Servicio diario - 23 de enero de 2016


 

El viaje del Papa a Colombia será en el primer semestre de 2017

El santo padre Francisco se lo confirmó a los tres obispos que recibió hoy en audiencia
Lo indicó en una rueda de prensa informal realizada en las primeras horas de la tarde, poco después de la audiencia que el Santo Padre les concedió en la mañana de hoy en el Vaticano, junto al cardenal colombiano Rubén Salazar Gómez; al vicepresidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Oscar Urbina Ortega y al secretario general, monseñor José Daniel Falla.

Sobre el itinerario precisó que el Pontífice tratará de contactar el mayor número posible de personas, o sea que se piensa más a las ciudades que a los santuarios, aunque todo esto está por definirse.

Precisó que la visita del Santo Padre en el 2017 podría ayudar a consolidar la paz que se firme entre el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos con la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). La mesa de diálogo actualmente se desarrolla en La Habana y se encuentra en un buen punto.  Se calcula que para cuando el Papa llegue estarían concluidos y en la fase de aplicación.

Y si bien el Santo Padre está muy interesado en el buen éxito de la negociación, precisó que “el Papa no va acondicionar su visita al proceso de paz. Francisco va para estar con los Colombianos, con o sin proceso. Lo más bonito es si cuando va le podemos presentar un proceso de paz ya hecho y refrendado como se debe”, precisó Mons. Luis Augusto Castro.

Interrogado por ZENIT si una visita del Pontífice podría ayudar a actuar los procesos que para entonces deberían estar firmados, el presidente de los obispos indicó: “Siempre que el Papa se ha pronunciado sobre la paz lo ha hecho con una orientación maravillosa, y también estoy seguro que en esa ocasión nos dirá cosas importantes”. Recordó que en el viaje del Papa a Cuba, no estaba programada una visita a la ‘mesa de negociaciones’, pero hablamos con el cardenal, y lo logró y el Papa dijo:”No podemos perder esta oportunidad tan importante”. Si bien el plazo para la firma del tratado de paz está calculada para marzo o abril, Mons. Castro consideró que lo importante es hacerlo bien aunque se pudiera prolongar algún mes más.

El papa Francisco además les pidió a los obispos que le han visitado, ser muy cuidadosos cuando se firmen los acuerdos, de manera que se respete la institucionalidad, el derecho internacional y nacional, de manera que no puedan existir pretextos para no cumplirlos. “Tenemos que tener mucho cuidado para que lo que se decida; primero, sea según la institucionalidad; segundo, según el Derecho internacional; y tercero, según el Derecho nacional”. De tal manera que “lo que se haga después no vaya a tener alguna cosita que no va en el proceso de paz”.

Respondiendo a otros medios indicó que el Santo Padre está muy bien informado de lo que está sucediendo el Colombia. “Iré uno de estos días a lo del presidente para contarle todo esto, porque va a estar muy contento con lo que ha dicho”, concluyó.

Comentó también que le entregaron algunos regalos: “Parecíamos los tres Reyes magos” bromeó. Entre ellos un ensayo escrito por su excelencia, que se llama ‘El Caballero de la Triste Armadura’ sobre la problemática colombiana y el proceso de Paz. Y además “una serie de mapas de Colombia para que vaya ya empapándose de toda esta realidad y otras cositas sencillas”.  Leer también:
Colombia: en los diálogos de la paz aprueban el cuarto punto
Proceso de paz en Colombia: la ONU verificará el alto el fuego definitivo

 

Texto del mensaje del Papa por la 50° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

Con el tema: “Comunicación y Misericordia: un encuentro fecundo”
 

El mensaje del santo padre Francisco con motivo la 50° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y presentado este viernes lleva por título:  “Comunicación y Misericordia: un encuentro fecundo”.  En el mismo Francisco recuerda que “no es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición”. El Santo Padre reflexiona también sobre la llamada que todos tenemos a comunicar y cómo hacerlo con un corazón y gestos animados por la caridad, por el amor divino.  Y que la comunicación debe crear puentes, favorecer el encuentro y la inclusión.

El Papa invita además a superar la lógica que separa netamente los pecadores de los justos, porque los gestos duros y moralistas corren el riesgo de hundir más a quienes querríamos conducir a la conversión y a la libertad. El mensaje también fue presentado en la Sala de prensa de la Santa Sede, y allí comentado por el número uno de las comunicaciones del Vaticano, Mons. Darío Viganó.
A continuación el texto del mensaje

“Queridos hermanos y hermanas,
El Año Santo de la Misericordia nos invita a reflexionar sobre la relación entre la comunicación y la misericordia. En efecto, la Iglesia, unida a Cristo, encarnación viva de Dios

Misericordioso, está llamada a vivir la misericordia como rasgo distintivo de todo su ser y actuar. Lo que decimos y cómo lo decimos, cada palabra y cada gesto debería expresar la compasión, la ternura y el perdón de Dios para con todos. El amor, por su naturaleza, es comunicación, lleva a la apertura, no al aislamiento. Y si nuestro corazón y nuestros gestos están animados por la caridad, por el amor divino, nuestra comunicación será portadora de la fuerza de Dios.

Como hijos de Dios estamos llamados a comunicar con todos, sin exclusión. En particular, es característico del lenguaje y de las acciones de la Iglesia transmitir misericordia, para tocar el corazón de las personas y sostenerlas en el camino hacia la plenitud de la vida, que Jesucristo, enviado por el Padre, ha venido a traer a todos. Se trata de acoger en nosotros y de difundir a nuestro alrededor el calor de la Iglesia Madre, de modo que Jesús sea conocido y amado, ese calor que da contenido a las palabras de la fe y que enciende, en la predicación y en el testimonio, la «chispa» que los hace vivos.

La comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad. Es hermoso ver personas que se afanan en elegir con cuidado las palabras y los gestos para superar las incomprensiones, curar la memoria herida y construir paz y armonía. Las palabras pueden construir puentes entre las personas, las familias, los grupos sociales y los pueblos. Y esto es posible tanto en el mundo físico como en el digital. Por tanto, que las palabras y las acciones sean apropiadas para ayudarnos a salir de los círculos viciosos de las condenas y las venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio. La palabra del cristiano, sin embargo, se propone hacer crecer la comunión e, incluso cuando debe condenar con firmeza el mal, trata de no romper nunca la relación y la comunicación.

Quisiera, por tanto, invitar a las personas de buena voluntad a descubrir el poder de la misericordia de sanar las relaciones dañadas y de volver a llevar paz y armonía a las familias y a las comunidades. Todos sabemos en qué modo las viejas heridas y los resentimientos que arrastramos pueden atrapar a las personas e impedirles comunicarse y reconciliarse. Esto vale también para las relaciones entre los pueblos. En todos estos casos la misericordia es capaz de activar un nuevo modo de hablar y dialogar, como tan elocuentemente expresó Shakespeare: «La misericordia no es obligatoria, cae como la dulce lluvia del cielo sobre la tierra que está bajo ella. Es una doble bendición: bendice al que la concede y al que la recibe» (El mercader de Venecia, Acto IV, Escena I).

Es deseable que también el lenguaje de la política y de la diplomacia se deje inspirar por la misericordia, que nunca da nada por perdido. Hago un llamamiento sobre todo a cuantos tienen responsabilidades institucionales, políticas y de formar la opinión pública, a que estén siempre atentos al modo de expresase cuando se refieren a quien piensa o actúa de forma distinta, o a quienes han cometido errores. Es fácil ceder a la tentación de aprovechar estas situaciones y alimentar de ese modo las llamas de la desconfianza, del miedo, del odio. Se necesita, sin embargo, valentía para orientar a las personas hacia procesos de reconciliación. Y es precisamente esa audacia positiva y creativa la que ofrece verdaderas soluciones a antiguos conflictos así como la oportunidad de realizar una paz duradera. «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. […] Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,7.9).

Cómo desearía que nuestro modo de comunicar, y también nuestro servicio de pastores de la Iglesia, nunca expresara el orgullo soberbio del triunfo sobre el enemigo, ni humillara a quienes la mentalidad del mundo considera perdedores y material de desecho. La misericordia puede ayudar a mitigar las adversidades de la vida y a ofrecer calor a quienes han conocido sólo la frialdad del juicio. Que el estilo de nuestra comunicación sea tal, que supere la lógica que separa netamente los pecadores de los justos. Nosotros podemos y debemos juzgar situaciones de pecado – violencia, corrupción, explotación, etc. –, pero no podemos juzgar a las personas, porque sólo Dios puede leer en profundidad sus corazones. Nuestra tarea es amonestar a quien se equivoca, denunciando la maldad y la injusticia de ciertos comportamientos, con el fin de liberar a las víctimas y de levantar al caído. El evangelio de Juan nos recuerda que «la verdad os hará libres» (Jn 8,32). Esta verdad es, en definitiva, Cristo mismo, cuya dulce misericordia es el modelo para nuestro modo de anunciar la verdad y condenar la injusticia. Nuestra primordial tarea es afirmar la verdad con amor (cf. Ef 4,15). Sólo palabras pronunciadas con amor y acompañadas de mansedumbre y misericordia tocan los corazones de quienes somos pecadores. Palabras y gestos duros y moralistas corren el riesgo hundir más a quienes querríamos conducir a la conversión y a la libertad, reforzando su sentido de negación y de defensa.

Algunos piensan que una visión de la sociedad enraizada en la misericordia es injustificadamente idealista o excesivamente indulgente. Pero probemos a reflexionar sobre nuestras primeras experiencias de relación en el seno de la familia. Los padres nos han amado y apreciado más por lo que somos que por nuestras capacidades y nuestros éxitos. Los padres quieren naturalmente lo mejor para sus propios hijos, pero su amor nunca está condicionado por el alcance de los objetivos. La casa paterna es el lugar donde siempre eres acogido (cf. Lc 15,11-32). Quisiera alentar a todos a pensar en la sociedad humana, no como un espacio en el que los extraños compiten y buscan prevalecer, sino más bien como una casa o una familia, donde la puerta está siempre abierta y en la que sus miembros se acogen mutuamente.

Para esto es fundamental escuchar. Comunicar significa compartir, y para compartir se necesita escuchar, acoger. Escuchar es mucho más que oír. Oír hace referencia al ámbito de la información; escuchar, sin embargo, evoca la comunicación, y necesita cercanía. La escucha nos permite asumir la actitud justa, dejando atrás la tranquila condición de espectadores, usuarios, consumidores. Escuchar significa también ser capaces de compartir preguntas y dudas, de recorrer un camino al lado del otro, de liberarse de cualquier presunción de omnipotencia y de poner humildemente las propias capacidades y los propios dones al servicio del bien común.

Escuchar nunca es fácil. A veces es más cómodo fingir ser sordos. Escuchar significa prestar atención, tener deseo de comprender, de valorar, respetar, custodiar la palabra del otro. En la escucha se origina una especie de martirio, un sacrificio de sí mismo en el que se renueva el gesto realizado por Moisés ante la zarza ardiente: quitarse las sandalias en el «terreno sagrado» del encuentro con el otro que me habla (cf. Ex 3,5). Saber escuchar es una gracia inmensa, es un don que se ha de pedir para poder después ejercitarse practicándolo.

También los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros pueden ser formas de comunicación plenamente humanas. No es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición. Las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad, pero también pueden conducir a una ulterior polarización y división entre las personas y los grupos. El entorno digital es una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral. Pido que el Año Jubilar vivido en la misericordia «nos haga más abiertos al diálogo para conocernos y comprendernos mejor; elimine toda forma de cerrazón y desprecio, y aleje cualquier forma de violencia y de discriminación» (Misericordiae vultus, 23). También en red se construye una verdadera ciudadanía. El acceso a las redes digitales lleva consigo una responsabilidad por el otro, que no vemos pero que es real, tiene una dignidad que debe ser respetada. La red puede ser bien utilizada para hacer crecer una sociedad sana y abierta a la puesta en común.

La comunicación, sus lugares y sus instrumentos han traído consigo un alargamiento de los horizontes para muchas personas. Esto es un don de Dios, y es también una gran responsabilidad. Me gusta definir este poder de la comunicación como «proximidad». El encuentro entre la comunicación y la misericordia es fecundo en la medida en que genera una proximidad que se hace cargo, consuela, cura, acompaña y celebra. En un mundo dividido, fragmentado, polarizado, comunicar con misericordia significa contribuir a la buena, libre y solidaria cercanía entre los hijos de Dios y los hermanos en humanidad”.

 

México: 10 ejecuciones en 24 horas en el estado de Guerrero

Los obispos del estado mexicano de Guerrero afirmaron que la falta de justicia favorece estos actos de violencia y venganza
 

Los obispos de las diócesis del estado mexicano de Guerrero coincidieron en afirmar que el origen del clima de violencia en el estado se debe buscar en la rabia y en los anhelos de venganza de la población, exasperada por la falta de justicia.

Lo indicó la agencia de noticias FIDEs, indicando que la declaración fue con motivo del Encuentro de Pastoral Conjunta de las 4 diócesis del estado, que se realizó el jueves en Ciudad Altamirano. Allí los obispos de Chilapa-Chilpancingo, Acapulco, Tlapa y Ciudad Altamirano, han puesto de manifiesto que Guerrero y todo México se continuará a tener más “Arcelias” mientras no se reconstruya el corazón de los individuos: “Se deben sembrar valores de amor, paz, tolerancia y reconciliación si no lo hacemos van a seguir habiendo más Arcelia”.

En Arcelia, un pequeño pueblo del estado de Guerrero, el 19 enero fueron asesinadas 4 personas con arma de fuego, según un informe inicial de la policía parece ser una auténtica ejecución. El mismo día, siempre en la zona de Guerrero, otras seis personas fueron asesinadas por grupos armados.
Así que 10 personas han sido asesinadas en 24 horas y no por intento de robo, sino sólo por venganza o ajuste de cuentas.
El mismo día, una vez más en la zona de Guerrero, otras seis personas fueron asesinadas por grupos armados. Así que 10 personas murieron en 24 horas como un robo, pero sólo para la venganza o ajuste de cuentas.

El arzobispo de Acapulco,  Mons. Carlos Garfias Merlos, ha comentado que desde el 2010 los obispos de Guerrero han analizado los factores que están detrás de la violencia en el estado. “Hay anhelos de venganza y de enojo que se suscitan de diferentes razones y diferentes circunstancias” explica en la nota recibida en la Agencia Fides el Arzobispo de Acapulco.

El trabajo que está realizando la iglesia católica en el estado es ayudar a las personas y sociedad para que se reconstruyan desde lo más profundo de sí mismos. “Hemos hecho todo lo posible para promover el perdón y otras formas de reconciliación para ayudar a que se reconstruya el tejido social en todo el estado” concluye Mons. Garfias Merlos.

 

Se estrena “Poveda, la película”

Llega el biopic del fundador de la Institución Teresiana – Entrevista a Raúl Escudero, el protagonista de la película

El próximo 4 de marzo se estrena en toda España el filme dirigido por Pablo Moreno y producido por Goya Producciones, en asociación con Three Columns Entertainment, con un reparto encabezado por Raúl Escudero y Elena Furiase. Es el biopic de san Pedro Poveda. Llegará pronto a otros países y otros idiomas. Poveda fundó, en 1911, en Covadonga, una asociación, la Institución Teresiana, que hoy está presente en 30 países.

Pablo Moreno, el director, afirma: “Aceptamos el reto después de ver la magnífica historia que era la vida de Poveda, para nosotros desconocida. Enseguida supimos que tenía gran relevancia. Son esas historias que nos tocan desde el principio, por lo que quisimos hacer una película que estuviera- a la altura del padre Poveda. Aparte de ser un gran pedagogo y de pretender, con grandes esfuerzos, hacer una modernización de la educación en la España del siglo XX, y de su sensibilidad hacia la pobreza -no hay más que ver todo lo que hace en Guadix con los cueveros–, nos ha interesado mucho y creemos que tiene gran actualidad, su empeño por la promoción de las mujeres”.

Actor y músico, Raúl Escudero, Palencia, 1980, es el protagonista de esta película que lleva a la gran pantalla la vida del sacerdote y pedagogo linarense. Curtido en las tablas, este es su quinto largometraje, el primero como protagonista. Premio al mejor actor por la Unión de Actores de Castilla y León en 2012, destaca el tesón y la capacidad de superación, como dos características esenciales del personaje que interpreta.

Para mí –

–afirma– ha sido sobre todo, un cambio grande, tanto en el aspecto personal como profesional. Había abordado papeles protagonistas antes pero siempre en el teatro nunca en cine. El cambio ha sido sobre todo en confianza, una experiencia muy grande a todos los niveles. Y en la parte personal, cuando te acercas a un trabajo, al que sea, empiezas a investigar qué tipo de persona, cómo lo vas a abordar, a qué se dedica, qué le pasa, qué le sucede… y de repente te encuentras con un personaje real, que la gente conoció; y lo que hace es generarte una responsabilidad grande”. 

Lo que hay que hacer es quitársela –añade–, es decir, descubres que Pedro Poveda fue una persona normal, como cualquier otra persona que ríe, se cae, que tendrá sus momentos y que tiene sus necesidades como todos. Lo que hizo es lo extraordinario. Descubres que lo principal, o lo más importante, es que tuvo esa capacidad de superación y de seguir avanzando. Y si te van poniendo trabas, da igual. Hay que levantarse, encontrar la estrategia nueva. Al final es una similitud, con tu vida personal y tu vida profesional. Tienes dificultades, pues vamos a ver cuáles son los recovecos para salir adelante. Y personalmente lo mismo, siempre va a haber palos en la vida, gente que te ponga zancadillas y circunstancias que te van a impedir a priori avanzar. Lo grande está en encontrar cuáles son los lugares por los que colarte, o los puntos débiles de ese muro que al final se puede romper”.

¿Cómo preparó el papel?
— Raúl Escudero: Hay muchos campos abiertos sobre los que un actor trabaja. Nunca abordo los trabajos de la misma forma. Me fío mucho de la intuición. Hablamos del personaje, pero también de un estilo narrativo que vamos a usar, de un estilo estético…. En unos igual empiezo por el plano más físico, en otros por el más emocional o por algo totalmente externo, pero siempre procuro llegar a un grado interno, que salga de dentro. Con este personaje, empecé primero a ver cómo fue. Al ser un personaje real y con muchas referencias, aparte de la responsabilidad y el miedo que te provoca que haya mucha gente pendiente de eso, también te ofrece muchas posibilidades de información. Primero te documentas, te fundamentas sobre su vida, sobre su forma de ser, lees y escuchas. Tuvimos la suerte de tener a la historiadora María Dolores Gómez Molleda, que es una gran experta. Ese fue el primer acercamiento, rasgos de actitud, de carácter. Luego el físico: el personaje comienza con poco más de 20 años y acaba con 62. Era un reto muy grande. Empiezas a abordar el tema energético, la cadencia que tiene una persona de cierta edad, tanto la mayor como la joven, de moverse, de hablar, de asimilar las cosas…; porque normalmente nos olvidamos de eso, nos quedamos solamente en lo físico, pero nos olvidamos de lo intelectual y de lo emocional. Y después también ver hacia donde te va llevando el texto, el guión, qué viaje emocional tienes durante toda la película.

Dado que ha profundizado en Poveda ¿Qué destacaría de su persona?
— Raúl Escudero: “El tesón y la capacidad de superación. ¡Le pusieron tantos palos en las ruedas! Y él siguió levantándose y luchando por lo que creía. Cada persona tendrá sus motores, sus creencias, sus motivaciones pero lo que está claro, que es común a cualquiera, es que todos tenemos capacidad para poder seguir levantándonos y luchando por llegar a donde nosotros queremos, o creemos”.

¿En qué lugar le ha gustado más rodar?
— Raúl Escudero, Palencia:  “Todos, cada uno tiene algo especial. Igual que cada persona tiene una energía especial, cada lugar también. Rodar en Covadonga: una energía muy bonita, inspiraba mucha paz y tranquilidad. Pero Guadix fue todo lo contrario. Es otra energía más viva. La gente que hay en ese lugar es diferente, una energía común muy distinta. En Salamanca fue en el claustro de la Pontificia, que es maravilloso. Ciudad Rodrigo es otra cosa, es un entorno, ¿cómo diría?, que forma parte de ti. Estás en Ciudad Rodrigo tres días seguidos y ya estás como si estuvieras toda la vida. Me quedo con todos. Con Madrid también”.

¿Cómo ha sido rodar con niños?
— Raúl Escudero:  “Una experiencia muy bonita, muy cansada, se dispersan muy rápido, te exigen atención constante. Requiere mucha energía para tenerles centrados cuando están rodando la secuencia, pero claro te dan algo tan maravilloso. Es también una experiencia muy clarificadora. Hay que aceptar desde el minuto uno, que si grabas con un niño, el plano es suyo, es así, y como intentes pelear contra eso, mal vas. Es muy clarificador porque los actores muchas veces nos olvidamos de que la base de toda interpretación, yo al menos lo creo así, es la generosidad, darle al otro y trabajar para el otro, ya el otro trabajará para ti, y al final es algo recíproco. Con un niño no te queda otra opción. Como intentes trabajar para ti, has cavado tu tumba”.

Este biopic narra la juventud y adultez de Poveda, hasta su muerte en 1936, con 67 ¿Cómo ha vivido estas transformaciones?
— Raúl Escudero: “Son duras, pero a la vez bonitas. Las sesiones han sido muy largas. Por ejemplo, las caracterizaciones. Primero, la más básica ha sido el pelo. Yo no tengo, y Pedro Poveda tenía. Recuerdo el primer día que me vi con el peinado que iba a llevar toda la película; ver que eso es totalmente verosímil, creíble al cien por cien. Y poco a poco te vas viendo. Es un proceso. La gente piensa que los actores nos ponemos un vestuario, una peluca, o una prótesis en la cara, y ya. Y claro, no. Hace falta tiempo de asimilación. De ver por dónde va y de que todo tú, entero, te pegues a esa cosa que te han puesto. El proceso ha sido mágico, agotador, pero bonito. Cuando me ponía las prótesis de envejecimiento, son entre cuatro y cinco horas de maquillaje. Hay que tomárselo muy tranquilamente. Ha habido días de empezar a las seis am para grabar a la una o las dos de la tarde, y luego estar rodando hasta las doce de la noche. Después, hasta la una de la mañana, hora en que te lo quitan. Es matador porque las prótesis acompañan tu movimiento facial y para evitar que se dañen, y se despeguen, quitando los momentos imprescindibles en el momento del rodaje, lo suyo es no forzarlas. No podía masticar, procuras no gesticular prácticamente nada. Todos los ratos muertos estás con la cara relajada, tiesa, pero… al igual que la emoción te lleva a tener una actitud física, también la actitud física te lleva a la emoción. Entonces al final te das cuenta de que has estado prácticamente un día entero, a parte de sin poder masticar, o comiendo purés o sopas, con un estado no muy positivo que digamos, no es tristeza global pero sí es como apesadumbrado, y eso agota mucho claro”.

Una vez finalizado el rodaje ¿qué queda?
— Raúl Escudero: “Queda tristeza y felicidad. Tristeza porque hay un proceso con el que has disfrutado mucho y se ha acabado. Es duro. Forma parte de nuestra profesión pero uno no llega a acostumbrarse. Y felicidad porque creo que como cualquier proceso artístico tiene que cambiarte. Y pienso que todas las personas, seamos artistas o de otra profesión, tenemos que ir cambiando a lo largo de nuestras vidas porque significa que vamos aprendiendo. Por eso me siento feliz también, porque creo que todo este proceso me ha servido para aprender muchas cosas, en cuestión personal y profesional, pero con las que más me quedo son con las vitales para uno mismo. Aprender la tenacidad, la capacidad de superación, la honestidad de la gente con la que trabajas, ayuda mucho. Trabajar al lado de gente honesta, que cree en lo que hace, y que pelea por lo que hace”.

El filme se estrena en los cines de las principales ciudades de España, el próximo 4 de marzo. Se han iniciado las gestiones para su estreno en otros países.

Basada en hechos reales, Pablo Moreno ya dirigió otra película sobre los dominicos maririzados en La Mancha. en la guerra civil (Un Dios prohibido). El guión ha sido escrito por él y Pedro Delgado.

La película narra la historia de san Pedro Poveda (Linares, 1874-Madrid, 1936) Sacerdote tenaz e innovador, que abre caminos en el campo de la educación y en la defensa de los derechos de las mujeres en las primeras décadas del siglo XX. Fue reconocido en 1974 por la Unesco como pedagogo y humanista, y canonizado en 2003 por san Juan Pablo II.

Inició su labor en Guadix, Granada, en 1901. Estudió en el seminario de esta ciudad. Las cuevas que la coronan eran refugio de ladronzuelos, golfos, proscritos, trabajadores humildes y gitanos. En aquél laberinto de agujeros en la tierra arcillosa, no se aventuraba la “gente bien”, y ni siquiera la guardia civil. Allí el seminarista advierte enseguida que, junto al hambre física, hay hambre de saber y descubre su vocación a la enseñaza. Funda las escuelas del Sagrado Corazón, ayudado por gente de todas las clases sociales, desde el rey Alfonso XIII, ministros, nobles, hasta suscriptores del pueblo accitano. Poveda se pasea con una mula por los alrededores recogiendo comida y dinero para su obra socioeducativa. Nunca tiene un duro en el bolsillo per nunca le falta para las cuevas, y poco a poco se alzan escuelas primero para niños y luego para niñas.

Esta acción, como suele suceder, despertó gran simpatía, a la vez que recelos y envidias en sectores de la sociedad “bienpensante”, laicos clericales, y algunos eclesiásticos, incluido el obispo, mal informado, que había sido hasta entonces su protector que lo introdujo entre los familiares de la curia.

Aquí se abre un paréntesis doloroso para Poveda que dura poco. Tras alejarse por voluntad propia del entorno accitano, bella ciudad, objeto de la primera evangelización por san Torcuato, uno de los siete varones apostólicos, que la tradición afirma fue ebviado por el mismo san Pablo, desde Tarragona. Poveda decía mucho después: “confieso ingenuamente que pensé que me enterrarían en las cuevas”.

Herido, cansado, enfermo, por una serie de malentendidos, en los nombramientos, providencialmente recala en Covadonga, Asturias. Con tiempo para meditar, al lado del chorrón, tras el que se vislumbra la imagen de María, reflexiona sobre la situación educativa del país y de Europa, y en 1911, inicia un movimiento, impulsado por mujeres, origen de la Institución Teresiana, para formar profesorado cristiano. Decía: “Quién sabe para qué me ha traído Dios tan joven a este santo lugar”. Aquí la Santina le inspiraría primero la idea de aunar la labor de los maestros católicos, que no llegó a cuajar, y luego fundar la Institución Teresiana.

Su obra se extiende muy rápidamente. Abre academias para normalistas, residencias universitarias, colegios de primera y segunda enseñanza, y centros pedagógicos. Crea una amplia red de profesionales, personas vocacionadas a unir fe y ciencia, fe y cultura, fe y justicia, en tiempos muy difíciles. Desde el principio, se incorporan a la Obra, farmacéuticas, médicas, etc. aunque el grueso de los miembros son educadores. Poveda pensó en usar los medios públicos para su labor, en paralelo con los colegios de cattólicos. Una idea innovadora, providencial cuando inició la persecución religiosa.

En Jaén, el joven sacerdote conocerá a Pepita Segovia (Elena Furiase), primera graduada por la Escuela Superior del Magisterio, y primera inspectora de primera enseñanza de provincia andaluza. Primera directora de la Institución Teresiana, será pilar insustituible en la Obra de Poveda, dentro y fuera de España. Y a la muerte de este, reinvindicó los años pasados “pensando y proyectando” juntos. Segovia es venerable, y su proceso de canonización sigue los plazos de la Santa Sede.

Para saber más enlazar con la productora pinchando aquí

 

Presentan un libro con testimonios inéditos sobre sor Patrocinio

Frente a quienes la han denigrado con el titulo despectivo de “la monja de la llagas”, la investigación del catedrático Javier Paredes desvela la gran dimensión humana y espiritual de esta mujer

El catedrático de Historia de la Universidad de Alcalá, Javier Paredes, presentó este jueves en el convento de San José, Jesús y María de Madrid su nuevo libro, “Las llagas de la monja” (Editorial San Román), dedicado a la vida de sor Patrocinio en el convento del Caballero de Gracia entre los años de 1829 a 1835. En el acto intervinieron el propio editor de la obra; la presidenta de la Asociación Mariana de Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordias, Cristina Ruiz-Alberdi; sor María del Carmen de los Ríos, presidenta de la Federación de Castilla de la orden de las  Concepcionistas Franciscanas; la abadesa de la comunidad de Caballero de Gracia, sor Gilma Salgado Grisales; el rector del Oratorio del Caballero de Gracia, el sacerdote Juan Moya; y el director del periódico La Razón, Francisco Marhuenda.

A pesar de la documentación que existe sobre la religiosa, se conoce apenas un pequeño porcentaje de lo que fue su rica y apasionante vida. En la pila bautismal recibió el nombre de María Josefa de los Dolores Anastasia, junto con los apellidos Quiroga y Capopardo. Cuando profesó pasó a adoptar los nombres de sor María Rafaela de los Dolores y Patrocinio, aunque es más conocida con el titulo despectivo de “la monja de las llagas”. El personaje cobra actualidad gracias al trabajo recién presentado, que desmonta las tesis de los detractores de esta mujer excepcional. La investigación de Javier Paredes puede constituir un documento muy valioso para añadir en su proceso de beatificación.

Para elaborar el libro, además de los datos de archivo, ha sido fundamental el cuaderno que los superiores franciscanos mandaron escribir a la abadesa de sor Patrocinio, la madre Pilar, que cuenta cómo se produjeron los éxtasis, los estigmas, las visiones, los ataques y persecuciones del demonio, las profecías, los milagros y todos los fenómenos extraordinarios que tuvieron lugar durante esos años. Quizás el momento más importante de su existencia se produjo el 13 de agosto de 1831, cuando a la religiosa se le apareció la Virgen y le dejó una imagen suya bajo la advocación del Olvido, Triunfo y Misericordias. La aparición, que tuvo gran resonancia, fue reconocida y aprobada por el papa Gregorio XVI.

“Las llagas de la monja” incluye las notas inéditas que tomó la madre Pilar, a las que el editor ha añadido comentarios a pie de página enmarcando los acontecimientos en el ambiente histórico del siglo XIX y el catedrático de Metafísica Eudaldo Forment, una extensa introducción de ochenta páginas. Los lectores podrán disfrutar de un testimonio de primera mano, fehaciente y honesto, sobre las virtudes sobrenaturales de sor Patrocinio.

 

San Francisco de Sales – 24 de enero

«Este aclamado obispo de Ginebra, doctor de la Iglesia, patrón de los escritores y periodistas católicos, por amor a Cristo se impuso doblegar su defecto dominante, y con su gracia, se convirtió en el excelso doctor de la dulzura»
 
La vida de este «apóstol de la amabilidad», doctor de la Iglesia, es uno de los claros ejemplos de lucha sin cuartel contra el defecto dominante y muestra de que cuando se ama a Dios, con su gracia, todo es posible. Otros ejemplos vemos a diario en esta sección de ZENIT.

Nacido en el castillo de Sales, en Saboya, el 21 de agosto de 1567, fue conquistando la virtud día tras día. En ella condensaba la exquisita enseñanza evangélica que había recibido de su madre, excelente narradora de la fe que desmenuzó ante los ojos inquietos del niño. Heredó su paciencia y constancia, así como la elegancia en el trato. Temiendo su padre que la influencia materna hiciera de él un hombre frágil, designó al riguroso y exigente padre Déage para ser su preceptor. El santo agradeció siempre sus enseñanzas y las acogió humildemente. Eso sí, determinó actuar con los demás de un modo distinto, allanándoles el camino y liberándoles del peso que encierra el perfeccionismo. Al recibir la primera comunión en el colegio de Annecy con 8 años, estableció las consignas que seguiría su vida de entrega a Cristo: orar, visitar al Santísimo, ayudar a los pobres y leer vidas ejemplares. Procuró ser fiel a ellas hasta el fin de sus días.

Sentía ardientes deseos de consagrarse a Cristo, pero su padre lo envió a estudiar a París. Recibió educación en el colegio Clermont de los jesuitas, que combinaba con dos horas diarias de equitación, esgrima y baile, bajo la dirección del padre Déage, en un plan diseñado por él que incluía confesión y comunión semanal. Destacó en retórica, filosofía y teología. La determinación que tomó de consagrarse a la Santísima Virgen le ayudó a superar todas las pruebas que sufrió en esa época, manteniendo incólume su pureza. Sus modelos eran san Francisco de Asís y san Felipe Neri.

A los 18 años era manifiesta su inclinación a la ira. Y, consciente de ello, ponía todo su empeño en contenerla. Se dice que la sangre se agolpaba en sus mejillas en determinadas situaciones incómodas para él. Qué esfuerzos haría para someter este defecto que quienes le conocían, al ver su delicado trato, consideraban que estaba libre de esa tendencia y jamás podrían haber imaginado el combate interior que libraba. Experimentaba también una profunda angustia que le llevaba a pensar en su condenación. Esta idea se le clavó hondamente y trazó en su organismo las huellas de su inquietud: una suma delgadez y el temor por su razón. Le aterrorizaba saber que en el infierno no podría amar a Dios. Este desasosiego se disipó al recitar ante la Virgen la oración de san Bernardo «Acordaos…», y también le ayudó a curar su orgullo. 

En 1588 comenzó a estudiar derecho en Padua, como deseaba su padre, sin descuidar la teología que precisaba dominar para ser sacerdote. Aún seguía estrictamente el plan de vida que se trazó a los 8 años. Todos los días hacía su examen particular; tenía presente su defecto dominante: el mal genio, y veía si había actuado con la virtud contraria a esta tendencia. Oraba, meditaba, se proponía ser cada día más amable en su trato con los demás, con la prudencia debida, trayendo a su mente la presencia de Dios. Prosiguió defendiendo su vocación con paciencia y tesón hasta que logró vencer la férrea voluntad de su padre en cuyos planes no entraba la opción de entrega total a Dios, sino que esperaba que hubiera contraído matrimonio eligiendo esa otra forma de vida.

Finalmente, logró su deseo, y fue ordenado sacerdote. Lo destinaron a la costa sur del lago de Ginebra para luchar contra el protestantismo, y allí desplegó todas sus artes obteniendo numerosas conversiones. En esta compleja misión de Chablais tuvo que hacer acopio de paciencia y esperar confiadamente que en el árido corazón de las gentes germinase la semilla de la fe. El arma fue el amor, y así lo confió él mismo a santa Juana Chantal: «Yo he repetido con frecuencia que la mejor manera de predicar contra los herejes es el amor, aún sin decir una sola palabra de refutación contra sus doctrinas». En 1602 fue designado obispo de Ginebra, sucediendo en el gobierno de la diócesis al prelado Claudio de Granier. Fijada su residencia en Annecy, enseguida destacó por su generosidad, caridad y humildad. 

Juana Chantal fue una de las incontables personas a las que dirigiría espiritualmente. La conoció en 1604 cuando predicaba un sermón de Cuaresma en Dijón. Con ella fundó la Congregación de la Visitación en 1610. Como rector de almas no tenía precio. Era bondadoso y firme a la par. En su Introducción a la vida devota había hecho notar: «Quiero una piedad dulce, suave, agradable, apacible; en una palabra, una piedad franca y que se haga amar de Dios primeramente y después de los hombres». Acuñó esta conocida apreciación, surgida de su experiencia: «un santo triste es un triste santo». A él se debe también la consigna escrita en su Tratado del Amor de Dios«La medida del amor es amar sin medida». Preocupado por la genuina vivencia de la caridad evangélica había escrito: «No nos enojemos en el camino unos contra otros»«Caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo». Así había vivido: entregado a los demás; hecho ascua de amor. 

Tras su muerte, acaecida en Lyon el 28 de diciembre de 1622, monseñor Camus manifestó que al extraerle la vesícula biliar hallaron nada menos que 33 piedras. Eso da idea del ímprobo esfuerzo que habría hecho el santo a lo largo de su vida para trocar en mansedumbre y dulzura un temperamento volcánico poderosamente inclinado al mal genio y a la cólera. Fue canonizado el 19 de abril de 1665 por Alejandro VII. Es patrón de los escritores y periodistas católicos.