18.11.13

Gramsci y Hitler ante Jesús

A las 1:16 PM, por Germán
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El Año de la Fe «una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo» (Porta fidei, 13) proclamado por el Papa Benedicto XVI, está por llegar a su término.

A pesar de esta gracia y de este gravitante impulso que el Papa quiso imprimir en la Iglesia militante, parecería que en muchas de las iglesias diocesanas, este Año, pasará sin pena ni gloria.

El Padre Flaviano Amatulli, fundador del movimiento eclesial Apóstoles de la Palabra describe muy bien lo que pasa en muchas de las iglesias particulares: hay quienes viven en un «quinto piso», es decir, ajenos a lo que pasa en el diario acontecer del católico de la calle, que tiene que lidiar con un abanico de ideologías, sectas y pseudo doctrinas, incluso dentro de los mismos cuadros eclesiales.

Benedicto XVI ha destacado que la  fe «no es una teoría, sino el encuentro con una Persona que vive en la Iglesia. A la profesión de fe, de hecho, sigue la explicación de la vida sacramental en la que Cristo está presente y actúa, y continúa la construcción de su Iglesia» (Porta fidei, 11).

Es curioso que aquellos mismos que niegan la divinidad de Jesucristo, se sirven de su misteriosa fisonomía para explicar los avances de doctrinas y realizaciones completamente diversas de las de Jesús. Chesterton refiriéndose a las verdades cristianas de las que se apropian las ideologías afirmaba que éstas«fuera de la Iglesia andan como locas».

Pongamos al frente de todos al comunista italiano Gramsci, uno de los ideólogos más eficaces de las nuevas generaciones marxistas.

Confundiendo su doctrina marxista, plenamente atea con la raigambre espiritual de Jesús escribía:

Es la roja túnica de Jesús la que ondea hoy más luminosa, más roja, más bolchevique que nunca. Hay un trozo de la túnica de Cristo en las innumerables banderas rojas de los comunistas que caminan en el mundo entero a la conquista de las fortalezas burguesas, para restaurar el reinado del espíritu sobre la materia, para asegurar la paz en la tierra a todos los hombres de buena voluntad.

Tenía razón Gramsci, pero no porque llevaran sus banderas el mismo ideal de sangre que Jesús, sino porque iban manchadas con la sangre de los millones de mártires que en los últimos 100 años el marxismo ha provocado allí donde ha dominado y tiranizado.

Y de Gramsci vamos a otra figura completamente diversa. Hay un libro fundamental que explica la mística del nazismo, su autor es el mismo Hitler. «Mi lucha». Logró que millones -entre ellos católicos, sacerdotes y laicos- murieran en sus campos de concentración, simplemente porque eran cristianos. Sin embargo escribe en ese su libro:

Mi verdadera inspiración, viene de aquel varón que una vez en plena soledad reconoció a los judíos por lo que eran en verdad. E incitó a los hombres para que los combatieran, y vive Dios, que era un gran hombre, no porque supo sufrir, sino porque supo combatir.

Jesús fue malinterpretado por Gramsci y por Hitler. Ambos vieron a Jesús como una persona excepcional, cuya doctrina cambió el mundo, y que ellos mismos querían respetarlo, aunque le interpretaban de un modo contrario y tan diverso entre los dos.

Y viene el fenómeno más excepcional, el sonado filósofo inglés, John Allegro, uno de los traductores y editores de «Los manuscritos del Mar Muerto», dice:

Jesús es el nombre de una planta alucinógena que empleaban en Israel los esenios en sus banquetes. Del hongo Jesús, se pasó al mito Jesús, más tarde surgiría el hombre-Dios Jesús.

¿Se puede dar una idea más disparatada? Imposible. Sin embargo, Allegro gozó de gran autoridad en Inglaterra, donde las academias le abrían sus puertas misteriosas y sus libros se vendieron como papas.

Es todo un mundo que no quiere admitir la verdad, tan bien explicada en cientos de miles de libros y que colocan la narración evangélica en su ambiente humano social y político.

Todo menos aceptar son sencillez -como lo hacen millones de sabios y analfabetos- la clarísima narración de los Evangelios.

Todas esas interpretaciones mitológicas y racionalistas han pretendido y pretenden aniquilar la verdadera figura de Jesucristo.

Nos encontramos en un mundo que ha recaído en el paganismo.