Juan Pablo II y la Cruz, «violan» la laicidad francesa

Estatua de Juan Pablo II en Ploermel

En el año 2005 , Paul Anselin, alcalde de la pequeña ciudad francesa bretona de Ploermel anunciaba que para octubre de 2006 los habitantes de la localidad disfrutarían de una escultura de Juan Pablo II donada por el artista ruso Zurab Tsereteli. Parece una réplica de la situada en explanada de Notre Dame,  o al revés, no sé. En aquella ocasión también fue un «regalo» que, para él, significaba:

La figura de Juan Pablo II refleja la tragedia y el carácter contradictorio del siglo XX, en el que junto a políticos y ‘conductores estatales’ hubo líderes que personificaron la conciencia universal, y Juan Pablo II fue llamado a desenredar los nudos más complicados de las relaciones entre Rusia (URSS) y Polonia.

Para el pueblo de Ploermel, Tsereteli no sólo donó la escultura, también el arco y la Cruz de Jerusalén y lo única condición que exigió fue la construcción del zócalo que serviría como base.

La «Federación para el libre pensamiento», una agrupación defensora de la ley laicista de 1905 denunció los hechos. El Tribunal Administrativo de Rennes ordenó retirar la estatua,

«por su disposición y dimensiones presenta un carácter ostentatorio, propio de la religión católica, lo que contraviene las leyes francesa»

Eso sí, el tribunal matiza que «la estatua en sí no es contraria a la ley pero sí su emplazamiento sobre un arco coronado por una gran cruz cristiana de ocho metros de altura».

Parafraseando a G.K. Chesterton, nadie blasfema en serio contra Thor. Que la Cruz siga siendo escándalo y necedad es una buena noticia. Preocupante sería la indiferencia, es difícil imaginarse a algún laicista pidiendo la demolición de «La Cibeles» o de «Neptuno».

Inevitablemente me han venido a la cabeza las palabras del obispo nigeriano de la zona del grupo yihadista Boko Haram, Mons. Doeme, que nos decía en el Congreso #WeAreN2015 que occidente tenía su propio Boko Haram, sus propios demonios–aborto, gaymonio, laicismo, …—y que el arma para vencerlos era la misma allá que acá: el Rosario. Nuestra Madre conmoverá, nosotros, con no molestar su labor ya hacemos bastante. Que no es lo mismo que no hacer nada.