de Eugenio. Le amenazaron con someterle a la misma pena que sufrió Martín I, intenciones frustradas por razones bélicas ya que los musulmanes derrocaron al emperador, y también porque murió al poco tiempo. De los escasos hechos que se han compilado de la vida de este santo pontífice uno tiene singular alcance. Fue el encuentro que mantuvo el año 654 con el obispo de York san Wilfrido, a quien dio su bendición. Éste había peregrinado a Roma con el fin de instruirse en las Escrituras y conocer otros aspectos importantes eclesiales. Pudo llegar al papa gracias a su sintonía con san Bonifacio. Por otro lado, Eugenio concedió al rey franco Clodoveo II poner bajo el amparo de la Santa Sede el monasterio de San Mauricio de’Agaune, como él pidió, lo que suponía mantenerlo a resguardo de intereses ajenos. Este papa fue un hombre generoso con los desfavorecidos y estuvo agraciado con el don de milagros. A él se debe la prescripción de la castidad para los sacerdotes. Falleció el 2 de junio del año 657.