CARTA DEL OBISPO

LA SANTIDAD EN LA PERSONA DE UN OBISPO Y FUNDADOR

(San Antonio María Claret)

 

 

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SANTANDER | 25.10.2013


Queridos hermanos en Cristo:

            El día 24 de octubre hemos celebrado la memoria litúrgica de San Antonio María Claret, obispo y fundador. Nació en Sallent (Diócesis de Vich, en Cataluña), el año 1807. Murió en la abadía cisterciense de Fontfroide (Languedoc), el 24 de octubre de 1870. Es el Fundador de los Hijos del Corazón Inmaculado de María, Claretianos.

            Él mismo, en su autobiografía dice: “Me pusieron por nombre Antonio Adyutorio Juan; pero yo, después, añadí el dulcísimo nombre de María, porque María Santísima es mi Madre, mi Madrina, mi Maestra y mi todo, después de Jesús”.

            El Papa Pío XII,  el 7 de mayo del año 1950, al canonizar a San Antonio María Claret hacía de él la siguiente semblanza: “Alma grande, nacida como para ensamblar contrastes; pudo ser humilde de origen y glorioso a los ojos del mundo; pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante; de apariencia modesta, pero capaz de imponer respeto incluso a los grandes de la tierra; fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la austeridad y de la penitencia; siempre en presencia de Dios, aun en medio de su prodigiosa actividad exterior; calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y entre tantas maravillas, como luz suave que todo lo ilumina, su devoción a la Divina Madre…”

            En San Antonio María Claret debemos admirar dos facetas de permanente actualidad: su caridad misionera  y su valor apostólico.

            La caridad misionera de Claret brilló desde los primeros años de sacerdote, cuando abandonó su ministerio parroquial en Villadrau para seguir la vocación misionera, recorriendo Cataluña y las islas Canarias, y durante la presidencia del seminario de El Escorial, componiendo obras literarias relativas a su actividad. Fundó la librería religiosa, que desempeñó una actividad extraordinaria en la difusión de libros e impresos; y también la Academia de San Miguel, para artistas y literatos.

            Estuvo dotado también de un gran valor apostólico, en un tiempo en el que la Iglesia sufría no pocas hostilidades por parte de  las corrientes políticas, especialmente del partido liberal de entonces, que le obligó a abandonar El Escorial; y luego en Cuba, por parte de los nacionalistas cubanos.

            La actualidad de este maestro espiritual, que con su obra maestra El camino recto acercó la práctica evangélica y apostólica a todos los estados de vida, está en aprender de él esta promoción de la espiritualidad de los laicos y de la vida consagrada, como ha recomendado el Concilio Vaticano II.

            Con mi afecto, agradecimiento y bendición,

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander