Una treintena de obispos presidentes de las Comisiones de Medios de las Conferencias Episcopales Europeas se reunieron en Barcelona la semana pasada. Durante ese encuentro, Mons. Claudio María Celli, Presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, concedió una entrevista a Agencia SIC en la que destaca la aportación del decreto Inter Mirifica
R.- Yo creo que a pesar de los límites que pueda tener, Inter Mirifica es un documento plenamente conciliar: Los obispos del mundo, auspiciados por Juan XXIII, dedicaron un documento a la comunicación. Se trata de la primera vez que un concilio ecuménico dedicaba un documento al tema de las comunicaciones sociales.
Esto es el elemento visible de un hecho más profundo: que la Iglesia empieza a confrontarse, a medirse, asumiendo una responsabilidad más profunda con los medios de comunicación.
P.- Los medios de comunicación son un reflejo de la sociedad en la que nacen y se desarrollan. En este sentido ¿Cuál es el papel de la Iglesia, como evangelizadora, en una sociedad que se caracteriza por la rapidez de los cambios y la multitud de mensajes que recibe de manera casi instantánea?
R.- Este ambiente de vida, en el que los hombres y las mujeres de hoy se encuentran: efectivamente es una red. Lo que recuerda el último mensaje de Benedicto XVI sobre las redes sociales con motivo de la Jornada de las Comunicaciones sociales.
P.- Podría parecer, en algunos momentos, que el papel de la Iglesia en los ámbitos comunicativos son siempre ‘críticos’… escuchamos frases como ‘La Iglesia sólo habla para imponer’ ‘no escucha…’. Sin embargo el papa Francisco es enormemente valorado por sus ‘gestos comunicativos’ ¿Estamos ante una nueva ‘era de la comunicación’ en la Iglesia?
R.- Una dimensión importante la profunda conexión entre eclesiología y comunicación. Yo lo expresaría así “dime qué eclesiología tienes en tu corazón en tu mente y yo te diré que tipo de comunicación vas a tener”. Por ejemplo, si vemos a la Iglesia solo como institución, (aquí pongo la imagen de la torre de marfil) nos convertimos en una Iglesia que sólo hace proclamas, sólo hace afirmaciones, está preocupada sólo de expresar el tesoro que lleva…. no es, creo, la Iglesia que hoy el Papa Francisco y antes Benedicto XVI quieren.
El problema de la comunicación y de la Iglesia actualmente no es un problema de tecnología sino que más bien toca la dimensión más íntima de la vida de la Iglesia: el amor a los hombres y mujeres. Aquí hay una visión muy teresiana. El Papa Francisco es un profundo devoto de Teresa de Lisieux y, en sus discursos, se descubren unas resonancias teresianas profundas que, al igual que Teresa, habla de este amor de Dios a sus hijos.
P.- Existe una cuestión en torno a la Verdad, a la eclesiología ¿Cree que la estructura de la comunicación audiovisual, con las nuevas redes sociales, la proliferación de los mensajes breves permite la transmisión de la verdad? ¿Son las redes sociales capaces de llevar a cabo, por su naturaleza, la transmisión de la verdad?
R.- Uno de los últimos estudios del Pew Research Center mostraron cómo la gran mayoría de los usuarios de redes sociales hablan de música y deporte; pero es interesante ver que hay un 30% aproximadamente que se interesa por la problemática de la humanidad y un 14% que habla de religión; hablamos de porcentajes internacionales, hay países donde se habla más y donde se habla menos.
Aunque esto sea un poco el límite, en las redes sociales hay ciertos sectores de pensadores. Algunos expertos señalan que esta avalancha de mensajes no ayuda al hombre a pensar, a meditar y a adquirir sabiduría, porque no puede procesarla, meditarla.
En parte tienen razón, en este sentido, Benedicto XVI dedicó uno de sus mensajes al silencio. El hombre necesita espacios de silencio para elaborar, para digerir estos mensajes. Una tarea grande de la Iglesia es sostener, apoyar al hombre que busca la verdad y ayudarle a discernir, entre todos los mensajes que recibe, aquellos que le ayudan a hacer un camino de búsqueda de la verdad y de crecimiento de la verdad. Y esto es difícil. Es una de nuestras tareas más importantes con los jóvenes.
P.- Podemos decir entonces que existe una cuestión de eclesiología; pero en las redes sociales, la Iglesia puede anunciar el Evangelio pero experimenta una dificultad para celebrar la verdad porque la celebración exige un encuentro personal ¿cómo realizar ese salto de la enseñanza del Evangelio a la celebración del Evangelio? ¿Cómo se llega a la “comunidad celebrante”?
R.- Esta es una pregunta muy importante porque es indudable que el hombre pueda descubrir “algo” en internet, pero su camino de Fe, su crecimiento en el camino de Fe, requiere una participación en la vida de Jesús, el camino de Fe no es solo intelectual, es una vivencia. Esto no se puede explicitar en el contexto de las redes sociales. Así que esta persona que busca, y empieza a percibir algo, debe encontrar una comunidad que lo acoja y le ayuda a caminar. La dimensión del hombre en este sentido no es ser seguidor de una ideología, nuestra vida está ligada a Cristo: es una vida de comunión pero de una comunión activa.
P.- Por sus palabras, nuestra comunidad cristiana, en la actualidad, tiene que presentar el Evangelio al hombre que no lo busca, ¿Qué capacidades tienen las comunidades en la actualidad a través de las redes para realizar esta tarea?
R.- Creo que esto requiere un camino de conversión pastoral, como el Papa nos dice. Los pastores tienen una responsabilidad particular pero también nuestras comunidades deberían comprender que ser discípulo significa ser misionero, significa tener una dimensión activa en la transmisión verdad, significa que mi dimensión de búsqueda continúa en el tiempo.
(Jose G. Vera – Agencia SIC)