ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 17 de abril de 2014

LA FRASE DEL JUEVES 17 DE ABRIL

"Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros." (Jn 13, 14)

 


El papa Francisco

Francisco: el lavatorio de pies es una herencia que Jesús nos deja
El Santo Padre ha lavado y besado los pies de doce pacientes de un Centro de discapacitados en Roma

El Papa en la Misa Crismal: la disponibilidad del sacerdote abre las puertas de la Iglesia
Francisco, en la homilí­a de este jueves: "El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza"

Francisco: La alegría sacerdotal tiene su fuente en el Amor del Padre
Texto completo de la homilía de la misa crismal de Jueves Santo

El Rabino de Roma felicita la Pascua al Papa
Di Segni, habla también de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, "dos grandes papas"

Santa Sede

Bergoglio: Wojtyla nos enseñó a sufrir y a morir, esto es heroico
Declaración de 2005 del cardenal Bergoglio para la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II

El Papa nombra nuevo obispo auxiliar en Caracas
José Trinidad Fernández Angulo, rector del seminario mayor Santa Rosa de Lima

Mirada al mundo

La Semana Santa se vive intensamente en toda España
Las principales calles del paí­s se convierten en escenarios de fervor y devoción religiosa, de duelo y de recogimiento

Rome Reports

Yoannis Lahzi Gaid, nuevo secretario personal del Papa Francisco (Video)
Francisco cuenta con un nuevo colaborador en su secretaría personal. Se trata del sacerdote copto católico Yoannis Lahzi Gaid que trabaja en la Secretaría de Estado

Papa a los sacerdotes: "Si no sales de ti mismo el óleo se vuelve rancio" (Video)
El Papa Francisco presidió la Misa Crismal de Jueves Santo en la Basílica San Pedro. En esta ceremonia se bendicen los Santos Óleos con los que se administran sacramentos como el Orden Sacerdotal

Francisco lava los pies a doce personas con discapacidad (Video)
Este Jueves Santo, el Papa lavó los pies a doce personas con discapacidad del centro Santa María de la Providencia de Roma, de la Fundación Don Carlo Gnocchi

Testigos de la Fe

La conversión de Barrabás
Una mirada cambió la vida del actor Pietro Sarubbi, que interpretó el papel del bandido en 'La Pasión' de Mel Gibson

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Santa Kateri Tekakwitha
Esta indígena, primera canonizada, por amor a Cristo contravino las leyes de su tribu, aunque por ello fuera a perder la vida. Con san Francisco es patrona de la naturaleza

Espiritualidad

Comentario a la liturgia de la vigilia pascual 2014
Ciclo A Textos: Gn 1, 1-2,2; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15-15,1; Is 54, 5-14; Is 55, 1-11; Bar 3, 9-15.32-4,4; Ez 36, 16-28; Rom 6, 3-11; Mt 28, 1-10


El papa Francisco


Francisco: el lavatorio de pies es una herencia que Jesús nos deja
El Santo Padre ha lavado y besado los pies de doce pacientes de un Centro de discapacitados en Roma

Por Rocío Lancho García

ROMA, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre ha lavado los pies a 12 personas que sufren discapacidad, en la tarde de este Jueves Santo. El lugar elegido por el Papa ha sido el Centro para personas discapacitadas "Santa María de la Providencia" de la Fundación Don Carlo Gnocchi donde ha celebrado a las 17.30 la misa in Coena Domini, que conmemora la Última Cena y el lavatorio de pies de Jesús a los 12 apóstoles. Ya como cardenal, Bergoglio tenía costumbre de celebrar la misa del Jueves Santo en una cárcel, un hospital o una residencia para pobres o marginados.

Una multitud de fieles ha recibido a Francisco con gran entusiasmo a la entrada de la iglesia, con los que se ha detenido para bendecirles e intercambiar unas breves palabras. Ya dentro, también ha saludado a las personas que se encontraban a ambos lados del pasillo central. En la celebración han participado los pacientes, acompañados por sus familiares, trabajadores, voluntarios y el personal responsable del Centro. La celebración ha estado animada por guitarras e instrumentos de percusión, y el coro en el que cantaban algunos de los pacientes de "Santa María de la Providencia".

En una breve e improvisada homilía, el Santo Padre ha hablado del gesto de Jesús de lavar los pies como la herencia que nos ha dejado. Francisco ha recordado que Jesús "es Dios y se ha hecho siervo, servidor nuestro y esta es la herencia" y ha indicado que "también vosotros debéis ser servidores los unos de los otros". Asimismo, ha añadido que Jesús "ha hecho este camino por amor y también vosotros debéis amaros y ser servidores en el amor". El Papa ha recordado que Jesús hace este gesto de lavar los pies, "que es simbólico, lo hacían los esclavos, los siervos a los comensales". Jesús -ha indicado- "hace un trabajo, un servicio de esclavo, de siervo. Y esto lo deja como herencia entre nosotros". Por ello, ha observado, "debemos ser servidores los unos de los otros".

Francisco ha añadido que en este día que la Iglesia conmemora la Última Cena, "también hace en la ceremonia este gesto de lavar los pies que nos recuerda que debemos ser siervos unos de otros".

Para finalizar, el Santo Padre ha explicado que a continuación él iba a hacer ese gesto, pero ha invitado a todos a pensar en el corazón "en los otros", "en el amor que Jesús nos dice que debemos tener con los otros y pensar también cómo podemos servir mejor a las otras personas porque así lo ha querido Jesús de nosotros".

Al finalizar estas palabras, el Santo Padre se ha acercado a los doce pacientes discapacitados del Centro. Arrodillado, con dulzura y ternura, Francisco ha vertido agua en un pie de cada uno de ellos, lo ha secado y besado.

Los doce pacientes del Centro de la Fundación Don Gnocchi con discapacidad, algunos temporal y otros crónica, tenían entre 16 y 86 años. Entre ellos había 3 extranjeros -uno de ellos de religión musulmana- y los demás de nacionalidad italiana.

Al finalizar la eucaristía, el Santo Padre ha llevado las formas consagradas al Sagrario y ha rezado allí unos instantes.

El primer Papa que visitó la Fundación Don Gnochhi fue Pablo VI en 1963. También estuvo allí Juan Pablo II, que lo hizo en 1990. Además, en el Vaticano y Castel Gandolfo, Pío XII, Juan XXIII y Benedicto XVI, recibieron en distintas ocasiones delegaciones y grupos de la Fundación.

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El Papa en la Misa Crismal: la disponibilidad del sacerdote abre las puertas de la Iglesia
Francisco, en la homilí­a de este jueves: "El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza"

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre ha llegado esta mañana a las 9.30 a la Basílica de San Pedro para presidir la Misa Crismal que ha sido concelebrada por cardenales, obispos y presbíteros -diocesanos y religiosos- presentes en Roma. Por eso, el color blanco del alba de los sacerdotes resplandecía en las primeras filas de la Basílica.

Durante la celebración, los sacerdotes han renovado las promesas hechas en el momento de la sagrada ordenación y se han bendecido el óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos y el Crisma, contenidos en tres ánforas de plata.

La Misa crismal que el Santo Padre ha celebrado en latín es una liturgia que se celebra en este día en todas las iglesias catedrales del mundo, y esta ha sido la segunda que Francisco ha celebrado en la Basílica Vaticana desde que fue elegido sucesor de Pedro.

Leer homilía completa aquí

En la homilía, Francisco ha insistido en la alegría del ser sacerdote. Y ha explicado que "la alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios: ese pueblo fiel del cual es llamado el sacerdote para ser ungido y al que es enviado para ungir". Asimismo, Francisco ha recordado que "el sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza, el más inútil siervo si Jesús no lo llama amigo, el más necio de los hombres si Jesús no lo instruye pacientemente como a Pedro, el más indefenso de los cristianos si el Buen Pastor no lo fortalece en medio del rebaño".

El Santo Padre ha indicado tres rasgos significativos de la alegría sacerdotal. La alegría que unge: "penetró en lo íntimo de nuestro corazón, lo configuró y lo fortaleció sacramentalmente". Además es una alegría incorruptible: "la integridad del Don, a la que nadie puede quitar ni agregar nada, es fuente incesante de alegría". Y finalmente una alegría misionera: "la unción es para ungir al santo pueblo fiel de Dios: para bautizar y confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar".

Además, el Papa ha indicado que incluso en los momentos de tristeza, "en los que todo parece ensombrecerse y el vértigo del aislamiento nos seduce, esos momentos apáticos y aburridos que a veces nos sobrevienen en la vida sacerdotal", y por los que también yo he pasado -ha afirmado Francisco,  aun en esos momentos, ha proseguido "el pueblo de Dios es capaz de custodiar la alegría, es capaz de protegerte, de abrazarte, de ayudarte a abrir el corazón y reencontrar una renovada alegría".

Por otro lado, el pontífice argentino ha recordado que la alegría es custodiada por el rebaño y también por tres hermanas que la rodean, la cuidan, la defienden: la hermana pobreza, la hermana fidelidad y la hermana obediencia.

El sacerdote es pobre en alegría meramente humana ¡ha renunciado a tanto!, ha observado el Santo Padre. Y ha advertido que "muchos, al hablar de crisis de identidad sacerdotal, no caen en la cuenta de que la identidad supone pertenencia. No hay identidad –y por tanto alegría de ser– sin pertenencia activa y comprometida al pueblo fiel de Dios ". Del mismo modo ha subrayado que "si no sales de ti mismo el óleo se vuelve rancio y la unción no puede ser fecunda. Salir de sí mismo supone despojo de sí, entraña pobreza".

A continuación ha hablado de la hermana fidelidad, indicando que "los hijos espirituales que el Señor le da a cada sacerdote", son esa “Esposa” a la que le alegra tratar como predilecta y única amada y serle renovadamente fiel.

Francisco además ha hablado de obediencia a Dios y a la Iglesia y ha matizado que "la disponibilidad del sacerdote hace de la Iglesia casa de puertas abiertas, refugio de pecadores, hogar para los que viven en la calle, casa de bondad para los enfermos, campamento para los jóvenes, aula para la catequesis de los pequeños de primera comunión..."

Al concluir la homilía, más larga de lo habitual en él, ha pedido para que el Señor Jesús "haga descubrir a muchos jóvenes ese ardor del corazón que enciende la alegría", "que cuide el brillo alegre en los ojos de los recién ordenados, que salen a comerse el mundo", "que confirme la alegría sacerdotal de los que ya tienen varios años de ministerio" y "que resplandezca la alegría de los sacerdotes ancianos, sanos o enfermos".

Al concluir la eucaristía, al iniciar del canto mariano el Santo Padre se ha dirigido unos instantes a rezar frente a la escultura de la Virgen.

Con esta solemne eucaristía en la Basílica de San Pedro, acompañada por las voces del coro de la Capilla Sixtina y con multitud de fieles que han estado presentes; ha dado comienzo el Triduo Pascual en las celebraciones vaticanas.

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Francisco: La alegría sacerdotal tiene su fuente en el Amor del Padre
Texto completo de la homilía de la misa crismal de Jueves Santo

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre ha presidido esta mañana, en la Basílica de San Pedro, la Santa Misa Crismal, liturgia que se celebra hoy en todas las catedrales del mundo.

Publicamos a continuación la homilía del Santo Padre:

Queridos hermanos en el sacerdocio.
En el Hoy del Jueves Santo, en el que Cristo nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1),

hacemos memoria del día feliz de la Institución del sacerdocio y del de nuestra propia ordenación sacerdotal. El Señor nos ha ungido en Cristo con óleo de alegría y esta unción nos invita a recibir y hacernos cargo de este gran regalo: la alegría, el gozo sacerdotal. La alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios: ese pueblo fiel del cual es llamado el sacerdote para ser ungido y al que es enviado para ungir.

Ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría. La alegría sacerdotal tiene su fuente en el Amor del Padre, y el Señor desea que la alegría de este Amor “esté en nosotros” y “sea plena” (Jn 15,11). Me gusta pensar la alegría contemplando a Nuestra Señora: María, la “madre del Evangelio viviente, es manantial de alegría para los pequeños” (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 288), y creo que no exageramos si decimos que el sacerdote es una persona muy pequeña: la inconmensurable grandeza del don que nos es dado para el ministerio nos relega entre los más pequeños de los hombres. El sacerdote es el más pobre de los hombres si Jesús no lo enriquece con su pobreza, el más inútil siervo si Jesús no lo llama amigo, el más necio de los hombres si Jesús no lo instruye pacientemente como a Pedro, el más indefenso de los cristianos si el Buen Pastor no lo fortalece en medio del rebaño. Nadie más pequeño que un sacerdote dejado a sus propias fuerzas; por eso nuestra oración protectora contra toda insidia del Maligno es la oración de nuestra Madre: soy sacerdote porque Él miró con bondad mi pequeñez (cf. Lc 1,48). Y desde esa pequeñez asumimos nuestra alegría. Alegría en nuestra pequeñez.
Encuentro tres rasgos significativos en nuestra alegría sacerdotal: es una alegría que nos unge (no que nos unta y nos vuelve untuosos, suntuosos y presuntuosos), es una alegría incorruptible y es una alegría misionera que irradia y atrae a todos, comenzando al revés: por los más lejanos.
Una alegría que nos unge. Es decir: penetró en lo íntimo de nuestro corazón, lo configuró y lo fortaleció sacramentalmente. Los signos de la liturgia de la ordenación nos hablan del deseo maternal que tiene la Iglesia de transmitir y comunicar todo lo que el Señor nos dio: la imposición de manos, la unción con el santo Crisma, el revestimiento con los ornamentos sagrados, la participación inmediata en la primera Consagración... La gracia nos colma y se derrama íntegra, abundante y plena en cada sacerdote. Diría ungidos hasta los huesos... y nuestra alegría, que brota desde dentro, es el eco de esa unción.
Una alegría incorruptible. La integridad del Don, a la que nadie puede quitar ni agregar nada, es fuente incesante de alegría: una alegría incorruptible, que el Señor prometió, que nadie nos la podrá quitar (cf. Jn 16,22). Puede estar adormecida o taponada por el pecado o por las preocupaciones de la vida pero, en el fondo, permanece intacta como el rescoldo de un tronco encendido bajo las cenizas, y siempre puede ser renovada. La recomendación de Pablo a Timoteo sigue siendo actual: Te recuerdo que atices el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos (cf. 2 Tm 1,6).
Una alegría misionera. Este tercer rasgo lo quiero compartir y recalcar especialmente: la alegría del sacerdote está en íntima relación con el santo pueblo fiel de Dios porque se trata de una alegría eminentemente misionera. La unción es para ungir al santo pueblo fiel de Dios: para bautizar y confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar.
Y como es una alegría que solo fluye cuando el pastor está en medio de su rebaño (también en el silencio de la oración, el pastor que adora al Padre está en medio de sus ovejitas) es una “alegría custodiada” por ese mismo rebaño. Incluso en los momentos de tristeza, en los que todo parece ensombrecerse y el vértigo del aislamiento nos seduce, esos momentos apáticos y aburridos que a veces nos sobrevienen en la vida sacerdotal (y por los que también yo he pasado), aun en esos momentos el pueblo de Dios es capaz de custodiar la alegría, es capaz de protegerte, de abrazarte, de ayudarte a abrir el corazón y reencontrar una renovada alegría.
“Alegría custodiada” por el rebaño y custodiada también por tres hermanas que la rodean, la cuidan, la defienden: la hermana pobreza, la hermana fidelidad y la hermana obediencia.
La alegría sacerdotal es una alegría que se hermana a la pobreza. El sacerdote es pobre en alegría meramente humana ¡ha renunciado a tanto! Y como es pobre, él, que da tantas cosas a los demás, la alegría tiene que pedírsela al Señor y al pueblo fiel de Dios. No se la tiene que procurar a sí mismo. Sabemos que nuestro pueblo es generosísimo en agradecer a los sacerdotes los mínimos gestos de bendición y de manera especial los sacramentos. Muchos, al hablar de crisis de identidad sacerdotal, no caen en la cuenta de que la identidad supone pertenencia. No hay identidad –y por tanto alegría de ser– sin pertenencia activa y comprometida al pueblo fiel de Dios (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 268). El sacerdote que pretende encontrar la identidad sacerdotal buceando introspectivamente en su interior quizá no encuentre otra cosa que señales que dicen “salida”: sal de ti mismo, sal en busca de Dios en la adoración, sal y dale a tu pueblo lo que te fue encomendado, que tu pueblo se encargará de hacerte sentir y gustar quién eres, cómo te llamas, cuál es tu identidad y te alegrará con el ciento por uno que el Señor prometió a sus servidores. Si no sales de ti mismo el óleo se vuelve rancio y la unción no puede ser fecunda. Salir de sí mismo supone despojo de sí, entraña pobreza.
La alegría sacerdotal es una alegría que se hermana a la fidelidad. No principalmente en el sentido de que seamos todos “inmaculados” (ojalá con la gracia lo seamos) ya que somos pecadores, pero sí en el sentido de renovada fidelidad a la única Esposa, a la Iglesia. Aquí es clave la fecundidad. Los hijos espirituales que el Señor le da a cada sacerdote, los que bautizó, las familias que bendijo y ayudó a caminar, los enfermos a los que sostiene, los jóvenes con los que comparte la catequesis y la formación, los pobres a los que socorre... son esa “Esposa” a la que le alegra tratar como predilecta y única amada y serle renovadamente fiel. Es la Iglesia viva, con nombre y apellido, que el sacerdote pastorea en su parroquia o en la misión que le fue encomendada, la que lo alegra cuando le es fiel, cuando hace todo lo que tiene que hacer y deja todo lo que tiene que dejar con tal de estar firme en medio de las ovejas que el Señor le encomendó: Apacienta mis ovejas (cf. Jn 21,16.17).
La alegría sacerdotal es una alegría que se hermana a la obediencia. Obediencia a la Iglesia en la Jerarquía que nos da, por decirlo así, no sólo el marco más externo de la obediencia: la parroquia a la que se me envía, las licencias ministeriales, la tarea particular... sino también la unión con Dios Padre, del que desciende toda paternidad. Pero también la obediencia a la Iglesia en el servicio: disponibilidad y prontitud para servir a todos, siempre y de la mejor manera, a imagen de “Nuestra Señora de la prontitud” (cf. Lc 1,39: meta spoudes), que acude a servir a su prima y está atenta a la cocina de Caná, donde falta el vino. La disponibilidad del sacerdote hace de la Iglesia casa de puertas abiertas, refugio de pecadores, hogar para los que viven en la calle, casa de bondad para los enfermos, campamento para los jóvenes, aula para la catequesis de los pequeños de primera comunión.... Donde el pueblo de Dios tiene un deseo o una necesidad, allí está el sacerdote que sabe oír (ob-audire) y siente un mandato amoroso de Cristo que lo envía a socorrer con misericordia esa necesidad o a alentar esos buenos deseos con caridad creativa.
El que es llamado sea consciente de que existe en este mundo una alegría genuina y plena: la de ser sacado del pueblo al que uno ama para ser enviado a él como dispensador de los dones y consuelos de Jesús, el único Buen Pastor que, compadecido entrañablemente de todos los pequeños y excluidos de esta tierra que andan agobiados y oprimidos como ovejas que no tienen pastor, quiso asociar a muchos a su ministerio para estar y obrar Él mismo, en la persona de sus sacerdotes, para bien de su pueblo.
En este Jueves Santo le pido al Señor Jesús que haga descubrir a muchos jóvenes ese ardor del corazón que enciende la alegría apenas uno tiene la audacia feliz de responder con prontitud a su llamado.
En este Jueves Santo le pido al Señor Jesús que cuide el brillo alegre en los ojos de los recién ordenados, que salen a comerse el mundo, a desgastarse en medio del pueblo fiel de Dios, que gozan preparando la primera homilía, la primera misa, el primer bautismo, la primera confesión... Es la alegría de poder compartir –maravillados– por vez primera como ungidos, el tesoro del Evangelio y sentir que el pueblo fiel te vuelve a ungir de otra manera: con sus pedidos, poniéndote la cabeza para que los bendigas, tomándote las manos, acercándote a sus hijos, pidiendo por sus enfermos... Cuida Señor en tus jóvenes sacerdotes la alegría de salir, de hacerlo todo como nuevo, la alegría de quemar la vida por ti.
En este Jueves sacerdotal le pido al Señor Jesús que confirme la alegría sacerdotal de los que ya tienen varios años de ministerio. Esa alegría que, sin abandonar los ojos, se sitúa en las espaldas de los que soportan el peso del ministerio, esos curas que ya le han tomado el pulso al trabajo, reagrupan sus fuerzas y se rearman: “cambian el aire”, como dicen los deportistas. Cuida Señor la profundidad y sabia madurez de la alegría de los curas adultos. Que sepan rezar como Nehemías: “la alegría del Señor es mi fortaleza” (cf. Ne 8,10).
Por fin, en este Jueves sacerdotal, pido al Señor Jesús que resplandezca la alegría de los sacerdotes ancianos, sanos o enfermos. Es la alegría de la Cruz, que mana de la conciencia de tener un tesoro incorruptible en una vasija de barro que se va deshaciendo. Que sepan estar bien en cualquier lado, sintiendo en la fugacidad del tiempo el gusto de lo eterno (Guardini). Que sientan, Señor, la alegría de pasar la antorcha, la alegría de ver crecer a los hijos de los hijos y de saludar, sonriendo y mansamente, las promesas, en esa esperanza que no defrauda.

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El Rabino de Roma felicita la Pascua al Papa
Di Segni, habla también de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, "dos grandes papas"

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - El Rabino de Roma, Riccardo Di Segni, ha enviado sus felicitaciones al papa Francisco en ocasión de la Pascua, devolviendo así el mensaje enviado recientemente por el Pontífice para la Pascua judía.

Además, indica que "la antigua fiesta de la primavera, a la que nuestras tradiciones han añadido significados históricos y religiosos, es estímulo a la renovación y a la reflexión sobre nuestra tarea en este mundo". En el mensaje del Rabino se puede leer que "la frecuente coincidencia de nuestras fiestas en estos días es, en nuestra generación, un recordatorio a los valores comunes y compartidos, en primer lugar la fe en la presencia divina en nuestra historia que promueve la liberación de hombre de la opresión y compromete a los hombres en esta tarea".

Después, hace referencia a la próxima canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, a quienes el Rabino define como "dos grandes Papa que han cambiado positivamente la historia de las relaciones de la Iglesia con el judaísmo, y esto es para todos un signo de esperanza". Asimismo, y para finalizar, Di Segni recuerda la inminente visita del papa Francisco a Tierra Santa: "nuestra oración es que pueda contribuir significativamente a una paz política y religiosa".

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Santa Sede


Bergoglio: Wojtyla nos enseñó a sufrir y a morir, esto es heroico
Declaración de 2005 del cardenal Bergoglio para la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - "Depongo por ciencia directa y por tanto referiré cuál ha sido mi experiencia personal del siervo de Dios Juan Pablo II". Con estas palabras comienza la declaración del años 2005 que el papa Francisco, entonces arzobispo de Buenos Aires, dio para el proceso romano de beatificación y canonización de Juan Pablo II y que publica hoy el diario Avvenire.

La investigación diocesana que comenzó en el 2005, a pocos meses de la muerte del papa polaco, se cerró dos años más tarde, el 2 de abril de 2007. Y en el proceso, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio fue llamado a testificar al tribunal de la diócesis de Roma al inicio del proceso, en otoño de 2005. De hecho, resulta el segundo de los testimonios en la lista de los textos interrogados. El interrogatorio sigue la praxis de un formulario establecido que prevé preguntas sobre el conocimiento personal del Siervo de Dios, sobre su vida, el ejercicio de las virtudes teologales y cardenales, sobre la piedad y su fama de santidad en vida, en muerte y post morten.

Bergoglio narra como conoció al papa Wojtyla: "Conocí personalmente a Juan Pablo II en diciembre del año en el que el cardenal Martini fue nombrado arzobispo de Milán. Tengo esta referencia porque no recuerdo exactamente el año. En esa circunstancia recité el Rosario guiado por el Siervo de Dios y tuve la clara impresión que él 'rezaba en serio'". Narra también un segundo encuentro con el Papa en 1986-87, "en ocasión del segundo viaje que él hizo en Argentina y el nuncio quiso que encontrara el Siervo de Dios en la nunciatura con un grupo de cristianos de varias confesiones. Tuve un breve coloquio con el Santo Padre y me tocó particularmente esta vez su mirada, que era la de un hombre bueno".

El tercer encuentro llegó en 1994, "cuando era obispo auxiliar de Buenos Aires y fui elegido por la Conferencia episcopal argentina para participar en el sínodo de los obispos sobre la vida consagrada, que tuvo lugar aquí en Roma. Tuve la alegría de comer con él junto a un grupo de prelados. Me gustó mucho su afabilidad, cordialidad y capacidad de escuchar a cada comensal".

Y así va narrando otros encuentros, donde "tuve modo de apreciar más aún su gran capacidad de escucha en lo relacionado con lo otros". Y añade que "en los coloquios personales que he tenido a lo largo del tiempo con el Siervo de Dios, he tenido confirmación de su deseo de escuchar al interlocutor sin hacer preguntas, si no alguna vez al final, y sobre todo demostraba claramente no tener ningún prejuicio".

El entonces cardenal de Buenos Aires, continúa explicando que otro aspecto que siempre le ha conmovido del Santo Padre "era su memoria diría casi sin límites, porque recordaba lugares, personas, situaciones de las que había tomado conocimiento también durante sus viajes, signo de que prestaba la máxima atención en cada circunstancia y en particular en las situaciones de las personas que encontraba". Bergoglio cuenta un episodio concreto en el que experimentó esto: "él no perdía tiempo habitualmente, pero lo dedicaba abundantemente cuando por ejemplo recibía a los obispos. Puedo decir esto porque como arzobispo de Buenos Aires tuve encuentros personales privados con el Siervo de Dios, y yo, siendo un poco tímido y reservado, al menos en una ocasión, después de haber hablado de las cosas que eran objeto de esa audiencia, hice el gesto de alzarme para no hacerle perder tiempo, según mi idea, pero él me tomó por un brazo, me invitó a sentarme nuevamente y me dijo: '¡no, no, no! Quédese', para continuar a hablar".

Del mismo modo recuerda su forma particular de prepararse a la celebración eucarística. "El estaba arrodillado en su capilla privada en actitud de oración y vi que de vez en cuando leí algo en un folio que tenía delante y apoyaba la frente en las manos y estaba claro que rezaba con  mucha intensidad por eso que creo era un intención que él había escrito en ese folio, después releía alguna otra cosa en el mismo folio y retomaba la actitud de oración y así sucesivamente hasta que no había terminado, entonces se alzaba para ponerse los paramentos", explica Bergoglio.

Respecto a la vida del Siervo de Dios, el cardenal de Buenos Aires añade que "en lo que se refiera al último periodo de su vida es sabido por todos, también porque no se han puesto límites a los medios de comunicación social y de información, como él supo aceptar las propias enfermedades y sublimarlas poniéndolas en su plan de realizar la voluntad de Dios". Asimismo subraya que "Juan Pablo II nos ha enseñado, no escondiendo nada a los otros, a sufrir y a morir, y esto, en mi opinión, es heroico".

A continuación, el ahora papa Francisco expresa su parecer sobre las virtudes y la piedad del papa polaco. "En los breves recuerdos de los que he hablado anteriormente sobre mi conocimiento del Siervo e Dios, he referido instintivamente mis impresiones sobre varias circunstancias, subrayando sustancialmente el ejercicio de las virtudes humanas y cristinas por su parte. No se olvida su particular devoción a la Virgen, que debo decir ha influenciado también mi piedad".

Para concluir, el cardenal Bergoglio se refiere a su fama de santidad, donde afirma que "no estoy al corriente de dones particulares, dones carismáticos, de hechos sobrenaturales o fenómenos extraordinarios del Siervo de Dios en vida. Mientras vivía Juan Pablo II yo siempre lo he considerado un hombre de Dios y así la mayor parte de las personas que de alguna manera estaban en contacto con él". Y finalizada el purpurado de Buenos Aires: "su muerte, como ya he dicho, ha sido heroica y esta percepción creo se pueda decir universal, basta pensar en las manifestaciones de afecto y de veneración de los fieles" y recuerda que "después de su muerte la fama de santidad se ha confirmado por la decisión del Santo Padre Benedicto XVI de eliminar la espera de cinco años prescrita por las normas canónicas, permitiendo el inicio inmediato de su causa de canonización. Otro signo es el continuo peregrinaje a la tumba de gente de todas clases sociales y de todas las religiones".

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El Papa nombra nuevo obispo auxiliar en Caracas
José Trinidad Fernández Angulo, rector del seminario mayor Santa Rosa de Lima

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - El Papa ha nombrado obispo auxiliar de la archidiócesis de Caracas, Venezuela, a José Trinidad Fernández Angulo, sacerdote de la archidiócesis de Mérida y Rector del Seminario Mayor "Santa Rosa de Lima" en Caracas, asignándole la sede titular de Cerenza.

José Trinidad Fernández Angulo nació el 24 de mayo de 1964 en la ciudad de Mérida y allí fue ordenado presbítero el 30 de julio de 1989. Realizó los estudios en el Seminario Menor de la archidiócesis de Mérida y después pasó al Seminario Mayor para el trienio filosófico. Para los estudios teológicos acudió al Instituto Universitario Eclesiástico "Santo Tomás de Aquino" en la diócesis de San Cristóbal. Más tarde obtuvo la licenciatura en filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma.

En la archidiócesis de Mérida fue profesor en el Seminario Menor, asesor arquidiocesano para la pastoral juvenil y vocacional, director de Estudios del Seminario Mayor y vicedirector del mismo.

Mientras que en la archidiócesis de Caracas ha desempeñado los siguientes encargos: vicedirector del Seminario San José, vicedirector para filosofía del seminario mayor Santa Rosa de Lima, director para la investigación de la Universidad Santa Rosa de Lima, Formador y después vicedirector del seminario mayor Santa Rosa de Lima y, desde el 2009, es rector del mismo.

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Mirada al mundo


La Semana Santa se vive intensamente en toda España
Las principales calles del paí­s se convierten en escenarios de fervor y devoción religiosa, de duelo y de recogimiento

Por Iván de Vargas

MADRID, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - España es uno de los países que vive más intensamente la Pasión y Muerte de Jesús en la Cruz. No hay ciudad o pueblo que no tenga su propia celebración, tradición o procesión. A priori, parece algo curioso visto desde fuera, muchas de las personas que visitan el país no entienden demasiado bien estas expresiones de religiosidad popular. Sin embargo, una vez aquí, se quedan sorprendidas y en muchos casos sobrecogidas por la emoción, el respeto y la devoción con que se viven. 

Es difícil no dejarse llevar en las calles de Triana (Sevilla) al son de una saeta, o no quedarse impactado con la procesión del silencio en Córdoba, al paso de los penitentes con sus velas y una multitud silenciosa pegada a las estrechas paredes del barrio de la Judería. También merece la pena vivir la sobriedad de la Semana Santa de Castilla y León. O ver pasar a los nazarenos frente a la imponente catedral de Santiago de Compostela. No hay quien se resista a estas tradiciones, y que no acabe amando profundamente estas manifestaciones religiosas avaladas por siglos de historia. 

Estos días, las principales calles de España se convertirán en escenarios de fervor y devoción religiosa, de duelo y de recogimiento… Un año más, volverán a procesionar numerosas imágenes de Cristo y la Virgen María, iconos tallados con realismo y maestría por escultores como Juan de Juni, Pedro Berruguete o Gil de Siloé. Estas obras excepcionales del arte religioso español, muchas de ellas con más de quinientos años de antigüedad, se pasearán por los rincones más hermosos de su geografía entre las cálidas luces de los cirios, el colorido de las túnicas y la música de las bandas de tambores y cornetas, para ser contempladas por miles de personas, que las admirarán con devoción y respeto.

Además, coincidiendo con el Triduo Pascual, numerosos fieles asistirán a los oficios en sus parroquias. Así, participarán en la celebración del Jueves Santo, que está centrada en la institución de la Eucaristía; el Viernes Santo celebrarán la muerte victoriosa de Jesús, y en la Vigilia Pascual festejarán la resurrección del Señor.

En Semana Santa, la gastronomía adquiere un protagonismo especial con los pescados y dulces (torrijas) como elementos más típicos. Los guisos de pescado, legumbres y verduras comparten mesa con el plato estrella en estas fechas, el potaje de vigilia. Los huevos de Pascua o las monas de Pascua (de chocolate) también hacen las delicias de más de uno.

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Rome Reports


Yoannis Lahzi Gaid, nuevo secretario personal del Papa Francisco (Video)
Francisco cuenta con un nuevo colaborador en su secretaría personal. Se trata del sacerdote copto católico Yoannis Lahzi Gaid que trabaja en la Secretaría de Estado

Por Rome Reports

ROMA, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Papa a los sacerdotes: "Si no sales de ti mismo el óleo se vuelve rancio" (Video)
El Papa Francisco presidió la Misa Crismal de Jueves Santo en la Basílica San Pedro. En esta ceremonia se bendicen los Santos Óleos con los que se administran sacramentos como el Orden Sacerdotal

Por Rome Reports

ROMA, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Francisco lava los pies a doce personas con discapacidad (Video)
Este Jueves Santo, el Papa lavó los pies a doce personas con discapacidad del centro Santa María de la Providencia de Roma, de la Fundación Don Carlo Gnocchi

Por Rome Reports

ROMA, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - Para ver el vídeo hacer click aquí.

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Testigos de la Fe


La conversión de Barrabás
Una mirada cambió la vida del actor Pietro Sarubbi, que interpretó el papel del bandido en 'La Pasión' de Mel Gibson

Por Redacción

MADRID, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - Siendo apenas un adolescente, Pietro Sarubbi huyó de su casa y se unió a una compañía circense. Luego siguió recorriendo el mundo, creyendo que en algún lugar podría llenar el vacío espiritual que lo afligía. Entre viaje y viaje, continuaba su carrera como actor. La había comenzado a los 18 años trabajando en obras de teatro, anuncios y cine italiano independiente. Se especializó en el género de la comedia, pero siempre sentía una leve sensación de fracaso, porque su anhelo era dirigir. 

En 2001, Hollywood pareció sonreírle con un papel secundario en la película “La mandolina del Capitán Corelli”, pero el vacío existencial no le abandonaba. Meses después sonó el teléfono con una oferta para colaborar con Mel Gibson. Pensó que sería en una película de acción, pero se sorprendió al saber que el filme narraría la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Nunca se imaginó que podría actuar en una representación de la pasión de Cristo, porque en ese entonces estaba muy alejado de la Iglesia. Deseaba encarnar al apóstol Pedro. No por algo espiritual, sino porque pagaban mejor por día trabajado. Así que no ocultó su decepción cuando el director le comentó que lo buscaba para interpretar a Barrabás. 

Pocos días antes de rodar la escena, tuvo una conversación con Mel Gibson, que quiso darle más detalles del personaje. Para el cineasta, Barrabás no era sencillamente un bandido que pertenecía al grupo de los Zelotes. Estuvo preso durante años, fue torturado y llevado al límite. A continuación, Gibson apuntó un detalle que caló hondo en Sarubbi: Barrabás comenzó a convertirse en una bestia sin palabras, que se expresaba con la mirada. Por eso eligió al actor italiano. Después de investigar, consideró que él parecía encarnar bien a ese animal salvaje y, al mismo tiempo, refugiar en el fondo de su corazón la mirada de un hombre bueno. 

Una vez en el set, Sarubbi se quedó absorto contemplando por unos instantes a su colega Jim Caviezel, que interpretaba a Jesús. Faltaban pocos minutos para grabar la escena en la que el pueblo perdonaba a Barrabás y condenaba al Mesías. De forma sorprendente, el actor y Barrabás se transformaron en una única persona. La escena avanzaba y él ya no actuaba, vivía, vibraba con los acontecimientos. '¡No, a ése no! ¡A Barrabás!' Los gritos de la multitud habían logrado su anhelo. ¡Estaba liberado!

Inflado por su buena suerte, miraba burlonamente a las autoridades y luego a la muchedumbre. Y finalmente, bajando los peldaños, su mirada se cruzó con la de Jesús. “Fue un gran impacto. Sentí como si hubiera una corriente eléctrica entre nosotros. Veía al propio Jesús”, reconoce Pietro Sarubbi. A partir de aquel momento, asegura, todo en su vida cambió. Aquella paz que había buscado durante años, por fin había invadido su alma. 

“Al mirarme, sus ojos no tenían odio ni resentimiento, sólo misericordia y amor”. El actor italiano relata así su fulminante conversión en el libro “Da Barabba a Gesù - Convertito da uno sguardo” (De Barrabás a Jesús, convertido por una mirada). En el texto, Sarubbi explica también como el don de la fe abarca ahora todas las facetas de su vida. Y el volumen concluye con su personal exégesis de la historia bíblica, donde el actor muestra la razón de su gratitud con aquél personaje, Barrabás, que se había resistido a encarnar: “Es el hombre que Jesús salvó de ser crucificado. Es él quien representa a toda la humanidad”.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Santa Kateri Tekakwitha
Esta indígena, primera canonizada, por amor a Cristo contravino las leyes de su tribu, aunque por ello fuera a perder la vida. Con san Francisco es patrona de la naturaleza

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - Esta primera indígena canonizada, conocida como «El lirio de los Mohawks», nació en Ossernenon, estado de Nueva York, en 1656. Su padre pertenecía a la tribu Mohawk de la cual era jefe, y su madre a la Algonquin. La familia la completaba un hermano varón. Los tres murieron en 1660 a consecuencia de una epidemia de viruela que atacó ferozmente a todo el pueblo, diezmándolo. Kateri también contrajo la enfermedad que respetó su vida, pero le desfiguró el rostro y le afectó a la vista. Una vez arrasada la aldea, que fue pasto de las llamas, se trasladó a Kahnawake y quedó bajo la tutela de dos tíos y una tía que no tenían descendencia. Uno de estos familiares no ocultaba su desprecio por la religión. La llamaban Tekakwitha por su significado: «la que pone las cosas en orden», nombre que se ganó con su eficiente trabajo sirviendo a la esposa del tío que la acogió en su casa.

En los pocos años que convivió con su madre Tagaskouita –que había conocido el catolicismo antes de ser raptada y obligada a desposarse tras una guerra entre clanes tribales–, le habló de Dios. Ella sufrió la hostilidad de su marido, que era pagano, y su inquina hacia los religiosos jesuitas. Y vivió apenada por ver a sus hijos maniatados y sin libertad de decisión para optar por el credo católico. Pero mantuvo firme su fe contra viento y marea. Kateri recordaba canciones religiosas que su madre sabía, y que entonaban juntas en casa de sus parientes. En 1667 unos jesuitas fueron huéspedes de su tío y, aprovechando que tenía en sus manos la misión de atenderles, pudo profundizar en ese Dios amor que le bullía dentro porque ellos le hablaban de Jesús y de María. Sin embargo, no tuvo ocasión de confiarse y manifestar cuán grandes eran sus deseos de ser bautizada. Pero en 1674 otro de los jesuitas que había fundado la misión de San Pietro en Caughuawaga, el P. James de Lamberville, llegó a su tribu para evangelizar. Y Kateri vio el momento de cumplir su ardiente anhelo de convertirse en cristiana. De hecho, aunque sus tíos la prometieron a un joven guerrero, había rehusado casarse con él porque algo había en su interior, que no sabía descifrar, y que la empujaba a cumbres más altas. La ruptura del acuerdo establecido hacia años causó gran conmoción en su entorno y la mayor parte de la tribu no se lo perdonó.

Una oportuna lesión en el pie le permitió abrir su corazón al jesuita en casa de su tío, y pedirle secretamente la gracia del bautismo. Le explicó que su madre y la amiga de ella, Anastasie Tegonhatsihongo, al ser cristianas le habían enseñado algunos principios de fe, pero tenía sed de profundizar en ellos. No había dado antes este paso por temor a su familia. El sacerdote constató que Kateri no era precisamente una párvula del amor divino, sino que en la joven latían fuertemente virtudes que conforman la santidad; es decir, que el Espíritu Santo estaba actuando dentro de ella conduciéndola por el sendero de la perfección. Y en la Pascua de 1676, siempre en medio de gran cautela, la bautizó en la misión de San Pedro, cercana a la aldea. En ese momento le dieron el nombre de Kateri (Catalina). La decisión tomada por la joven atrajo la hostilidad de la gente. Fue objeto de insultos e incluso vio amenazada su vida. Cuando el P. Lamberville se percató de que la situación que rodeaba a la muchacha era insostenible, se ocupó de sacarla de allí. Anastasie se encontraba ya en la conocida pradera de la Magdeleine en Nueva Francia, más allá del río san Lorenzo, y la esperaba con los brazos abiertos. En 1677 Kateri huyó abandonando a su tío con la ayuda de unos amigos. Logró llegar a la misión aunque para ello había tenido que recorrer más de 300 km. caminando por el bosque. Los jesuitas la consideraron un tesoro. Anastasie la instruyó en la fe y logró materializar su sueño de entregarse a la oración y a la penitencia. Le horrorizaba el pecado y se flagelaba sin compasión afligida por las faltas que hubiera podido cometer.

Convirtió los campos de maíz en el escenario ideal para rezar el rosario burlando los rigores climatológicos, sin tener en cuenta el esfuerzo que ello suponía. Mientras, en las riberas del río hacía cruces de madera. Para no importunar a quienes le daban cobijo, y llevada de su gran amor a la Eucaristía y a Jesús crucificado, se mantenía discretamente cercana a la capilla, esperando su apertura desde la madrugada. Luego permanecía allí hasta que culminaba la última misa que se oficiaba. En 1677, año en el que recibió la primera comunión, la misión de San Francisco Javier se trasladó a Sault St. Louis, cerca de Montreal en Canadá. En 1678 conoció a Marie-Thérèse TekaiaKentha, que se había convertido al catolicismo, compartiendo ambas similares anhelos de penitencia. Todo lo realizaban en común bajo la atenta mirada de su director espiritual, el P. Pierre Cholenec. En 1679 Kateri emitió su voto de virginidad, una decisión que tenía un peso importante al proceder de una persona aborigen. Con ella dio un gran testimonio. Después de visitar un convento de religiosas en Montreal consultó si podría poner en marcha una fundación con algunas amigas, pero su confesor le hizo ver que no estaba preparada para tal empresa. Su misión fue catequizar a los niños y prestar impagable ayuda a los enfermos y ancianos; todo ello sin dejar de mortificarse. Su débil organismo no resistió tantos envites, pese a que el P. Cholenec había tenido que poner coto a sus excesos porque se temía lo peor. Y así fue. Al final, contrajo una tuberculosis que segó su vida el 17 de abril de 1680, cuando tenía 24 años. Sus últimas palabras fueron: «¡Jesús, te amo!». La muerte liberó su rostro de las huellas de la viruela. En todo momento había dado pruebas de fe, esperanza y caridad. Fue heroica en su paciencia, resignación y alegría en el sufrimiento. Juan Pablo II la beatificó el 22 de junio de 1980, y Benedicto XVI la canonizó el 21 de octubre de 2012. Junto a san Francisco de Asís se la considera patrona de la naturaleza y de la ecología.

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Espiritualidad


Comentario a la liturgia de la vigilia pascual 2014
Ciclo A Textos: Gn 1, 1-2,2; Gn 22, 1-18; Ex 14, 15-15,1; Is 54, 5-14; Is 55, 1-11; Bar 3, 9-15.32-4,4; Ez 36, 16-28; Rom 6, 3-11; Mt 28, 1-10

Por Antonio Rivero

BRASILIA, 17 de abril de 2014 (Zenit.org) - P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).

Idea principal: Cristo Resucitado nos inunda con su Luz y Fuego, ahuyentando la oscuridad de nuestros pecados; se hace Palabra, recordándonos la historia de la salvación; nos invita a lavarnos y purificarnos con el agua que brota de su Costado, renovando nuestro bautismo y nuestro compromiso de vivir como hijos de la luz; y finalmente nos lleva a la mesa de la Eucaristía donde nos hace participar del banquete de su vida divina y resucitada en nuestra alma.

Resumen del mensaje: Durante todo el Sábado Santo nos hemos unido a la Iglesia junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, sin que se celebrase el Santo Sacrificio de la Misa y permaneciendo el altar desnudo. La liturgia ha querido hacernos sentir, con toda la fuerza, el vacío de la ausencia de Cristo. Día del Gran Silencio. Hoy, la Vigilia Pascual nos inunda con la densa presencia del Señor resucitado, que emerge con toda su fuerza divina y luminosa de las honduras de la muerte para arrastrar tras sí a todos los que han de participar de la verdadera vida, que no puede extinguirse, y que desde la tierra se proyecta a la eternidad.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, Cristo resucitado es Luz que ilumina los rincones de nuestra historia y de nuestra vida personal y nos hace pasar de las tinieblas del pecado y de la muerte a la luz de la gracia y de la vida. Iluminados en y con la luz de Cristo Resucitado, Dios nos habla y nos cuenta las maravillas que hizo desde los orígenes del mundo por todos nosotros, para que escuchando nos llenemos de gratitud y confianza; iluminados con esa luz escucharemos con los oídos del corazón la Palabra de Dios. Con el agua del bautismo, cuyas promesas hoy renovaremos, nos hace sus hijos, signados con la señal de la cruz y con el óleo perfumado de Dios. Esa fuente bautismal nos recuerda a todos hoy que hemos renacido a una vida nueva y que hemos dejado la vida antigua del pecado, que hemos renunciado a Satanás y a sus engaños y mentiras, y que hemos profesado nuestra fe en Dios. Ya hijos, nos invita a la mesa para alimentarnos con el Pan de Vida y de Inmortalidad, para que tengamos vida y la tengamos en abundancia.

En segundo lugar, la Resurrección de Cristo nos compromete a ser cristianos que caminemos en la luz, a ser cristianos que amemos la luz, a ser cristianos que nos dejemos iluminar por la luz de Cristo y transmitamos esa luz a todos los rincones: a nuestra casa, a nuestra oficina, a nuestra facultad. Nos compromete a defender esa luz en nuestra vida con nuestras palabras y nuestro testimonio. Esa Palabra escuchada es consuelo y medicina de nuestro espíritu, alimento de nuestra alma. Es una Palabra no sólo para escuchar sino para vivir y transmitir. Seamos cristianos que llevemos la Palabra de Dios a nuestro alrededor. Leamos esa Palabra de Dios en familia. Meditémosla en grupos. Llevémosla allá donde nadie llega, mediante el apostolado. Llevemos con orgullo esta vida nueva y libre, marcada con la cruz santificadora y salvadora de Cristo y con el óleo perfumado de Dios que recibimos el día del bautismo. ¡Cuántos rincones esperan el buen olor de Cristo a quienes debemos llevar con nuestra presencia, con nuestra palabra, con nuestro testimonio honesto y justo! No nos privemos de este Pan de la Eucaristía: Él da fortaleza, aliento, consuelo. Él da músculos para la lucha contra el pecado. Él da bravura y osadía para predicar la Palabra.

Para reflexionar: ¿estamos dispuestos a vivir la Pascua con esas disposiciones: ser espejos de la Luz de Cristo, ser mensajeros de la Palabra de Dios, ser hombres nuevos que tienen rostro de resucitados y hombres robustos que se alimentan con el Pan de la Eucaristía?

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org

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