Atentos a las memorias del cardenal Fernando Sebastián. Atentos, muy atentos. Porque no son solo unas “Memorias con esperanza”. Son un fino análisis sobre el presente de la Iglesia, de causas, motivos y consecuencias.

La renovada Editorial Encuentro, con nueva imagen y nueva colección, ha editado un volumen de casi quinientas páginas en las que nos encontramos “el mejor” Fernando Sebastián. Un cardenal Sebastián que escribe como piensa, sin cesuras ni censuras interiores y exteriores; que no ha perdido el protagonismo eclesial desde su jubilación. Todo lo contrario. Ha aumentado su presencia en la orientación, al menos textual, del rumbo de la Iglesia.

Nos encontramos al cardenal Sebastián de su infancia, de su juventud, de su noviciado, en cada una de sus etapas, en Salamanca, Lovaina, París, Madrid, Granada, Málaga, Pamplona. Siempre se sale de lo políticamente correcto para ir a lo adecuadamente correcto en el juicio. Desde su perfil de la figura de José Antonio Primo de Rivera, pasando por su análisis de la Guerra Civil o el valor sustancial que confiere a la persecución religiosa de la primera mitad del siglo XX.

Si bien las memorias pueden ser polémicas en algunas páginas, como las dedicadas al problema de la escasez de sacerdotes y sus referencias a la ordenación de las mujeres, a los “viri probati”, o las referidas a los Institutos seculares, al Opus Dei, a Lumen Dei y otras nuevas formas de Vida Religiosa, o a la situación de la enseñanza católica, el interés trasciende estas contingencias.

Las memorias nos ayudan a entender el sentido providencial de la vida de un hombre que recibió una vocación y una misión, y que ha obrado siempre con rectitud de juicio, libertad de espíritu, y clarividencia. También con empeño, como se deduce de no pocos apartados.

Valores indiscutibles de estas páginas son sus reflexiones sobre la situación actual, eclesial, social y política. No en vano afirma, por ejemplo –para que tengan un pequeño aperitivo dominical los lectores-, que “me preocupa ver el resurgimiento de posturas intransigentes que convierten las diferencias en incompatibilidades. La izquierda ha vuelto a negar la calidad democrática a la derecha. “Nada con la derecha”. Los nacionalismos periféricos se alzan contra el centro. El centro izquierda pacta con la izquierda radical y esta vuelve a los planteamientos revolucionarios y totalitarios del 34 y del 36. Nunca falta quien se encarga de avivar los malos recuerdos y atizar los resentimientos. Así se rompen las leyes de la convivencia. Este no puede ser el camino”.

O esta otra aseveración, que debe dar que pensar: “La Iglesia española tiene todavía pendiente un buen análisis y una buena clarificación de la valoración moral de los nacionalismos”. O esta: la autoridad eclesiástica no debe entrar en cuestiones políticas, “pero la conciencia cristiana de los ciudadanos y de los dirigentes políticos sí debe influir en las decisiones políticas de unos y otros. Y nosotros tenemos que clarificar y fortalecer esa conciencia moral”.

Nombres. Claro que hay nombres. No muchos, los justos, los adecuados, los necesarios para conocer y reconocer la constelación de la vida del cardenal Fernando Sebastián.

Un lujo de Memorias. El mejor don Fernando para la historia escrita. Sin duda.