Serie “Lo que Cristo quiere de nosotros” – Cristo quiere que confiemos en Él - Fallece Juan del Carmelo

Juan del Carmelo, el famoso bloguero de Religión en Libertad, ha muerto esta mañana en Madrid

 

Con tristeza he conocido la noticia del fallecimiento de Juan del Carmelo, bloguero de Religion en Libertad. Hombre de fe arraigada en Dios e hijo fiel de la Iglesia católica. Pido, personalmente, por él a Dios Nuestro Señor, para que lo acoja en su seno. También acompaño en el sentimiento a su familia y conocidos.  Descanse en paz, Juan del Carmelo.


Lo que Cristo Quiere de nosotros - Cristo quiere que confiemos en Él

Somos hijos de Dios y, por tanto, nuestra filiación divina, supone mucho. Por ejemplo, que en la misma tenemos a un hermano muy especial. Tan especial es que sin Él nosotros no podríamos salvarnos. Sencillamente moriríamos para siempre. Por eso entregó su vida y, por eso mismo, debemos, al menos, agradecer tan gran manifestación de amor. Y es que nos amó hasta el extremo de dar subida por todos nosotros, sus amigos.

El Hijo del hombre, llamado así ya desde el profeta Daniel, nos ama. Y nos ama no sólo por ser hermano nuestro sino porque es Dios mismo. Por eso quiere que demos lo mejor que de nosotros mismos puede salir, de nuestro corazón, porque así daremos cuenta de aquel fruto que Cristo espera de sus hermanos los hombres.

Jesús, sin embargo o, mejor aún, porque nos conoce, tiene mucho que decirnos. Lo dijo en lo que está escrito y lo dice cada día. Y mucho de los que nos quiere decir es más que posible que nos duela. Y, también, que no nos guste. Pero Él, que nunca miente y en Quien no hay pecado alguno, sabe que somos capaces de dar lo mejor que llevamos dentro. Y lo sabe porque al ser hijos de Dios conoce que no se nos pide lo que es imposible para nosotros sino lo que, con los dones y gracias que el Padre nos da, podemos alcanzar a llevar a cabo.

Sin embargo, no podemos negar que muchas veces somos torpes en la acción y lentos en la respuesta a Dios Padre.

A tal respecto, en el evangelio de san Juan hace Jesús a las, digamos, generales de la Ley. Lo dice en 15, 16:

 “No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda”.

En primer lugar, no nos debemos creer que nosotros escogemos a Cristo. Quizá pudiera parecer eso porque, al fin y al cabo, somos nosotros los que decimos sí al Maestro. Sin embargo, eso sucede con el concurso de la gracia antecedente a todo lo que hacemos. Por eso es el Hijo de Dios el que nos escoge porque antes ha estado en nuestro corazón donde tenemos el templo del Espíritu Santo.

Pero importa saber para qué: para dar fruto. Y tal dar fruto sólo puede acaecer si damos cumplimiento a lo que Jesucristo espera de nosotros. Y que es mucho porque mucho se nos ha dado.

Cristo quiere que confiemos en Él

En nuestra fe católica hay realidades que son importantes y otras que lo son aún más. Todo no puede ser igual porque no todo es igual. Así, por ejemplo, el primer Mandamiento de la Ley de Dios es “Amarás a Dios sobre todas las cosas…”. Es decir, todo lo demás ha de guardar relación con tal Mandamiento.

Pues bien, con relación a la que establecemos con el Hijo de Dios, nuestro hermano Jesucristo, también hay algo que, por esencial y básico, nunca deberíamos olvidar pero que, por desgracia, sí olvidamos.

¿Qué es eso tan importante y sin lo cual todo lo demás no se sostiene?

Sencillamente se cifra todo en una palabra que muestra hasta qué punto somos discípulos de Cristo: confianza.

La palabra “confiar” tiene, entre sus significados uno que dice esto:

 “Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa.”

Vemos, por tanto, que confiar supone tener una opinión tan buena de alguien que nos permite tener en cuenta a tal persona de una manera, digamos, tan grande en nuestro corazón que no dudamos en dejarnos llevar por lo que cree, piensa u opina. Y sin suponer esto un sometimiento enfermizo a favor de la misma, bien podemos decir que puede suponer, para nosotros, una gran ayuda.

Eso es, por tanto, lo que quiere Jesucristo de nosotros: que confiemos en Él.

A este respeto, estamos más que seguros que podemos contradecir aquello que dice, dadas las circunstancias en las que vivimos, que “No nos podemos fiar de nadie” o, lo que es lo mismo, que no podemos confiar en nadie. Nosotros sabemos que sí podemos confiar en Cristo y que en tal confianza debemos cifrar nuestra vida y existencia.

Confiar en Cristo ha de suponer mucho. Es decir, no se trata de algo ciego que hacemos porque así está así establecido. Y es que si Dios dejó dicho que Aquel era su Hijo y que debíamos escucharlo, era porque era su Hijo y debíamos escucharlo. Y, entonces, confiar en Él.

En un momento determinado de la Segunda Epístola a Timoteo (1, 12) dice san Pablo esto:

 “Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel Día.”

Es decir, que aquel que había empezado persiguiendo a los discípulos de Cristo y se había convertido en uno de ellos estaba sufriendo mucho por serlo. Sin embargo, no se arredra ante lo que le pasa. Y no se viene atrás o abajo porque sabe de Quién se ha fiado o, lo que es lo mismo, en Quién ha puesto su fe.

En realidad, confiar en Cristo supone mucho. Por ejemplo:

Creer en su amor que no vemos.

No abandonar ante los problemas porque sabemos en Quien podemos apoyarnos.

Orar a Dios sabiendo que, a través de Cristo, somos escuchados.

Tener la seguridad de que acompaña nuestra vida.

Confiar en Cristo es la roca sobre la que podemos construir una existencia, ordinaria y común, sin apegos al mundo y a lo que nos ofrece el Mal a través de sus muchos discípulos. Y es una roca fuerte que no se vendrá abajo ni se hundirá cuando llegue la tormenta ni nos aceche la tempestad. Roca que se sostiene en el Amor de Dios y en su poder total y misericordioso; Roca sobre la que apoyar el edificio de nuestro corazón y nuestra alma.

Y es que debemos confiar en Quien es el Camino, la Verdad y la Vida. ¿Puede haber Alguien más importante en quien poner nuestra confianza?

¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!

  

Nota: agradezco al web católico de Javier las ideas para esta serie.

 

Eleuterio Fernández Guzmán