Un año jubilar para la gratitud, la conversión, la comunión y el apostolado.

Convocatoria para celebrar los 75 años de la fundación del Regnum Christi

 

El Regnum Christi y los Legionarios de Cristo han convocado un año jubilar para celebrar el 75° aniversario de la fundación. En una carta, el director general, P. Eduardo Robles Gil, LC propone pautas para celebrarlo en coherencia con su sentido profundo: «un tiempo de alegría, de agradecimiento y de pedir perdón y de perdonar», apunta.

13/06/15 6:51 PM


(Legionarios de Cristo) Todos los miembros del Regnum Christi–seglares, Legionarios de Cristo, consagradas, laicos consagrados, sacerdotes diocesanos–han sido invitados a celebrar esta conmemoración «con alegría sobria y humilde», y como una oportunidad «para escuchar lo que el Espíritu dice a la Iglesia y a nosotros dentro de ella», como «un tiempo de purificación de la memoria» para experimentar «que donde abundó el pecado sobreabundó la gracia», y como una ocasión para la reconciliación: «que nadie se sienta excluido en nuestra familia espiritual», exhorta el P. Eduardo en su misiva.

El director general invita a vivir este periodo siguiendo las actividades propias y cotidianas con un espíritu nuevo, haciendo presente el Reino de Cristo en el mundo por la oración, la comunión y el servicio a los demás: «Busquen participar en misones de evangelización, catequesis en parroquias o en colegios» para «anunciar de manera explícita que el Reino de Cristo está ya presente en medio de nosotros y ayuden a otros a encotrarlo» afirma.

Por otro lado, el P. Eduardo sugiere que el año jubilar sea también ocasión «para fomentar la publicación de escritos que ayuden a transmitir mejor nuestra espiritualidad, profundizar en nuestra historia, identidad y misión». Otras iniciativas generales que se proponen son la organización de espacios para el reencuentro, momentos de oración para agradecer y pedir perdón, y ámbitos que favorezcan verdaderos encuentros con Cristo en los que se experimente «la alegría de vivir juntos el evangelio y de ser enviados a instaurar su Reino».

«Reconocemos que en nuestro campo también crece la cizaña y hemos experimentado la fragilidad humana y el pecado. Y no obstante estas debilidades, sabemos que Cristo vive, que nos acompaña también hoy, y que podemos alegrarnos hoy porque su bondad no se apaga y su misericordia es eterna», concluye.