3.03.14

Reflexiones sobre la necesidad actual de la apologética

A las 12:11 PM, por Daniel Iglesias
Categorías : Teología pastoral

1. La apologética: definición y valor

La apologética es la ciencia que demuestra racionalmente la credibilidad de la fe y defiende a la fe de los ataques que pretenden invalidarla o desestimarla. Estudia y prueba los fundamentos racionales de la fe cristiana y católica (los “preámbulos de la fe”) y defiende de las críticas a las principales verdades de esa fe. La apologética católica clásica se estructura en tres partes, que se refieren respectivamente a la fe en Dios, la fe en Jesucristo y la fe en la Iglesia Católica. Se las solía denominar así: demostración religiosa, demostración cristiana y demostración católica.

Las demostraciones apologéticas operan de un modo distinto que, por ejemplo, las demostraciones matemáticas. El conocimiento de una demostración matemática produce de por sí un conocimiento matemático, dado que éste es un producto de la “razón pura”, por así decir. En cambio, la fe –nos dice la doctrina católica– es un acto de la inteligencia imperado por la voluntad, movida por la gracia de Dios, por el cual el hombre asiente a la Divina Revelación y se adhiere a ella. Por lo tanto, es un acto que involucra a toda la persona, no sólo a su razón. Además de una dimensión intelectual, tiene una dimensión moral. Esto explica por qué tener grandes conocimientos de apologética no es condición necesaria ni condición suficiente para la fe. Por un lado, Dios puede conceder el don de la fe a personas sencillas que tienen pocos conocimientos apologéticos; y, por otro lado, puede suceder que alguien sea erudito en apologética y no tenga fe, por ejemplo por no tener una disposición moral adecuada.

¿Cuál es entonces el valor de la apologética? La fe tiene un carácter racional, por lo cual exige un conocimiento (aunque sea mínimo) de las razones que la hacen creíble. La fundamentación científica de los motivos de credibilidad ayuda a adquirir un conocimiento teológico más pleno de la fe y a convertir en certeza refleja la certeza vulgar que muchos cristianos tienen sobre el hecho de la Revelación y sobre la obligación moral de creer en ella. Además, la apologética satisface el interés de los numerosos cristianos que no se conforman con tener dicha certeza vulgar y desean saber con precisión las razones por las que se conoce que Dios nos ha hablado, el modo como lo ha hecho y el valor de la fe. Por esto la apologética sirve también para estimar la fe y desearla.

2. Crisis de la apologética

La tradición católica concede gran importancia a la apologética. Lamentablemente, en los últimos 50 años (después del Concilio Vaticano II) la apologética católica sufrió un eclipse muy notorio y casi generalizado, debido a influjos protestantizantes y liberalizantes en el pensamiento católico. Incluso la misma palabra “apologética” cayó bastante en desuso en el ámbito teológico y hasta suele estar mal vista, habiendo sido sustituida sobre todo por la expresión “teología fundamental”.

La actual teología fundamental incluye la disciplina antes denominada apologética, pero no se identifica simplemente con ella. Podría decirse que la teología fundamental tiene dos partes, una que en esencia coincide con la antigua apologética (aunque hoy se practique de forma diferente) y otra que podríamos denominar “teoría del conocimiento teológico”. En la práctica parece prevalecer el interés en esa segunda parte. Muchas obras contemporáneas de teología fundamental suelen estar más orientadas al estudio dogmático de las nociones de “revelación” y “fe” o al estudio del método de la ciencia teológica que a la demostración de la racionalidad de la fe católica.

En el descuido del enfoque propiamente apologético ha incidido la influencia de la teología protestante en la actual teología católica. En el marco de la clásica contraposición protestante entre la fe y las obras, los protestantes tienden a ver a la apologética como una mera obra de la razón, una de las obras humanas contrapuestas a la gracia de Dios y a la fe (“sola gracia” y “sola fe”, sin las obras, son principios protestantes) que no pueden contribuir a la salvación del hombre. La tendencia fideísta del protestantismo conduce a despreciar el esfuerzo racional para fundamentar la credibilidad de la fe. La fe cristiana sería tanto más pura cuanto menos se apoyara en la luz de la razón y más se asemejara a un salto hecho a ciegas.

En esta cuestión se debe considerar también el influjo del liberalismo en la teología católica contemporánea (sobre todo en la teología “progresista”). Los liberales tienden a ver falsamente a la apologética como un intento intolerante o fanático de imponer la propia fe a los no creyentes. En esta óptica distorsionada, la apologética se opone al espíritu de diálogo y a la convivencia pacífica.

3. Necesidad actual de la apologética

En la perspectiva católica, en cambio, el hombre contribuye a la obra divina de la redención por medio de su respuesta libre a la gracia de Dios (respuesta que, también ella, si es positiva, es obra de la gracia); y resulta sumamente lógico y “natural” que el cristiano procure compartir con los demás la alegría de la fe y la esperanza de la salvación, sin recurrir a violencia alguna, confiando en la fuerza intrínseca de la verdad revelada por Dios en Cristo.

En el post-concilio se han manifestado claramente en la Iglesia Católica actitudes anti-intelectuales y anti-apologéticas, con consecuencias muy negativas para el pueblo fiel. Se ha debilitado en muchos católicos el arraigo del árbol de la fe en el terreno racional de los “preámbulos de la fe” y se ha dejado a muchos fieles casi indefensos frente al ataque doctrinal de los muchos adversarios de la Iglesia, por ejemplo sectas y nuevos movimientos religiosos.

Por otra parte, en los últimos años se han manifestado con fuerza en Occidente formas de ateísmo y laicismo agresivamente antirreligiosas, y especialmente anticatólicas. Sin duda los cristianos no debemos reaccionar con violencia frente a los cada vez más frecuentes ataques e irreverencias contra lo sagrado cristiano; pero tampoco cabe que nos crucemos de brazos, indiferentes.

Aunque la vieja apologética católica incurrió a veces en tendencias racionalistas o en excesos polémicos, cumplió un rol positivo y necesario. El descuido de la apologética es una de las causas de la actual crisis eclesial. La apologética renovada es un componente esencial de la nueva evangelización requerida en los países de tradición cristiana.

4. Signos de una revalorización de la apologética

Gracias a Dios, hoy es posible apreciar varios signos de una tendencia, cada vez más clara, hacia una revalorización de la apologética.

La Providencia ha querido preservar a la Iglesia Católica en los Estados Unidos de América de la crisis general de la apologética católica. En realidad, en Estados Unidos la apologética católica no sólo ha sido conservada, sino que ha vuelto a florecer en las últimas décadas, por medio de las obras de muchos magníficos apologistas (en su mayoría laicos). Algunos de los principales exponentes del vibrante ambiente de la apologética católica norteamericana contemporánea son Jimmy Akin, Scott Hahn, Karl Keating, Peter Kreeft, Stephen Ray, Tim Staples y Michael Voris. A medida que estos autores van ganando influencia también más allá de los Estados Unidos, están contribuyendo a la revitalización de la apologética católica a nivel mundial.

Por otra parte, en paralelo con el descuido de la apologética católica en el ámbito académico, debido en parte a una “apertura al mundo” bastante mal entendida en muchos sectores católicos, se constata un hecho que, aunque hoy ya es evidente, no ha sido debidamente subrayado por muchos observadores: en Internet se está produciendo una especie de renacimiento o relanzamiento de la apologética católica.

Además, conviene citar tres pronunciamientos recientes del Magisterio de la Iglesia que apuntan en la misma dirección.

En primer lugar, citaré un texto de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, reunida en 2007 en Aparecida (Brasil): “Hoy se hace necesario rehabilitar la auténtica apologética que hacían los Padres de la Iglesia como explicación de la fe. La apologética no tiene por qué ser negativa o meramente defensiva per se. Implica, más bien, la capacidad de decir lo que está en nuestras mentes y corazones de forma clara y convincente, como dice San Pablo “haciendo la verdad en la caridad” (Ef 4,15). Los discípulos y misioneros de Cristo de hoy necesitan, más que nunca, una apologética renovada para que todos puedan tener vida en Él.” (Documento de Aparecida, n. 229).

En segundo lugar, citaré un texto del último Sínodo de los Obispos, reunido en 2012 para tratar el tema de la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.

Proposición 17: Preámbulos de la fe y teología de la credibilidad

En el contexto contemporáneo de una cultura global, muchas dudas y obstáculos causan un extendido escepticismo e introducen nuevos paradigmas de pensamiento y vida. Es de una importancia primordial, para una Nueva Evangelización, subrayar el rol de los Preámbulos de la Fe. Es necesario, no sólo mostrar que la fe no se opone a la razón, sino también destacar una serie de verdades y realidades que se refieren a una antropología correcta, que es iluminada por la razón natural. Entre ellas están el valor de la Ley Natural y las consecuencias que tiene para toda la sociedad humana. Las nociones de “Ley Natural” y “naturaleza humana” son susceptibles de demostraciones racionales, tanto en el nivel académico como en el popular. Tal desarrollo y emprendimiento intelectual ayudará al diálogo entre los fieles cristianos y las personas de buena voluntad, abriendo una vía para reconocer la existencia de un Dios Creador y el mensaje de Jesucristo, el Redentor.

Los Padres Sinodales piden a los teólogos que desarrollen una nueva apologética del pensamiento cristiano, es decir una teología de la credibilidad adecuada para una Nueva Evangelización. El Sínodo llama a los teólogos a aceptar y responder a los desafíos intelectuales de la Nueva Evangelización participando en la misión de la Iglesia de anunciar a todos el Evangelio de Cristo.”

(XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, Proposición 17; véase: http://www.vatican.va/news_services/press/sinodo/documents/bollettino_25_xiii-ordinaria-2012/02_inglese/b33_02.html. Esa página contiene una versión no oficial en inglés de las proposiciones finales del Sínodo. La traducción al español es mía).

Por último, citaré un texto del Papa Francisco: “El anuncio a la cultura implica también un anuncio a las culturas profesionales, científicas y académicas. Se trata del encuentro entre la fe, la razón y las ciencias, que procura desarrollar un nuevo discurso de la credibilidad, una original apologética [109] que ayude a crear las disposiciones para que el Evangelio sea escuchado por todos. Cuando algunas categorías de la razón y de las ciencias son acogidas en el anuncio del mensaje, esas mismas categorías se convierten en instrumentos de evangelización; es el agua convertida en vino. Es aquello que, asumido, no sólo es redimido sino que se vuelve instrumento del Espíritu para iluminar y renovar el mundo.” (Papa Francisco, exhortación apostólica Evangelii Gaudium, n. 132; la nota 109 dice: “Cf. Propositio 17”).

5. Algunas propuestas prácticas

En un artículo anterior sostuve la conveniencia de intensificar mucho el contenido apologético de la catequesis e incluso propuse la elaboración de un Catecismo Apologético, complementario al valiosísimo Catecismo de la Iglesia Católica y a otros excelentes catecismos actuales.

Ahora quiero subrayar la importancia de otras dos iniciativas prácticas: a) la formación apologética de los seminaristas; b) la incorporación de la apologética en las homilías.

Acerca del primer punto, pienso que habría que elaborar nuevos manuales de apologética que presenten de forma sintética y convincente el conjunto completo de los fundamentos racionales de la fe católica, en diálogo con los hombres de nuestro tiempo y tomando en cuenta el estado actual de los conocimientos científicos, filosóficos, históricos, bíblicos y teológicos.

Acerca del segundo punto, pienso que hay que evitar los dos extremos: tanto la ausencia o el defecto (hoy demasiado frecuentes) como el exceso de la apologética en las homilías. En este sentido, probablemente sería útil preparar guías homiléticas que tomen debidamente en cuenta el factor apologético.

Daniel Iglesias Grèzes