Servicio diario - 22 de abril de 2016


 

Francisco en Santa Marta nos exhorta a anunciar la Resurrección de Jesús
Redaccion | 22/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano) Anuncio, intercesión, esperanza. Estas son las tres palabras centrales que ha indicado el papa Francisco en la homilía de este viernes en la misa de la Casa Santa Marta.
Anuncio:
El Papa ha subrayado que el cristiano “espera que el Señor vuelva”. Y exhortó a tener el coraje de anunciar como los apóstoles que dieron testimonio de la Resurrección de Jesús, incluso con la propia vida.
“Jesús está vivo es el anuncio de los apóstoles a los judíos y a los paganos de su tiempo y de este anuncio dieron testimonio con su vida y su sangre”.
“Cuando Juan y Pedro –prosiguió el Papa– fueron llevados al Sinedrio, después de la curación del cojo, los sacerdotes les prohibieron hablar del nombre de Jesús, de la Resurrección. Ellos con mucho coraje y simplicidad decían: ‘Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y escuchado’.
Y nosotros los cristianos tenemos el Espíritu Santo en nosotros, que nos hace ver y escuchar la verdad sobre Jesús, que murió por nuestros pecados y resucitó. Este es el anuncio de la vida cristiana: ¡Cristo está vivo, Cristo ha resucitado, Cristo está entre nosotros en la comunidad, nos acompaña en el camino!”.
Intercesión
Después Francisco entró en la segunda idea: la intercesión. Durante la cena del Jueves Santo, los apóstoles estaban tristes, y Jesús les dice: ‘No se turbe vuestro corazón, tengan fe. En la casa del Padre hay muchas moradas. Voy a prepararles un lugar’. Y el Papa indica que esto significa, que con su oración Jesús intercede por cada uno de nosotros.
Así como a Pedro le ha dicho una vez antes de la Pasión: ‘Pedro yo he rezado por ti’, ahora Jesús es el intercesor entre el Padre y nosotros, dijo el Papa.
Y sobre cómo Jesús reza por nosotros Francisco dijo: “Creo que Jesús haga ver las llagas al Padre, porque las llagas las ha llevado consigo después de la Resurrección, las haga ver al Padre y nos nombre a cada uno de nosotros”.
La tercera dimensión del cristiano que indicó el Santo Padre es la esperanza: “El cristiano es un hombre de esperanza, que espera que el Señor vuelva”. Toda la Iglesia “está en la espera de Jesús, Jesús volverá. Esta es la esperanza cristiana”.
El Pontífice invitó a interrogarnos: ¿Cómo es el anuncio en mi vida? ¿Cómo es mi relación con Jesús que intercede por mi? ¿Cómo es mi esperanza? ¿Creo realmente que el Señor ha resucitado? ¿Creo que reza por mi ante el Padre? ¿Y que cada vez que lo invoco Él está rezando por mi, e intercede? ¿Creo realmente que el Señor volverá, vendrá? Nos hará bien interrogarnos a nuestra fe sobre esto: ¿Creo en el anuncio? ¿Creo en la intercesión? ¿Soy un hombre o una mujer de esperanza?





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¡Feliz día Santo Padre!
Redaccion | 22/04/16

(ZENIT – Roma).- El papa Francisco celebra este el viernes los 43 años de profesión religiosa. El 22 de abril de 1973, Jorge Mario Bergoglio hizo su profesión perpetua en la Compañía de Jesús, a la edad de 36 años. Los días 22 abril es la fecha en la que los jesuitas profesan sus votos finales al concluir un largo período de formación religiosa.
En este día de 1542, San Ignacio de Loyola y sus primeros compañeros hicieron la profesión solemne en Roma, en la basílica de San Pablo Extramuros, después de la aprobación del Papa Pablo III del nuevo orden emergente.
Bergoglio estudió biología antes de descubrir su vocación religiosa, después estudió en el Seminario de Villa Devoto y se unió a la Compañía de Jesús a los 19 años de edad. Estudió teología y filosofía en la Universidad de San Miguel.
Jorge Mario Bergoglio fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, en San Miguel; entre los años 1973 y 1979 fue el superior provincial de los jesuitas en Argentina; entre 1980 y 1986 fue rector del Colegio Máximo y de la Facultad de Filosofía y Teología de San Miguel. Luego de un breve paso por Alemania y por Buenos Aires, fue enviado seis años a la provincia argentina de Córdoba. Nombrado en 1977 arzobispo de Buenos Aires, fue creado cardenal en 2001 por el Papa Juan Pablo II.
Tras la renuncia del papa Benedicto XVI, el l 13 de marzo de 2013, el cónclave eligió al cardenal Bergoglio, quien tomó el nombre de ‘Francisco’ en honor del santo de Asís. Pasó así a ser el primer papa jesuita, el primero del hemisferio sur, el primer pontífice originario de América y el primero no europeo desde el año 741.





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“La reforma de la Curia se está realizando y es un proceso gradual”
Sergio Mora | 22/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La reforma de la curia romana se está realizando, ya inició. Baste pensar a la reforma de los organismos económicos que se está produciendo y que se encuentra en rodaje. Tenemos que entender que se trata de un proceso gradual. La reforma se realiza en una estructura milenaria.
Lo indicó el sustituto de la Secretaría de Estado para los asuntos generales, Mons. Angelo Becciu, en una entrevista realizada por Gennaro Ferrara en TV2000, y retomada por la web El Sismógrafo.
El número dos de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, añadió que no es fácil reformar una estructura tan articulada. Porque se trata del Estado de la Ciudad del Vaticano, de la Sede Apostólica, de la Curia Romana, con leyes internas que es necesario respetar y compromisos internacionales que hay que tomar en consideración.
O sea, la reforma se refiere a muchas estructuras con finalidades diversas y reguladas por parámetros diferentes. Un proceso que exige tiempo y que va hecho gradualmente, explicó
Mons. Becciu precisó que se trata de una reforma de las estructuras de servicio y por lo tanto inspiradas en el espíritu de servicio y no con el objetivo de trepar o de hacer carrera.
El 5 de diciembre pasado el Vaticano suspendió un acuerdo con una consultora externa contratada para revisar la contabilidad, la PricewaterhouseCoopers, Mons. Becciu indicó que se trata de una suspensión y no de un cierre de contrato, debido a que es necesario perfeccionar algunos acuerdos, porque se dieron cuenta que el contrato no fue firmado con el organismo pertinente, que debería haber sido el Consejo de los 9 cardenales.
En octubre del año pasado y para evitar cualquier equívoco, el Santo Padre precisó que el período de transición no es tiempo de ‘vacatio legis’. Por lo tanto dijo: “Confirmo que están aún plenamente en vigor la Constitución Apostólica Pastor Bonus, con las sucesivas modificaciones que se han aportado, y el Reglamento General de la Curia Romana”.
Leer también – El Papa: la ‘Pastor Bonus’ sigue vigente durante el periodo de reforma de la Curia






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España: los obispos piden a la política respuestas superiores a los 140 caracteres de Twitter
Redaccion | 22/04/16

(ZENIT – Madrid).- El secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, una vez concluida hoy la 107 Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha pedido a los líderes políticos como Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, que se comuniquen con más de los 140 caracteres que permite Twitter porque “detrás de ellos está toda una sociedad que tiene necesidades”.
“Sería deseable que hubiera una comunicación grande” en un “momento difícil en el que es necesario tender puentes, buscar la concordia y el bien común y dejar de lado las exclusiones”, dijo. “No podemos estar indefinidamente en un estado de indefinición y de provisionalidad”, ha señalado el portavoz, y ha pedido que se recuperen los valores éticos, se dialogue y se busque la concordia.
“¿Qué nos está pasando –se interrogó Gil Tamayo– para que en una situación como la nuestra no seamos capaces de hacer lo que sí se logró en otra situación difícil de nuestro pueblo, al inicio de la Transición?” Y precisó: “Construir puentes, buscar el bien común, renunciar a intereses partidistas”.
Sobre la asignatura de religión, el portavoz ha señalado el aumento de preferencias que ha tenido, con 3.666.816 alumnos escolarizados la han elegido el último año lectivo,145.446 más que en el curso anterior. Aunque reconoció no tener datos que relacionen este incremento con el hecho que la materia de Religión cuente para la media. Siempre sobre educación, el obispo español pidió a las formaciones políticas que logren un gran pacto de modo que la enseñanza no sea un “campo de batalla ideológico”.
Durante esta semana la Asamblea Plenaria aprobó también un documento con motivo del 50 aniversario de la constitución de la Conferencia Episcopal Española con el título “Al servicio de la Iglesia y de nuestro pueblo”. En el documento los obispos señalan que “el papel de la CEE en la transición política, de búsqueda de conciliación, de concordia, de instauración de la libertad religiosa es impagable”.
En el documento los obispos también piden perdón por las ocasiones en que “no hemos estado a la altura de las exigencias evangélicas que, como pastores de la Iglesia, se esperaba de nosotros”. Los obispos reivindican además haber “afrontado las relaciones con la comunidad política y con grupos culturales de diferente ideología en actitud sincera de diálogo y de colaboración”. Así la Iglesia ha actuado en la sociedad “desde su propia identidad, lo cual reclamaba una conciencia de sí misma más profunda y una actitud evangelizadora renovada y comprometida”.
A lo largo de la Plenaria, los obispos han profundizado además el tema de la reforma de los procesos de nulidad matrimonial realizada por el papa Francisco, gracias a las ponencias del secretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, el Mons. Juan Ignacio Arrieta. Gil Tamayo señaló que en el Tribunal de la Rota Española, el 30 por ciento de los procesos son gratuitos y que se tratará de aumentar este porcentaje.
Sobre los refugiados que llegan a Europa, el portavoz de la CEE señalo que la Unión Europea no debe dar una respuesta “edulcorada, con una especie de vestidura legal” para justificar “una injusticia”. Y que es un tema complejo cuyo debate no puede reducirse a dos minutos del telediario. Añadió que la Iglesia ya transmitió al Gobierno su disposición de ayudar a estas personas dando acogida, acompañamiento e integración.
No se ha entrado en el tema de los Papeles de Panamá, dijo el portavoz, aunque sí en la necesidad de “ganar en calidad moral todos, porque eso da la talla de nuestra humanidad”.





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El Sodalicio de Vida Cristiana lleva la documentación a Roma
Redaccion | 22/04/16

(ZENIT – Roma).- El superior general del Sodalicio de Vida Cristiana, Alessandro Moroni, llegó a Roma para entregar a las autoridades de la Santa Sede los documentos que permitirán realizar las investigaciones sobre de casos de abusos cometidos por miembros de esa comunidad religiosa contra menores en el Perú.
“Traigo el informe de la Comisión de Ética que, a pesar del primer dolor que me causó, creo que describe con mucha realidad la experiencia y el sufrimiento de las personas que hemos herido”, declaró antes de salir.
Añadió saber que “está en manos de la Santa Sede el informe presentado por el visitador apostólico. Quiero pedir en estos momentos tan importantes para nuestra familia espiritual, oración, estamos en manos de la iglesia que son las mejores manos”, informaron los medios locales.
Moroni en Lima, días antes, al salir del Ministerio Público declaró a la prensa que colaboró con toda la información que podía dar.
El Sodalicio de Vida Cristiana difundió el 13 de abril el siguiente comunicado:
“Como Superior General del Sodalicio estoy dando todo de mi parte para que estas investigaciones se puedan llevar de la mejor manera posible. He declarado todo aquello que fue necesario y quiero volver a decir que el Sodalicio va actuar en justicia y que será respetuoso de cada una de las instancias, tanto judiciales como las vaticanas, para que todo este asunto pueda llegar a la verdad.
Hay una comisión independiente que está trabajando y esa comisión independiente, con el trabajo que está realizando, tiene que llegar a unas conclusiones. Lo que les insisto, es que la condena es moral. Es decir, condenamos aquellas informaciones que nosotros hemos tenido y que hablan de temas específicamente morales, efectivamente eclesiásticos y que son muy tristes, pero la condena propiamente judicial o eclesiástica hay que respetar las instancias adecuadas.
Nosotros hemos iniciado una reforma integral más allá de lo que decida las instancias judiciales, la reforma empezó ya, con medios concretos, con acciones.
Las investigaciones, yo he hecho investigaciones, yo soy Superior General desde el 2013, que inicié el proceso del cual yo soy Superior General he actuado y he investigado todas aquellas cosas que han llegado a mis manos, absolutamente todas.
Este proceso de reforma integral, este proceso de cambio empezó ¡ya! e invoco a las autoridades públicas e incluso a ustedes periodistas que colaboremos porque eso es un bien para nuestra institución y para toda la sociedad.
A las víctimas volver a decirles lo que yo ya manifesté en mi comunicado del 5 de abril, pedirles perdón a todas aquellas personas que pueden haber sufrido por acciones o inacciones de nuestra parte, de cualquier tipo; y, segundo, que cuenten con la voluntad de nuestra institución para iniciar un cambio radical, para iniciar un cambio en donde las cosas de verdad puedan hoy día ser distintas, ser mejores y nunca, nunca más, pueda ocurrir algo que pueda afectar a alguna persona.
Yo le diría a las personas que tiene opiniones particulares que una institución y su vida y su vitalidad se demuestra en la intención de querer ser mejores, en la intención de madurar, en la intención de cambiar, ahí se muestra la vitalidad.Y creo que nosotros hemos entendido el mensaje de la necesidad de cambio, de la necesidad de mejora y todos nuestros esfuerzos están en eso”.
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Emoción en Burgos por la primera beatificación de su historia
Redaccion | 22/04/16

(ZENIT – Roma).- La arquidiócesis de Burgos tendrá este sábado la primera beatificación que realiza en su historia. En la catedral la ceremonia inicia a las 11 de la mañana y allí serán beatificados los mártires Valentín Palencia, Donato Rodríguez, Emilio Huidobro, Germán García y Zacarías Cuesta.
El papa Francisco promulgó el 31 de septiembre de 2015, el decreto que reconoce el martirio de los siervos de Dios, Valentino Palencia Marquina, sacerdote diocesano, y de los 4 compañeros, asesinados por odio a la fe el 15 de enero de 1937 cerca de Suances.
La celebración será presidida por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, quien acude a Burgos en representación del santo padre Francisco. También asistirán el nuncio en España, monseñor Renzo Fratini; el cardenal Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española; el arzobispo de Burgos, Fidel Herráez Vegas; y el arzobispo emérito, Francisco Gil Hellín.
Ya por la tarde, la coral de Suances –el pueblo donde murieron los nuevos beatos– ofrecerá un concierto en su honor y tendrá como escenario la capilla de Santa Tecla de la catedral.
Por último, el domingo una procesión partirá a las 11:00 de la mañana desde la iglesia de San Esteban, donde se bautizó don Valentín y fundó el patronato de San José, rumbo a la iglesia de san Nicolás, donde recibió la confirmación. Hacia el mediodía, y una vez en el templo, el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, presidirá una eucaristía de acción de gracias por la beatificación del sacerdote.
Hoy sábado, a las ocho de la tarde, las campanas de los templos de la ciudad echadas al vuelo durante cinco minutos anuncian el evento del domingo, informó la diócesis en su web, y precisó que hoy “la orquesta realizaba sus últimos ensayos para la ceremonia y la seo era un trajín de gente colocando sillas y preparando todo para la celebración”.
Al anochecer siempre del sábado, en el salón de Caja Círculo de la plaza de España, el postulador diocesano de la causa de beatificación de los mártires, Saturnino López Santidrián, explica los detalles del proceso de beatificación y una breve exposición sobre la vida y obras de los nuevos beatos.
El postulador en una reciente entrevista declaró su devoción al sacerdote amigo de los niños más pobres de la ciudad: “Me admira su claridad de vida y que desde incluso antes de ser sacerdote, siempre se inclinara por los más desfavorecidos”. O sea “un hombre consecuente y misericordioso que comprendió el verdadero camino del evangelio: llevar la alegría y la Buena Noticia a los pobres”.
En el acto, además, se presentará el último libro escrito por Francisco Javier Gómez Oña, donde repasa la vida de cien sacerdotes diocesanos dignos de recuerdo y admiración.





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Francisco escribe a expedicionarios de Scholas en el Polo Norte
Redaccion | 22/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco envió una carta a un grupo de jóvenes argentinos que están realizando una expedición al Polo Norte y llevan la encíclica Laudato si’, un ramo de Olivo de la paz y la bandera de Scholas.
Lo informó Radio Vaticano precisando que se trata de la primera expedición argentina y sudamericana 2016 al Polo Norte, para sensibilizar ante el cambio climático y a favor del cuidado de la casa común. La iniciativa está promovida por la fundación Scholas Occurrentes y la Fundación Criteria.
En su carta, el Papa saluda a los expedicionarios y remarca que está convencido de que el problema del medio ambiente “es grave” por lo que iniciativas como estas “ayudan a tomar conciencia sobre la degradación del ambiente, el agotamiento de las reservas naturales, la contaminación y también por la gravemente desigual distribución de las riquezas”.
“Quiero hacerles llegar un especial saludo con motivo de la expedición que están realizando, al polo norte, para difundir un mensaje esperanzador a través de Scholas a favor del cuidado de la casa común” dice la carta del Santo Padre.
El papa Francisco que escribió la encíclica Laudato si’ hace casi un año, les indica que “esta travesía que están protagonizando muestra que con amor, con esfuerzo y trabajando en equipo, es posible transformar los viejos muros en puentes”.
“Gracias por llevar –expresa Francisco– la bandera de los jóvenes de Scholas y su mensaje, gracias por dejar el grito de Laudato si’ en el hielo polar para las futuras generaciones. Gracias por su audacia y su compromiso en demostrar que todo es posible. Y gracias a sus familias por acompañarlos desde la distancia”.
Y el Papa concluye con un pedido: “Desde allí, les pido que por favor, no dejen de rezar por mí. Cordialmente, Franciscus”





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Beata María Gabriela Sagheddu – 23 de abril
Isabel Orellana Vilches | 22/04/16

(ZENIT – Madrid).- Nació en Dorgali, una localidad de la isla italiana de Cerdeña, el 17 de marzo de 1914. Su padre trabajaba en el pastoreo al servicio de otra persona. Fue la quinta de ocho hermanos. Era una joven idealista y activa que no se detenía ante nada cuando estaba convencida de la grandeza de algo. Y aunque en su infancia y adolescencia dio muestras de terquedad, siempre terminaba imponiéndose su bondad. Así reflejaron su carácter quienes la conocieron: «Obedecía refunfuñando, pero era dócil»; «decía que no y, sin embargo, iba inmediatamente». En esta época en la que rondaba los 6 años de vida había perdido a su hermano mayor y a su padre, todo lo cual influía en el hogar. Y puede que, aún siendo tan niña, se reforzaran los rasgos de una personalidad como la suya tendente a la rebeldía y al autoritarismo. Entre sus aficiones destacaba la lectura y el juego de las cartas.
Dio un giro radical a su comportamiento cuando tenía 18 años, tras fallecer una hermana tres años menor. Hay quienes ante una tragedia de esta naturaleza se enfrentan a Dios o pierden su fe. A otros le sirve para reconciliarse con Él. En ninguno de estos dos polos extremos frente al dolor –hay otras respuestas– se hallaba la beata. Su caso, bastante común, era el de quien sigue la vida con una cierta rutina hasta que es golpeado por un hecho dramático. Pero al sufrir esta pérdida se comprometió con la Acción Católica, se hizo catequista y comenzó a acudir a misa recibiendo la comunión diariamente. Consciente de la muralla que suponían sus debilidades para el progreso espiritual, se afanó en corregirlas. En lo que se propuso: estudios, apostolado, oración…, alcanzó altas cotas porque no escatimó esfuerzo, ni sacrificios. Hubo pretendientes que se hubieran casado con ella, pero en dos ocasiones rechazó las propuestas de matrimonio. A los 20 años eligió el cister de Grottaferrata, vía sugerida por su confesor, para entregar su vida a Cristo por completo. Conmovida por la misericordia divina que le había trazado ese camino, exclamaba: «¡qué bueno es el Señor!». La gratitud fue una de las virtudes que la adornaron.
Ingresó en la Trapa en septiembre de 1935. Confiada a la voluntad de Dios, vivía desasida de sí misma, sabiéndose guiada por Él. Condensaba este sentimiento haciendo notar: «ahora actúa Tú». Es lo que brotó de lo más íntimo de su ser cuando le sobrevino la idea de que podría quedar fuera del noviciado. Era servicial, dócil, noble. No le costaba aceptar sus defectos y pedía perdón sin ampararse en justificación alguna. Solía rezar el rosario que llevaba enlazado entre sus dedos en muchos instantes del día. Discreta y abnegada, buscaba el ejercicio de labores ingratas con sumo gozo. A veces le asaltaba un sentimiento de incapacidad, pero la obediencia le ayudaba a progresar en la virtud y a no dejarse llevar por el desánimo. «Estoy en el coro, porque la reverenda madre lo ha querido así. Cantar sé bien poco, mas desafinar, mucho. Por esto habría querido retirarme del oficio, pero la reverenda madre no ha querido, diciendo que poco a poco aprenderé». En un momento dado manifestó: «Ahora he entendido verdaderamente que la gloria de Dios y el ser víctima no consiste en hacer grandes cosas sino en el sacrificio total del propio yo».
Deslumbrada por la elección divina de la que había sido objeto, confesaba por carta a sus allegados: «Él, mi Jesús, habría podido elegir tantas otras almas más amantes, más puras, inocentes, más dignas. Pero no, Él ha querido elegirme a mí, si bien yo soy indigna…». «Podéis imaginar mi alegría… Rezad siempre para que sea fiel a mis obligaciones y a mi regla, haciendo siempre la voluntad de Dios, sin ofenderle nunca y así vivir feliz para toda la vida en su casa». Sabía que la obediencia es llave de libertad: «Es una gran gracia vivir en el monasterio, donde todas las acciones, aún las más viles, cuando son por obediencia, aportan un gran mérito».
Poco a poco fue conquistando el anonadamiento sintetizado en esta sencilla y profunda confesión: «Mi vida no vale nada; puedo ofrecerla tranquilamente». En ese tiempo, el abad padre Couturier impulsaba un movimiento ecuménico, y encomendó a la abadesa María Pía Gullini celebrar ocho días de oración por la unidad de los cristianos. Cuando María Gabriela emitió los votos, los ofreció por la misma intención, al igual que hizo el 25 de enero de 1938, tres meses después de haber profesado, justo en la semana dedicada al octavario. Yendo más lejos, ofreció su propia vida: «Siento que el Señor me lo pide –confió a la madre Gullini– me siento impulsada incluso cuando no quiero pensar en ello». La abadesa no se manifestó en ese momento. Le sugirió que hablase con el capellán. Lo que él dijera sería lo que Dios quería para ella. La respuesta del sacerdote fue afirmativa, y Dios tomó la palabra a la beata. Después de haberse entregado en holocausto, repentinamente se sintió débil y agotada, y se le diagnosticó tuberculosis. El director supo por ella la metamorfosis que se operó en su organismo casi instantáneamente: «desde el día de mi ofrecimiento, no he pasado un sólo día sin sufrir. Soy feliz por poder ofrecer algo por amor de Jesús». María Gabriela solo tenía este sentimiento: «la voluntad de Dios, su gloria».
Hospitalizada, le dijo a la madre abadesa: «El Señor me tiene sobre la cruz y yo no tengo más consolación que la de saber que sufro por cumplir la voluntad divina con espíritu de obediencia». Durante quince meses soportó heroicamente sus padecimientos hasta que el 23 de abril de 1939 falleció en Grottaferrata. Tenía 25 años, y había permanecido en la vida monástica tres años y medio. Su oblación llegó a oídos de una comunidad anglicana que manifestó: «Una caridad como la suya destruye todos los perjuicios que muchos anglicanos tienen contra Roma. Si todos sintiesen su caridad, el muro de la separación dejaría de existir». Juan Pablo II la beatificó el 25 de enero de 1983, último día del octavario de oración por la unidad de los cristianos.





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Beato Francisco de Fabriano – 22 de abril
Isabel Orellana Vilches | 21/04/16

(ZENIT – Madrid).- Nació en Fabriano, Ancona, Italia, en febrero de 1251. Era hijo de Compagno Venimbeni, médico, y de Margarita di Federico. Ésta debió haber prometido mediante voto que si tenía un hijo acudiría a Asís en peregrinación. Y cuando el muchacho tuvo edad de viajar lo llevó consigo. En este recorrido sucedió un hecho significativo para el futuro del pequeño. Tuvieron un encuentro con Angelo Tancredi, uno de los discípulos de san Francisco, quien mirando a los ojos del niño vaticinó: «Tú serás uno de los nuestros». Fue un hecho que el mismo beato narró en su Cronica Fabrianensis redactada en 1319.
Impresionada Margarita por estas palabras, se ocupó de recordar con frecuencia a su hijo que tendría que consagrarse y vincularse a la Orden franciscana, idea con la que creció. Profesionalmente el joven Francisco no quiso seguir los pasos de su padre, y en lugar de cursar medicina eligió la carrera de filosofía. Entre todos los pensadores de la época sintió predilección por san Buenaventura, al que admiraba. En 1267, a los 16 años, ingresó en la Orden de los Hermanos Menores. Mientras hacía el noviciado se le concedió acudir a la Porciúncula donde se hallaba fray León, uno de los primeros seguidores de san Francisco que moriría en 1271. Él, fray Angelo Tancredi y fray Rufino fueron artífices de la Leyenda de los tres compañeros, una de las fuentes capitales para conocer lo que aconteció en torno a la vida del Poverello. Los textos van precedidos de una carta dirigida al ministro general de la Orden, Crescentius de Aesio, fechada en Greccio el 11 de agosto de 1246, que acompaña a las anotaciones tomadas por estos tres discípulos suyos que fueron testigos de sus pasos. Es decir, que ellos no fueron los autores de la obra, pero dieron las claves para conocer la vida de san Francisco.
Una vez que san Buenaventura redactó la Leyenda mayor, reconocida por el capítulo general de París en 1266 (antes había sido aprobada por el capítulo general celebrado en Pisa en 1263), los restantes relatos quedaron fuera de la circulación. Pero indudablemente conocer de primera mano el devenir del fundador, nada menos que a través de fray León, fascinó al beato de Fabriano. Incluso tuvo la fortuna de haber leído los escritos de este fiel seguidor del Seráfico padre, y así lo consignó en la Cronica. «He aquí que yo, fray Francisco de Fabriano, hermano menor inútil e indigno, hago constar en este escrito que he leído y he visto autentificado con el sello del señor obispo de Asís el documento de indulgencia de la Porciúncula… y esto me lo testimonió fray León, uno de los compañeros de san Francisco, hombre de vida probada, al que conocí el año que vine [al convento] y fray León narró haber escuchado de la labios de san Francisco cómo la obtuvo [la indulgencia] de nuestro señor y papa Honorio III».
En 1268 Fabriano culminaba su noviciado en el convento de porta Cervara, y justo ese año falleció el padre Raniero, que había sido rector de Santa María di Civita y con el que san Francisco se confesó en algunas ocasiones. También a él le vaticinó –pero en este caso lo hizo el mismo Poverello–, que un día sería franciscano, como así sucedió. Francisco de Fabriano impulsó la construcción de un nuevo convento en su localidad natal. Al poder adquirir el terreno por una cantidad razonable, juzgó que era un milagro de su fundador que en uno de sus viajes a la localidad había predicho a María, esposa de Alberico, que un día los frailes se establecerían en el lugar. El beato Francisco fue nombrado superior de este convento en 1316, y desde 1318 a 1321. En ese periodo, a propósito de la celebración del segundo capítulo provincial, solicitó la generosa ayuda de los ciudadanos para atender a todos los hermanos que participaban en él y que provenían de todas las Marcas, obteniendo su inmediata respuesta. Como buen franciscano no tenía nada propio. El dinero que le legó su padre lo invirtió en construir una valiosa biblioteca en la que custodió importantes manuscritos. De ahí que se le considere el «primer fundador de bibliotecas» de la Orden franciscana.
De su generosidad sabían bien los menesterosos, a los que ayudaba preparándoles la comida y distribuyéndola en la puerta del convento. Vestía una áspera túnica y se infligía duras mortificaciones, apenas descansaba, y lo poco que dormía lo hacía encima de un duro jergón. Pasaba las horas prácticamente en oración, meditando en los misterios de la Pasión de Cristo, por los que sentía especial devoción; le arrancaban amargas lágrimas. Una gran parte de su tiempo transcurría en el confesionario y en la predicación, pero también atendía a los enfermos y les ayudaba a prepararse para un bien morir.
Fue particularmente devoto de las almas del Purgatorio, por las que oraba y ofrecía sus penitencias. Al respecto se cuenta que, en una ocasión, mientras oficiaba la misa por ellas, como solía hacer con frecuencia, aunque la iglesia estaba casi vacía se escucharon muchas voces que alegremente respondían «Amén» a las oraciones de la antigua liturgia de la misa de difuntos; se cree que provenían de ellas. En todo caso, cuando celebraba la misa siempre se podía apreciar el recogimiento y fervor que acompañaba al beato. Llevaba cuarenta y cinco años en la vida religiosa admirablemente sellados por su virtud cuando le fue vaticinado el día de su deceso, hecho que se produjo el 22 de abril de 1322. Pío VI aprobó su culto el 1 de abril de 1775.