El papa Francisco en su viaje apostólico a Paraguay tuvo un
encuentro con los obispos al término de la misa en Ñu Guasu.
Durante la reunión, el Santo Padre les leyó a los prelados
paraguayos una carta que le había hecho llegar monseñor
Rogelio Livieres Plano, obispo emérito de Ciudad del Este, a
través de la Nunciatura apostólica.
El obispo castrense del
Paraguay, monseñor Adalberto Martínez habría comentado que el
Papa les leyó la carta de monseñor Livieres y que éste “le
expresó su gratitud y plena comunión con él". El obispo
castrense luego declaró: "Estamos felices, porque monseñor
Livieres pudo expresarle eso al Santo Padre”.
Los términos de la misma no fueron difundidos, si bien la
Agencia de Noticias AICA publicó una entrevista al prelado
español, que reproducimos a continuación y permite entender
que la difícil situación que se había creado se ha
normalizado.
La entrevista ha sido realizada por el director de
posgrados de Comunicación de la Universidad Austral de Buenos
Aires, Damián Fernández, que conversó con monseñor Livieres,
actualmente en Argentina, donde guarda reposo debido a un
cuadro de salud complejo.
¿Cómo vive estos días de enfermedad?
- Estos días de enfermedad, los vivo cerca de Dios. Cerca de
Él y cerca de la gente que me ayuda tanto y está a mi
alrededor: Sin ellos no sé qué haría.
Desde este momento y situación, ¿cómo resumiría
una vida intentando servir a la Iglesia?
- Es una vida felicísima. Con solo intentar servir a Dios y a
la iglesia ya el Señor bendice con la alegría y hace que uno
esté contento, independientemente de las circunstancias.
Como obispo, ¿cómo describiría al pueblo
paraguayo?
- Muy piadoso, muy cercano a la Virgen, a los santos. Ahora,
tiene que mejorar en algunos aspectos, por ejemplo, el uso de
los sacramentos. No el bautismo, que se bautizan mucho, pero
sí los demás, que quizás no están lo suficientemente
desarrollados.
¿Qué destaca de sus diez años como obispo de
Ciudad del Este?
- Muchos puntos. Pero quería sobre todo señalar el seminario,
con más de cien alumnos, y la producción de sacerdotes: ordené
60 estos últimos tres años, que es cuando empezó el seminario
a producir sacerdotes.
¿Hay algo de lo que se arrepienta?
- Muchísimas cosas. Todos los días pido perdón al Señor por
las cosas que hice mal, antes de dormir. Las enumero, por lo
menos las que me doy cuenta, y el Señor baja con su perdón y
con su paz.
¿Algo que merezca una ulterior aclaración?
- Quiero decir que en todo momento estuve yo unido al Papa y a
la Iglesia, que ni de cerca ni de lejos estuve con una
disposición cismática, sino que señalé algunos errores que se
han contemplado posteriormente en la legislación. Por ejemplo,
en la expulsión de obispos, que antes era completamente
voluntad del Papa, y ahora también lo es por supuesto, pero se
debe seguir una reglamentación que yo sugerí.
En las declaraciones públicas, ¿la actitud de
un pastor frente al error debe ser igual a su actitud con los
que se equivocan?
- La misericordia siempre tiene que estar presente en los
juicios, no solamente del obispo sino de las personas
particulares, de todos. Así es que, en general, tuve un buen
recibimiento, porque procuré vivir la caridad delicadamente,
de forma que se encuentre la persona no juzgada sino ayudada.
¿Cuáles son los principales desafíos que
enfrenta la Iglesia en Paraguay?
- La evangelización más profunda. La gente realmente es
piadosa pero superficial, en el sentido de que hay puntos
centrales de la doctrina católica que no se viven o no se
plantean, o se plantean flojamente. Por ejemplo, todo el uso
de los sacramentos, el uso de la Palabra de Dios, que es mayor
ahora, pero hay mucho que hacer. Las dos cosas,
fundamentalmente, que son los puntos en los que la Iglesia se
erige: la salvación de las almas y la predicación de los
sacerdotes.
¿En qué medida puede ayudar el viaje del Santo
Padre?
- En una gran medida, porque es un sacudón espiritual y una
ocasión para manifestar la unidad, el afecto y, en el caso de
los laicos y demás personas de la Iglesia, la proximidad
también de ellos. No es el Papa una figura lejana sino que es
una figura cercana; antes se decía: “ni aunque venga el Papa”,
como una cosa imposible, y ahora el Papa viene y se subsana
esa situación.
¿Cómo es su relación hoy con el papa Francisco,
luego de que decidiera separarlo de su diócesis?
- Es una relación buena porque nos hemos comunicado mutuamente
y siento el afecto del Papa y él siente el afecto mío hacia
él. Así que creo que las cosas están en su camino. Lleva
tiempo arreglarlo pero se va a arreglar con la ayuda de todos,
la oración de todos: tantos rezan por mí, a Dios gracias, y lo
siento. Así seguiremos avanzando en el camino de unidad y el
afecto con todos. Por mi parte siempre hubo afecto a la figura
del Papa independientemente de quien fuera, ahora lo conozco y
sé quién es.
¿Y con su sucesor al frente de la Iglesia de
Ciudad del Este?
- Una relación magnífica. Él vino a casa a verme varias veces,
cinco, y yo le escribo, le llamo. Tenemos una fluida relación.
Le he pedido yo algunas cosas que las cumplió inmediatamente,
y hasta ahora no cambió nada de lo que yo hice, así que somos
muy próximos. Es un hombre excelente, buenísimo. Como el que
yo estaba buscando como sucesor mío, porque la salud no me da,
pero Dios me ha enviado, a través del Papa, una persona
desconocida para mí, que reúne todas las condiciones.
¿Pueden contribuir de alguna manera los fieles
para que el Sínodo de la Familia sea fecundo?
- Yo he animado siempre a todos a rezar por el tema del Sínodo
que hubiera. Así que los fieles laicos pueden contribuir con
su oración, con su sacrificio personal, a la realización de
este acontecimiento grande de la Iglesia del que esperamos
muchos frutos.
Pedir perdón y perdonar es a veces algo
heroico. ¿Podría ofrecernos un testimonio personal sobre esta
dimensión central del cristianismo?
- La verdad es que a mí no me cuesta perdonar. Tengo un
carácter que revienta cada tanto, pero enseguida me llevo bien
con las personas, no es que guarde rencor, en absoluto. Me
parece que perdonar y ser perdonado es un trámite habitual en
la vida de la Iglesia. Todos tenemos que hacer eso si queremos
funcionar como buenos hijos de Dios.
¿Qué expectativas tiene del año santo de la
Misericordia definido por al Papa para 2016?
- Me parece que es muy apropiado y fantástico el tema que
ofrece al mundo católico para el año que viene. Dios quiera
que tenga tantos frutos como han tenido los demasiados años
santos.
(Damián Fernández)