ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 22 de diciembre de 2014

La frase del día lunes 22

 En Navidad Jesús llama a la puerta de cada cristiano.. "Si tú sientes esas ganas de mejorar, es Él quien llama, no hay que dejarlo pasar".  El papa Francisco

 


El papa Francisco

Francisco a la Curia: las 15 tentaciones que es necesario combatir
El Santo Padre invitó en este tiempo de Adviento, a crecer en santidad para realizar plenamente la propia misión

Francisco exhorta a los trabajadores del Vaticano a cuidar la vida espiritual
El Papa se dirigió a los 'ignotos'. Les exhortó a poner atención a quien necesita cuidados, a mejorar la vida interior aprovechando este tiempo de Adviento

Mirada al mundo

'Para muchos niños refugiados, una gruta como la de Belén sería un lujo'
Declaraciones del patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal tras una visita pastoral en Gaza

Navidad en Pakistán: marcada por la masacre de Peshawar
Solidaridad con las víctimas de la masacre de Peshawar, donde los talibanes han matado a más de 130 niños en una escuela

Jordania: descubren los restos de la iglesia más antigua del mundo
El Reino Hachemita es una de las cunas del cristianismo y un importante destino de peregrinación

Carta del presidente de los obispos de Cuba al papa Francisco
Agradecen la gestión del Santo padre, que ha reanimado la esperanza de iniciar una nueva etapa en el caminar del pueblo cubano

Espiritualidad

Texto completo: Tercera Predicación de Adviento - Padre Raniero Cantalamessa
'La paz de Cristo reine en vuestros corazones' (Col 3, 15)

Comentario a la liturgia dominical - Nochebuena
Ciclo B - Textos: Is 9, 1-3, 5-6; Tit 2, 11-14; Lc 2, 1-14

Comentario a la liturgia dominical - Navidad
Ciclo B Textos: Is 52, 7-10; Heb 1, 1-6; Jn 1, 1-18

Santa María Margarita de Youville - 23 de diciembre
«En su desdichada vida personal, con un matrimonio difícil y la pérdida de casi toda su prole, esta fundadora canadiense, primera canonizada, que sufrió también como religiosa, halló la paz y la fecundidad en brazos del Padre»


El papa Francisco


Francisco a la Curia: las 15 tentaciones que es necesario combatir
El Santo Padre invitó en este tiempo de Adviento, a crecer en santidad para realizar plenamente la propia misión

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - El papa Francisco se reunión este lunes por la mañana en el Vaticano, con los dirigentes y miembros de los diversos dicasterios, consejos, oficinas, tribunales y comisiones que la componen la Curia Romana y la invitó "a ser un cuerpo que intenta día tras día ser más vivo, más sano y armonioso y más unido entre sí y con Cristo''. Y para ello el Santo Padre, con franqueza paternal señaló las tentaciones que es necesario combatir. 

''La Curia está siempre llamada a mejorar y crecer en comunión, santidad y sabiduría para realizar plenamente su misión. Y sin embargo, como cada cuerpo, también está expuesta a las enfermedades... Me gustaría mencionar algunas de las más frecuentes en nuestras vidas de curia.

Son enfermedades y tentaciones que debilitan nuestro servicio al Señor'', prosiguió el Pontífice y después de invitar  a todos a un examen de conciencia en este tiempo de Adviento, y en preparación de la Navidad, enumeró las 'enfermedades' curiales:

1 -  'La enfermedad de sentirse inmortal, inmune o incluso indispensable, dejando de lado los controles necesarios y normales. Una Curia que no es autocrítica, que no se actualiza, que no intenta mejorarse es un cuerpo enfermo... Es la enfermedad del rico insensato que pensaba vivir eternamente y también de aquellos que se convierten en amos y se sienten superiores a todos y no al servicio de todos''.

2- La enfermedad de "martalismo" (Marta), de la excesiva operosidad: es decir, de aquellos que están inmersos en el trabajo, dejando de lado, inevitablemente,''la mejor parte": Sentarse a los pies de Jesús. Por eso, Jesús invitó a sus discípulos a "descansar'' porque descuidar el necesario reposo conduce al estrés y la agitación. El tiempo del reposo para aquellos que han completado su misión, es necesario, es debido y debe tomarse en serio: pasar un "tiempo de calidad ''con la familia y respetar las vacaciones como un tiempo para recargarse espiritual y físicamente; hay que aprender lo que enseña el Eclesiastés que 'hay un tiempo para todo'.

3- La enfermedad del endurecimiento mental y espiritual: "Es la de los que, a lo largo del camino, pierden la serenidad interior, la vivacidad y la audacia y se esconden bajo los papeles convirtiéndose en 'máquinas de trabajo' y no en "hombres de Dios"... "Es peligroso perder la sensibilidad humana necesaria para hacernos llorar con los que lloran y se regocijan con los que gozan. Es la enfermedad de los que pierden 'los sentimientos de Jesús".

4 - Planificar como contador. "La enfermedad de la planificación excesiva y el funcionalismo: Es cuando el apóstol planifica todo minuciosamente y cree que haciendo así, las cosas efectivamente progresan, convirtiéndose en un contador o contable...Se cae en esta enfermedad porque siempre es más fácil y cómodo quedarse en la propia posición estática e inmutable. De hecho, la Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida en que no pretende regularlo ni domesticarlo ... Él es la frescura, la fantasía, la innovación".

5 - La no cooperación. "La enfermedad de la mala coordinación: Sucede cuando los miembros pierden la comunión entre sí y el cuerpo pierde la funcionalidad armoniosa y la templanza convirtiéndose en una orquesta que hace ruido porque sus miembros no cooperan y no viven el espíritu de comunión y equipo".

6 - "La enfermedad de Alzheimer espiritual: Es decir, la de olvidar la 'historia de la salvación' la historia personal con el Señor, el 'primer amor'. Es una disminución progresiva de las facultades espirituales... Lo vemos en los que han perdido el recuerdo de su encuentro con el Señor...en los que construyen muros alrededor de sí mismos y se convierten cada vez más. en esclavos de las costumbres y de los ídolos que han esculpido con sus propias manos".

7 - "La enfermedad de la rivalidad y la vanagloria: Pasa cuando la apariencia, los colores de las ropas y las insignias de honor se convierten en el principal objetivo de la vida... Es la enfermedad que nos lleva a ser hombres y mujeres falsos y a vivir una mística falsa y un falso quietismo. 

8 - "La enfermedad de la esquizofrenia existencial: Es la enfermedad de los que viven una doble vida, fruto de la hipocresía típica de los mediocres y del progresivo vacío espiritual que ni grados ni títulos académicos pueden llenar. Se crean así su propio mundo paralelo, donde dejan a un lado todo lo que enseñan con severidad a los demás y empiezan a vivir una vida oculta y, a menudo, disoluta''.

9 - ''La enfermedad de las habladurías, de la murmuración, del cotilleo: Es una enfermedad grave que comienza con facilidad, tal vez sólo para charlar, pero que se apodera de la persona convirtiéndola en sembradora de cizaña (como Satanás), y en muchos casos en asesino a sangre fría' de la fama de sus colegas y hermanos. Es la enfermedad de las personas cobardes que por no tener valor de hablar a la cara, hablan a las espaldas.

10 - "La enfermedad de divinizar a los jefes: Es la enfermedad de los que cortejan a los superiores, con la esperanza de conseguir su benevolencia. Son víctimas del arribismo y del oportunismo, honran a las personas y no a Dios. Son personas que viven el servicio pensando sólo en lo que tienen que conseguir y no en lo que tienen que dar. Personas mezquinas, infelices e inspiradas sólo por su egoísmo fatal".

11 - "La enfermedad de la indiferencia hacia los demás: Es cuando todo el mundo piensa sólo en sí mismo y pierde la sinceridad y la calidez de las relaciones humanas. Cuando los más expertos no ponen sus conocimientos al servicio de los colegas con menos experiencia. Cuando, por celos.. se siente alegría al ver que otros caen en lugar de levantarlos y animarlos".

12 - La enfermedad de la cara de funeral: Es decir, la de las personas rudas y sombrías, que consideren que para ser serios hace falta pintarse la cara de melancolía, de severidad y tratar a los demás --especialmente a aquellos considerados inferiores-- con rigidez, dureza y arrogancia. En realidad, la severidad teatral y el pesimismo estéril son a menudo los síntomas del miedo y la inseguridad en sí mismo".

13 - "La enfermedad de la acumulación: Cuando el apóstol busca llenar un vacío existencial en su corazón acumulando bienes materiales, no por necesidad, sino simplemente para sentirse seguro... La acumulación solamente pesa y ralentiza el camino inexorablemente".

14 - "La enfermedad de los círculos cerrados: Donde la pertenencia al grupo se vuelve más fuerte que la del Cuerpo y, en algunas situaciones que la de a Cristo mismo. También esta enfermedad comienza siempre con buenas intenciones, pero con el paso del tiempo esclaviza a los miembros convirtiéndose en "un cáncer" que amenaza la armonía del cuerpo y puede causar tanto daño -escándalos- especialmente a nuestros hermanos más pequeños".

15 - "La enfermedad de la ganancia mundana, del lucimiento: Cuando el apóstol transforma su servicio en poder, y su poder en mercancía para conseguir beneficios mundanos o más poderes. Es la enfermedad de la gente que busca insaciablemente multiplicar su poder y para ello son capaces de calumniar, difamar y desacreditar a los demás, incluso en periódicos y revistas. Naturalmente para lucirse y demostrarse más capaces que los otros".

''Por lo tanto -señaló Francisco, después de explicar el catálogo de las enfermedades- estamos llamados - en este tiempo de Navidad y todo el tiempo de nuestro servicio y de nuestra existencia - a vivir "según la verdad en el amor, intentando crecer en todo hacia aquel que es la cabeza, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado, mediante la colaboración de todas las coyunturas, según la energía propia de cada miembro, recibe fuerza para crecer de manera de edificarse a sí mismo en la caridad''.

''Una vez leí -concluyó- que "los sacerdotes son como los aviones, son noticia sólo cuando se caen, pero hay tantos que vuelan. Muchos los critican y pocos rezan por ellos''. Es una frase muy simpática, pero también muy cierta, ya que describe la importancia y la delicadeza de nuestro servicio sacerdotal y cuanto daño puede causar un sacerdote que "cae" a todo el cuerpo de la Iglesia''.

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Francisco exhorta a los trabajadores del Vaticano a cuidar la vida espiritual
El Papa se dirigió a los 'ignotos'. Les exhortó a poner atención a quien necesita cuidados, a mejorar la vida interior aprovechando este tiempo de Adviento

Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - El santo padre Francisco se ha dirigido en la mañana de este lunes a las personas que trabajan en la Ciudad del Vaticano, acompañados por sus familias. Unas cinco mil personas que llenaban la Sala Pablo VI, en donde el Papa inició por saludar a los trabajadores italianos, "que son la gran mayoría", porque Italia, ha dicho el Papa ha sostenido "a los grandes santos, Papas, mártires, misioneros y artistas que ninguna sombra podrá empañar jamás''. Pero también a los presentes de otras nacionalidades.

Les recordó que esta mañana, poco antes, se dirigió a los mandos de la Curia Romana, y les exhortó a meditar ese texto tomándolo como indicación para un examen de conciencia en este tiempo de Adviento, y a acercarse al Sacramento de la Confesión ''con ánimo dócil para recibir la misericordia del Señor que llama a la puerta de nuestro corazón, en la alegría de la familia.

El Papa precisó que “no quise pasar este segunda Navidad en Roma, sin saludar a aquellos que trabajan en la Curia y que no se les ven” los que “se llaman los 'desconocidos'”, los jardineros, los ascensoristas, los porteros, etc. Y destacó la importancia de cada uno de ellos “como un mosaico rico de fragmentos”.

Recordó la frase de San Pablo cuando habla de los miembros del cuerpo, que cada uno tiene su función.«Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros».

aquellos miembros del cuerpo que parecen más débiles son los más necesarios; y las partes del cuerpo que nos parecen menos honrosas son a las que otorgamos un mayor respeto ... Dios ha compuesto el cuerpo, dando más honor a lo que le faltaba, para que no hubiera división en el cuerpo, sino que los miembros tuvieran cuidado los unos de los otros'', dijo.

“Queridos colaboradores, pensando a las palabras de San Pablo y a ustedes, y a las personas que hacen parte de la curia, quise elegir la palabra 'cuidar'. O sea, “mirar con atención al que necesita cuidados, me viene en la mente la imagen de una mamá que cura a su hijo, sin mirar el reloj, no se lamenta por haberlo cuidado toda la noche, “quiere verlo sanado, cueste lo que cueste”.

Permítanme a exhortarlos a transformar esta Navidad en una verdadera Navidad, sanando las heridas o faltas, por ello “les invito a cuidar vuestra vida espiritual, la relación con Dios, porque esa es la columna vertebral”. Porque un cristiano que no se nutre con la palabra de Dios, se seca, marchita.

Cuidar vuestra vida familiar, dando no solamente dinero, pero también tiempo, atención, amor; cuidar las relaciones con los otros, transformando las palabras en obras buenas; cuidar vuestro hablar, evitando las palabras vulgares. Usar el aceite del corazón, medicando y la que nos procuraron los otros.

Cuidar el propio trabajo, con animo y competencia. Cuidarse de la envidia y del odio; del rencor que nos lleva a la venganza; de  la pereza que nos lleva a la eutanasia fundamental; de la soberbia que nos lleva a la desesperación.

Y el Santo Padre les confió a los presentes: “Sé que a veces para mantener el trabajo se puede hablar mal de alguien para protegerse”, pero al final, recordemos, acabaremos todos destruidos. Pedir al Señor que nos de la gracia de mordernos la lengua a tiempo, para no decir palabras que después nos dejan la boca amarga”.

Invitó también a cuidar a los más débiles, a los enfermos, a los ancianos, a los sin techo. Y que esta Navidad “no sea nunca una fiesta del consumismo comercial, del descarte y los superfluo. E invitó a cada uno de los presentes a 'pensar qué tiene que empeñarse más'. Porque “la familia es un tesoro, los hijos son un tesoro”. Y dirigió una pregunta que los papás jóvenes: '¿Tengo tiempo para jugar con mis hijos, o siempre estoy ocupado?'. ¡”Esto es sembrar futuro!”, dijo.

Hacia el final de sus palabras les indicó “Queridos colaboradores imaginémonos si cada uno de nosotros cuidara la propia relación con Dios y los otros”, recordó la regla en el sermón de la montaña, la ley de los profetas que decía no hacer a los otros lo que uno no quiere que le hagan. E invitó a encontrar “en la humildad nuestra fuerza y tesoro”.

“Esta es la verdadera Navidad”, la fiesta de la Navidad de Dios que se vuelve esclavo, que sirve en la mesa, que se revela a los pequeños y se esconde a los sapientes. Sobretodo la fiesta de la Paz, traída por el Niño Jesús, paz sobre la tierra, a los hombres de buena voluntad. Una paz, que necesita nuestro entusiasmo, nuestro cuidado para calentar los corazones helados, para animar las almas descorazonadas y para iluminar los ojos apagados con la luz del rostro de Jesús''.

El santo padre al concluir el mensaje les pidió a todos los presentes: “Perdón por las faltas mías y de mis colaboradores que hacen tanto mal, y dan mal ejemplo. Perdónenos”.

Y se despidió deseándoles un “Buena Navidad” y pidió: “Por favor recen por mi”. A continuación se acercó a los presentes en la sala en donde se vivieron momentos de profunda alegría y entusiasmo, entre saludos y besos a algunos niños.

Leer también, el mensaje del Papa a los dirigentes de la Curia Romana

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Mirada al mundo


'Para muchos niños refugiados, una gruta como la de Belén sería un lujo'
Declaraciones del patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal tras una visita pastoral en Gaza

Por Redacción

ROMA, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Unos 700 cristianos de Gaza este año han recibido el permiso de Israel para ir a Belén y celebrar la solemnidad de la Navidad en el lugar donde nació Jesús. Pero serán muchos menos aquellos que realmente podrán viajar a las ciudades de Cisjordania, dadas las dificultades cotidianas compartidas por los cristianos en Gaza tras un año marcado por la intervención militar israelí en la Franja de Gaza que ha causado miles de muertes.

Así lo informa a la Agencia Fides el Patriarca Latino de Jerusalén, Fouad Twal, que el domingo, 21 de diciembre ha hecho una visita pastoral a Gaza y ha celebrado una misa en la parroquia de la Sagrada Familia. 

“He encontrado nuestra Iglesia unida” dice a Fides el Patriarca “con nuestros fieles que viven una fuerte comunión con los cristianos ortodoxos. En Gaza no se ve la grandeza del mundo y el poder efímero del mercado. Está sólo la pequeñez custodiada por el Señor. Un pequeño grupo de almas marcadas por circunstancias difíciles y dolorosas, que ponen su esperanza en Jesús. Y la imagen de la verdadera Navidad”. 


Partiendo de lo que ha visto en Gaza, S. B. Twal amplía su mirada a las pruebas experimentadas por las poblaciones en todo el Oriente Medio: “Siempre nos ha conmovido leer en los Evangelios que María y José no encontraron sitio en la posada, y que el Niño Jesús nació en una cueva. Hoy en día, entre los millones de refugiados, hay muchos niños que desearían poder dormir en una cueva como aquella en la que nació el Salvador. Para ellos sería casi un lujo”.

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Navidad en Pakistán: marcada por la masacre de Peshawar
Solidaridad con las víctimas de la masacre de Peshawar, donde los talibanes han matado a más de 130 niños en una escuela

Por Redacción

ROMA, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Será una Navidad comedida, vivida con dignidad y compostura, por todos los cristianos en Pakistán. La Navidad 2014 estará marcada por la oración y la solidaridad con las víctimas de la masacre de Peshawar, donde los talibanes han matado a más de 130 niños en una escuela del ejército.

Muchas iglesias han establecido altares con imágenes de las víctimas y velas encendidas. El Arzobispo Joseph Coutts, presidente de la Conferencia Episcopal, ha lanzado un llamamiento a la comunidad cristiana para que reflexione sobre el mensaje de esperanza y paz que la Navidad trae consigo.

En un mensaje enviado a la Agencia Fides, Peter Jacob, activista católico de los derechos humanos, informa que 11 parroquias y varias iglesias en la ciudad de Lahore han decidido cancelar o posponer hasta después del 1 de enero algunos programas y eventos (conciertos de villancicos, espectáculos, juegos) que estaban previstos para celebrar la Navidad.

Según el diácono Shahid Mehraj, de la Catedral de Lahore, “en la comunidad de los fieles hay mucho dolor y preocupación” por lo que se ve como “un ataque al futuro de Pakistán”. 
En Navidad, informa “dedicaremos una ceremonia especial de encendido de velas por aquellos que han perdido la vida en el atentado”.

“La Navidad trae un mensaje de esperanza para el mundo. El nacimiento de Cristo también fue marcado por una matanza de niños inocentes por el rey Herodes. En el contexto de este derramamiento de sangre, Cristo nace como un símbolo de esperanza”, dice, señalando las similitudes con el contexto pakistaní actual. Para ello, concluye, “ahora es el momento de difundir el mensaje de amor y hermandad en Pakistán”.

Los cristianos recuerdan que Muhammad Ali Jinnah, el fundador de Pakistán, nació el 25 de diciembre, por ello el país también debería reflexionar sobre su visión y sobre el país que Jinnah soñó: una nación unida, abierta, tolerante, pacífica, libre de odio y de violencia.

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Jordania: descubren los restos de la iglesia más antigua del mundo
El Reino Hachemita es una de las cunas del cristianismo y un importante destino de peregrinación

Por Redacción

MADRID, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - La coexistencia de musulmanes y cristianos en el Reino Hachemita de Jordania no es reciente. Jordania fue y es de vital importancia para la religión cristiana pues se trata de uno de los países que se enmarca en la “cuna del cristianismo”.  En Jordania tuvieron lugar gran parte de los relatos que se narran en la Biblia y actualmente residen en el país unos 300 mil cristianos que también celebran estas fechas navideñas. 

Por todo ello no es de extrañar que en alguno de los últimos descubrimientos, los arqueólogos hayan encontrado importantes vestigios que hacen pensar que Jordania fue una importante tierra de peregrinación cristiana. En el puerto jordano de Áqaba, la única salida que Jordania tiene al Mar Rojo, se han descubierto restos de lo que se cree es la iglesia más antigua del mundo encontrada hasta la fecha. Según ha informado la Oficina de Turismo de Jordania en un comunicado, los cimientos del edificio datan de finales del siglo III o principios del IV d.C. Su orientación Este, una basílica con una nave central flanqueada por naves laterales y algunos detalles como fragmentos de lámparas de aceite de vidrio indican que el edificio fue construido específicamente como iglesia. De unos 16x26m, la edificación tenía paredes de adobe construidas sobre cimientos de piedra con puertas con arcos. Los pasillos laterales y la nave parece que fueron abovedados. Restos de pintura roja y negra se conservan en una de las paredes pero no hay imágenes claramente perceptibles. Siete piedras en forma de escalera indicarían que la construcción tenía un segundo piso.  

Además de la descubierta en Áqaba, Jordania cuenta con otros grandes ejemplos de edificaciones religiosas  antiguas. Entre ellas, en Umm Qays se ha descubierto también recientemente una basílica única de cinco naves procedente del siglo IV; Umm Ar-Rasas es una ciudad amurallada rectangular que se cita en el Viejo y Nuevo Testamento fortificada por los romanos y posteriormente adornada por los cristianos locales con mosaicos de estilo bizantino. En la zona oriental se han excavado y restaurado varias estructuras. A las afueras de la ciudad se encuentra la iglesia de San Esteban, desenterrada recientemente, con un extraordinario suelo de mosaico perfectamente conservado. A tan solo 2 km de Umm Ar-Rasas se encuentra la torre antigua más alta de Jordania, se eleva hasta 15 metros de altura y se cree que fue utilizada como lugar de retiro por los primeros monjes cristianos.

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Carta del presidente de los obispos de Cuba al papa Francisco
Agradecen la gestión del Santo padre, que ha reanimado la esperanza de iniciar una nueva etapa en el caminar del pueblo cubano

Por Redacción

ROMA, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Su Santidad Francisco
Santa Sede
Querido Papa Francisco:

Hemos escuchado las declaraciones del presidente de Cuba, Raúl Castro, y del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que abren horizontes de esperanzas para mejores relaciones entre nuestros dos países.

Ambos estadistas han referido explícitamente el papel jugado por Su Santidad en el proceso de negociación para lograr lo que en este momento se hace realidad.

Por este motivo los obispos de Cuba queremos manifestarle nuestro más vivo agradecimiento por Su gestión que ha reanimado la esperanza de iniciar una nueva etapa en el caminar del pueblo cubano, que redunde en beneficio de toda la nación cubana.

Esperamos que las buenas perspectivas que se vislumbran en el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestro pueblo sirvan al bien espiritual y material de todos los cubanos y contribuyan a la reconciliación y a la paz entre los Estados Unidos y Cuba.

Hago propicia la ocasión, querido Santo Padre, para felicitarlo en el día de su cumpleaños y expresarle con nuestro afecto la seguridad de nuestras oraciones.

Suyo en Jesús, el Buen Pastor,

Mons. Dionisio García Ibáñez Arzobispo de Santiago de Cuba Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

Mensaje actualizado en la web de la Conferencia Episcopal de Cuba, el viernes, 19 de Diciembre de 2014  

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Espiritualidad


Texto completo: Tercera Predicación de Adviento - Padre Raniero Cantalamessa
'La paz de Cristo reine en vuestros corazones' (Col 3, 15)

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Este viernes del tiempo de Adviento, el padre Raniero Cantalamessa ha hablado en su tercera predicación al Papa y a la Curia Romana, de la paz como fruto del Espíritu. Las dos primeras fueron sobre la paz como don de Dios en Cristo Jesús a toda la humanidad y de la paz como tarea en la que trabajar. (Resumen de la tercera predicación)

A continuación el texto completo

1. La paz fruto del Espíritu

Después de haber reflexionado sobre la paz como don de Dios en Cristo Jesús a toda la humanidad y de la paz como tarea en la que trabajar, nos queda hablar de la paz como fruto del Espíritu. San Pablo pone la paz en el tercer lugar entre los frutos del Espíritu: “El fruto del Espíritu, dice, amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia” (Ga 5, 22).

Qué son “los frutos del Espíritu”, lo descubrimos precisamente analizando el contexto en el que tal idea aparece. El contexto es el de la lucha entre la carne y el espíritu, es decir entre el principio que regula la vida del hombre viejo, lleno de concupiscencia y deseos mundanos, y el que regula la vida del hombre nuevo, conducido por el Espíritu de Cristo. En la expresión “frutos del Espíritu”, “Espíritu” no indica el Espíritu Santo en sí mismo, como el principio de la nueva existencia, o incluso “el hombre que se deja guiar por el Espíritu”.

A diferencia de los carismas, que son obra exclusiva del Espíritu, que los da a quien quiere y cuando quiere, los frutos son el resultado de una colaboración entre la gracia y la libertad. Son, por tanto, lo que entendemos hoy por virtud, si damos a esta palabra el sentido bíblico de un actuar habitual “según Cristo”, o “según el Espíritu”, más que el sentido filosófico aristotélico de un actuar habitual “según la recta razón”. Aún, a diferencia de los dones del Espíritu que son distintos en cada personas, los frutos del Espíritu son idénticos para todos. No todos en la Iglesia pueden ser apóstoles, profetas, evangelistas; pero todos indistintamente, del primero al último, pueden y deben ser caritativos, pacientes, humildes, pacíficos.

La paz fruto del Espíritu es por tanto distinta de la paz don de Dios y de la paz como tarea en la que trabajar. Indica la condición habitual (habitus), el estado de ánimo y el estilo de vida de quien, mediante el esfuerzo y la vigilancia, ha alcanzado una cierta pacificación interior. La paz fruto del espíritu es la paz del corazón. Y es de esta cosa tan bonita y tan deseada que hoy hablaremos. Esta es distinta de ser trabajadores de paz, pero sirve maravillosamente también a este fin. El título del mensaje del papa Juan Pablo II para la Jornada mundial de la paz de 1984 decía: “La paz nace de un corazón nuevo” y Francisco de Asís, mandando a sus hermanos por el mundo, les aconsejaba: “La paz que anunciáis con la boca, tenedla sobre todo en vuestros corazones”.1

2. La paz interior en la tradición espiritual de la Iglesia

El alcance de la paz interior o del corazón ha ocupado a lo largo de los siglos a todos los grandes buscadores de Dios. En Oriente, comenzando por los Padres del desierto, esto se ha concretizado en el ideal de la hesychia, del hesicasmo, o de la tranquilidad. Este ha osado proponerse y proponer a los otros una mirada altísima, si no incluso sobrehumana: restar a la mente todo pensamiento, a la voluntad todo deseo, a la memoria todo recuerdo, para dejar a la mente el único pensamiento de Dios, a la voluntad el único deseo de Dios y a la memoria el único recuerdo de Dios y de Cristo (la mneme Theou). Una lucha titánica contra los pensamientos (logismoi), no sólo los malos, sino también los buenos. Ejemplo extremo de esta paz obtenida con una guerra feroz, ha quedado en la tradición monástica el monje Arsenio, el cual, a la pregunta “¿qué debo hacer para salvarme?”, se sintió responder por Dios: “Arsenio, huye, estate en silencio y permanece en la tranquilidad” (a la carta, práctica l’hesychia)2.

Más tarde esta corriente espiritual dará lugar a la práctica de la oración del corazón, u oración ininterrumpida, aún ampliamente practicada en la cristiandad oriental y de la que “Relatos de un peregrino ruso” son la expresión más fascinante. Al inicio sin embargo no se identificaba con ella. Era una forma de alcanzar la perfecta tranquilidad del corazón; no una tranquilidad vacía y un fin en sí misma, sino una tranquilidad plena, parecida a la de los beatos, un comenzar a vivir en la tierra la condición de los santos en el cielo.

La tradición occidental ha perseguido el mismo ideal pero por otros camino, accesibles tanto para los que practican la vida contemplativa como para los que practican una vida activa. La reflexión comienza con Agustín. Él dedica un libro entero del De civitate Dei a reflexionar sobre las distintas formas de la paz, dando a cada una una definición que ha hecho escuela hasta nosotros, entre las cuales la de la paz como “tranquilillitas ordinis”, la tranquilidad del orden. Pero es sobre todo con lo que dice en las Confesiones que ha influido en el delinear el ideal de la paz del corazón. Él dirige a Dios, al inicio del libro, casi de pasada, una palabra destinada a tener una resonancia inmensa en todo el pensamiento sucesivo: “Tú nos has hecho para ti y nuestros corazón está inquieto hasta que no reposa en ti”3.Más adelante ilustra esta afirmación con el ejemplo de la gravedad.

“Nuestra paz está en su buena voluntad. El cuerpo, por su peso, tiende a su lugar. El peso no sólo impulsa hacia abajo, sino al lugar de cada cosa. El fuego tira hacia arriba, la piedra hacia abajo. Cada uno es movido por su peso y tiende a su lugar… Mi peso es mi amor; él me lleva doquiera soy llevado”4.

Hasta que estamos en esta tierra el lugar de nuestro descanso es la voluntad de Dios, el abandono a sus deseos. “No se encuentra descanso si no se consiente a la voluntad de Dios sin resistencia”5. Dante Alighieri resumirá este pensamiento agustiniano en su célebre verso: “En su voluntad está nuestra paz”6.

Sólo en el cielo este lugar de reposo será Dios mismo. Agustín termina, por eso, su tratamiento del tema de la paz con un apasionado elogio de la paz de la Jerusalén del cielo que vale la pena escuchar para inflamarnos también nosotros del deseo de ésta:

“Está después la paz final [...] En esa paz no es necesario que la razón domine los impulsos porque no estarán, pero Dios dominará al hombre, el alma espiritual el cuerpo y será tan grande la serenidad y la disponibilidad a la sumisión, como grande es la delicia del vivir y dominar. Y entonces en todos y cada uno está condición será eterna y se tendrá la certeza de que es eterna y por eso la paz de tal felicidad, o sea la felicidad de tal paz será el bien supremo”. 7

La esperanza de esta paz eterna ha marcado toda la liturgia de los difuntos. Expresiones como “Pax”, “In pace Christi”, “Requiescat in pace” son las más frecuentes en las tumbas de los cristianos y en las oraciones de la Iglesia. La Jerusalén celeste, con alusión a la etimología del nombre, es definitiva “beata pacis visio”8,beata visión de paz.

3. El camino de la paz

La concepción de Agustín de la paz interior como la adhesión a la voluntad de Dios encuentra una confirmación y una profundización en los místicos. El maestro Eckhart escribe:“Nuestro Señor dice: ‘Sólo tendréis paz en mí’ (cfr. Jn 16, 33). Cuanto más se penetra en Dios, más nos adentramos en la paz.El que tiene su yo en Dios tiene la paz, el que tiene su yo fuera de Dios no tiene la paz”9. No se trata, por lo tanto, sólo de cumplir con la voluntad de Dios, sino de no tener otra voluntad que la Dios, morir completamente a la propia voluntad. La misma cosa se lee, en forma de experiencia vivida, en Santa Ángela de Foligno: “Más adelante, la bondad de Dios me concedió la gracia de hacer de dos cosas una sola, tanto que no puedo querer otra cosa, sino lo que Él quiere. […] Ya no me hallo más ahora como solía hallarme, sino que fui conducida a una gran paz en la cual vivo con Él y estoy contenta de cualquier cosa”10.

Un desarrollo diferente, más ascético que místico, lo encontramos en san Ignacio de Loyola con su doctrina de la “santa indiferencia”.11Consiste en ponerse en un estado de disposición total a aceptar la voluntad de Dios, renunciando, desde el principio, a cualquier preferencia personal, al igual que una balanza dispuesta a inclinarse del lado donde el peso será mayor. La experiencia de paz interior se convierte así en el principal criterio en todo discernimiento. Hay que considerar que es conforme a la voluntad de Dios, la elección, que después de una prolongada ponderación y oración, viene acompañada por una mayor paz del corazón.

Ninguna corriente espiritual saludable, sin embargo, ya sea en Oriente o en Occidente, ha pensado nunca que la paz del corazón sea una paz barata y sin esfuerzo. Trató de argumentar lo contrario, en la Edad Media, la secta "del libre Espíritu" y en el siglo XVII, el movimiento quietista, pero ambos fueron condenados por la jerarquía y la conciencia de la Iglesia. Para mantener y aumentar la paz del corazón hay que domar, momento a momento, sobre todo al principio, una revuelta: la de la carne contra el espíritu.

Jesús lo había dicho de mil maneras: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo”,“quien quiera salvar su vida, la perderá; quien pierda su vida, la salvará” (cfr. Mc 8, 34 ss.).Hay una falsa paz que Jesús dice que vino a quitar, no a traer a la tierra(cfr. Mt 10, 34).Pablo traducirá todo esto en una especie de ley fundamental de la vida cristiana:

“Los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual. Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz, ya que las tendencias de la carne llevan al odio de Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden; así, los que viven según la carne, no pueden agradar a Dios... Si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis” (Rm 8, 5-13).

La última frase contiene una enseñanza importantísima. El Espíritu Santo no es la recompensa a nuestros esfuerzos de mortificación, sino el que los hace posibles y fructíferos; el no está sólo al final, sino también al comienzo del proceso: “Si, por el Espíritu, hacéis morir las obras de la carne, viviréis”. En este sentido se dice que la paz es fruto del Espíritu; es el resultado de nuestro esfuerzo, hecho posible por el Espíritu de Cristo. Una mortificación voluntarista y demasiado confiada de sí misma puede llegar a ser (y a menudo a llegado a ser) también ella una obra de la carne.

Entre los que han ilustrado a lo largo de los siglos, este camino a la paz del corazón, destaca por la practicidad y el realismo, el autor de la Imitación de Cristo. Él se imagina una especie de diálogo entre el Divino Maestro y el discípulo, como entre un padre y su hijo:

Maestro: “Hijo, ahora te enseñaré el camino de la paz y de la verdadera libertad”.

Discípulo:“Haz, Señor, lo que dices porque escucharlo es muy agradable para mí”.

Maestro: “Procura, hijo, hacer antes la voluntad ajena que la propia. Elige siempre tener menos y no más. Busca siempre el último lugar, y estar sometido a otros. Escoge y siempre reza para que la voluntad de Dios se cumpla íntegramente en ti. Así se ingresa en los términos de la paz y la quietud”.

Otro medio sugerido al discípulo es el de evitar la vana curiosidad:

“Hijo, no seas curioso: no te asumas inútiles esfuerzos. ¿Qué te importa esto o aquello? «Tú sígueme». (Jn 21, 22). ¿Qué te importa que aquella persona sea de tal hechura, o diversa, o aquella otra actúe o diga esto o aquello? Tú no deberás responder por los otros; al contrario rendirás cuentas sobre ti mismo. ¿De qué cosa por lo tanto te estás interesando? Sabes que yo conozco a todos, veo todo lo que sucede bajo el sol y sé la condición de cada uno: qué piensa cada uno, qué cosa quiere, qué tiene en vista su intención. Todo tiene que ser por lo tanto, puesto en mis manos. Y tú mantente en paz firme, dejando que los otros se agiten cuanto crean, y pongan agitación en torno de ellos: lo que él haya hecho y lo que haya dicho recaerá sobre él, porque, por lo que a mi se refiere, no me puede engañar”12.

4. “Paz porque en ti tiene confianza”

Sin pretender sustituir estos medios ascéticos tradicionales, la espiritualidad moderna pone su acento en otros medios más positivos para conservar la paz interior. El primero es la confianza y el abandono en Dios. “Tú le asegurarás la paz, paz porque en ti tiene confianza”, se lee en Isaías (23, 3). Jesús en el Evangelio motiva su invitación a no temer y a no estar en ansia por el mañana, con el hecho de que el Padre celeste conoce lo que necesitamos, él que nutre a los pájaros del cielo y viste a los lirios del campo (cfr. Mt 6, 5 ss).

Esta es la paz de la cual se volvió maestra y modelo Teresa del Niño Jesús. Un ejemplo heroico de esta paz que viene de la confianza en Dios ha sido también el mártir del nazismo Dietrich Bonhöffer. Mientras estaba en la cárcel y esperaba la ejecución capital, él escribió algunos versos que se convirtieron en un himno litúrgico en muchos países anglosajones:

De las fuerzas amigas maravillosamente envueltos

esperamos con calma el futuro.

Dios está con nosotros por la tarde y la mañana,

estará con nosotros cada nuevo día13.

Un escritor franciscano, Eloi Leclerc, en su libro La sabiduría de un pobre, cuenta como Francisco de Asís encontró la paz en un momento de profunda turbación. Estaba triste por la resistencia de algunos a su ideal y sentía el peso de la responsabilidad de la numerosa familia que Dios le había confiado. Partió de La Verna y viajó a San Damián para encontrar a Clara. Clara lo escuchó y para animarlo le dio un ejemplo.

“Supongamos que una de nuestras hermanas viniera a mi para disculparse de haber roto un objeto. Bueno, sin lugar a dudas le haría una observación y le daría como se acostumbra una penitencia. Pero si ella viniera a mi para decirme que ha incendiado el convento y que todo se ha quemado o casi, creo que en tal caso no tendría nada que decir. Me sentiría sorprendida por un hecho que es más grande que yo. La destrucción del convento es un hecho demasiado grande para que yo pueda estar profundamente turbada. Lo que Dios mismo ha construido no puede fundarse sobre la voluntad o el capricho de una criatura humana. El edificio de Dios se funda en bases mucho más sólidas”.

Francisco entendió la lección y respondió:

“El porvenir de esta gran familia religiosa que Dios me ha confiado es algo demasiado grande para que dependa de mí solo y me preocupe hasta el punto de estar turbado. Es también, sobre todo, asunto de Dios. Lo has dicho muy bien, pero ruega para que esta palabra germine en mi como una semilla de paz”14.

El Poverello regresó entre los suyos sereno, repitiéndose a sí mismo por el camino: “¡Dios existe, y esto basta! ¡Dios existe y esto basta!”. No es un episodio documentado históricamente, pero interpreta bien, en el estilo de los “Fioretti”, un momento en la vida de Francisco y contiene una lección importante.

Nos acercamos a la Navidad y me gustaría resaltar lo que creo que es el medio más eficaz de todos para preservar la paz del corazón y esto es la certeza de ser amados por Dios. “Paz en la tierra a los hombres que Dios ama”, literalmente: “Paz en la tierra a los hombres de (divino) beneplácito (eudokia)” (Lc 2, 14). La Vulgata traducía este término con "buena voluntad” (bonae voluntatis), entendiendo con esto la buena voluntad de los hombres, o los hombres de buena voluntad. Pero se trata de una malinterpretación, hoy reconocida por todos como tal, aunque por respeto a la tradición, en el Gloria de la Misa en latín se sigue diciendo todavía “y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Los descubrimientos de Qumrán han aportado la prueba definitiva. “Hombres, o hijos, de la benevolencia” son llamados, en Qumrán, los hijos de la luz, los elegidos de la secta15. Se trata, por tanto, de los hombres que son objeto de la benevolencia divina.

En los Esenios de Qumrán “el divino beneplácito” discrimina; son sólo los seguidores de la secta. En el Evangelio, “los hombres de la divina benevolencia” son todos los hombres sin excepción. Es como cuando uno dice “los hombres nacidos de mujer”; no quiere decir que algunos nacen de mujer y los otros no, sino sólo caracterizar a todos los hombres según su forma de venir al mundo. Si la paz se otorgara a los hombres por su “buena voluntad”, entonces sí que estaría limitada a unos pocos, a los que la merecen; pero dado que se concede por la buena voluntad de Dios, por la gracia, se ofrece a todos.

“Assueta vilescunt”, decían los latinos; las cosas repetidas a menudo se degradan, pierden mordiente, y esto sucede, por desgracia, también con las palabras de Dios. Tenemos que asegurarnos de que eso no ocurra, también en esta Navidad. Las palabras de Dios son como cables eléctricos. Si pasa la corriente, al tocarlos dan calambre; si no pasa la corriente, o si se usan guantes aislantes, se pueden tocar sin problemas, no dan ningún calambre. La potencia y la luz del Espíritu está siempre en acción, pero depende de nosotros recogerla, a través de la fe, el deseo y la oración. ¡Que fuerza y novedad contenían estas palabras: “Paz en la tierra a los hombres amados por el Señor”, desde que fueron proclamadas por la primera vez! Tenemos que recuperar un oído virgen, el oído de los pastores que las escucharon por primera vez y, “sin demora”, se pusieron en viaje.

San Pablo nos muestra un manera de superar todas nuestras ansiedades y encontrar cada vez la paz del corazón, a través de la certeza de que somos amados por Dios. Escribe:

“Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su proprio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? […] ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? […] Pero en todo esto salimos más que vencedoresgracias a aquel que nos amó” (Rm 8, 31-37).

La persecución, los peligros, la espada no son una lista abstracta o imaginaria; son los momentos de angustia que ha experimentado, de hecho, en su vida; los describe ampliamente en la Segunda Carta a los Corintios (cfr. 2 Co 11, 23 ss). El Apóstol pasa ahora revisión en su mente y constata que ninguno de ellos es lo suficientemente fuerte para resistir la comparación con el pensamiento del amor de Dios. Implícitamente, el Apóstol nos invita a hacer lo mismo: a mirar nuestra vida, tal y como se presenta, a sacar a la luz los miedos y las razones de tristeza que se esconden allí, y que no nos permiten aceptarnos con serenidad a nosotros mismos: ese complejo, ese defecto físico o moral, ese fracaso, ese recuerdo doloroso; exponer todo eso a la luz del pensamiento de que Dios nos ama y concluir con el Apóstol: “En todas estas cosas, puedo ser más que vencedor, en virtud de aquel que me ha amado”.

De su vida personal, el Apóstol pasa, poco después, a ver el mundo a su alrededor. Escribe:

“Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados; ni lo presente ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor Nuestro” (Rm 8, 37-39).

Él observa “su” mundo, con las potencias que lo hacían entonces amenazante: la muerte con su misterio, la vida presente con sus seducciones, los poderes astrales o aquellos infernales que daban tanto terror al hombre antiguo. Estamos invitados, incluso en este caso, a hacer lo mismo: mirar, a la luz del amor de Dios, el mundo que nos rodea y que nos da miedo. Lo que Pablo llama la “altura” y la “profundidad” son para nosotros ahora lo infinitamente grande en la altura y lo infinitamente pequeño en la profundidad, el universo y el átomo. Todo está listo para aplastarnos; el hombre es débil y sólo en un universo mucho más grande que él y convertido, además, en aún más amenazador, como resultado de sus descubrimientos científicos, y ademas las guerras, las enfermedades incurables, hoy el terrorismo... Pero nada de esto nos puede separar del amor de Dios. ¡Dios ha creado el universo y lo mantiene firmemente en la mano! ¡Dios existe y esto basta!

Santa Teresa de Ávila, nos ha dejado una especie de testamento, que es útil repetirnos cada vez que tenemos que recobrar la paz del corazón: “Nada te turbe, nada te espante,todo se pasa,Dios no se muda;la pacienciatodo lo alcanza;quien a Dios tienenada le falta.Sólo Dios basta”.

Que el nacimiento del Señor, Santo Padre, Venerables padres, hermanos y hermanas, sea realmente para nosotros, como decía san León Magno, ¡“el nacimiento de la paz”!16 De las tres dimensiones de la paz: aquella entre el cielo y la tierra, aquella entre todos los pueblos y aquella en nuestros corazones.

_________________

Traducido por Zenit

1 Leyenda de los tres compañeros, 58 (Fuentes Franciscanas, n.1469)

2 Apophtegmata Patrum, Arsenio 1-3 (J.C. GUY, ed., I padri del deserto. Così dissero, così vissero, Milán 1997)

3 S. Agustín, Confesiones, I, 1.

4 Ib. XIII, 9.

5 S. Agustín, Adnotationes in Iob, 39.

6 Dante Alighieri, Paraíso, 3, v.85

7 S. Agustín, De civitate Dei, XIX, 27.

8 Himno del Oficio de la Dedicación de la Iglesia.

9 Maestro Eckhart, Sermones, 7 (Ed. J. Quint, Deutsche Werke, I,.Stuttgart 1936, p. 456).

10 El libro de la Beata Ángela, VII (ed. Quaracchi, 1985, p. 296).

11 Cfr. G. Bottereau, Indifference, en “Dictionnaire de Spiritualité , vol 7, coll.1688 ss

12  Imitación de Cristo, III, 23-24.

13 Von guten Mächten wunderbar geborgen /erwarten wir getrost, was kommen mag.

Gott ist mit uns am Abend und am Morgen / und ganz gewiss an jedem neuen Tag.

14 E. Leclerc, La sagesse d’un pauvre, Paris,Desclée de Brouwer,  22e éd. 2007

15  Cfr. Inni, I QH, IV, 32 s, (XI, 9).

16 S. León Magno, Sermo de Nativitate Domini, XXXVI, 5 (PL 54, 215).

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Comentario a la liturgia dominical - Nochebuena
Ciclo B - Textos: Is 9, 1-3, 5-6; Tit 2, 11-14; Lc 2, 1-14

Por H. Sergio Mora

BRASILIA, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).

Idea principal: Las paradojas de Dios en esta Nochebuena.

Síntesis del mensaje: Dios hecho hombre. El Eterno descendió al tiempo. El Inabarcable e Infinito cabe en los brazos de María. La Palabra del Padre en silencio. El Inmensamente Rico recostado en un pesebre y envuelto en unos pañales. El Alimentador del género humano pendiente del pecho de María para no morir. El Fuego ardiente de caridad tiritando de frío en esa noche helada de invierno. El Deseado de las naciones rechazado; y como no había lugar para él en el mesón de este mundo humano, tuvo que nacer en una cueva de animales.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, ¿por qué y para qué de esta paradoja? Porque se cumplió el tiempo, el “kairós” pensado por Dios desde toda la eternidad para reconquistar al hombre caído y hacerle entrar en la luz (primera lectura). Y todo por pura benignidad de Dios, para convertirnos en pueblo suyo (segunda lectura), para devolverle su gloria y traer la paz tan deseada a toda la humanidad (evangelio). Paz con esa densidad bíblica: bienestar, prosperidad, desarrollo, alegría, justicia. Paz que es armonía entre hombre y hombre; entre hombre y cosmos; entre hombre y Dios. La paz es la definición misma de Cristo, “Príncipe de la paz”. Paz es vida, amor, salvación, donación. “No apaguemos la llama ardiente de esta paz encendida por Cristo” (François Mauriac).

En segundo lugar, ¿cómo fue esta paradoja? En la sencillez de los personajes: una doncella humilde y pura; un casto varón, justo y sin dinero; y un niño indefenso toda candor y ternura; unos pastores pobres sin poder, sin influencias ni títulos, que vivían a la intemperie y en vida seminómada. En la sencillez del lugar: no en la Jerusalén prestigiosa y religiosa, sino en la pequeña ciudad de Belén, lugar del pan; ese pan tierno de Jesús que necesitará cocerse durante esos años de vida oculta y pública, hasta llegar al horno del Cenáculo y Calvario; y llegará a nosotros misteriosamente en cada misa. En la sencillez de la cueva miserable de animales porque los humanos no le dieron posada. En la sencillez de la noche, sin estruendos de cohetes, bengalas y fuegos artificiales.

Finalmente, ¿a cambio de qué esta paradoja? De que nuestros ojos le miren con ternura y le sonrían, y así de nuestros ojos caigan las escamas de nuestras miopías. De que nuestros labios le besen y queden así purificados, libres de mentiras y palabras indecentes. De que nuestros brazos le acojan, y queden bien fortalecidos para sostener al caído en el camino. De que nuestras manos le acaricien y se abran a la generosidad con los que sufren y estén necesitados. De que nuestra rodillas se doblen y le adoren en la oración como Dios y Señor. De que nuestra corazón sea un dulce mesón donde invitar a Jesús.

Para reflexionar: Con san León Magno reflexionemos: “No puede haber lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa. Que nadie se considere excluido de esta alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos; nuestro Señor, en efecto, vencedor del pecador y de la muerte, así como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido para salvarnos a todos. Alégrese, pues, el justo, porque se acerca a la recompensa; regocíjese el pecado, porque se le brinda el perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la vida”(Sermón I sobre la Natividad, 1-3).

Para rezar: Terminemos con esta oración: “Niño del pesebre, pequeño Niño Dios, hermano de los hombres. El alma se me llena de ternura y el corazón de dicha, cuando te veo así, pequeño, pobre y humilde, débil e indefenso, recostado en las pajas del pesebre. Enséñame, Jesús, a apreciar lo que vale tu dulce Encarnación. Ayúdame a comprender el profundo sentido de tu presencia entre nosotros. Haz que mi corazón sienta la grandeza de tu generosidad, la profundidad de tu humildad, la maravilla de tu bondad y de tu amor salvador. No te pido entender las paradojas de Belén sino de saborearlas con el corazón extasiado en fe y gratitud”.

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org

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Comentario a la liturgia dominical - Navidad
Ciclo B Textos: Is 52, 7-10; Heb 1, 1-6; Jn 1, 1-18

Por Antonio Rivero

BRASILIA, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).

Idea principal: El motivo profundo de nuestra alegría está aquí: El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.

Síntesis del mensaje: Navidad es el cumplimiento del viejo sueño de Dios: convivir con el hombre. Ya desde el Paraíso, cuando el Señor visitaba a nuestros primeros padres al caer de la tarde, así como en la tienda de reunión durante la travesía del desierto. Y luego en el Templo de Jerusalén, lugar privilegiado de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Siempre es el mismo intento: habitar entre los hombres. Y ahora ello llega a su plenitud: Dios planta su tienda en la historia. Es Emmanuel, es decir, Dios con nosotros. ¡Alegrémonos, porque hoy es Navidad!

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, por muy preocupados que estemos por los problemas de la vida -¡que los hay!-, y por negro que veamos el panorama social o eclesial -¡que ahí está y nos amenaza!-… escuchemos la voz de la Iglesia mensajera que anuncia esta gran noticia en la santa misa: Dios ha visitado a su pueblo y nos trae su consuelo y su paz (1ª lectura). Una paz sin límites, hecha de justicia y derecho. ¡Alegrémonos, porque hoy es Navidad, y con la Navidad recuperamos el sentido de la vida y la fuerza para afrontar esos problemas de la vida diaria, familiar y laboral, porque Dios en Cristo camina a nuestro lado, que para eso se hizo hombre! ¡Contagiemos el espíritu de la Navidad!

En segundo lugar, por muchas palabras que escuchemos de sirenas engañadoras que nos silban prometiéndonos la liberación material, el éxito fácil, la supresión del dolor y angustias, o palabras tentadoras del enemigo de nuestra alma para que claudiquemos en nuestra fe y confianza en Dios al ver tantos desmanes y desastres naturales y humanos… Dios Padre hoy pronunció su última y definitiva Palabra que es su Hijo. Y esa Palabra encarnada nos ha purificado de nuestros pecados y nos ha liberado de nuestras ataduras, muriendo voluntariamente por nosotros, revistiéndonos de la filiación divina (evangelio) para que llevemos una vida digna y noble (2ª lectura). ¡Alegrémonos, porque hoy es Navidad, y con la Navidad renace la esperanza que no defrauda y nos salva! ¡Contagiemos el espíritu de la Navidad!

Finalmente, por muchas y espesas tinieblas que nos quieren envolver por doquier –ideologías de cuño liberal, marxista, hedonista y pragmático- , hoy una Luz nos brilló (evangelio), y gracias a esta Luz podemos ver todo desde una nueva perspectiva, la perspectiva de la eternidad: las sanas y humanas alegrías, y también las tristezas y dolores; los éxitos conquistados a pulso y honestidad, y también los fracasos injustos; los trabajos bien remunerados, y también los despidos; la salud rebosante y la enfermedad que nos carcome; los momentos de plenitud radiante y los instantes de dudas y perplejidades; la aceptación entre nuestros amigos y familiares, y también el desengaño y olvido en que nos tienen prostrados. Todo desde la luz de Belén se ilumina, se esclarece, recobra sentido. ¿Por qué? Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para experimentar en su propia carne y redimir todas estas situaciones humanas. ¡Alegrémonos, porque hoy es Navidad, y con la Navidad renace la fe que disipa toda tiniebla del corazón y de la mente! ¡Contagiemos el espíritu de la Navidad!

Para reflexionar: ¿Vivo los siete días de la semana, las cuatro semanas del mes y los doce meses del año el espíritu de la Navidad: alegría, paz, victoria, liberación, justicia, filiación divina? ¿Quién quiere robarme el espíritu de la Navidad: este mundo anticristiano, el demonio tentador o mis pasiones bajas? ¿Qué le pediré hoy al Niño Dios que nace en Belén? ¿Y qué le ofreceré yo a cambio? ¿Contagio el espíritu de la Navidad?

Para rezar: Con toda la Iglesia recemos el gran pregón de Navidad y llenémonos de alegría profunda: “Os anunciamos, hermanos y hermanas, una buena noticia, / una gran alegría para todo el pueblo. / Escuchadla con corazón gozoso: / Habían pasado miles y miles de años / desde que, al principio, Dios creó el cielo y la tierra / e hizo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza. / Miles y miles de años habían transcurrido / desde que cesó el diluvio / y el Altísimo hizo resplandecer el arco iris, / signo de alianza y de paz. / En el año 752 de la fundación de Roma; / en el año 42 del imperio de Octavio Augusto, / mientras sobre toda la tierra reinaba la paz, / en la sexta edad del mundo, / hace años, / en Belén de Judá, pueblo humilde de Israel, / ocupado entonces por los romanos, / en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada, / de Santa María la Virgen, esposa de José, / de la casa y familia de David, / nació Jesús, llamado Mesías y Cristo, / que es el Salvador que el pueblo esperaba. / Alegraos, hermanos. / Esta es la buena noticia del ángel: / "Os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor".

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org

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Santa María Margarita de Youville - 23 de diciembre
«En su desdichada vida personal, con un matrimonio difícil y la pérdida de casi toda su prole, esta fundadora canadiense, primera canonizada, que sufrió también como religiosa, halló la paz y la fecundidad en brazos del Padre»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 22 de diciembre de 2014 (Zenit.org) - Esta canadiense, primera en ser canonizada, amó apasionadamente a Dios Padre. Cobijada en su ternura superó las contradicciones y sufrimientos que la vida le presentó. Se dice que la cuna, el hogar que acoge a un recién nacido, tiene mucho que ver en el acontecer de una persona. Y así es en cierto sentido. El de Margarita estaba asediado por la pobreza cuando nació en Varennes, Quebec, Canadá, el 15 de octubre de 1701 a pesar de que su padre era un oficial. Sus cinco hermanos, que fueron llegando al mundo después que ella, no tuvieron mejor suerte. Es más, la pérdida del cabeza de familia, que se produjo cuando ella tenía siete años, no hizo sino empeorar la situación y la mendicidad fue la única vía para ir sobreviviendo. Pero esta experiencia de indigencia familiar sería de gran valor para la misión que iba a desempeñar, amén de irle curtiendo entonces en el infortunio. Dos años con las religiosas Ursulinas de Quebec como alumna interna fueron suficientes para asentar en ella principios que había recibido en su hogar. Después, su ocupación no fue otra que seguir auxiliando a su madre. Y cuando ésta rehizo su vida contrayendo nuevo matrimonio, se fue a Montreal.

Tomando nuevo rumbo, en 1722 se casó con François d´Youville, que por todo equipaje aportaba al nuevo hogar un compendio de desdichas. Díscolo, traficante de pieles y de alcohol, droga que ponía al alcance de los indios, con su indiferencia por la familia que había formado, y sus largas y frecuentes ausencias, aún hacía más difícil la convivencia con esa madre intransigente que también había llevado consigo. François había derrochado los bienes y las dificultades económicas perseguían a todos. La desolación fue acentuándose con la pérdida progresiva de los hijos nacidos en el matrimonio. De seis, únicamente sobrevivieron dos, dándose la circunstancia de que a éstos Dios Padre les concedió la gracia del sacerdocio, y a su madre infinito consuelo. François murió en 1730, después de una súbita enfermedad, siendo asistido por Margarita en todo momento, que vertió en él su cariño. El sexto hijo, del que se hallaba encinta en esos momentos, nació después de quedarse viuda, pero Dios se lo llevó con Él. La santa, tras ocho difíciles años de matrimonio, quedaba al frente del hogar sosteniendo a los pequeños con admirable fortaleza convencida de que Dios Padre jamás abandona a sus hijos.

Cuando los dos varones que habían sobrevivido fueron ordenados sacerdotes en 1737, emprendió el que iba a ser su definitivo camino: la fundación de un nuevo movimiento eclesial. Su director espiritual, el padre Lescöat, se lo había anunciado al enviudar: «Consuélese, señora; Dios le destina para una gran obra, y llegará a levantar una casa en decadencia». Sin dilación el último día de ese año de 1737 lo selló con su consagración. A partir de entonces los desfavorecidos serían su único objetivo. Esta determinación, compartida con otras mujeres, no fue acogida por la sociedad y las murmuraciones y maledicencias se añadían al amargo cáliz que había marcado su acontecer. La lacra del vicioso marido, aunque ya había muerto, seguía salpicándola a ella y a la comunidad, sembrando las dudas en los vecinos que, sin atender a los gestos de virtud que desplegaban por doquier, aceradamente las hacían objeto de sus críticas. Es más, fueron apedreadas, acusadas de alcohólicas, y hasta se pidió exilio para Margarita. Dijeron que la lesión de una rodilla era un «justo castigo del cielo». El juicio, malsano y erróneo, se emitía con la simpleza de quien ignora que Dios Padre no actúa con tales parámetros con ninguno de sus hijos haga lo que haga, y no se podía atribuir a la santa un comportamiento negativo ya que obró con admirable y heroica caridad en todo momento.

En penosas condiciones físicas y económicas, constantemente probada, cuando murió una de sus colaboradoras y pilares de la obra que ponían en marcha, actuó con visible fortaleza. En 1747 le encomendaron la gestión del Hospital de los Hermanos Charon, labor difícil porque estaba en penosas condiciones. Pero lo levantó haciendo de él un cálido hogar para los desvalidos. El padre Normant, que había sustituido en la dirección espiritual de la santa al padre Lescöat, cuando éste falleció, corroboró que no se había equivocado al animarle a poner en marcha esta ardua empresa. Al tiempo, surgía la fundación de Margarita: las Hermanas de la Caridad de Montreal que dieron lo mejor de sí a los enfermos incurables y afectados por graves lesiones, así como ancianos, niños, indigentes, soldados, etc. En 1751 defendió con valentía este centro ante autoridades civiles y eclesiásticas cuando quisieron convertirlo en sede de las religiosas de Quebec. Entonces el pueblo, que antes la había maltratado a ella y a la comunidad, salió en defensa de las religiosas reconociendo su excepcional labor.

Libre de las deudas que había heredado al hacerse cargo del hospital, y en un momento en el que todo parecía ir por buen camino, un nuevo reto se presentó ante la comunidad cuando aquél fue pasto de las llamas en 1765. Margarita sabía que Dios Padre jamás la abandonaba, y se gozó espiritualmente en ese nuevo contratiempo recitando con las hermanas el «Te Deum». Luego vaticinó: «Tranquilizaos, la casa ya no arderá más». A los 64 años puso en pie nuevamente el hospital. En esta misión había involucrado a madres e hijas del lugar. Murió el 23 de diciembre de 1771. Fue beatificada por Juan XXIII el 3 de mayo de 1959, y Juan Pablo II la canonizó el 9 de diciembre de 1990.

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