HOMILÍA DEL OBISPO

75º Aniversario de la Cofradía de los Dolores


  • Homilía pronunciada por D. Vicente Jiménez Zamora en la solemne Misa de Acción de Gracias con motivo de cumplirse el 75º Aniversario de la Cofradía de los Dolores.

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SANTANDER | 02.08.2014


 COFRADÍA  DE  LOS  DOLORES

75º Aniversario (1939-2014)

Santander, 2 de agosto de 2014

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander

            “El Seños ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Ps 125, 3).

            Este año 2014 se cumple el 75º aniversario de la fundación de la Real Hermandad y Cofradía de Nazarenos de los Dolores Gloriosos de la Santísima Virgen María y de San Andrés Apóstol. Es la Cofradía decana de Santander. Con este motivo jubilar, para celebrar esta gloriosa efemérides, la Cofradía ha organizado un amplio e importante programa de actos festivos y cultos religiosos. El Acto central y cumbre de este programa es la solemne Eucaristía de Acción de Gracias de este día 2 de agosto, a la que seguirá la procesión extraordinaria con su hermoso paso de palio por las calles y plazas de nuestra Ciudad. La conmemoración de este 75 º aniversario quiere ser un momento de gracia, de renovación eclesial y de testimonio de fe y caridad.

            Celebramos la Eucaristía de Acción de gracias en esta Parroquia de San Francisco, donde tiene su sede la Cofradía de la Virgen de los Dolores, que hoy se viste de gala y nos acoge como casa abierta para todos.

Liturgia del Domingo XVIII (Ciclo A)

            La liturgia de la Eucaristía corresponde al domingo XVIII del Tiempo Ordinario. En las lecturas bíblicas se habla del alimento que sacia de verdad. El profeta Isaías (1ª lectura),  promete al pueblo de parte de Dios comida y bebida que sacia de veras a los hambrientos. Dios pone a disposición de los hombres los bienes materiales y espirituales. Jesús, compadecido de la muchedumbre, realiza la multiplicación de los panes y los peces y sacia el hambre de la multitud (Evangelio).

A la luz de este evangelio, pensemos en los hambrientos de nuestra sociedad, sean cuales sean sus hambres y tratemos de remediar sus necesidades materiales y espirituales. El “milagro” de un pequeño gesto de paz, de fe, de ternura, de misericordia, de amor, de fidelidad… puede ser el modelo de un mundo pacífico, tierno, creyente, amoroso y fiel. Jesús nos pide nuestro “poco”, y Él hará lo “mucho” que nuestros hermanos pueden necesitar.

Un poco de historia

Volviendo al acontecimiento que hoy nos convoca, hagamos un poco de historia. La Real Hermandad y Cofradía de Los Dolores de Santander se fundó el día 5 de agosto del año 1939. Es la más antigua de la Ciudad y la primera de nazarenos. Hizo su primera estación de penitencia en la Semana Santa siguiente y como Cofradía de Silencio realiza los actos penitenciales sin acompañamiento musical. Su hábito en un principio era de color negro con cíngulo blanco y sin capa. La capa blanca fue añadida años más tarde.

La imagen actual, del autor Daniel Alegre Rodrigo, repite rostro y manos de la imagen que el mismo autor realizó en 1939-40 para la Cofradía de los Dolores. El paso de estilo malagueño, es el más monumental de la Ciudad por su suntuosidad y proporciones. La corona y puñal, de bella orfebrería, se deben a Domingo Mucientes García. Él mismo realizó el trono y palio y la magnífica candelaria. El impresionante manto profusamente bordado en oro, con una superficie de 28 metros cuadrados, es riquísima prenda creada por las MM. Adoratrices de Santander (cfr. Francisco Gutiérrez Díaz, Pasos procesionales de Santander, Santander 2001).

La Virgen de los Dolores

La Cofradía representa el misterio de la unión profunda de los dolores de la Virgen María asociada a los dolores de su Hijo Jesús. El dolor de la Madre se une al dolor redentor del Hijo, el Varón de dolores. La antífona Stabat Mater, exclama: “¡Oh Madre, fuente de amor!,  / hazme sentir tu dolor / para que llore contigo; / y que, por mi Cristo amado, / mi corazón abrasado / más viva en Él que conmigo”.

Nunca comprenderemos suficientemente la inmensidad del amor de la Virgen Madre y de su intenso dolor, porque el corazón sangra por donde ama. Por eso la liturgia aplica a la Virgen de los Dolores, como al mismo Jesús las palabras del profeta Jeremías: “Oh vosotros, los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como el dolor que me atormenta” (Lamentaciones, 1, 12).

María compartió el dolor profundo de su Hijo, sobre todo, en el momento de la muerte en el Calvario. Se cumplía así la profecía del anciano Simeón en el templo de Jerusalén, que era como “la segunda anunciación” (Juan Pablo II): “Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción  - y a ti misma una espada te traspasará el alma  - para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones” (Lc 2, 34-35).

En la citada secuencia del himno Stabat Mater decimos: “¡Oh qué triste y afligida estuvo aquella bendita Madre del Unigénito! / Se angustiaba y se dolía la Madre piadosa, viendo las penas de su Hijo. / ¿Quién podría no llorar viendo a la Madre de Cristo en tan cruel suplicio? / ¿Quién podría no entristecerse contemplando a la Madre de Cristo sufrir con su Hijo?”.

El misterio que representa la Cofradía de la Virgen de los Dolores nos tiene que ayudar a compartir los padecimientos de Cristo y de su Madre, para completar así lo que falta a la pasión de Cristo por su Iglesia (cfr. Col  1, 24).

Queridos hermanos: la Pasión de Cristo no es sólo un acontecimiento ocurrido hace dos mil años y concluido para siempre. Debemos pensar que el sufrimiento actúa en nosotros de forma real, no por mero recuerdo. Vemos escrito por personas competentes que “la Pasión de Cristo se prolonga hasta el final de los siglos” (San León Magno, Sermón 70, 5, PL 54, 338) y que “Cristo estará en agonía hasta el fin del mundo” (B. Pascal, Pensamientos, n. 553).

Gracias al Espíritu, que Cristo nos ha dado, somos contemporáneos de Jesús, su pasión tiene lugar “hoy”, como dice la Liturgia. En el evangelio de San Juan se lee: “Mirarán al que traspasaron” (Jn 19, 37) y la profecía que él cita sigue diciendo. “Harán duelo como por un hijo único, llorarán como se llora a un primogénito” (Zac. 12, 10). Toda la meditación de  la Pasión de Cristo, que ha producido tantas conversiones y santos, se basa en el cumplimiento de esa profecía.

Es hora de que se realice en nuestra vida aquel “ser bautizados en la muerte de Cristo”, de que algo del hombre viejo se nos caiga de encima, muera en nosotros y quede sepultado para siempre. El “hombre viejo”, con sus deseos y concupiscencias debe ser “crucificado con Cristo”, para resucitar a la “novedad de vida”.

Esta renovación de nuestra vida cristiana debe ser uno de los frutos de este 75º aniversario de nuestra Cofradía. Es este es también el deseo de vuestro Obispo: que la Cofradía sea, como quiere la Iglesia,  una asociación de fieles cristianos  para la vivencia auténtica de la fe; para la celebración digna de los santos misterios; y para el ejercicio de la caridad con los pobres y necesitados.

En el marco de esta celebración eucarística os felicito cordialmente por esta conmemoración jubilar y os agradezco todo lo que la Cofradía ha hecho a lo largo de estos 75 años y sigue haciendo en nuestra Diócesis. ¡Enhorabuena y felicidades! Seguid adelante según la mente y las orientaciones de la Iglesia para ir por el buen camino. Así se lo pido al Señor en esta Eucaristía de Acción de Gracias por intercesión de su Madre y nuestra Madre la Virgen de los Dolores. Amén.

 

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander