Servicio diario - 06 de abril de 2016


 

El Papa invita a no temer ‘reconocernos pecadores’
Rocío Lancho García | 06/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha compartido una semana más, la mañana del miércoles con los miles de fieles reunidos delante de la basílica de San Pedro para la audiencia general. Así, ha llegado a la plaza en el papamóvil descubierto, y ha recorrido los pasillos saludando a los allí presentes. De forma especial, como es habitual, se ha detenido con los niños para darles su bendición.
Esta semana, el Santo Padre ha proseguido con las catequesis sobre la misericordia, en concreto sobre cómo el Señor la ha llevado a su plenitud. De este modo, en el resumen que hace en español, ha explicado que “todo el Evangelio es una muestra de ese amor puro, gratuito y absoluto que llega al culmen con el Sacrificio de la Cruz”.
Jesús –ha recordado– comienza su misión poniéndose en la fila de los pecadores, para recibir el bautismo de Juan, mostrándonos así su compasión, su solidaridad con la condición humana. El Pontífice ha subrayado que “en la Sinagoga de Nazaret afirma que todo lo que hará será cumplir este programa inicial, llevando consolación, salud y perdón a quien acudía a Él”. Asimismo, Francisco ha precisado que en el Jordán, ninguno pudo entender este gesto, sólo el Padre, que declara: «Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto», ratificando con la unción del Espíritu el camino que el Señor ha tomado.
Finalmente, el Santo Padre ha explicado que “en la Cruz contemplamos este gran misterio de amor”. En ella –ha añadido– el inocente muere por los culpables y, desde ella suplica al Padre el perdón para todos, sin excluir a nadie. Por eso, Francisco ha concluido recordando que “no debemos temer reconocernos pecadores, pues ha llevado nuestro pecado sobre su Cruz y, cuando nos confesamos arrepentidos, tenemos la certeza de su perdón”.
A continuación, el Papa ha saludado a los peregrinos de lengua española. De este modo, les ha invitado a acercarse “al sacramento de la reconciliación que actualiza la fuerza del perdón que nace de la cruz y renueva en nosotros la gracia de la misericordia divina, haciéndonos capaces de amar y perdonar como el Señor nos enseñó”.
Tras realizar los saludos en las distintas lenguas ha dedicado unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. “Miremos al modelo de la Virgen María para vivir este Tiempo Pascual en escucha de la Palabra de Dios y con la práctica de la caridad, viviendo con alegría la pertenencia a la Iglesia, la familia de los discípulos misioneros del Cristo Resucitado”, ha exhortado Francisco.
El Santo Padre ha recordado que hoy se celebra la Tercera Jornada Mundial del Deporte por la Paz y el Desarrollo. Por eso ha asegurado que “el deporte es un lenguaje universal, que acerca a los pueblos y puede contribuir a hacer que las personas se encuentren y superar los conflictos”. Y así ha alentado a vivir la dimensión deportiva como entrenamiento de virtud en el crecimiento integral de los individuos y de las comunidades.
(Leer el texto completo del Papa)





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Texto completo de la catequesis en la audiencia del 6 de abril de 2016
Redaccion | 06/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis del santo padre Francisco en la audiencia general de este miércoles 6 de abril, en la plaza de San Pedro, sobre cómo Jesús llevó la misericordia a su pleno cumplimiento, con amor que alcanza su cúlmen en el Sacrificio de la cruz. Porque explicó el Papa, Jesús no se presenta ni con el esplendor del Templo, ni se ha hecho anunciar por trompetas, sino que después de treinta años de vida escondida Jesús fue al río Jordán, y se puso en la fila con los pecadores para bautizarse.
Y el Santo Padre señala que es sobre la cruz que Jesús presenta a la misericordia del Padre el pecado del mundo, y con eso todos nuestros pecados. Por ello no debemos temer reconocernos y confesarnos pecadores. Y concluyó invitando a aceptar el Evangelio del Crucificado Resucitado, para que toda nuestra vida sea plasmada por la fuerza de su amor que renueva.
A continuación el texto completo:
“¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
Después de haber reflexionado sobre la misericordia de Dios en el Antiguo Testamento, hoy iniciamos a meditar sobre cómo Jesús mismo la ha llevado a su pleno cumplimiento. Jesús, de hecho, es la misericordia de Dios hecha carne. Una misericordia que Él ha expresado, realizado y comunicado siempre, en cada momento de su vida terrena. Encontrando a las multitudes, anunciando el Evangelio, sanando a los enfermos, acercándose a los últimos, perdonando a los pecadores, Jesús hace visible un amor abierto a todos, nadie excluido, un amor abierto a todos, sin fronteras. Un amor puro, gratuito, absoluto. Un amor que alcanza su cúlmen en el Sacrificio de la cruz. Sí, el Evangelio es realmente el “Evangelio de la Misericordia” porque ¡Jesús es la Misericordia!
Los cuatros Evangelios dan fe de que Jesús, antes de empezar su ministerio, quiso recibir el bautismo de Juan Bautista (Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22; Gv 1,29-34). Este suceso imprime una orientación decisiva a toda la misión de Cristo. De hecho, Él no se ha presentado al mundo en el esplendor del templo, y podía hacerlo; no se ha hecho anunciar por sonido de trompetas, y podía hacerlo; y tampoco llegó bajo la apariencia de un juez, y podía hacerlo. Sin embargo, después de treinta años de vida escondida en Nazaret, Jesús fue al río Jordán, junto a tanta gente de su pueblo, y se puso en la fila con los pecadores para bautizarse.
Por tanto, desde el inicio de su ministerio, Él se ha manifestado como el Mesías que se hace cargo de la condición humana, movido por la solidaridad y la compasión. Como Él mismo afirma en la sinagoga de Nazaret identificándose con la profecía de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19). Todo cuanto Jesús ha cumplido después del bautismo ha sido la realización del programa inicial: llevar a todos el amor de Dios que salva; Jesús no ha traído el odio, no ha traído la enemistad: ¡nos ha traído el amor!, un amor grande, un corazón abierto para todos, para todos nosotros. Un amor que salva.
Él se ha hecho prójimo a los últimos, comunicándoles la misericordia de Dios que es perdón, alegría y vida nueva. ¡El Hijo enviado por el Padre es realmente el inicio del tiempo de la misericordia para toda la humanidad! Los que estaban presentes en la orilla del Jordán no entendieron enseguida la grandeza del gesto de Jesús. El mismo Juan Bautista se sorprendió con su decisión (cfr Mt 3,14). ¡Pero el Padre celeste no! Él hizo escuchar su voz desde lo alto: “Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección” (Mc 1,11). De esta forma el Padre confirma el camino que el Hijo ha iniciado como Mesías, mientras desciende sobre Él el Espíritu Santo en forma de paloma. Así, el corazón de Jesús late, por así decir, al unísono con el corazón del Padre y del Espíritu, mostrando a todos los hombres que la salvación es fruto de la misericordia de Dios.
Podemos contemplar aún más claramente el gran misterio de este amor dirigiendo la mirada a Jesús crucificado. Cuando va a morir inocente por nosotros pecadores, Él suplica al Padre: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Es sobre la cruz que Jesús presenta a la misericordia del Padre el pecado del mundo, y con eso todos nuestros pecados. Nada ni nadie queda excluido de esta oración de sacrificio de Jesús. Eso significa que no debemos temer reconocernos y confesarnos pecadores. Pero, ¿cuántas veces decimos: ‘este es un pecador, este ha hecho eso, eso…’? Y por tanto juzgamos a los otros. ¿Y tú? Cada uno de nosotros debería preguntarse: ‘Sí, ese es un pecador, ¿y yo? Todos somos pecadores, pero todos somos perdonados: todos tenemos la responsabilidad de recibir este perdón que es la misericordia de Dios. Por tanto, no debemos temer reconocernos pecadores, confesarnos pecadores porque cada pecado ha sido llevado por el Hijo a la cruz.
Y cuando nosotros nos confesamos arrepentidos encomendándonos a Él, estamos seguros de ser perdonados. ¡El sacramento de la Reconciliación hace actual para cada uno la fuerza del perdón que sale de la Cruz y renueva nuestra vida la gracia de la misericordia que Jesús nos ha adquirido! No debemos temer nuestras miserias: el poder del amor del Crucificado no conoce obstáculos y no se agota nunca.
Queridos, en este Año Jubilar pidamos a Dios la gracia de hacer experiencia del poder del Evangelio: Evangelio de la misericordia que transforma, que hace entrar en el corazón de Dios, que nos hace capaces de perdonar y mirar al mundo con más bondad. Si acogemos el Evangelio del Crucificado Resucitado, toda nuestra vida es plasmada por la fuerza de su amor que renueva”.
Particulares de la audiencia de hoy





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Cáritas helénica: los griegos están dando ejemplo de solidaridad
Sergio Mora | 06/04/16

(ZENIT – Roma).- El presidente de la Caritas griega, el padre Antonio Voutsinos, señaló que la situación de inmigrantes que se encuentran atrapados en Grecia despierta fuerte preocupación, sobre todo después de las repatriaciones hacia Turquía que comenzaron el lunes 4, por decisión de la Unión Europea. Entretanto precisó que “los griegos dieron un gran ejemplo de la solidaridad evangélica”.
De otro lado en Roma, el presidente de la Comunidad San Egidio señaló que los corredores humanitarios demuestran su eficacia y que junto a la Iglesia Evangélica, traerán desde el Líbano a 150 refugiados sirios.
En declaraciones a la Agencia SIR, el sacerdote griego Voutsinos añadió que actualmente se encuentran en el territorio de su país unos 50.000 refugiados repartidos en las islas del sur y en Atenas; y en el campo Idomeni cerca de la frontera con Macedonia hay otros 5.000 prófugos, además de los asentamientos informales.
Es claro que un posible viaje de Francisco a la isla griega de Lesbos, donde desembarcan los refugiados, “sería un gran gesto y un muy buen ejemplo para todos” aunque dijo no tiene otras informaciones que las manejadas por los medios públicos de información.
El lunes, 4, fueron repatriados a Turquía más de doscientas personas desde la isla de Lesbos, en su mayoría paquistaníes y bangladeshíes, pero los refugiados no quieren volver atrás y están tratando de ganar tiempo haciendo solicitudes de asilo político, explicó el presidente de Cáritas. “Y si inicialmente sólo estaban de paso, ahora están obligados a permanecer aquí y todo va a ser más complicado”, dijo. En consecuencia, aumentan las necesidades primarias y la atención”.
La Cáritas de Grecia, en colaboración con Caritas europea ha implementado diversos programas de ayuda humanitaria en Lesbos, en las islas del sur, en Atenas y en Idomeni, y ayuda a miles de refugiados gracias el apoyo de muchos voluntarios. “Los griegos dieron un gran ejemplo de la solidaridad evangélica, a pesar de la crisis económica que estamos viviendo”. En las islas griegas, añadió, “las llegadas continúan, aunque se haya producido un ligero descenso”.
De otro lado hoy en Roma, en la Asociación de Prensa Extranjera, el presidente de la Comunidad San Egidio, Marco Impagliazzo y el presidente de la Federación de las Iglesias Evangélicas en Italia, Luca Maria Negro, anunciaron la llegada de 150 prófugos sirios desde el Líbano gracias al proyecto de los ‘corredores humanitarios’.
Llegarán al aeropuerto romano de Fiumicino en un vuelo de línea, sin arriesgar la vida en los barcos o botes que cruzan el Mediterráneo y tendrán las visas respectivas dadas por Italia.
De un lado, “hoy es un día triste para Europa –dijo Impagliazzo– porque al repatriar migrantes rechaza sus principios de acogida y protección a las personas que huyen de los conflictos y la violencia”. Aunque de otro, añadió, el proyecto de los corredores humanitarios demuestra que en cambio de muros se puede dar una respuesta positiva a quienes huyen de la guerra.





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El cardenal Robles Ortega es reelegido presidente de los obispos mexicanos
Redaccion | 06/04/16

(ZENIT – Roma).- En el marco de la centésima primera Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), la Secretaría General ha informado de los resultados de las elecciones para miembros del Consejo de Presidencia y del Consejo Permanente para el trienio 2016-2018.
De este modo, el cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, se mantiene como presidente de la CEM. Monseñor Javier Navarro Rodríguez, obispo de Zamora, será el vicepresidente.
Mons. Alfonso Miranda Guardiola, obispo auxiliar de Monterrey, ha sido elegido secretario general. Monseñor Carlos Garfias Merlos, arzobispo de Acapulco, es el primer vocal; monseñor Sigifredo Noriega Barceló, obispo de Zacatecas, es segundo vocaly Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca es vocal.





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La Guardia Suiza en 87 fotos
Redaccion | 06/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano). – Una exposición fotográfica sobre “La vida de un guardia suizo, vista en lo privado” fue inaugurada este 1 de abril en los Museos Vaticanos, con fotos artísticas de Fabio Mantegna que revela a través de 87 imágenes en blanco y negro y a color, aspectos de la vida diaria de los jóvenes que protegen la seguridad del Papa. La muestra permanecerá abierta al público hasta el 12 de junio.
“No podíamos dejar de ser los Museos Vaticanos quienes hospedáramos una exposición sobre el glorioso cuerpo de la Guardia Pontificia Suiza” subrayó el director de los Museos, Antonio Paolucci. Y añadió, al inaugurar la exposición, que esta “cuenta la historia noble y antigua de los jóvenes militares suizos que representan con honor el rol que cubren y el servicio al cual están llamados”.
El comandante de la Guardia Suiza, Christoph Graf, reveló durante la inauguración de la exposición, que la idea que la gente se hace de un guardia, es que siempre está en posición inmóvil, lo que no corresponde enteramente con la vida de estos jóvenes, puesto que mientras algunos días están marcados por las actividades extraordinarias, otros son de normalidad.
Y citó por ejemplo que quienes realizan el servicio nocturno, desde media noche hasta las 6 de la mañana, “pueden en ese tiempo realizar actividades, como estudiar idiomas, leer los diarios, preparar los exámenes y rezar”.
“No queremos ser superhéroes o ser llamados los ángeles de la guarda del Santo Padre”, dijo. Sino que se procura “trabajar en silencio, con dedicación, humildad y con espíritu de servicio”.
El comandante recordó que “son jóvenes entre los 20 y los 23 años, que después de la secundaria y del servicio militar, se comprometen por un mínimo de dos años en otra actividad”.
Las razones que llevan elegir servir en este cuerpo pueden ser varias, como “la tradición, el privilegio de servir en una organización militar pontificia, estudiar y conocer la cultura italiana y su idioma, descubrir el Vaticano y la Iglesia católica, y claramente servir al Papa”.
No faltan también las razones de fe, porque muchos guardias desean crecer espiritualmente y entre ellos también hay vocaciones al sacerdocio. Y señaló que “casi todos los años tenemos un guardia que decide entrar a un seminario o a una orden religiosa”.
Si bien son militares, no dejan de ser ‘una familia’, en la que tienen que prestar atención y apoyo a sus miembros, de manera “que se sientan en casa”. Y concluyó asegurando: “estoy muy convencido de que no hay misión más noble y bella que la de la Guardia Suiza”.
Mientras la Guardia Suiza se encarga de la seguridad del Santo Padre, la Gendarmería Vaticana cumple principalmente las funciones de policía y de frontera.





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Ten modo pascual: déjate querer y sorprender por Cristo
Redaccion | 06/04/16

“Ten modo pascual: déjate querer y sorprender por Cristo” es el título de la nueva carta semanal del arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro Sierra. Publicamos a continuación el texto íntegro de la misma:
Escucha, medita, deja que penetre la Palabra de Dios en tu existencia. Comprenderás con más hondura que todos los hombres somos destinatarios de la misericordia infinita de Dios. Es así como entendemos aquellas palabras que el Señor le dirige a Pedro y a cada uno de nosotros: «¿Me amas más que estos?». No es una pregunta para poner en rivalidad a los discípulos. Son palabras para conquistar nuestro corazón: «¿Me amas?», «¿me quieres?». Dejarnos querer por el Señor es nuestra salvación, felicidad y necesidad. Necesitamos del amor mismo de Dios para realizarnos como personas, para construirnos a nosotros mismos y para construir siempre a los demás. No hay otra salida para los hombres más que dejarse amar. Por eso, el Señor quiere conquistar nuestro corazón y nos pregunta si lo amamos.
Siempre me han llamado la atención las palabras del salmo 118: «Dejarnos querer por el Señor es nuestra salvación, felicidad y necesidad. Necesitamos del amor mismo de Dios para realizarnos como personas, para construirnos a nosotros mismos y para construir siempre a los demás». Los hombres necesitamos de esta antorcha y de esta luz. Y la Palabra se hizo carne, es el mismo Jesucristo. Estas palabras del salmo me impresionaron aún más, leyendo un comentario de las mismas de san Juan Pablo II, quien dice que «el orante se derrama en alabanza de la Ley de Dios, que toma como lámpara para sus pasos en el camino a menudo oscuro de la vida». Camina con Jesús, camina con su fuerza y con su gracia, hunde la vida en su amor misericordioso, que, a pesar de la indignidad en la que estemos, Dios nos ama de un modo obstinado y envuelve nuestra vida con su inmensa ternura. ¡Qué fuerza tiene en nuestra vida contemplar cómo Dios se revela en la historia, muestra su amor a los hombres y nos sorprende siempre con su amor!
Déjate sorprender por Dios. Siempre nos invita a fiarnos de Él: «Echad la red». «Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada», sin embargo se dejaron sorprender por el señor y se fiaron de Él. Y claro que encontraron; «no tenían fuerzas para sacar la red». Las palabras del Señor son siempre creadoras y alentadoras, dadoras de luz. Cumplen lo que dicen. Déjate querer y sorprender por Dios. Escúchalo y vuelve tus oídos a sus palabras y a su rostro. El Catecismo de la Iglesia católica nos dice: «Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que esta» (n.65). Escuchemos una y otra vez al Señor cuando nos dice: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y reconoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Jn 8, 31-32). Cómo no escuchar al Señor y dejarnos guiar por sus palabras, que son siempre muestras de un amor inagotable y siempre dador de ese mensaje central tal y como nos dice el Papa Francisco: la misericordia es la fuerza de Dios que regala a los hombres y es el límite divino contra el mal en el mundo.
Os invito a conocer a Jesucristo, verdadero rostro de la misericordia. Quien lo acepta y le deja entrar en su existencia, queda modelado y troquelado por Él. ¿Cómo conocer realmente a Cristo para poder seguirlo y vivir con Él, para encontrar la vida en Él y para comunicar esta vida a los demás, a la sociedad, al mundo? Cristo se nos da a conocer en su persona, en su vida y en su doctrina por medio de la Palabra de Dios. A los padres de la Iglesia les gustaba ver en las Escrituras un paraíso espiritual, un jardín donde podemos caminar libremente con Dios, admirando su belleza y la armonía de su plan de salvación, mientras da fruto en nuestra propia vida. Y es que Dios nos habla y quiere moldear nuestra vida. Captemos la sublimidad de su amor: el hecho de que Dios hable, de que Dios responda a nuestras preguntas, el hecho de que nos hable Él en persona, aunque sea con palabras humanas y que nosotros podamos escucharlo. El hecho de que al escucharlo podamos aprender a conocerlo y a comprenderlo, entre en nuestra vida y la moldee, y así podamos salir de nuestra vida y entrar en la amplitud de su misericordia, es lo más grande que ha podido acontecernos.
Es importante comprender que la vocación de los cristianos es esta: resucitados con Cristo hemos pasado por la muerte, y nuestra vida ya está escondida con Cristo en Dios (cf. Co 3, 1-2). Para vivir esta nueva existencia en Dios es indispensable la confianza en su misericordia. En el Bautismo, el Señor nos puso un vestido de luz, de amor, de entrega, de vida, para dar a los hombres todo lo que Él nos ha dado. No dejemos esconder este traje; al contrario, es necesario que lo tengamos siempre puesto para llevar la buena nueva de Dios a todos los hombres. A esa invitación que el Papa Francisco nos hace permanentemente a llevar la alegría del Evangelio a todos los hombres, a ser discípulos misioneros, hemos de responder como lo hicieran los discípulos con Pedro, cuando él dijo: «Me voy a pescar», y los demás respondieron: «Vamos también nosotros contigo». Juntos vamos contigo Papa Francisco, sabemos que así en el amanecer nos sorprenderá el Señor y nos hará vivir los mismos gozos que a los primeros discípulos, necesarios para llevar la alegría del Evangelio y ser discípulos misioneros:
1. El gozo de la confianza: Que siempre nos hace tener las puertas de nuestra vida abiertas para todos los hombres sin excepción, en una expresión de misericordia. Y que tiene su manifestación en la confianza inquebrantable en el Señor, a quien escuchamos y por quien obramos: «Echad la red a la derecha de la barca y allí encontraréis, […] la echaron y no tenían fuerzas para sacarla». Fuera del amor misericordioso no hay otra fuente de esperanza para el hombre. La misericordia da confianza al ser humano y capacidad de recuperarse siempre. En la misericordia, Dios manifiesta el verdadero poder de Él. Salgamos por los caminos del mundo con confianza.
2. El gozo de la sorpresa: «Vamos, almorzad». Dejémonos sorprender por el Señor todos los días en la Eucaristía. ¡Qué gozo poder armonizar nuestra mirada con la mirada de Cristo, armonizar nuestro corazón con el corazón de Cristo! Así, el apoyo amoroso que ofrezcamos a los que nos encontremos en el camino de la vida, se convierte en participación, en compartir sus esperanzas y sufrimientos, haciendo visible y tangible la misericordia de Dios a cada ser humano y nuestra fe en el Señor. Dejemos que siempre nos sorprenda Dios.
3. El gozo del cariño de Dios a cada uno de los hombres: ¿Sabéis lo que significa que el Señor quiera conquistar nuestro corazón para que no tengamos otra fuerza para vivir y para dar más que su amor? Las preguntas a Pedro son las que debemos hacernos siempre: «¿Me amas más que estos?», «¿me amas?», «¿me quieres?». Son preguntas que desean conquistar nuestro corazón. Amar a Dios como Él nos ama, con todo nuestro ser, hasta dar si es necesario la vida por Él, atender las necesidades de todos los hombres, muestran lo que debe ser un discípulo misionero, que se resume en aquellas palabras de san Pablo: «El amor de Cristo nos apremia» (Cor 5, 14).
Con gran afecto, os bendice,
+ Carlos, arzobispo de Madrid





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Judíos y católicos, un acercamiento que en la historia nunca fue tan grande
Redaccion | 06/04/16

(ZENIT – Madrid).- Entre católicos y judíos “el acercamiento es algo asombroso, que no se ha dado antes a lo largo de la historia. Un pueblo que era odiado pasa a ser querido, y tiene una proximidad con la Iglesia”. Lo aseguró el rabino David Rosen, director de Asuntos Interreligiosos del American Jewish Committee (AJC) durante su intervención de este lunes en Madrid, en una mesa redonda en la Universidad Francisco de Vitoria, para hablar del diálogo interreligioso.
El líder judío añadió que “el papa Juan Pablo II llamó a los judíos ‘hermanos mayores en la fe’, y Benedicto XVI ‘padres en la fe’. Esto demuestra una relación intrínseca que no se da entre otras religiones”. Además el papa Francisco, “es amigo de los judíos y ha manifestado que no se puede ser cristiano y antisemita”.
David Rosen recordó también que Angelo Roncalli, después Juan XXIII, cuando era nuncio, fue responsable de emitir certificados de bautismo a miles de personas, para que se salvaran. “Él sabía lo que era falsear ese tipo de documentos y no le importó. Su relación con los judíos era algo personal, que le tocaba de cerca”.
En encuentro organzado por el Centro Isaías 2 para el diálogo interreligioso de la UFV, recordó los 50 años de la declaración conciliar Nostra Aetate, y profundizó sobre el documento publicado en el mes de diciembre y titulado ‘Los dones de Dios son irrevocables. 50 años del diálogo judeocatólico’.
El texto es una reflexión sobre cuestiones teológicas en torno a las relaciones entre católicos y judíos en el aniversario de Nostra Aetate, en el cual los firmantes, más de 80 destacados rabinos ortodoxos de todo el mundo, pusieron por escrito el hermanamiento que cultivan en los últimos tiempos con la Iglesia católica, y en el cual aseguran que los cristianos “son parte del plan de Dios para la humanidad”.
La mesa redonda moderada por Florentino Portero, director del Grado en Relaciones Internacionales, contó con la participación del embajador de Israel en España, Daniel Kutner; y del sacerdote y director del Instituto John Henry Newman, Florencio Sánchez, LC.
“La Iglesia católica está irrevocablemente comprometida en el camino acogido durante el Concilio Vaticano II con vistas a una auténtica y duradera reconciliación entre cristianos y judíos”, explicó el embajador.
Por su parte, el sacerdote Florencio Sánchez destacó la oportunidad de encuentro abierta en la Iglesia hace cincuenta años. “Con el documento Nostra Aetate, se abrió una nueva etapa que es un gran desafío para católicos y judíos. Nuestro diálogo no es interreligioso sino intrarreligioso. Tenemos una oportunidad histórica muy importante, un verdadero desafío apasionante en el diálogo común con la cultura secularizada”.
“No se pueden entender las enseñanzas de Jesús -señaló el sacerdote Sánchez- sin el contexto de la tradición de Israel y menos aún, si se pensaran en contraposición con esa tradición”.
Sobre las metas del diálogo entre el judaísmo y el catolicismo, el padre Florencio recordó el documento formulado en diciembre por la Comisión de la Iglesia para la relación con los judíos y sus tres puntos: “el conocimiento recíproco, porque nos conocemos muy poco y tenemos un largo camino que recorrer; la construcción de una cultura y una civilización de paz, de reconciliación y de progreso; y en tercer lugar, seguir juntos tratando de superar todas las manifestaciones de antisemitismo que existen todavía en muchos lugares”.
Leer también: Nuevo documento del Vaticano profundiza sobre la dimensión teológica del diálogo judío-católico





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El Vaticano organiza un congreso por el 25º aniversario de la “Centesimus Annus”
Redaccion | 06/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El 25º aniversario de la Centesimus Annus, la encíclica de Juan Pablo II publicada el 1 de mayo de 1991, será conmemorado en el Vaticano con un congreso promovido por la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. La publicación de la Centesimus Annus coincidió a su vez con el primer centenario de la primera encíclica social, la Rerum Novarum de León XIII.
Al evento han sido invitados diversos exponentes de los movimientos sociales, entre ellos dos presidentes latinoamericanos: Rafael Correa de Ecuador y Evo Morales de Bolivia.
Desde la Pontificia Academia precisan que las intervenciones y consecuentes discusiones no pretende, por tono y contenidos, ser confesionales, fideístas o simplemente celebrativas de ese periodo histórico. El simposio se centrará sobre dos cuestiones importantes. La primera se refiere a los cambios en el orden mundial de los últimos veinticinco años, en términos económicos, políticos y culturales. La segunda examinará cómo la Doctrina social católica ha afrontado el mundo para así entender de que manera la Iglesia pueda continuar haciéndolo de la mejor manera posible en los años y decenios que vendrán.
Para conocer el programa del congreso aquí





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Siria: Encuentran las reliquias de Mar Elian en el santuario devastado por el Isis
Redaccion | 06/04/16

(ZENIT – Roma).- La ciudad de Quaryatayn, cercana a Homs, ha sido recuperada por el ejército sirio, obligando a las milicias del califato islámico (ISIS) a retirarse. El santuario Mar Elian, centro del monasterio del siglo V donde está la tumba del santo, fue brutalmente profanado en el intento de borrarlo pero finalmente quedó liberado.
El 7 de agosto pasado milicianos del Estado Islámico conquistaron la zona secuestrando 230 civiles entre los cuales unos 60 cristianos, según informó el Observatorio nacional de derechos humanos en Siria.
La Agencia Fides ha recibido la confirmación de que las reliquias de Mar Elian, esparcidas alrededor de la tumba del santo, no se han perdido: podrán recogerse y volver a recomponerse, y alrededor de ellas volverá a reunirse de nuevo la vida y la devoción de los cristianos de la región.
La buena noticia llega a través del padre Jacques Murad, el prior de la comunidad monástica –afiliada al monasterio de Deir Mar Musa al Abashi– que en los últimos años había hecho volver a florecer el antiguo Santuario del siglo V, situado en la periferia de Quaryatayn.
El mismo padre Jacques Murad fue prisionero de un comando de yihadistas que el 21 de mayo de 2015 irrumpieron en el santuario y lo secuestraron, dejándolo en libertad el 11 de octubre de 2015.
“Ante todo lo que ha sucedido y está sucediendo”, comenta el padre Murad “prefiero estar en silencio, porque ahora el silencio me parece la palabra más justa y apropiada”. Luego, con pocas y sencillas palabras, expresa la visión consoladora de la fe con la que él y sus compañeros han experimentado este momento difícil.
“El que las reliquias de Mar Elian no se hayan perdido”, confiesa a la Agencia Fides el padre Jacques “es para mí una gran señal: significa que este santo no ha querido dejar el monasterio ni la Tierra Santa. Sabemos que los santos están en el cielo, y que siempre se puede recurrir a ellos y pedir su ayuda”.
Y recuerda que el 9 de septiembre, el día de la memoria litúrgica de Mar Elian, celebró “la misa con otros cristianos en Qaryatayn, mientras estábamos bajo el dominio del Daesh. Les dije: no es importante que el monasterio esté destruido, ni siquiera es importante que la tumba esté destruida. Lo importante es que llevéis a Mar Elian en vuestros corazones, donde quiera que vayáis, incluso en Canadá o Europa, porque él quiere quedarse en el corazón de sus fieles”.
Ahora, la esperanza cristiana del padre Jacques ya está degustando el ver florecer de nuevo la caridad de Cristo también en el lugar donde él mismo y sus hermanos monjes habían sido arrancados por la fuerza: “ayer” explica el padre Murad a la Agencia Fides “me mandaron las fotos de los huesos que han encontrado alrededor de la tumba devastada de Mar Elian. En años pasados, yo mismo había realizado el reconocimiento de estas reliquias, por lo que he podido identificarlas de inmediato por los signos inconfundibles, como las piezas de piel momificada que envuelven una mano y los pies”.
Un sacerdote de la archieparquía sirio-católica de Homs, junto con algunos monjes de Deir Mar Musa, han sido los encargados de ir a Mar Elian para verificar las condiciones de lo que queda del santuario. “Les he pedido”, informa a la Agencia Fides el P. Jacques “que recojan los restos y los lleven a Homs para protegerlos. Sabemos que el antiguo santuario fue destruido, el sitio arqueológico ha sido devastado, mientras que la nueva iglesia y el monasterio fueron quemados y en parte bombardeados”.
Finalmente precisa que “cuando, en el futuro, podamos volver a trabajar en Mar Elian, llevaremos de nuevo las reliquias del santo a su lugar. Alrededor de la memoria de los santos florecerá de nuevo la vida de la gracia. Será una gran bendición para toda la Iglesia”.





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San Juan Bautista de La Salle – 7 de abril
Sergio Mora | 06/04/16

(ZENIT – Madrid).- San Juan Bautista de La Salle nació en Reims, Francia, el 30 de abril de 1651. Era el primogénito de una numerosa prole nacida en el seno de una familia adinerada. Su padre era magistrado de la audiencia, de modo que pudo haber tenido lo que quisiera, pero escogió a Cristo por encima de todo. A los 11 años recibió la tonsura, y a los 16 fue nombrado canónigo del cabildo de la catedral. Un primo suyo, canciller de la universidad, renunció a la canonjía en su favor. Estudió en el colegio Bons-Enfants, y cuando estaba en edad de elegir, en lugar de optar por la carrera de derecho, como su padre hubiese deseado, determinó ser sacerdote. Su progenitor no puso inconveniente. Graduado como Maestro en Artes, ingresó en el seminario de San Sulpicio de París. Su virtud no pasaba desapercibida. El superior de la congregación expresó su parecer en estos términos: «De La Salle fue un constante observador de la regla. Su conversación fue siempre agradable e irreprochable. Parece que nunca ha ofendido a nadie, ni ha incurrido en censura por parte de nadie».
En ese periodo sus padres fallecieron y él quedó a cargo de la administración de las propiedades. Eso le obligó a dejar el seminario. A veces las sombras se cernían sobre él. Dudaba de sí mismo sopesando sus capacidades que minusvaloraba en extremo. La oración y el acompañamiento de buenos directores le ayudó a ser ponderado en los juicios. Al respecto, fue especialmente significativo el consejo que recibió de Nicolás Roland, canónigo y teólogo de Reims. En 1678 recibió el sacramento del orden. Dos años más tarde obtuvo el grado de doctor en teología y poco después se implicó en la fundación de una escuela. Casi a continuación, de forma imprevista tomó bajo su responsabilidad el avituallamiento de una comunidad religiosa femenina.
Estando en la treintena sopesaba las vías que le convenía seguir para dar el mejor cauce a su vida. La docencia, la tarea parroquial, o la asistencia caritativo social a las escuelas y maestros, eran opciones que barajaba. Fue ésta última la que orientó su acontecer. Había reparado en el colectivo de muchachos que vivían en zonas marginales, sin acceso a una educación que parecía sonreír únicamente a los que más recursos tenían. Algunos andaban por el mundo abandonados a su suerte; otros habían caído en lo más bajo y requerían atención especial. Precisaban una persona que se ocupase de restituirles su dignidad; ello les permitiría hacerse acreedores de la confianza y del respeto de sus congéneres.
Una de las decisiones que tomó Juan Bautista fue dejar a su familia para convivir con un grupo de docentes. Entonces percibió las necesidades que tenían, comenzando por la formación. Durante unos meses del año 1680 proporcionó una sólida preparación integral de orientación cristiana a los que acogió en su casa. En 1683 consiguió que se aceptara su renuncia a la canonjía, que había intentado antes sin éxito, y repartió su fortuna entre los pobres. Al año siguiente comenzaba a germinar su fundación, el Instituto de Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de la Salle). Hermanos por el espíritu fraterno que les vinculaba entre sí y todos con Cristo. El eje vertebral era la familiarización con la presencia de Dios en sus vidas. A través de ella se ponía de manifiesto la tutela del Creador hacia cada uno de sus hijos. Con esta práctica, seguida no solo por los alumnos sino también por el profesorado, les inducía a ver el mundo y actuar en el día a día.
Roland había vaticinado: «Tu celo la hará prosperar». «Completarás el trabajo que he iniciado. En todo esto, el padre Barré será tu modelo y guía». Juan Bautista siempre manifestó que la idea de la obra no fue suya. Reconoció también: «Si alguna vez hubiera pensado que lo que hice por pura caridad con los maestros pobres iba a terminar haciendo que viviera con ellos, hubiera renunciado al instante». Pero le había guiado su plena confianza en la Providencia: «Debo hacer el trabajo de Dios y si lo peor debe pasar roguemos al Señor por fuerza». Así superó abandonos, destituciones y muchas pruebas. Uno de sus grandes pesares fue la prematura muerte de Henri L’Heureux en 1690, cuando estaba presto a ordenarse. Tras ella entendió que la fundación no debía estar integrada por sacerdotes.
Al abrir las escuelas la idea de Juan Bautista fue instaurar la gratuidad para todos con independencia de la economía familiar de cada uno; era algo que chocaba con otros intereses. Pero los Hermanos de la Salle siguieron adelante. En esa época lo habitual era la enseñanza individualizada. Por eso sorprendía que los alumnos pudieran recibirla todos juntos y a la vez, lo cual suscitó enconadas oposiciones. Hasta en estamentos eclesiales se miró con recelo el nacimiento de este proyecto gestionado por laicos consagrados, dedicados a enseñar «juntos y por asociación». Se hallaba fuera de los cánones conocidos y las autoridades educativas no salían de su asombro. El santo organizó centros de formación de maestros, escuelas especiales para jóvenes que habían delinquido y a quienes había que reinsertar, escuelas técnicas, otras secundarias para lenguas modernas, ciencias y letras… Todo ello con excelente calidad. Era un campo abonado para alentar a una vocación religiosa porque los padres y maestros estaban implicados en la educación.
Escribió silabarios, catecismos para uso escolar, salterios y obras pedagógicas y espirituales. La «Guía de las Escuelas Cristianas» se considera el mejor texto pedagógico del siglo XVII. Y «Meditaciones» es valiosísimo para educadores cristianos. Juan Bautista falleció en Saint-Yon, cerca de Rouen, el 7 de abril de 1719. Al fin de sus días había confesado: «Si Dios me hubiera revelado lo bueno que podría ser logrado por este instituto, y de la misma manera me hubiera hecho saber las pruebas y los sufrimientos que lo acompañarían, mi valor habría fallado, y yo nunca lo habría emprendido». León XIII lo beatificó el 19 de febrero de 1888. Él mismo lo canonizó el 24 de mayo de 1900.





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San Pedro de Verona – 6 de abril
Isabel Orellana Vilches | 05/04/16

(ZENIT – Madrid).- Nació en 1205 en Verona, Italia, cuando los cátaros propagaban el maniqueísmo. En su propia familia tenía a los enemigos de la fe ya que había quedado atrapada por las consignas de la herejía. Pero sus padres, respetuosos, abiertos y generosos, posibilitaron sus estudios en un centro católico. De allí salió pertrechado con una gran preparación que le permitiría hacer frente a los opositores con el rigor debido. Un tío suyo, cátaro convencido, tuvo ocasión de constatar de primera mano lo consolidados que estaban los principios en el ánimo del adolescente, que recitó con fervor el símbolo de la fe nicena. Este pariente al escucharle quedó impresionado por la contundencia de los argumentos esgrimidos, y no ocultó su inquietud.
Más tarde, siendo Pedro estudiante universitario en Bolonia, compañías poco aconsejables le jugaron malas pasadas y se vio asaltado por distintas tentaciones. Pero ese tiempo no se dilató. Dios tenía para él grandes misiones. La Orden de Predicadores estaba en su apogeo en el momento en que el joven, que tenía 16 años, conoció a Domingo de Guzmán. Seducido por sus palabras se hizo dominico y recibió el hábito que le impuso personalmente el santo. Si de niño había destacado por su inteligencia, sinceridad y firmeza en sus decisiones, como religioso cumplió con estricta fidelidad su compromiso. Tomó el evangelio, se aplicó en el estudio y mantuvo vivo un estado de oración. Además, buscando una penitencia radical se abrazó a las austeridades, como había hecho su fundador.
De manera concienzuda preparaba ante Cristo su predicación, para lo cual se recogía durante la noche meditando y orando. Mientras evangelizaba en Lombardía, en estas cotidianas vigilias que tenían lugar en su celda, hallándose en estado de contemplación se le presentaron tres santas que fueron martirizadas: Inés, Cecilia y Catalina de Alejandría, con las cuales mantuvo un diálogo. Informado el prior por otros frailes, que habían escuchado voces tras los muros, fue severamente reprendido en el capítulo. Le recriminaron por haber violado la clausura amén de introducir a mujeres en su humilde aposento. Se juzgó con severidad esta supuesta imprudencia que revestía innegable gravedad para un consagrado. Él guardó escrupuloso silencio y acogió obedientemente su traslado al convento de la Marca Ancona.
Le habían prohibido predicar, de modo que se dedicó a estudiar con más ahínco. Suplicaba a Dios con insistencia: el peso del apego a la fama era importante. Él conocía su inocencia, pero, ¿qué pensarían los demás? Un día se dirigió al crucifijo y mostró su desconsuelo: «Señor, Tú sabes que no soy culpable. ¿Por qué permites que me calumnien?». Jesús respondió: «¿Y qué hice yo, Pedro, para merecer la pasión y la muerte?». Impactado por estas palabras se sintió avergonzado y afligido. También salió fortalecido para afrontar la pena. Poco tiempo después quedó al descubierto su inocencia. Volvió a la predicación y cosechó mayores frutos apostólicos.
Ordenado sacerdote, y siendo hombre de diálogo, comenzó a difundir el evangelio por la Toscana, Milanesado y la Romaña. Su objetivo primordial eran los cátaros. Fueron incontables los herejes que volvieron a la Iglesia tras escuchar sus palabras. Uno de ellos Rainiero de Piacenza. Las multitudes buscaban su curación espiritual y física tratando de acceder a él aunque para ello tenían que abrirse paso a empujones. Él mismo tenía que ser izado porque de otro modo habrían podido arrollarle. Las iglesias y espacios al aire libre servían a los fieles para acoger jubilosos a este gran confesor. Tenía para cada uno de los penitentes el juicio justo, sabio, encarnado en el amor misericordioso de Dios. En la intensa labor evangelizadora que llevaba a cabo su virtud le precedía. Creó las «Asociaciones de la fe» y la «Cofradía para la alabanza de la Virgen María».
A lo largo de su vida experimentó muy diversas pruebas, menosprecios y ataques. Pero amaba a Cristo y nada trocó su voluntad. Llegó a ser superior de los conventos de Piacenza, Como y Génova. Predicó por Roma, Florencia, Milán… Por todos los lugares iba dejando una estela de milagros, don con el que fue agraciado. Alguna vez personas maliciosas intentaron tentarle fingiendo una enfermedad. Es lo que hizo un hereje en Milán que gozaba de buena salud. Si lograba confundir al santo, lo dejaría en evidencia. Pedro le dijo: «Ruego al Señor de todo lo creado, que si tu enfermedad no es verdadera, te trate como lo mereces». Inmediatamente sufrió el mentiroso los síntomas de la lesión que simuló, y rogó la curación que en ese momento precisaba para huir de tan punzantes dolores. Compadecido el santo de su arrepentimiento, trazó la señal de la cruz y le liberó del mal. Además, logró su conversión.
A Pedro siempre le acompañó la sed de martirio que no dudaba en suplicar le fuera concedida. En 1232 Gregorio IX, que lo conocía, le nombró inquisidor general (como luego hizo Inocencio IV), lo que suscitó muchas enemistades. Incluso hubo una conjura para asesinarle. Veinte años más tarde, mientras predicaba en Como fue informado de que se conspiraba contra su vida tasada en 40 libras milanesas. Respondió sin inmutarse: «Dejadles tranquilos; después de muerto seré todavía más poderoso». Transcurridos quince días, concretamente el 6 de abril de 1252, cuando regresaba a Milán desde Como, convento del que era prior, cerca de la localidad de Barlassina recibió dos hachazos en la cabeza que le profirieron los enemigos de la fe. Sangrando, pero aún con vida, recitaba el Credo y, según narran las crónicas, a punto de expirar con su propia sangre escribió con un dedo en el suelo: «Credo in Deum». Tenía 46 años.
El 25 de marzo del 1253, al año siguiente de su muerte, fue canonizado por Inocencio IV. Es protomártir de la Orden dominicana. Carino, ejecutor del santo, se arrepintió después, y se hizo dominico. Sus signos visibles de virtud hicieron que fuese venerado por parte del pueblo.