La Iglesia en Polonia vuelve a dar una lección

Ante la tibieza generalizada de buena parte de las iglesias en Europa, por no hablar de las que están en pleno proceso de apostasía -p.e, diócesis alemanas-, la Conferencia Episcopal de Polonia ha decidido que va a ser fiel a todo lo que representó San Juan Pablo II, gran papa santo polaco. 

Y para ello ha lanzado una campaña en vallas publicitarias en las que aparecen tres palabras prohibidas por la dictadura del laicismo y el lenguaje políticamente correcto que hoy impera en Europa Occidental: concubinato, adulterio, pecado. Es posible que el adulterio no aparezca tal cual pero sin duda es también objeto de la campaña.

La Iglesia en Polonia se limita a recordar que amancebarse sin casarse es pecado. Y que el adultero también lo es. A partir de ahí, que cada cual decida cómo viveComo bien explica Juanjo Romero, la reacción de los que odian la verdad ha sido la esperada. No les ha gustado que se llame a las cosas por su nombre.

Lo más cercano que hemos tenido en España fue la campaña “propóntelo, propónselo” de la Conferencia Episcopal, en respuesta a la campaña institucional “póntelo, pónselo". Lo que había que ponerse era el preservativo para evitar el Sida. En todo, caso, no recuerdo que en aquella campaña los obispos españoles usaran la palabra pecado.

Es curioso que quienes niegan la validez de la moral evangélica reaccionen tan mal cuando la misma se expone públicamente. Yo no creo en la reencarnación ni en el carácter sagrado de las vacas, pero me importa un pimiento que alguien haga campaña a favor de semejantes ideas y seguiré comiendo filetes de ternera cada vez que me los pongan en la mesa.

Sin duda aparecerán los que digan que la Iglesia en Polonia está obsesionada con el sexto mandamiento. Pues bien, no sé lo que se oirá en los púlpitos de ese país, pero en los últimos quince años he oído predicar tan solo dos o tres veces sobre dicho mandamiento. Y de forma indirecta. Una de esas veces fue el pasado domingo en boca de un jesuita.

Es más, busquen ustedes textos de obispos españoles en los que aparezca el conceptomantener relaciones sexuales fuera del matrimonio es pecado mortal y, por tanto, pone en peligro la salvación“. Y a los lectores hispanoamericanos, les ruego que hagan lo mismo. Si alguien ecuentra algo así, que nos lo diga.

Muy al contrario, lo que la práctica totalidad de los medios de comunicación, películas de cine, series de televisión, etc, muestran es un panorama en el que la fornicación, el adulterio y todo tipo de depravación sexual es algo maravilloso, moderno, fruto de una sociedad adulta que ha dejado atrás una moral caduca. Y ante semejante avalancha, ¿qué propone la Iglesia en multitud de países? El silencio o, si acaso, alguna declaración diciendo “esto no está bien pero Dios es bueno y nos ama mucho“. Tal parece que estos versículos, entre tantos otros, están de adorno en la Biblia:

Huid de la fornicación. Todo pecado que un hombre comete queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica peca contra su propio cuerpo.

1ª Cor 6,18

Como conviene a los santos, la fornicación y toda impureza o avaricia ni se nombren entre vosotros;

Efe 5,3

Por otra parte, si falta una predicación auténtica sobre la gracia y el poder transformador del Espíritu Santo en las almas de los fieles, de poco vale recordar que el pecado es pecado. Es como mandar desarmado a un soldado a la batalla. La verdadera vida cristiana no consiste solo en saber lo que es pecado. Consiste en poder vencerle por pura gracia de Dios. Se le vence mediante la misericordia divina que nos perdona y por la acción divina que nos capacita para dejarlo atrás. Mientras los confesionarios permanezcan semivacíos, tanto de fieles como de sacerdotes dispuestos a ser instrumentos de santidad de los fieles, la fe seguirá languideciendo en nuestros países, de forma que apenas quedará reducida a un pequeño remanente.

Santidad o muerte

 

Luis Fernando Pérez Bustamante