Servicio diario - 24 de abril de 2016


 

El Papa a los adolescentes: La felicidad no es una ‘app’, el amor pide sacrificio
Sergio Mora | 24/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Con el himno “Misericordiosos como el Padre” el papa Francisco entró desde la basílica de San Pedro hacia la plaza, para celebrar este domingo la santa misa, en medio de los aplausos unos 70 mil jóvenes de 13 a 16 años que participan del Jubileo de los adolescentes.
La plaza estaba más colorida de lo habitual, con banderas, carteles y símbolos varios de identificación que llevaban o vestían los jóvenes, como camisetas, sombreros, gorros y pañuelos, indicando lugares y países de proveniencia. A pesar de las previsiones meteorológicas adversas, no llovió.
El santo Padre vistiendo paramentos blancos con ribetes verdes y dorados presidió la santa misa, mientras los jóvenes con el librito que les habían entregado pudieron seguir y acompañar en la medida de lo posible, cantos como el Kyrie en latín, las lecturas y las peticiones.
Uno de los niños del coro de la Pontificia Capilla Sixtina, adolescente como ellos, cantó como solista: “Misericordioso es el Señor lento en la ira (…) su ternura se expande en todas las criaturas”.
El Santo Padre en la homilía, con muchas pequeñas improvisaciones respecto al texto programado, animó a los jóvenes a la caridad. Les recordó que la gente conocerá a los discípulos de Jesús por cómo se aman entre ellos y que vivir las bienaventuranzas da la identidad del cristiano y es el único “documento” válido para ser reconocidos como discípulos de Jesús.
Les señaló que amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las capacidades personales. Y que debemos agradecer al Señor todos los días, por su amistad fiel, que supera las decepciones que le damos, porque Jesús sigue amándonos.
Así el Papa les recordó que Jesús les mira a los ojos y les llama para seguirlo, para «remar mar a dentro» y «echar las redes» confiando en su palabra.
Les advirtió que muchos les dirán que ser libres significa hacer lo que se quiera y a esto hay que saber decir no, porque la libertad es el don de poder elegir el bien. “No se contenten con la mediocridad”, dijo. Les señaló que que el amor es concreto no una telenovela. Que es necesario desconfiar de quien les hace creer que ellos son valiosos cuando los hacen pasar por fuertes, como los héroes de las películas, o cuando llevan vestidos a la última moda. Vuestra felicidad no tiene precio y no se negocia; no es un “app” que se descarga en el teléfono móvil, les dijo.
“Levántense, Jesús los quiere siempre de pie. Y cuando uno cae, les invitó a levantarse tomándose de la mano de Jesús, apoyándose en los buenos amigos, en la familia. A trabajar junto con los otros y por los otros, pero jamás contra alguien.
Y concluyó: “Que vuestro programa cotidiano sean las obras de misericordia:”, así “serán discípulos de Jesús” y “vuestra alegría será plena”.
Al concluir la misa, el Papa entregó a varios jóvenes un crucifijo invitándolos a “ser misioneros y mensajeros de la Misericordia del Padre que se revela en Jesús”.
Leer el texto completo





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Francisco en el Regina Coeli pide liberen a los secuestrados en Siria y en el mundo
Redaccion | 24/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Terminada la misa que el papa Fancisco celebró en la Plaza de San Pedro, delante de unos 70 mil jóvenes participantes al Jubileo de la Misericordia, y con motivo del canto del Regina Coeli, el Papa dijo las siguientes palabras.
Texto completo:
“Al concluir esta celebración jubilar, mi pensamiento se dirige de manera particular a ustedes, queridos chicos y chicas. Vinieron desde Italia y desde diversas partes del mundo para vivir momentos de fe y de fraterna convivencia. Gracias por vuestra alegre y ruidoso testimonio. ¡Vayan adelante con coraje!.
Ayer en Burgos, España, fueron proclamados beatos los sacerdotes Valentín Palencia Marquina y sus cuatro compañeros mártires, jóvenes asesinados por su fe durante la Guerra civil española. Alabemos al Señor por estos valientes testimonios suyos, y por su intercesión supliquémosle de liberar al mundo de toda las violencias.
Siempre está viva en mi la preocupación por los hermanos obispos, sacerdotes y religiosos, católicos y ortodoxos, secuestrados desde hace mucho tiempo en Siria. Dios Misericordioso toque el corazón de los secuestradores y conceda lo antes posible a estos hermanos nuestros que sean liberados y que puedan volver a sus comunidades. Por ello les invito a todos a rezar, sin olvidarse de las otras personas secuestradas en el mundo.
Confiamos nuestras aspiraciones y nuestras esperanzas a la intercesión de María, Madre de Misericordia”.
(Después de la bendición).
“Queridos jóvenes, han celebrado el Jubileo: ahora vuelvan a su casa con la alegría de vuestra identidad cristiana. De pié, con la cabeza alta, y con vuestra de identidad en vuestras manos y en vuestro corazón. Que el Señor les acompañe. Y por favor recen también por mí. Gracias”.
(Texto completo traducido por ZENIT desde el audio).





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Texto completo de la homilía del papa Francisco a los jóvenes del Jubileo de los Adolescentes
Redaccion | 24/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco hizo su homilía en este domingo dedicado al Jubileo de los Adolescentes, ante una plaza llena de chicos y chicas de 13 a 16 años, invitándoles a seguir a Jesús, a entender la verdadera dimensión del amor y de la libertad, que no es egoísmo. Y a saber decir no a los falsos modelos que les proponen. Porque amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las propias capacidades. Y saber que el documento de identificación del cristiano es el amor mutuo y el estilo la práctica de las obras de misericordia.
A continuación el texto completo:
“Queridos muchachos: Qué gran responsabilidad nos confía hoy el Señor. Nos dice que la gente conocerá a los discípulos de Jesús por cómo se aman entre ellos. En otras palabras, el amor es el documento de identidad del cristiano, es el único “documento” válido para ser reconocidos como discípulos de Jesús. Es el único documento válido.
Si este documento caduca y no se renueva continuamente, dejamos de ser testigos del Maestro. Entonces les pregunto: ¿Quieren acoger la invitación de Jesús para ser sus discípulos? ¿Quieren ser sus amigos fieles? El amigo verdadero de Jesús se distingue principalmente por el amor concreto, no el amor en las nubes. El amor siempre es concreto, lo que habla de amor y no es concreto es telenovela, un romance. ¿Quieren vivir este amor que él nos entrega? ¿Quieren o no quieren? Entonces, frecuentemos su escuela, que es una escuela de vida para aprender a amar. Esto es un trabajo de todos los días, aprender a amar.
Ante todo, amar es bello, es el camino para ser felices. Pero no es fácil, es desafiante, supone esfuerzo. Por ejemplo, pensemos cuando recibimos un regalo: esto nos hace felices, pero para preparar ese regalo las personas generosas han dedicado tiempo y dedicación y, de ese modo regalándonos algo, nos han dado también algo de ellas mismas, algo de lo que han sabido privarse.
Pensemos también al regalo que vuestros padres y animadores les han hecho, al dejarles venir a Roma para este Jubileo dedicado a vosotros. Han programado, organizado, preparado todo para vosotros, y esto les daba alegría, aun cuando hayan renunciado a un viaje para ellos. Esto es lo concreto del amor. En efecto, amar quiere decir dar, no sólo algo material, sino algo de uno mismo: el tiempo personal, la propia amistad, las propias capacidades.
Miremos al Señor, que es invencible en generosidad. Recibimos de él muchos dones, y cada día tendríamos que darle gracias. Quisiera preguntarles: ¿Dan gracias al Señor todos los días? Aun cuando nos olvidamos, él no se olvida de hacernos cada día un regalo especial. No es un regalo material para tener entre las manos y usar, sino un don más grande para la vida. Nos regala, ¿qué nos regala?, nos regala su amistad fiel, el Señor es siempre un amigo que no la retirará jamás. Aunque lo decepciones y te alejes de Él, Jesús sigue amándote y estando contigo, creyendo en ti más de lo que tú crees en ti mismo. Y esto es muy importante.
Porque la amenaza principal, que impide crecer bien, es cuando no le importas a nadie. Es triste esto. Cuando te sientes marginado. En cambio, el Señor está siempre junto a ti y está contento de estar contigo. Como hizo con sus discípulos jóvenes, te mira a los ojos y te llama para seguirlo, para «remar mar a dentro» y «echar las redes» confiando en su palabra; es decir, poner en juego tus talentos en la vida, junto a él, sin miedo. Jesús te espera pacientemente, espera una respuesta, aguarda tu ‘sí’.
Queridos chicos y chicas, a la edad vuestra surge de una manera nueva el deseo de afeccionarse y de recibir afecto. Si van a la escuela del Señor, les enseñará a hacer más hermosos también el afecto y la ternura. Les pondrá en el corazón una intención buena, esa de amar sin poseer: amar sin poseer, de amar a las personas sin desearlas como algo propio, sino dejándolas libres. Porque el amor es libre, no existe amor si no es libre.
Esa libertad que el Señor nos deja cuando nos ama. Él está siempre cerca de nosotros. Existe siempre la tentación de contaminar el afecto con la pretensión instintiva de tomar, de poseer aquello que me gusta. Y esto es egoísmo. Y también la cultura consumista refuerza esta tendencia.
Pero cualquier cosa, cuando se exprime demasiado, se desgasta, se estropea; después uno se queda decepcionado y con el vacío adentro. Si escuchas la voz del Señor, te revelará el secreto de la ternura: interesarse por otra persona. Quiere decir respetarla, protegerla, esperarla. Y esto es lo concreto de la ternura y del amor.
En estos años de juventud ustedes perciben también un gran deseo de libertad. Muchos les dirán que ser libres significa hacer lo que se quiera. Pero a esto es necesario saber decir no. Si tu no sabes decir no, no eres libre, libre es quien sabe decir sí y sabe decir no.
La libertad no es poder hacer siempre lo que se quiere: esto nos vuelve cerrados, distantes y nos impide ser amigos abiertos y sinceros; no es verdad que cuando estoy bien todo vaya bien. No, no es verdad.
En cambio, la libertad es el don de poder elegir el bien. Esto es libertad, es libre quien elige el bien, quien busca aquello que agrada a Dios, aun cuando sea fatigoso. No es fácil. Pero creo que ustedes no tienen miedo de las fatigas, son valientes, son valientes. Sólo con decisiones valientes y fuertes se realizan los sueños más grandes, esos por los que vale la pena dar la vida. Decisiones valientes y fuertes.
No se acontenten con la mediocridad, con “ir tirando”, estando cómodos y sentados; no confíen en quien les distrae de la verdadera riqueza, que son ustedes, cuando les digan que la vida es bonita sólo si se tienen muchas cosas; desconfíen de quien quiera hacerles creer que son valiosos cuando los hacen pasar por fuertes, como los héroes de las películas, o cuando llevan vestidos a la última moda. Vuestra felicidad no tiene precio y no se negocia; no es un “app” que se descarga en el teléfono móvil: ni siquiera la versión más reciente podrá ayudaros a ser libres y grandes en el amor. La libertad es otra cosa.
Porque el amor es el don libre de quien tiene el corazón abierto; el amor es una responsabilidad bella que dura toda la vida; es el compromiso cotidiano de quien sabe realizar grandes sueños. Pobres los jóvenes que no saben, no osan soñar. Si un joven a vuestra edad no sabe soñar ya está jubilado. No sirve.
El amor se alimenta de confianza, de respeto y de perdón. El amor no surge porque hablemos de él, sino cuando se vive; no es una poesía bonita para aprender de memoria, sino una opción de vida que se ha de poner en práctica.
¿Cómo podemos crecer en el amor? El secreto está en el Señor: Jesús se nos da a sí mismo en la Santa Misa, nos ofrece el perdón y la paz en la Confesión. Allí aprendemos a acoger su amor, hacerlo nuestro y a difundirlo en el mundo. Y cuando amar parece algo arduo, cuando es difícil decir no a lo que es falso, miren a la cruz del Señor, abrácenla y no se suelten de su mano, que les lleva hacia lo alto y levántense cuando se caen.
En la vida siempre se cae porque somos pecadores, somos débiles. Pero está la mano de Jesús que nos levanta cuando nos caemos. Jesús nos quiere de pié. Esa palabra hermosa que Jesús le decía a los paralíticos: ‘levántate’. Dios nos creó para estar de pié.
Hay una llinda canción de los alpinos cuando escalan que dice: ‘En el arte de subir lo importante no es no caer, sino no permanecer caídos”. Debemos, tener el coraje de levantarnos, de dejarnos levantar por la mano de Jesús y esta mano viene muchas veces de la mano del amigo, de los papás, de quienes nos acompañan en la vida, el mismo Jesús también está allí. Levántense, Jesús los quiere de pie, siempre de pié.
Sé que son capaces de grandes gestos de amistad y bondad. Están llamados a construir así el futuro: junto con los otros y por los otros, pero jamás contra alguien. No se construye contra, esto se llama destrucción. Harán cosas maravillosas si se preparan bien ya desde ahora, viviendo plenamente vuestra edad, tan rica de dones, y no temiendo al cansancio.
Hagan como los campeones del mundo del deporte, que logran llegar a las metas altas entrenándose todos los días con humildad y duramente. Que vuestro programa cotidiano sean las obras de misericordia. Entrénense con entusiasmo en ellas para ser campeones de vida, campeones de amor. Así serán conocidos como discípulos de Jesús. Así tendrán el documento de identificación de los cristianos y les aseguro que vuestra alegría será plena.
(Traducido por ZENIT desde el audio)
Ver más sobre la ceremonia en la plaza de San Pedro)





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Visita a sorpresa del papa Francisco al ‘Villagio per la Terra’
Redaccion | 24/04/16

(ZENIT – Roma).- El papa Francisco realizó este domingo por la tarde una visita a sorpresa al evento “Villagio per la Terra, lavorare sempre per trasformare i deserti in foreste” (Aldea en favor de la Tierra, trabajar siempre para transformar los desiertos en bosques” que se realiza en Roma en la Villa Borghese, uno de los parques centrales de la urbe.
Acompañado por el sustituto de la Secretaría de Estado para los asuntos generales, Mons. Becciu, el Santo Padre fue recibido por la presidenta de los Focolares, María Voce y por el presidente de Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Mons. Rino Fisichella.
En el stand que estaba a cargo del Movimiento de los Focolarinos, le explicaron al Papa la iniciativa, acompañada por los testimonios de algunas personas empeñadas en obras de misericordia. El Santo Padre les entregó la hoja con el discurso escrito que había preparado para la ocasión, y tomando el micrófono improvisó algunas palabras.





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Videomensaje del Papa a los adolescentes del Jubileo reunidos en el Estadio Olímpico
Redaccion | 24/04/16

(ZENIT – Roma) El papa Francisco grabó un videomensaje para los jóvenes reunidos este sábado por la noche y que participan al jubileo de los adolescentes en el evento programado en el Estadio Olímpico de Roma.
Unos 70 mil jóvenes de 13 a 16 años participan en este evento que inició hoy sábado 23 y sigue hasta lunes 25 de abril. Hoy la plaza de San Pedro se transformó en un gran ‘confesionario’. Y en el centro de la ciudad estaban‘las tiendas o carpas de la misericordia’. Son tres días de intenso programa, con oración, confesión y peregrinación a la Puerta Santa de la basílica de San Pedro y otros eventos.
A continuación las palabras del Papa:
“Queridos muchachos y muchachas, ‘¡buonasera!’
Están aquí reunidos para un momento de fiesta y de alegría. No he logrado venir, lo lamento… Y he decidido saludarles con este video. Me hubiera gustado tanto poder venir al Estadio pero no lo he logrado…”
“Les agradezco por haber acogido la invitación para venir a celebrar el Jubileo aquí, en Roma. Esta mañana ustedes han transformado la Plaza de San Pedro en un gran confesionario y después han cruzado la Puerta Santa. No se olviden que la Puerta indica el encuentro con Cristo, que nos introduce en el amor del Padre y nos pide volvernos misericordiosos, como Él es misericordioso”.
“Mañana, además rezaremos juntos en la misa. Era justo que hubiera un espacio para estar juntos con alegría y escuchar algunos testimonios importantes, que les pueden ayudar a crecer en la fe y en la vida”.
“Se que tienen un pañuelo con escrito obras de misericordia corporal’. Hay que ponerse en la cabeza estas ideas porque son el estilo de vida cristiana. Como saben las Obras de misericordia son gestos simples, que pertenecen a la vida de todos los días, permitiendo de reconocer el rostro de Jesús en el rostro de tantas personas, ¡también jóvenes!, jóvenes como ustedes que tienen hambre, sed; que son refugiados, forasteros o enfermos y que solicitan vuestra ayuda, nuestra amistad”.
“Ser misericordiosos quiere decir ser capaces de perdonar. ¿Y esto no es fácil, verdad? Puede suceder que a veces en la familia, en la escuela, en la parroquia, en el deporte o en los lugares de diversión alguno pueda hacernos mal y nos sentimos ofendidos; o aún en algún momento de nerviosismo nosotros podemos ofender a los otros. ¡No nos quedemos con el rencor o el deseo de venganza!”
“No sirve para nada: es una polilla que nos come el alma y no nos permite ser felices. ¡Perdonemos Perdonemos y olvidemos el mal recibido, así podremos comprender la enseñanza de Jesús y ser sus discípulos y testimonios de misericordia”.
Muchachos, cuántas veces me sucede que debo llamar por teléfono a mis amigos, pero no logro porque no hay cobertura. Estoy seguro que muchas veces les sucede también a ustedes, que el móvil en algunos lugares no funciona…”
“Bien, acuérdense que en vuestra vida ¡si no está Jesús es como si no hubiera la cobertura del móvil!, no se logra hablar y uno se cierra en sí mismo. ¡Pongámonos donde siempre hay cobertura! La familia, la parroquia, la escuela, porque en este mundo siempre tenemos alguna cosa para decir de bueno y de verdadero.
“Ahora les saludo a todos, les deseo vivir con alegría este momento y les espero a todos mañana a la Plaza de San Pedro. ¡Ciao!”.





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San Pedro de San José Betancur – 25 de abril
Isabel Orellana Vilches | 24/04/16

(ZENIT – Madrid).- El humilde «Hermano Pedro», gran apóstol de América central, nació en Vilaflor, Tenerife, Islas Canarias, España, el 21 de marzo de 1626, en el seno de una familia dedicada al pastoreo y a la agricultura. Tuvo cinco hermanos que, como él, recibieron de sus padres la preciada herencia de la fe. De niño hincaba el cayado en el suelo con la idea de que le sirviera como reloj de sol; de ese modo podía controlar los momentos en los que debía abstenerse de comer y beber a fin de guardar el ayuno eucarístico. Ya entonces hacía penitencia y oraba de rodillas con los brazos en cruz, alabando a Dios, sin medir el tiempo. Al perder a su padre se ocupó de gestionar el modesto patrimonio que poseían. Un pariente suyo, fray Luis, trajo noticias de las misiones y de la labor evangelizadora que se llevaba a cabo allende los mares. Pedro sintió grandes ansias de partir allí. No eran los planes de su madre, que soñaba en su matrimonio, pero su inclinación era servir a la Iglesia. Con todo, sometió a Dios su voluntad.
Tenía una tía a la que calificaba como «mujer de Iglesia», y habiendo tomado un tiempo para orar quiso conocer su parecer. Ella le señaló las Indias: «Debes salir al encuentro de Dios, como Pedro sobre las aguas». Poco tiempo después, otro anciano venerable ratificó este juicio. Pedro partió a La Habana donde llegó con 23 años. Trabajó como tejedor, pero no identificaba el lugar en el que habría de llevar a cabo su misión y se trasladó a Honduras. Al oír hablar de Guatemala tuvo la certeza de que era su destino.
Entró en Santiago de los Caballeros de Guatemala, la antigua capital, el 18 febrero de 1651, rezando la Salve Regina. Ese día tembló la tierra y fueron incontables los damnificados. Él mismo, agotado, cayó enfermo y fue ingresado en hospital real de Santiago. Solo, sin referencias, ni medios, tuvo ocasión de convivir con los pobres y abandonados, muchos de ellos indios y negros. Cuando sanó, entró en contacto con los terciarios franciscanos. Las buenas amistades que iba amasando le prestaban libros piadosos. Aprendió a leer y a escribir. Y a finales de 1653 ingresó en la Congregación mariana de los jesuitas y se hizo hermano de la cuerda de San Francisco. Al año siguiente se unió a la hermandad de la Virgen del Carmen.
Ya tenía 27 años y acariciaba el sueño de ser sacerdote, pero el latín se le resistía. Tras diversas peripecias desistió de este anhelo y se fue a Petapa. En la ermita de los dominicos rezó ante la imagen de la Virgen del Rosario. Salió con dos ideas claras. Una, olvidarse del tema del sacerdocio. Otra, que debía regresar a Guatemala. Su confesor, el padre Espino, le sugirió que viviese en el Calvario. Y el 8 de julio de 1656 fue recibido en la Orden Tercera franciscana. Le vetaron ciertas penitencias que quiso realizar con afán de mortificación, y se sometió humildemente al juicio de sus superiores: «Más vale el gordo alegre, humilde y obediente, que el flaco triste, soberbio y penitente», decía. Alguien le preguntó qué es orar, y respondió: «estar en la presencia de Dios» […}. «Estarse todo el día y la noche alabando a Dios, amando a Dios, obrando por Dios, comunicando con Dios». Una vez, viéndole a pleno sol, quisieron saber por qué no se cubría. En su réplica estaba la clave: su familiaridad con las Personas Divinas: «Bien está sin sombrero quien está en la presencia de Dios».
Le encomendaron la tutela de la ermita del Calvario, cercana al convento, y fue su sacristán. En 1658, de la nada, confiando en la Providencia, abrió la «casita de la Virgen» que puso bajo el amparo de Santa María de Belén. Rememoraba con ella el modesto lugar donde Cristo nació. Allí inició una labor asistencial impregnada de misericordia. Las humildes moradas de los pobres, las cárceles y los hospitales comenzaron a sentir el influjo de la presencia de este gran apóstol. Se ocupó de los emigrantes que se hallaban sin trabajo, así como de los numerosos adolescentes que vagaban sin rumbo fijo y sin instrucción, cebo predilecto para desaprensivos, abocados a toda clase de males. Eran blancos, mestizos y negros. Los peligros no distinguen el color; acechan a cualquiera. De modo que pensando en tantos desheredados, puso en marcha una primera fundación para acogerlos. La formación humana y espiritual que les proporcionó seguía una línea pedagógica novedosa que continúa llamando la atención.
Pedro no se conformó con esta acción apostólica. Construyó una escuela, una enfermería, un hospital para convalecientes, un oratorio y una posada para estudiantes universitarios y clérigos que iban de paso, dos colectivos a los que les venía bien hallar alojamiento económico y seguro. La Eucaristía, la Pasión y el Nacimiento de Belén eran, junto a la oración, pilares de su vida. Perseguía, sobre todo, yacer oculto en Dios y desde esta centralidad suplicaba la conversión de los pecadores. Solía buscarlos por las calles de noche y de día con un mensaje transparente y directo: «Acordaos, hermanos, que un alma tenemos y, si la perdemos, no la recobramos».
En 1665 el obispo le permitió llamarse Pedro de San José. Era tanta su virtud que poco a poco se fueron uniendo al proyecto otros terciarios. Le ayudaban y compartían con él la penitencia y la oración. Viendo que este vínculo establecido en su derredor había dado lugar a una vida comunitaria, escribió unas reglas que no solo les comprometían a ellos sino también a las mujeres encargadas de la educación de los niños. Así florecieron las órdenes de los bethlemitas y de las bethlemitas, reconocidas por la Santa Sede en 1673. Los ciudadanos guatemaltecos denominaron a Pedro: «Madre de Guatemala». Eso da idea de la impresión de tutela en todos los ámbitos que había ejercido con ellos con su admirable caridad. Murió el 25 de abril de 1667 debido a una bronconeumonía que atacó a su organismo debilitado por las mortificaciones y los ayunos. Apenas contaba con 41 años. Uno de sus biógrafos lo ha calificado como «sabio en misericordia». Juan Pablo II lo beatificó el 22 de junio de 1980, y lo canonizó el 30 de julio de 2002.