ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 18 de junio de 2015

La frase del día 18

"Hay un espectáculo más grandioso que el mar, y es el cielo; hay un espectáculo más grandioso del cielo y es el interior de un alma". Victor Hugo

 


El papa Francisco

Laudato si': una visión general sobre la encíclica
El documento supone un extraordinario compendio de la doctrina social de la Iglesia sobre los grandes desafíos de la humanidad

Laudato si': ¿Qué pretende el Papa con la encíclica?
El mismo Pontífice explica las motivaciones del documento y por qué pide a toda la sociedad un cambio de mentalidad y de comportamiento

Laudato si': presentaron en el Vaticano la nueva encíclica
El portavoz Lombardi: “Un documento que ha sido muy esperado por todos”. El cardenal Turkson: “Hay que abordar el problema de manera integral”

Laudato si': la primera encíclica con datos científicos
El documento pone a la ciencia y al progreso junto a la fe y la ética. Los datos están enteramente de acuerdo con la mejor investigación actual

Laudato si' - El arzobispo de Madrid: La encíclica invita a un examen de conciencia
Sobre cómo se vive la comunión con Dios, con los otros, con uno mismo, y también con todas las criaturas y la naturaleza.

Laudato si' - Cáritas: el Papa propone un nuevo estilo de vida
El presidente de Cáritas Internacional, el cardenal Tagle, señala que el documento aporta una visión dirigida a reequilibrar las desigualdades entre ricos y pobres

Texto completo de la encíclica Laudato si'
Documento del papa Francisco sobre "el cuidado de la casa común"

Laudato si': una invitación a la unidad de los cristianos
El representante de la Iglesia ortodoxa indica que existe ya comunión de los cristianos en el martirio, y también debería haberla en defender el evangelio de la creación

Laudato si' - El cardenal Cañizares: la ecología integral, unida a la ecología humana
Presentación de la nueva encíclica en la archidiócesis de Valencia. Cañizares: “No es una encíclica ecologista, en el sentido habitual del término”. Monseñor Escudero: "la `conversión ecológica´ no es solo plantar árboles"

Mundo

Comienza el Ramadán, el período de penitencia para el islam
Esta tradición, uno de los pilares del islam, implica la abstinencia total de comida, bebida y relaciones sexuales desde el alba hasta la puesta del sol

Espiritualidad y oración

El Papa en Sta. Marta: 'sin la ayuda de Dios no podemos caminar'
En la homilía de este jueves, el Santo Padre recuerda que somos débiles pero en Dios encontramos nuestra fuerza 

Santa Juliana Falconieri - 19 de junio
«Pasión por el Santísimo Sacramento. A punto de morir se obró un prodigioso milagro que le permitió recibir el Cuerpo de Cristo en unas circunstancias que le hubieran impedido comulgar como suplicó con vehemencia»


El papa Francisco


Laudato si': una visión general sobre la encíclica
 

El documento supone un extraordinario compendio de la doctrina social de la Iglesia sobre los grandes desafíos de la humanidad

Por Iván de Vargas

Madrid, (ZENIT.org)

La Santa Sede ha presentado este jueves la nueva encíclica del papa Francisco, titulada “Laudato si', sobre el cuidado de la casa común”, y que versa sobre asuntos relacionados con la ecología y el desarrollo pleno del género humano. Mirado en sus 187 páginas, el texto cuenta con una introducción, seis capítulos y dos oraciones finales.

En el documento, el Santo Padre propone una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales, inseparablemente vinculadas con la situación medio ambiental. En esta perspectiva, el Pontífice invita a emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda que ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico.

Al inicio de la encíclica, el Papa recuerda el “Cántico de las criaturas” de san Francisco de Asís para hacer un llamamiento urgente a un nuevo diálogo sobre el modo en que se está construyendo el futuro del planeta. Se necesitan los talentos y la implicación de todos --dice-- para reparar el daño causado por el abuso humano a la creación de Dios.

En el capítulo primero, dedicado a “Lo que le está pasando a nuestra casa”, el Santo Padre aborda la contaminación y el cambio climático; la cuestión del agua; la pérdida de la biodiversidad; el deterioro de la calidad de la vida humana y la degradación social; la inequidad planetaria; la debilidad de las reacciones; y la diversidad de opiniones que existen respecto a estas problemáticas.

En el capítulo segundo, titulado “El Evangelio de la creación”, el Pontífice se refiere a la luz que ofrece la fe; la sabiduría de los relatos bíblicos; el misterio del universo; el mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado; una comunión universal; el destino común de los bienes; y la mirada de Jesús.

En el capítulo tercero, que se ocupa de la “Raíz humana de la crisis ecológica”, Francisco trata sobre la tecnología: creatividad y poder; la globalización del paradigma tecnocrático; la crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno.

En el capítulo cuarto, que trata sobre “Una ecología integral”, el Papa reflexiona sobre la ecología ambiental, económica y social; la ecología cultural; la ecología de la vida cotidiana; el principio del bien común; y la justicia entre las generaciones.

En el capítulo quinto, titulado “Algunas líneas de orientación y acción”, el Santo Padre propone el diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional; el diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales; el diálogo y transparencia en los procesos decisionales; la política y economía en diálogo para la plenitud humana; y las religiones en el diálogo con las ciencias.

En el capítulo sexto, dedicado a la “Educación y espiritualidad ecológica”, el Pontífice invita a apostar por otro estilo de vida; por una educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente; y por una conversión ecológica. Otros temas son: el gozo y la paz, el amor civil y político, los signos sacramentales y el descanso celebrativo, la trinidad y la relación entre las criaturas, la reina de todo lo creado y más allá del sol.

El texto concluye con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en “un Dios creador omnipotente”, y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, que rima con el estribillo “Laudato si'”, que abre y cierra la encíclica.

El documento trata la cuestión medio ambiental desde un enfoque pastoral, teniendo en cuenta diferentes aspectos. En esta línea, algunos de sus ejes temáticos son: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta; la convicción de que en el mundo todo está conectado; la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología; la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso; el valor propio de cada criatura; el sentido humano de la ecología; la necesidad de debates sinceros y honestos; la grave responsabilidad de la política internacional y local; la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida. Pero también advierte que la 'tierra madre' debe ser defendida y no idolatrada, que la vida tiene que ser protegida, así como los ancianos, y que es necesario pensar al futuro que le dejaremos a las generaciones que hoy están naciendo.

En su esperada encíclica, el papa Francisco proclama además que la destrucción de la naturaleza es un pecado mortal moderno, no exento de graves consecuencias. Porque Dios perdona siempre, los hombres a veces, pero la tierra no perdona nunca. Aun así, subraya que no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse.

En realidad, el texto supone un extraordinario compendio de la doctrina social de la Iglesia sobre los grandes desafíos socio-culturales, político-económicos y religioso-antropológicos de la humanidad en nuestros días y en el futuro.

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Laudato si': ¿Qué pretende el Papa con la encíclica?
 

El mismo Pontífice explica las motivaciones del documento y por qué pide a toda la sociedad un cambio de mentalidad y de comportamiento

Por Rocío Lancho García

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El santo padre Francisco ha hecho una invitación urgente a dialogar sobre cómo estamos construyendo el futuro del planeta porque “necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”. Del mismo modo advierte que las “soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustradas no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás”.

Esta es la llamada concreta del Papa en su encíclica Laudato si', sobre el cuidado de la casa común, publicada este jueves.

En la introducción del documento, al explicar las motivaciones para escribirla, Francisco indica que “el desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar”. Reforzando esta visión optimista, Francisco asegura que “el Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado”.

Igualmente recuerda que la humanidad “aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”. Y por eso, el Santo Padre alienta y da las gracias a todos los que están trabajando para garantizar la protección de la casa que compartimos.

Sin embargo, el Papa subraya que las actitudes que obstruyen los caminos de solución, incluso entre los creyentes, “van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas”, advierte.

Por otro lado, el Pontífice asegura que los jóvenes nos reclaman un cambio y se preguntan “cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos”. El Santo Padre manifiesta su deseo de que este documento ayude a reconocer la grandeza, la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta.

Asimismo, da unas indicaciones sobre la estructura de la encíclica. En primer lugar, hace “un breve recorrido por distintos aspectos de la actual crisis ecológica”, con el fin de “asumir los mejores frutos de la investigación científica actualmente disponible, dejarnos interpelar por ella en profundidad y dar una base concreta al itinerario ético y espiritual”. A partir de esa mirada, el Papa retoma algunas razones que se desprenden de la tradición judeo-cristiana, “a fin de procurar una mayor coherencia en nuestro compromiso con el ambiente”.

Luego trata de llegar a las raíces de la actual situación para no mirar “sólo los síntomas sino también las causas más profundas”. A la luz de esa reflexión el Pontífice quiere avanzar “en algunas líneas amplias de diálogo y de acción que involucren tanto a cada uno de nosotros como a la política internacional”.

Finalmente, al mostrarse convencido de que todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo, propone “algunas líneas de maduración humana inspiradas en el tesoro de la experiencia espiritual cristiana”. Según el Santo Padre, se requieren propuestas “de diálogo y de acción que involucren a cada uno de nosotros y a la política internacional” y que “nos ayuden a salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos sumergiendo”. Del mismo modo, asegura que es imprescindible que la construcción de caminos concretos no se afronte de manera ideológica, superficial o reduccionista. El Pontífice indica que urgen acuerdos internacionales que se cumplan, dada la fragilidad de las instancias locales para intervenir de modo eficaz.

Para concluir esta presentación de la encíclica, el Santo Padre señala algunos ejes que atraviesan todo el documento. Entre ellos están: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida.

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Laudato si': presentaron en el Vaticano la nueva encíclica
 

El portavoz Lombardi: “Un documento que ha sido muy esperado por todos”. El cardenal Turkson: “Hay que abordar el problema de manera integral”

Por Sergio Mora

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

La nueva encíclica del papa Francisco, Laudato si' fue presentada este jueves en el Vaticano. “Un documento muy esperado” indicó el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi. Añadió que “hace un mes el Papa inició a compartir la encíclica con los obispos. Finalmente el texto definitivo, acompañado por un nota escrita a mano y traducida en diversos idiomas. Encabezado por el IHS, el Papa le indicó a los obispos: “En el vínculo de la unidad, de la caridad y de la paz en el que vivimos como Obispos, te envío mi carta Laudato si' sobre el cuidado de nuestra casa común, acompañada por mi bendición. Unidos en el Señor, y por favor no te olvides de rezar por mí"

A continuación el cardenal Peter Turkson, hizo su presentación y reiteró que la encíclica toma el nombre del Cántico de las Criaturas, 'Laudato si'.

¿Qué tipo de mundo queremos transmitir a quienes vienen detrás de nosotros? ¿Cuál es la finalidad de nuestra vida? Si no nos hacemos estas preguntas de fondo, nuestras preocupaciones ecológicas dificilmente tendrán consecuencias importantes.

Subrayó que el Papa indica la necesidad “de cambiar de ruta asumiendo un empeño en defensa de la Casa común”. Reconoce que hay mayor preocupación en el mundo sobre el degrado ecológico, y que “el ser humano es capaz de intervenir positivamente, no todo está perdido”.

El concepto de la “ecología integral”, está en el centro de la encíclica, indicó el cardenal, porque el Papa invita a interactuar con Dios, con los otros seres humanos y con la creación. 

“No hay dos crisis separadas, la ambiental y la social, sino una misma crisis socioambiental” y la solución pide abordar el problema de manera integral, integrando a los excluidos. Subrayó la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, que está profundamente interconectado.

Y recordó que es "una invitación a entender de otra manera la economía y el progreso". Esto requiere debates sinceros y honestos, y un rechazo a la cultura del descarte y proponer otro modelo de vida.

Los seis capítulos delinean un recorrido preciso, indicó el purpurado, partiendo de los mejores datos científicos disponibles, para dar una base concreta a lo que sigue. Y fue enumerando las particularidades de los diversos capítulos.

El cardenal concluyó recordando que es un deber entender como en esta encíclica se entrelazan puntos de vista desde el económico, al social, del científico al teológico y muchos otros. No se puede dejar todo solamente a las políticas ambientales. La responsabilidad es de todos, es un asunto internacional. 

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Laudato si': la primera encíclica con datos científicos
 

El documento pone a la ciencia y al progreso junto a la fe y la ética. Los datos están enteramente de acuerdo con la mejor investigación actual

Por Sergio Mora

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El profesor Hans Joachim Schellnhuber, del Instituto de Postdam sobre Impacto climático e investigación, tomó la palabra durante la presentación de la encíclica, “la primera encíclica que es acompañada en la presentación con un power point” dijo.

Añadió que el documento pontificio es enteramente único porque usa dos voces potentes en el mundo, de un lado la fe y de otro la ciencia.

A veces se dice, indicó el científico, que “el clima ha cambiado siempre en las épocas, pero el cambio reciente es muy diverso del de los milenios atrás”; y proyectando algunos gráficos mostró por ejemplo la estabilidad de los últimos 11 mil años, lo que permitió la agricultura entre otras cosas.

Indicó que los cambios climáticos dependen de tres factores: la órbita de la Tierra a veces diversa entorno al Sol, los pequeños cambios de grados en su eje, lo que produce alternaciones y el efecto invernadero.

Mostró también un gráfico con el resumen de miles de datos sobre los mares. Partió de la revolución industrial en Inglaterra y Europa, a la que se suma Estados Unidos, y así el resto de los países, llegando a China que en veinte años iguala al resto por las emisiones de carbono.

A continuación mostró la diferencia de rédito y la relación de producción de carbono relacionado con la riqueza. Los pobres contaminan poco, indicaron los gráficos, mientras el consumo de los países del primer mundo muchísimo más. Concluyó que para el final de este siglo se espera un calentamiento de entre 5 y 7 grados.

Todo lo que está en la encíclica está de acuerdo con las pruebas científicas, aseveró el estudioso.

Se presentaron también gráficos sobre la temperatura, que para el final de siglo se calcula un calentamiento que solamente se había registrado en milenios. Y precisó que el calentamiento global no será gradual, sino que será rápido e irreversible.

Se ha acordado que pueda subir la temperatura dos grados, recordó. Y añadió: “Piensen a la temperatura del cuerpo. Dos grados son fiebre, con cinco más uno está muerto". Indicó que “afectará a las junglas y perderemos los casquetes polares”. Consideró que estamos más allá del punto de no regreso.

El aumento de un metro del nivel del mar, como sucedería de seguir así, produciría por ejemplo huracanes. Y mientras 20 mil años atrás teníamos 4 grados menos, a final de este siglo podrán ser de 5 a 7 más.

La encíclica trae dos grandes mensajes, concluyó el profesor del Santa Fe Institute for Complex Systems Research de Estados Unidos: uno es el del razonamiento y del progreso y otro el de la ética, de la fe y de los valores cristianos. Por ello a la parte científica se añade el Cántico de las Criaturas.  

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Laudato si' - El arzobispo de Madrid: La encíclica invita a un examen de conciencia
 

Sobre cómo se vive la comunión con Dios, con los otros, con uno mismo, y también con todas las criaturas y la naturaleza.

Por Mons. Carlos Osoro

Madrid, (ZENIT.org)

El arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, ha dado una primera valoración tras una primera lectura de la encíclica Laudato si'.

 "Vemos --ha dicho-- que esta nos sitúa en la “ecología integral” y responde a cinco preguntas: 1ª. ¿Qué mundo deseamos dejar a quienes vienen detrás de nosotros?; 2ª. ¿Para qué pasamos por este mundo?; 3ª. ¿Para qué venimos a esta vida?; 4ª. ¿Para qué trabajamos y luchamos?, y 5ª. ¿Para qué nos necesita esta Tierra?

Sin estas preguntas, por muchas preocupaciones ecológicas que tengamos, no daremos una respuesta adecuada a los problemas que afectan a los hombres y a la Tierra.

Con esta Encíclica, el Papa nos invita a realizar un verdadero examen de conciencia, orientando la vida a la luz de nuestra relación con el Señor, e incluye una nueva dimensión y no sólo pone el foco en cómo se vive la comunión con Dios, con los otros y con uno mismo, sino también con todas las criaturas y la naturaleza.

A través de seis capítulos se nos dice el gran tema que está de fondo, como es la responsabilidad de todos los hombres por la Tierra, que es nuestra casa común:
I. Lo que está pasando en nuestra casa (aspectos particulares de la crisis ecológica)
II. El Evangelio de la creación (desarrolla el Evangelio de la creación)
III. La raíz humana de la crisis ecológica (una nueva orientación en la visión del mundo)
IV. Una ecología integral (una ecología que va a la par con la complejidad de la realidad. No es posible una ecología sin una adecuada antropología)
V. Algunas líneas de orientación y de acción (advertencias para la orientación espiritual y la acción)
VI. Educación y espiritualidad ecológica (una educación y una espiritualidad ecológica. El amor social clave para un auténtico desarrollo).

Con el título que da a la Encíclica, el Papa Francisco se vincula al Santo cuyo nombre escogió para sí en su elección: Francisco de Asís. Y en continuidad con el magisterio de la Iglesia, desarrolla todo su pensamiento en torno al concepto de ecología integral, que ha de ser paradigma para articular las relaciones fundamentales de la persona, con Dios, consigo misma, con los demás seres humanos y con la creación. Nos dice así el lugar específico que el ser humano ocupa en el mundo y las relaciones que debe tener con todo lo que le rodea. Retoma el magisterio de la Iglesia y también las aportaciones de filósofos y teólogos no solo católicos, sino también ortodoxos (Patriarca Bartolomé) y de las iglesias hermanas  (Paul Ricoeur), además del místico musulmán Ali Al-Khawas.

Hay que hacer una lectura de la Encíclica Laudato si desde el marco real que tiene, desde su naturaleza magisterial, pastoral y espiritual. Si no se hace desde este marco, puede ser reducida al ámbito de la definición de políticas ambientales que en estos momentos están en discusión en la agenda global. El Papa Francisco desea regalarnos este marco y entrar en un diálogo con todos los hombres, con todos los grupos sociales y comunidades religiosas". 

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Laudato si' - Cáritas: el Papa propone un nuevo estilo de vida
 

El presidente de Cáritas Internacional, el cardenal Tagle, señala que el documento aporta una visión dirigida a reequilibrar las desigualdades entre ricos y pobres

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

En su primera encíclica, presentada hoy en Roma bajo el título Laudato si'  sobre el “cuidado de la casa común”, el papa Francisco propone una visión dirigida a reequilibrar las desigualdades entre ricos y pobres.

El presidente de Cáritas Internationalis y arzobispo de Manila, cardenal Luis Antonio Tagle, ha afirmado que la encíclica refleja todo aquello de lo que Cáritas es testigo en las comunidades pobres de todo el mundo: "Ha visitado comunidades donde la gente vive sobre montones de basura. Los niños nacen en la basura, crecen y mueren allí. Se sienten como basura. Esto no es la creación de Dios, sino que es obra del hombre”.

“El papa Francisco --señala el prelado filipino-- nos está invitando a todos a reflexionar sobre esta realidad. Él nos convoca a “asumir un nuevo estilo de vida” para cambiar las estructuras económicas que han causado tanto daño y a recuperar nuestra responsabilidad por los demás y el mundo. Laudato si' inspirará el trabajo de las organizaciones Cáritas en todo el mundo en los próximos años".

Aspectos clave del trabajo de Cáritas

La encíclica aborda aspectos clave del trabajo de Cáritas en todo el mundo, como son el medio ambiente, la explotación laboral, la agricultura y la desigualdad social. Prueba de ellos es que la presidenta de la Cáritas Estadounidense (CRS), Carolyn Y. Woo, ha sido una de las cuatro personas que han intervenido esta misma mañana en la rueda de prensa de lanzamiento de la encíclica celebrada en la Sala Stampa del Vaticano.

"Nunca hemos herido y maltratado tanto nuestra casa común como en los últimos doscientos años" escribe el Pontífice en la carta. "¿Qué clase de mundo queremos dejar a quienes vienen después de nosotros, a los niños que están creciendo ahora?", se pregunta el Santo Padre.

Momento crucial para el desarrollo global

La carta papal, que aborda "la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta", llega en un momento crucial para el desarrollo global. La ONU pondrá en marcha los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en septiembre, en una Asamblea a la que asistirá Francisco. Y el diciembre próximo, los líderes de todo el mundo se reunirán en París en el marco de la Conferencia sobre el Clima de las Naciones Unidas. 

"Las últimas cumbres mundiales sobre el medio ambiente han fracaso", escribe el Papa, para quien el cambio climático es "uno de los principales retos a los que se enfrenta la humanidad". Por ello, insta a los Gobiernos a asumir compromisos vinculantes para "garantizar la protección de los ecosistemas".

La encíclica afirma que el cambio climático es un síntoma de una enfermedad más grave. Para Cáritas, ello exige una transformación de nuestras actuales formas de vida para adoptar un estilo de mayor respeto hacia las personas y hacia el planeta.

"El entorno humano y el medio ambiente natural se deterioran a la vez. No podemos luchar contra la degradación ambiental si no atendemos a las causas relacionadas con la degradación humana y social", dice el Pontífice. "Cada enfoque ecológico necesita incorporar una perspectiva social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los pobres y los desfavorecidos (…) Por sí mismo el mercado no puede garantizar el desarrollo humano integral y la inclusión social".

Mensaje de esperanza y llamada a la acción

Para Cáritas, Laudato si' es sobre todo un mensaje de esperanza y una llamada a la acción. Como señala el Santo Padre: "No todo está perdido. Los seres humanos, aunque sean capaces de lo peor, son también  capaces de elevarse por encima de ellos mismos, eligiendo otra vez aquello que es bueno y poner en marcha un nuevo comienzo".

En el plano individual, escribe el papa Francisco, tenemos la responsabilidad de llevar una vida más frugal, que ponga fin, al ciclo del querer más, pues esto significa menos para los pobres y menos para el planeta. Él nos invita a todos a jugar un papel, un reto al que están llamados otros credos. Y afirma que los cristianos tienen que entender que su "deber hacia la naturaleza y el Creador son una parte esencial de su fe".

Preguntas frecuentes sobre el cambio climático

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Texto completo de la encíclica Laudato si'
 

Documento del papa Francisco sobre "el cuidado de la casa común"

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

Descargar aquí el texto completo.

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Laudato si': una invitación a la unidad de los cristianos
 

El representante de la Iglesia ortodoxa indica que existe ya comunión de los cristianos en el martirio, y también debería haberla en defender el evangelio de la creación

Por Rocío Lancho García

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

La encíclica del papa Francisco es un llamamiento a la unidad, la unidad en la oración por el medio ambiente, en el mismo Evangelio de la creación, en la conversión de nuestros corazones y nuestros estilos de vida para respetar y amar a todos y todo lo que nos ha dado Dios. Son palabras del metropolitano John Zizioulas, en representación del patriarcado ecuménico y de la Iglesia ortodoxa, quien ha reflexionado sobre el ecumenismo en relación con la encíclica del Santo Padre presentada este jueves, Laudato si’.

​Durante su intervención en la rueda de prensa de presentación del documento pontificio, ha querido recordar que 1989 el patriarca ecuménico Dimitrios publicó una encíclica advirtiendo “de la seriedad de la cuestión ecológica y de sus implicaciones teológicas y espirituales”. En ese mismo año se propuso dedicar el 1 de septiembre de cada año a rezar por el medio ambiente. Según el calendario ortodoxo, ese es el primer día del año eclesiástico. Por ello, el metropolitano se ha preguntado si este día no podría convertirse en una fecha de oración por ese tema para todos los cristianos, marcando así “un nuevo paso para el acercamiento entre todos”.

El metropolitano también ha afirmado que ve en Laudato si’ una importante dimensión ecuménica “que plantea a todos los cristianos divididos una tarea común que deben enfrentar juntos”. Vivimos en una época  --ha explicado-- con problemas existenciales fundamentales que superan nuestras divisiones tradicionales y las relativizan casi hasta el punto de la extinción.

De este modo, ha invitado a pensar sobre lo que está sucediendo en Oriente Medio. ¿Los que persiguen a los cristianos les preguntan a qué iglesia o a qué confesión pertenecen?, se ha preguntado. “La unidad de los cristianos en estos casos se realiza por la persecución y la sangre: es un ecumenismo del martirio”, ha subrayado el metropolitano.

Igualmente sucede con la amenaza que representa para nosotros la crisis ecológica, “trasciende nuestras divisiones tradicionales”. Por ello, ha explicado que “el peligro que enfrenta nuestra casa común, el planeta en que vivimos, está descrito en la encíclica de una forma que no deja dudas sobre el riesgo existencial al que nos enfrentamos”. El metropolitano ha advertido que este riesgo es común a todos nosotros, independientemente de nuestras identidades eclesiales o confesionales. Por tanto, también debe ser común “nuestro esfuerzo para evitar las consecuencias catastróficas de la situación actual”.

El representante ortodoxo ha subrayado que la Iglesia debe ahora introducir en su enseñanza sobre el pecado, el pecado contra el medio ambiente, el pecado ecológico.

 

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Laudato si' - El cardenal Cañizares: la ecología integral, unida a la ecología humana
 

Presentación de la nueva encíclica en la archidiócesis de Valencia. Cañizares: “No es una encíclica ecologista, en el sentido habitual del término”. Monseñor Escudero: "la `conversión ecológica´ no es solo plantar árboles"

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

El arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, ha presentado este jueves, junto al obispo auxiliar de Valencia, Mons. Esteban Escudero, la nueva encíclica del papa Francisco sobre ecología y medio ambiente, de la que ha resaltado el concepto innovador de “la ecología integral” que defiende en ella el Pontífice, “que va más allá del problema ecológico” y contempla también “la protección y defensa del hombre”.

El purpurado español ha destacado que el objetivo del documento papal es “promover esta ecología integral” unida inseparablemente a la “ecología humana”. Se trata de un “enfoque nuevo, completo, no parcial” de la ecología, un enfoque que “reclama que la lectura de la encíclica sea en clave pastoral, la de un hombre preocupado por el mundo y su suerte”.

En la rueda de prensa de presentación, y respondiendo a preguntas de los periodistas, el cardenal Cañizares ha señalado que “acciones ecologistas llevan todos los partidos políticos pero acciones de una ecología integral, como plantea el Papa, ninguno”. Si no, por ejemplo, “esos partidos no llevarían el aborto o la ideología de género”.

De igual manera, el arzobispo de Valencia ha manifestado que Laudato si'  “no es una encíclica ecologista, en el sentido que se entiende habitualmente” porque “supera a los movimientos ecologistas” y, de hecho, “muchos ecologistas no se verán reflejados en ella porque los trasciende”.

Leer la encíclica en “clave pastoral”

En su presentación del texto, el purpurado ha insistido en que la nueva encíclica del Santo Padre hay que leerla en “clave enteramente pastoral”, como una “gran defensa de la naturaleza” y como “una llamada rigurosa a su protección, a la que está unida la protección y defensa del hombre inseparablemente, tanto en su dimensión personal, espiritual y social”.

Así, “esta ecología muestra que son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia por los pobres, el conjunto de la sociedad, la armonía de las naciones y la paz interior y de los pueblos”, ha puntualizado.

Igualmente, el cardenal Cañizares ha calificado la nueva encíclica como un “documento del magisterio abierto a todos, desde la luz de la fe, que no es incompatible en absoluto, --al contrario--, ni con la razón o con la ciencia”, informó la agencia diocesana AVAN.

Además, el texto del papa Francisco “se sitúa en continuidad absoluta con el magisterio anterior del papa Pablo VI, san Juan Pablo II, y Benedicto XVI”. El Pontífice “continúa este magisterio enteramente sin fisura alguna y lo amplía porque era necesario en estos momentos”, ha expresado el arzobispo de Valencia. No obstante, “es la primera encíclica que se ocupa del tema de la ecología directa y exclusivamente” y, por tanto, “marca un hito, que significa también la importancia que el Papa le da a este tema”.

Por su parte, Mons. Esteban Escudero ha realizado un resumen de los seis capítulos que forman parte de la carta “en la que el Papa constata” que, a pesar de que existe una “mayor sensibilidad” acerca de estos temas en la sociedad, “todavía hay una indiferencia” y la respuesta social es “insuficiente”.

Así, ha explicado el prelado, el Santo Padre constata “graves problemas que la ciencia de hoy está detectando” como el cambio climático o la pérdida de la biodiversidad con la desaparición de especies animales y vegetales, alterándose así los ecosistemas, y la calidad de vida humana”.

Por eso, ha proseguido, el Pontífice muestra con su encíclica “que es el momento de hacer una llamada a la reacción, primero con la oración”, de ahí la necesidad de la “espiritualidad ecológica”.

Para monseñor Escudero, la “conversión ecológica no es solo plantar árboles sino vivir el ser humano conforme a las normas del Creador”. También es importante la “acción decidida”, es decir, la acción de “movimientos sociales que presionan a los políticos creando una opinión pública que repercuta en el bien de la sociedad tomando medidas a muy larga distancia”. En este sentido, “la ecología no es algo que se pueda solucionar en unas elecciones ni mucho menos en programas políticos a cuatro años”. Por eso, “el Papa está llamado a tomar en serio este problema con una conciencia religiosa cristiana para los cristianos y con una conciencia humana y solidaria para aquellos que no crean en Dios”, ha concluido el obispo auxiliar de Valencia.

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Mundo


Comienza el Ramadán, el período de penitencia para el islam
 

Esta tradición, uno de los pilares del islam, implica la abstinencia total de comida, bebida y relaciones sexuales desde el alba hasta la puesta del sol

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

El Ramadán comienza este jueves entre los musulmanes y será seguido durante este mes por más de 1,8 millones de personas que viven en España y entre los 1.200 millones de seguidores que tiene en el mundo. Esta tradición, uno de los pilares del islam, implica la abstinencia total de comida, bebida y relaciones sexuales desde el alba hasta la puesta del sol, ha informado el Dr. Sami El Mushtawi, director del Departamento Cultural del Centro Cultural Islámico de Madrid.

Por su parte, el presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) y responsable de la Comisión Islámica de España, Riay Tatary, ha explicado que el mes de Ramadán, además de cumplir una función religiosa, tiene una sanitaria (purificar el cuerpo), mental (fortalecer la voluntad) y moral (hacer comprender lo que sufren las personas privadas de alimento) y sirve para estrechar los lazos familiares y sociales.

Así, tras las cinco oraciones, el seguidor de la fe islámica pospone todo lo que no sea absolutamente indispensable para pasar en familia el mayor número posible de horas. "Las madres se afanan en preparar lo mejor de su repertorio gastronómico, los hijos conversan con los padres a la caída del sol y los progenitores narran historias sobre sus antecesores. Es un mes en el que se refuerzan el tradicional lazo paterno filial" explica Tatary.

Además del inicio, el Ramadán tiene otras dos fechas importantes: La Noche del decreto (Lailat el Qadr) y el Aid el Fitr, que es el día en que finaliza el ayuno y que este año coincide con el 17 de julio de 2015. 

Durante la celebración del Lailat el Qadr, que tiene lugar durante los diez últimos días del mes, los musulmanes oran y leen el Corán desde el amanecer hasta el crepúsculo. Por otro lado, Aid el Fitr, la fiesta del final del Ayuno, tiene, a su vez, dos momentos cumbre: la oración de la ruptura del ayuno y la entrega de una limosna en especies, generalmente comida, a personas necesitadas (Zakat al Fitr). Ese día, los musulmanes también hacen regalos a los niños, les visten con ropa nueva y con ella acuden a la mezquita para la primera oración de la mañana. Al salir del rezo, toda la familia acude al cementerio a recordar a sus parientes fallecidos y por la tarde visitan a sus familiares y amigos.

Según la tradición, el Ramadán coincide con la fecha en la que el profeta Mahoma recibió la primera revelación del Corán, el libro sagrado de los musulmanes que, entre otras muchas cosas, establece los limites en las relaciones entre individuos y entre el individuo y la comunidad.

Los musulmanes tienen su propio calendario: el ciclo lunar, cuyos días no coinciden de año a año. El Ramadán siempre es el noveno mes del calendario lunar, comenzando con la aparición de la luna nueva y acabando con la siguiente luna nueva.

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Espiritualidad y oración


El Papa en Sta. Marta: 'sin la ayuda de Dios no podemos caminar'
 

En la homilía de este jueves, el Santo Padre recuerda que somos débiles pero en Dios encontramos nuestra fuerza 

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El Santo Padre ha pedido que el cristiano sea consciente de que sin la ayuda del Señor no puede caminar en la vida. Lo ha hecho durante la homilía de la misa matutina celebrada en Santa Marta. De este modo, ha subrayado que solamente podemos rezar bien si somos capaces de perdonar a los hermanos y tener un corazón en paz.

Durante la homilía, Francisco ha reflexionado sobre tres puntos: “debilidad, oración y perdón”. Y así, ha subrayado que "somos débiles, una debilidad que todos llevamos tras la herida del pecado original”. Además ha añadido que somos débiles, que “resbalamos en los pecados y no podemos ir adelante sin la ayuda del Señor”.

Al respecto, el Pontífice ha advertido que “quien se cree fuerte, quien se cree capaz de desenvolverse solo, por lo menos es ingenuo y al final, sigue siendo un hombre derrotado por tantas, tantas debilidades que lleva en sí mismo”. No podemos dar un paso en la vida cristiana --ha añadido-- sin la ayuda del Señor, porque somos débiles. Y aquel que está de pie, esté atento a no caer porque es débil.

Por otro lado el Papa ha recordado que también somos débiles en la fe. “Todos nosotros tenemos fe, todos queremos ir adelante en la vida cristiana pero si no somos conscientes de nuestra debilidad terminaremos vencidos”. Por esta razón, ha asegurado el Pontífice, es bella aquella oración que dice: “Señor sé que en mi debilidad nada puedo sin tu ayuda”.

A continuación ha dirigido un pensamiento a la “oración”. El Papa ha explicado que Jesús “enseña a orar”, pero no “como los paganos” que pensaban que eran “escuchados a fuerza de palabras”. Al respecto, Francisco ha recordado que la madre de Samuel pedía al Señor la gracia de tener un hijo y, rezando, apenas movía los labios. El sacerdote que estaba allí, la miraba y creía que ella estaba borracha y la regañó.

De este modo, ha exhortado a comenzar la oración con la fuerza del Espíritu que reza en nosotros, rezar así, simplemente. “Con el corazón abierto en la presencia de Dios que es Padre y sabe, sabe qué necesitamos antes de decírselo”, ha asegurado.

Finalmente, el Obispo de Roma ha hablado del perdón, subrayando cómo Jesús enseña a los discípulos que si ellos no perdonan las culpas de los otros, tampoco el Padre les perdonará.

“Solo podemos rezar bien y decir ‘Padre’ a Dios si nuestro corazón está en paz con los demás, con los hermanos.

- ‘Pero, padre, éste me ha hecho esto; éste me ha hecho esto y me ha hecho aquello...’.
- ‘Perdona. Perdona, como Él te perdonará’.
Y así la debilidad que nosotros tenemos, con la ayuda de Dios en la oración se transforma en una fortaleza porque el perdón es una gran fortaleza. Es necesario ser fuertes para perdonar, pero esta fortaleza es una gracia que nosotros debemos recibir del Señor porque somos débiles”

(RLG) (HSM)
 

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Santa Juliana Falconieri - 19 de junio
 

«Pasión por el Santísimo Sacramento. A punto de morir se obró un prodigioso milagro que le permitió recibir el Cuerpo de Cristo en unas circunstancias que le hubieran impedido comulgar como suplicó con vehemencia»

Por Isabel Orellana Vilches

Madrid, (ZENIT.org)

Se la considera fundadora de las Siervas de la Virgen María, aunque en realidad fue contemporánea de los iniciadores de la misma. Tal reconocimiento devino al transcurrir el tiempo ya que muchas jóvenes desearon seguir sus pasos. Los hechos verificables de su vida los proporciona fray Pablo Attavanti, quien en el siglo XV recogió testimonios orales acerca de la santa en sus «Diálogos sobre el origen de la Orden» y «Cuaresmario». Nació en Florencia, Italia, en 1270. Era sobrina de san Alejo Falconieri, al que escuchó predicar sobre el juicio final cuando era adolescente. A su familia, que poseía cuantiosos bienes, se debía la construcción de la iglesia de la Annunziata cuyos claustros se acostumbró a recorrer buscando la soledad y el silencio para elevar sus plegarias a Dios y recibir la Eucaristía; la devoción por ella caracterizó su vida. En esta etapa consagró su virginidad y determinó seguir a Cristo.

Su tío era uno de los siete fundadores de los Siervos de María, y al conocer el estilo de vida que llevaban se sintió llamada a encarnarlo. Se encomendó a María y cuando obtuvo el permiso correspondiente de su familia vistió el hábito de esa Orden, que le impuso san Felipe Benicio; era la primera mujer que lo hacía, ya que se trataba de una institución integrada por varones. Siguió viviendo en su domicilio porque su padre había muerto y se ocupaba de atender a su madre. Entre tanto, otras jóvenes que compartían su mismo ideal frecuentaban la Annunziata, donde se hallaban los Siervos, hasta que todas se congregaron para vivir unidas en una casa colindante a la iglesia. Se cubrieron con una capa larga –de ahí su nombre de Mantellate–, que simbolizaba su espíritu penitencial, y se propusieron contemplar la Pasión y muerte de Cristo meditando en el dolor de la Virgen. Juliana era muy devota de Ella, a la que dedicaba los sábados, como hacía los viernes con la Pasión de Cristo.

Fue creciendo espiritualmente siguiendo las pautas evangélicas, ayudada por la oración y un ayuno tan severo que afectó a su estómago al punto que fue incapaz de retener los alimentos; las vigilias y cilicios la dejaban extenuada. Así dominó las tentaciones que le sobrevinieron. El maligno la tuvo en su punto de mira. Insultos, golpes, intentos de mancillar su pureza… Todo en vano; no pudo arrastrarla consigo. Era noble; estaba llena de inocencia evangélica. La simple idea del mal le horrorizaba: «prefiero morir antes que manchar mi alma con la culpa más pequeña». Su caridad y bondad, junto con su espíritu obsequioso, indujo a muchas personas a la conversión. Daba tales pruebas de amor a Dios que sus conversaciones eran más persuasivas que el sermón de los más insignes predicadores. Fue solícita con los pobres a los que trató con ternura.

Las jóvenes que comenzaron a imitar su forma de vida adoptaron junto a ella el carisma de los Siervos de María. Cuando el número creció, tomaron el nombre de «Siervas de la Virgen María». La santa redactó un reglamento, aprobado nada menos que por cuatro pontífices (Honorio IV, Nicolás IV, Benedicto XI y Martín V), y encabezó su cumplimiento. Después de la muerte de su madre se desprendió de todos sus bienes, que dio a los pobres, y en 1302 se trasladó con la comunidad. En 1306 fue unánimemente elegida superiora tal como san Felipe Benicio le vaticinó que sucedería siendo una niña. Acogió con lágrimas esta misión, que en absoluto deseaba para ella, puesto que únicamente quería cumplir con fidelidad la observancia, pero la encarnó de manera admirable. Su ascesis y cuantas mortificaciones realizaba las ofrecía también por las almas del purgatorio. A través de sus ayunos y oraciones obtenía la gracia de restaurar la paz donde había discordia.

Dios quiso premiar su virtud con una serie de signos extraordinarios. Muchos enfermos solían curarse con el simple roce de sus manos. Pero el hecho más significativo sucedió en el momento de su muerte a la que llegó habiendo cultivado su honda devoción mariana y un apasionado amor a la Eucaristía. Como su estómago no podía contener ningún alimento, pasó por la prueba más dolorosa de sus días al ver que no podía recibir el Cuerpo de Cristo porque corría el riesgo de vomitarlo. Ya llevaba un tiempo sin comulgar, pero en ese último trance rogó vehementemente al padre Giacomo da Campo Reggio que al menos pudieran permitirle ver y adorar la Eucaristía. El sacerdote atendió esta súplica, y Juliana le pidió que se la pusieran sobre su pecho ya que su organismo no la admitía. Lo hicieron. Le colocaron un mantel blanco, elemento litúrgico, y sobre él la Forma consagrada que desapareció milagrosamente, tras lo cual expiró musitando: «Mi dulce Jesús».

Al amortajarla sus hermanas vieron que sobre su piel, a la altura del corazón, se apreciaba claramente la huella de una cicatriz que tenía los visos de haber sido el lugar por donde penetró la Sagrada Forma. La iconografía acostumbra a representarla reproduciendo este milagroso hecho. Inocencio XI la beatificó el 8 de julio de 1678. Y Clemente XII la canonizó el 16 de junio de 1737.

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