ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 10 de septiembre de 2013

La frase del martes 10

"La guerra sigue siendo el mayor fracaso humano"

John Kenneth Galbraith (1908 – 2006)

 


El papa Francisco

Palabras del papa durante la visita al Centro jesuita Astalli de Roma
Los conventos vacíos no le sirven a la Iglesia como albergues para ganar dinero. Son para la carne de Cristo, que son los refugiados

Francisco visitó en Roma a refugiados e inmigrantes
El Centro Astalli es gestionado por el Jesuit Refugee Service, que en Italia ayuda a quienes lograron llegar al país

Proclamar a Jesús, sin miedo, sin vergüenza y sin triunfalismo
El papa en Santa Marta precisó que nuestra fe en el Señor resucitado es aquello vence al mundo

La "Schindler's List" del papa Bergoglio
Descubierta por un periodista italiano: el entonces provincial de los jesuitas salvó a un centenar de personas

Santa Sede

El santo padre reunió a las máximas autoridades de la Curia y del Vaticano
Tras los coloquios realizados con ellos individualmente, hoy en el sexto mes de su pontificado lo hizo con todos juntos

Mirada al mundo

Obispos de EE.UU: demostraciones pacíficas contra la guerra en Siria
Se dirigen a estudiantes universitarios y también a escolares. Les recuerdan la variedad de formas de actuar, siempre no violentas

Panamá celebra los 500 años de Santa María la Antigua
El arzobispo Ulloa: la Iglesia en la primera diócesis americana en tierra firme caminó junto a su pueblo. Y reiteró la importancia de la devoción a María

Los cien años de los pasionistas en el Perú
Entrevista al obispo misionero Miguel Irízar que preside la comisión conmemorativa

Comunicación

Facebook y Tomás de Kempis
La Imitación de Cristo: cuando Tomás de Kempis nos hizo reflexionar sobre Facebook y la madurez humana

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

San Nicolás de Tolentino
«Abogado de las almas del purgatorio. Se le considera protector de la buena muerte, de la maternidad y de la infancia. Es muy venerado en Europa y en América»


El papa Francisco


Palabras del papa durante la visita al Centro jesuita Astalli de Roma
Los conventos vacíos no le sirven a la Iglesia como albergues para ganar dinero. Son para la carne de Cristo, que son los refugiados

Por Francisco papa

ROMA, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas, ¡buenas tardes!

Saludo en primer lugar a todos ustedes, refugiados y refugiadas. Hemos escuchado a Adam y a Carol: gracias por sus grandes testimonios. Cada uno de ustedes, queridos amigos, trae consigo una historia de vida que nos habla de los dramas de las guerras, de los conflictos, a menudo vinculados a las políticas internacionales.

Pero sobretodo cada uno de ustedes trae una riqueza humana y religiosa, una riqueza para acogerla, y no para temerla. Muchos de ustedes son musulmanes, de otras religiones; han venido de diferentes países, de situaciones diversas. ¡No debemos tener miedo de las diferencias! La fraternidad nos hace descubrir que son un tesoro. ¡Son un regalo para todos! ¡Vivamos la fraternidad!

¡Roma! Después de Lampedusa y de los otros lugares de llegada, para muchas personas nuestra ciudad es la segunda etapa. A menudo, como hemos escuchado, es un viaje difícil, agotador, incluso violento aquello que se ha afrontado; pienso especialmente en las mujeres, en las madres, que soportan esto con el fin de asegurar un futuro para sus hijos y la esperanza de una vida diferente para ellos y para su familia. Roma debe ser la ciudad que le permita encontrar una dimensión humana, para empezar a sonreír. ¿Cuántas veces, sin embargo aquí, como en otras partes, muchas personas que llevan escrito "protección internacional" en su permiso de residencia, se ven obligadas a vivir en situaciones difíciles, a veces con un trato degradante, ¡y sin la posibilidad de iniciar una vida digna, o a pensar en un nuevo futuro!

Gracias por ello, a los que, como este Centro y otros servicios eclesiales, públicos y privados, se ocupan en acoger a todas estas personas con un proyecto. Gracias al padre Giovanni y a los hermanos; a ustedes, trabajadores, voluntarios, benefactores, que no solo donan algo o su tiempo, sino que tratan de entrar en relación con los solicitantes de asilo y refugiados, a quienes reconocen como personas, comprometiéndose a encontrar respuestas concretas a sus necesidades. ¡Mantengan siempre viva la esperanza! ¡Ayuden a recuperar la confianza! Demostrar que con la acogida y la hermandad se puede abrir una ventana en el futuro; más de una ventana, diría una puerta, ¡y más aún si se puede tener un futuro!

Y es hermoso que en el trabajo a favor de los refugiados, junto con los jesuitas, hayan hombres y mujeres, cristianos e incluso no creyentes o de otras religiones, unidos en el nombre del bien común, que para nosotros los cristianos es una expresión del amor del Padre en Cristo Jesús. San Ignacio de Loyola deseaba que hubiera un espacio para dar cabida a los más pobres en el local donde tenía su residencia en Roma; y el padre Arrupe, en 1981, fundó el Servicio Jesuita para los Refugiados, y quiso que la sede romana se ubicara en esos espacios, en el corazón de la ciudad. Pienso ahora en aquella despedida espiritual del padre Arrupe en Tailandia, justamente en un centro de refugiados...

Servir, acompañar, defender: las tres palabras que son el programa de trabajo de los jesuitas y sus colaboradores.

Servir. ¿Qué quiere decir esto? Servir significa dar cabida a la persona que llega, con cuidado; significa agacharse hasta quien tiene necesidad y tenderle la mano, sin cálculos, sin miedo, con ternura y comprensión, así como Jesús se inclinó para lavar los pies de los apóstoles. Servir significa trabajar al lado de los más necesitados, estableciendo con ellos en primer lugar relaciones humanas, de cercanía, vínculos de solidaridad. Solidaridad, esta palabra que da miedo al mundo más desarrollado. Tratan de no decirla. Es casi un insulto para ellos. ¡Pero es nuestra palabra! Servir significa reconocer y acoger las exigencias de justicia, de esperanza y buscar juntos las vías, los caminos concretos de liberación.

Los pobres son también maestros privilegiados de nuestro conocimiento de Dios; su fragilidad y sencillez ponen al descubierto nuestros egoísmos, nuestras falsas certezas, nuestras pretensiones de autosuficiencia y nos guían a la experiencia de la cercanía y de la ternura de Dios, para recibir en nuestra vida su amor, la misericordia del Padre que, con discreción y paciente confianza, cuida de nosotros, de todos nosotros.

Desde este lugar de acogida, de encuentro y de servicio, quisiera que surgiera una pregunta para todos, para todas las personas que viven aquí en la diócesis de Roma: ¿Me inclino sobre quien está en problemas, o tengo miedo de ensuciarme las manos? ¿Estoy encerrado en mí mismo, en mis cosas, o me percato de los que necesitan ayuda? Me sirvo solo a mí mismo, o sé servir a los demás como Cristo, que vino a servir hasta dar su vida? ¿Miro a los ojos de los que buscan la justicia, o dirijo la mirada hacia el otro lado? ¿Acaso para no mirar a los ojos?

Acompañar. En los últimos años, el Centro Astalli ha hecho un camino. Al inicio ofrecía servicios de primera acogida: un comedor, una cama, ayuda legal… Después aprendió a acompañar a las personas en busca de trabajo y en la inserción social. Y luego también propuso actividades culturales, para contribuir al desarrollo de una cultura de la acogida, una cultura del encuentro y de la solidaridad, a partir de la protección de los derechos humanos. La sola acogida no es suficiente. No basta dar un sándwich si no va acompañado de la oportunidad de aprender a caminar sobre sus propios pies. La caridad que deja a los pobres así como están, no es suficiente. La misericordia verdadera, aquella que Dios nos da y nos enseña, pide justicia, pide que el pobre encuentre su camino para dejar de serlo. Pide --y nos lo pide a nosotros como Iglesia, a nosotros ciudad de Roma, a las instituciones--, pide que ninguno tenga ya la necesidad de un comedor público, de un alojamiento temporal, de un servicio de asistencia legal para ver reconocido su propio derecho a vivir y a trabajar, a ser plenamente persona.

Adam dijo : "Nosotros, los refugiados tenemos el deber de hacer todo lo posible para ser integrados en Italia". Y este es un derecho: ¡la integración! Y Carol dijo: "Los sirios en Europa sienten la gran responsabilidad de no ser una carga, queremos ser parte activa de una nueva sociedad". ¡Esto también es un derecho! Esta responsabilidad es la base ética, es la fuerza para construir juntos. Me pregunto: ¿acompañamos este viaje?

Defender. Servir, acompañar, también significa defender, significa tomar partido por los más débiles. Cuántas veces levantamos la voz para defender nuestros derechos, pero ¡cuántas veces somos indiferentes a los derechos de los demás! ¡Cuántas veces no sabemos o no queremos dar voz a la voz de quien --como ustedes-- han sufrido y sufren; a quienes han visto pisotear sus propios derechos, a quien ha sufrido tanta violencia, que se ha reprimido incluso el deseo de tener justicia!

Para toda la Iglesia es importante que la acogida del pobre y la promoción de la justicia no sean confiadas solo a los "especialistas", sino que sea una atención de todo el trabajo pastoral, de la formación de los futuros presbíteros y religiosos, del compromiso normal de todas las parroquias, los movimientos y grupos eclesiales.

En particular --y esto es importante y lo digo desde el corazón--, en particular, me gustaría invitar a los institutos religiosos a leer en serio y con responsabilidad este signo de los tiempos. El Señor nos llama a vivir con más coraje y generosidad la acogida en las comunidades, en las residencias, en los conventos vacíos...

Queridos religiosos y religiosas, los conventos vacíos no le sirven a la Iglesia para transformarlos en albergues y ganar dinero. Los conventos vacíos no son nuestros, son para la carne de Cristo, que son los refugiados. El Señor nos llama a vivir con generosidad y valentía la acogida en los conventos vacíos. Desde luego, no es algo simple, se necesita criterio, responsabilidad, pero también se necesita coraje. Hacemos tanto, pero tal vez estamos llamados a hacer más, acogiendo y compartiendo con decisión lo que la Providencia nos ha dado para servir. Superar la tentación de la mundanidad espiritual para estar cerca de la gente común, y sobre todo de los últimos. ¡Necesitamos comunidades solidarias que vivan el amor de manera práctica !

Todos los días, aquí y en otros centros, muchas personas, especialmente jóvenes, hacen fila por una comida caliente. Estas personas nos recuerdan el sufrimiento y las tragedias de la humanidad. Pero esa fila también nos dice que hagamos algo, ahora, todos, es posible. Simplemente basta llamar a la puerta , y tratar de decir: "Yo estoy aquí. ¿Cómo puedo ayudar?".

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

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Francisco visitó en Roma a refugiados e inmigrantes
El Centro Astalli es gestionado por el Jesuit Refugee Service, que en Italia ayuda a quienes lograron llegar al país

Por H. Sergio Mora

ROMA, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - A un par de cuadras de Piazza Venezia, en el corazón de Roma, se encuentra el Centro Astalli; allí hoy por la tarde el santo padre Francisco fue a visitar esta estructura de acogida de inmigrantes que cada día da de comer a 450 personas.

Con la llegada del papa, la zona céntrica que estaba aislada con vallas, se llenó de gente. Francisco saludó a los inmigrantes de diversas nacionalidades que se encontraban haciendo fila en la puerta del Centro para entrar a almorzar.

El papa, el 8 de julio pasado quiso ir a la isla italiana de Lampedusa, situada a mitad de camino entre África y Europa, para rezar por los miles de inmigrantes muertos ahogados en los innumerables naufragios. En la isla rezó, bendijo las naves, arrojó una corona de flores, y sobre todo, sensibilizó al mundo sobre el drama de los migrantes. Y los que llegan por la vía del mar, son los últimos entre ellos.

El santo padre hoy quiso en el Centro Astalli recorrer el mismo camino de quienes allí llegan: llegó al primer escritorio de recepción, bajó la escalera estrecha y empinada que lleva al comedor, visitó la enfermería, como lo hace cada uno de quienes allí llegan. Allí hay también un centro en donde dan lecciones de italiano, y otro de orientación, además de una lavandería. En el 2012 pasaron por el centro 21 mil personas. Funciona desde 1981 cuando fue creado por el servicio de los jesuitas para los refugiados (SJR), que se escapan de sus tristes realidades, de guerra, violencia y hambre.

Un señor de Camerún que se encotraba en el centro, indicó en directa televisiva que estaba con su familia en el comedor cuando llegó Francisco. "Nos dio coraje, tienen que ir adelante y confiar en Jesús, nos dijo. Comió con nosotros unos dulces y tomó una bebida argentina (suponemos el mate ndr.). Yo esperaba verlo con los zapatos rojos pero los suyos eran normalísimos. Soy africano y católico, es una experiencia inolvidable, siempre quise ver al papa, espero tener, como nos dijo Francisco, el coraje de proseguir a partir de aquí".

Días antes el papa llamó por teléfono al director del centro Astalli, el padre Giovanni La Manna, que le había enviado una carta invitándolo, y le indicó que ese martes iba a ir a visitarles. “Estamos muy contentos --dijo el padre La Manna--de esta visita, en donde los refugiados viven su vida cotidiana, que es hecha de una comida, de ayuda legal, social y médica. Esta es para ellos una experiencia espiritual”.

En la pequeña capilla del Centro Francisco se detuvo unos minutos. Después por un corredor interno fue hasta la iglesia del Jesús, que es contigua. En el templo encontró a los diversos componentes: huespedes, voluntarios, operadores y amigos. En total unas 500 personas.

Dos refugiados: el sudanés Adam y la siria Carol, le dirigieron unas palabras y a continuación el santo padre se dirigió a los presentes. “¡Roma! Después de Lampedusay otros lugares de llegada, para muchas personas nuestra ciudad es la segunda etapa” dijo. Por ello “tiene que ser la ciudad que permita encontrar una dimensión humana, que permita comenzar a sonreír”. Y agradeció a todos aquellos que dedican esfuerzos para acoger a las personas con un proyecto.

Al concluir se rezó la oración 'Tú como ellos' compuesta por el padre general de los jesuitas, Alonso Nicolás. Se recordó también al padre Pedro Arrupe, fundador del SJR y el papa acompañado por dos refugiados llevó un ramo de flores a su tumba. El coro del Centro acompaño con cantos el encuentro y al concluir la visita le hicieron algunos regalos. 

La primera puerta de llegada de los inmigrantes es el aeropuerto en donde suelen desembarcar con visa de turistas, como sucede con los latinoamericanos. Otros en situación más desesperada desembarcan en las costas, en la isla de Lampedusa y en tantas otras localidades marítimas de Europa. Una vez en Italia tienen la alegría de haber podido llegar. Después está la segunda acogida, precisan ayuda para los documentos, medicinas y las primeras necesidades, hasta que se integran a la vida social o van a otros países europeos en donde tienen parientes.

En este momento el mayor flujo de refugiados proviene desde Siria, pero se han registrado allí llegadas desde los lugares más diversos. Y en ese sentido en Centro Astalli es como un sismógrafo que indica cuales son las zonas con mayor dificultad en el mundo. 

Entre ellos figuran muchos colombianos que se han escapado, desplazados por la guerrilla, paramilitares y violencia en su país. En el Centro Astalli, trabaja también una joven señora colombiana, Isabel, que indicó que tuvo que escaparse desplazada por la violencia de la guerrilla.

La visita del santo padre duró hasta las 17,30  local, y fue de aproximadamente una hora y media. A la salida del Centro una multitud le esperaba para saludarle.

LEER EL DISCURSO DEL PAPA 

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Proclamar a Jesús, sin miedo, sin vergüenza y sin triunfalismo
El papa en Santa Marta precisó que nuestra fe en el Señor resucitado es aquello vence al mundo

Por Francisco papa

ROMA, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Los cristianos están llamados a proclamar a Jesús sin miedo, sin vergüenza y sin triunfalismo. Lo dijo el papa Francisco en la misa de esta mañana en la Casa Santa Marta e hizo hincapié en el riesgo de llegar a ser cristiano sin la Resurrección, porque Cristo es siempre el centro y la esperanza de nuestra vida.

Francisco ha desarrollado su homilía inspirado en las palabras sobre Jesús de la carta de san Pablo a los Colosenses. Para todos nosotros, dijo el papa, san Pablo recomienda caminar con Jesús "porque Él ha ganado, caminar en Él, arraigados y edificados en Él, en esta victoria, firmes en la fe". Este es el punto clave sobre el que insistió: "¡Jesús ha resucitado!" Pero, continuó, no siempre es fácil de entender. El santo padre ha recordado, por ejemplo, que cuando san Pablo se dirigió a los griegos en Atenas, lo escucharon con interés hasta el momento en que habló de la Resurrección . "Esto nos da miedo, mejor dejarlo ahí".

Un episodio que nos cuestiona aún hoy: "Hay tantos cristianos sin Resurrección, cristianos sin Cristo Resucitado: acompañan a Jesús hasta el sepulcro, lloran, lo aman mucho, pero solo hasta ahí. Pensando en esta actitud de los cristianos sin Cristo resucitado, he encontrado tres, pero hay muchos otros: los temerosos, los cristianos temerosos; los avergonzados, los que tienen vergüenza; y los triunfalistas. ¡Estos tres no se han encontrado con el Cristo resucitado!

Los temerosos: son aquellos de la mañana de la Resurrección, aquellos de Emaús que se van, tienen miedo". Los apóstoles, recordó el papa, se cierran en el Cenáculo por miedo a los judios, donde también llora María Magdalena porque se han llevado el cuerpo del Señor. "Los temerosos –advirtió-- son así: tienen miedo de pensar en la Resurrección, como si se quedaran en la primera parte de la partitura", porque "tienen miedo del Resucitado".

También están los cristianos avergonzados. "Confesar que Cristo ha resucitado --insistió-- le da un poco de vergüenza en este mundo, que avanza tanto en la ciencia". A estos cristianos, continuó, Pablo les advierte que tengan cuidado de que nadie los engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, inspirados en la tradición humana. Estos, dijo el papa, "tienen vergüenza" para decir que "Cristo, con su cuerpo, con sus heridas ha resucitado".

Por último, está el grupo de los cristianos que "en sus corazones no creen en el Señor resucitado y quieren alcanzar en ellos una resurrección más majestuosa que la real”. Son los cristianos "triunfalistas". "Ellos no conocen la palabra 'triunfo', solo dicen 'triunfalismo', porque tienen un complejo de inferioridad y quieren hacer... Cuando vemos a estos cristianos, con tantas actitudes triunfalistas, en sus vidas, en sus discursos y en su pastoral, en la liturgia y tantas otras cosas, es porque en lo más profundo no creen en el Resucitado.

Y Él es el ganador, el Resucitado. Por lo tanto ha ganado. Por esto, sin temor, sin miedo, sin triunfalismo, simplemente mirando al Señor resucitado, su belleza, incluso poniendo los dedos en las heridas y la mano en el costado" .

"Esto --añadió-- es el mensaje que Pablo nos da: "Cristo "es todo", es la totalidad y la esperanza, "porque es el Esposo, el vencedor". El evangelio de hoy, insistió Francisco, muestra una multitud de gente que va a escuchar a Jesús y hay muchas personas enfermas que tratan de tocarlo, porque de Él "salía una fuerza que sanaba a todos":

"Nuestra fe, la fe en el Señor resucitado es aquello vence al mundo. Vayamos hacia Él y dejémonos, como estos enfermos, tocar por Él, por su fuerza, porque Él está en carne y hueso, no es una idea espiritual que flota... Él está vivo. Y está resucitado. Y así ha vencido al mundo. Que el Señor nos conceda la gracia de entender y vivir estas cosas".

Traducido y adaptado del servicio informativo de Radio Vaticano por José A. Varela

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La "Schindler's List" del papa Bergoglio
Descubierta por un periodista italiano: el entonces provincial de los jesuitas salvó a un centenar de personas

Por H. Sergio Mora

ROMA, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Se llama Nello Scavo, es periodista y cronista del diario Avvenire, órgano de la Conferencia Episcopal Italiana. Cuando Francisco fue elegido pontífice se oyeron voces que le acusaban de complicidad con la dictadura argentina, calumnias que fueron poco después desmentidas por personas que habían conocido a Bergoglio y sabían como las cosas eran en realidad.

Entre ellos el Nobel de la Paz, el argentino Pérez Esquivel, insospechable defensor de los derechos humanos en su país y poco después la abogada Alicia Oliveira, secretaria de Derechos Humanos de la Cancillería, en los tiempos del ministro Rafael Bielsa y del presidente Néstor Kirchner. Campaña contra el papa Francisco que llega a su cúlmine con una falsa foto, un fotomontaje que retrae a Bergoglio supuestamente dando la comunión al dictador y ex jefe de la junta militar, Rafael Videla.

El periodista italiano Nello, apenas escuchó dichas acusaciones comienza a investigar, y llega a tomar contacto con personas a quienes el entonces superior provincial de los jesuítas, Bergoglio, ayudó a escaparse. En total unas 20 personas cuyos testimonios hacen calcular que la lista de los salvados sean unos cien.

En el libro “La lista di Bergoglio”, en programa para finales de este mes y editado por la Emi, recoge estas historias. Lo indicó ayer el diario 'La Provincia' de la ciudad de Como, en donde vive el cronista de Avvenire.

“Ana y Sergio están en Italia desde hace 30 años, después que lograron escaparse de las torturas y de la persecución de la dictadura argentina, gracias al papa Francisco”. Indica el artículo y precisa: “Jorge Mario Bergoglio, como Oscar Schindler, el empresario que salvó de los nazis a cientos de judíos”.

Autorizado por su director editorial a dedicarse al caso, Nello inicia a investigar, contactar personas y poco a poco se van juntando y apareciendo nuevos testimonios.

“El papa quizás no lo admitirá nunca, pero --indica el periodista-- hemos descubierto que en aquella época había creado una cadena de solidaridad para salvar a los disidentes y perseguidos, en la cual cada anillo no sabía del otro”.

Reconoce entretanto que la investigación no fue fácil, porque muchos amigos de Bergoglio no contaron casi nada de las personas salvadas por el papa y porque el entonces provincial de los jesuitas nunca se vanaglorió de ello.

Y el cronista indica dos motivos: uno contado por un amigo de Bergoglio, porque “el pontífice no quiere que existan operaciones de marketing en torno a su imagen”. Y segundo, deduce el autor, “por el dolor de cuanto sucedido  en aquellos años, en particular, los desaparecidos, los niños quitados a las mamás asesinadas, por las torturas”. Y para Bergoglio, el “haber salvado a alguien es nada, delante del dolor de estas personas”.

En concordancia con lo indicado por el periodista, y el dolor del santo padre por todos los que perdieron a sus seres queridos, más allá de cualquier credo o bandera, podemos recordar el 10 de abril pasado, cuando el Francisco hace llegar una carta de respuesta a la Asociación de las Madres de Plaza de Mayo, con una misiva firmada por el número dos del 'ministerio de Exteriores del Vaticano':“El santo padre comparte su dolor y el de tantas madres y familiares que han padecido y padecen la pérdida trágica seres queridos en ese momento de la historia argentina”.

Más allá de credos y banderas, como indica uno los testigos, que entonces imprimía una revista, quien no era bautizado ni creyente, “pero Bergoglio me protegió y gracias a los jesuitas logré escaparme antes en Uruguay, después en Brasil” y finalmente en “un barco mercantil hacia Italia”.

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Santa Sede


El santo padre reunió a las máximas autoridades de la Curia y del Vaticano
Tras los coloquios realizados con ellos individualmente, hoy en el sexto mes de su pontificado lo hizo con todos juntos

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Esta mañana en la Sala Bolonia del Palacio Apostólico, el santo padre Francisco ha recibido a todos los jefes de dicasterio de la Curia Romana, al presidente de la Gobernación y al cardenal vicario de Roma.

Lo informó hoy el Vatican Information Service, precisando que Francisco  ha encontrado personalmente en los pasados meses a todos los jefes de dicasterio y ha tenido con cada uno de ellos un amplio coloquio. En cambio ahora, los ha encontrado a todos juntos, en una reunión presidida por él, mientras se cumple el sexto mes de su pontificado.

La reunión en la que se han escuchado las opiniones y los consejos de los más altos responsables de la Curia Romana y de los principales colaboradores del papa en Roma, se inserta naturalmente en el contexto de actuación de las sugerencias presentadas por los cardenales en las congregaciones preparatorias del cónclave y en la reflexión del Santo Padre sobre el gobierno de la Iglesia, que tendrá pronto otro momento importante con la reunión del grupo de ocho cardenales a inicios de octubre.

En rueda de prensa en el avión de regreso de la Jornada de la Juventud Río 2013, en el vuelo que partió el 29 de julio, el papa indicó que los pasos preparatorios para una reforma "viene de la vertiente de las congregaciones generales que tuvimos los cardenales" antes del cónclave. Y recordó que "fueron cosas que los cardenales pedimos al que iba a ser el nuevo papa". Y que la comisión de ocho cardenales que él creó "favorece la sinodalidad, ayuda a que los diversos episcopados del mundo se vayan expresando en el mismo gobierno de la iglesia".

Otra problemática es la reforma es Instituto de Obras de Relgión, el IOR, mal conocido como el banco del Vaticano. Y siempre en esa rueda de prensa se preguntó "cómo encaminarlo, cómo delinearlo, cómo reformularlo, cómo sanear lo que haya que sanear, y ahí está la primera comisión de referencia". Y concluyó: "No sé cómo va a terminar el IOR" pero "las características del IOR, ya sea banco, ya sea fondo de ayuda, o lo que sea, son transparencia y honestidad".

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Mirada al mundo


Obispos de EE.UU: demostraciones pacíficas contra la guerra en Siria
Se dirigen a estudiantes universitarios y también a escolares. Les recuerdan la variedad de formas de actuar, siempre no violentas

Por Redacción

ROMA, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Tras la propuesta de Rusia que evitaría el inminente ataque de Estados Unidos, en la opinión pública de Estados Unidos gana consenso la idea de una salida diplomática. Rusia mediaría para que el régimen de Assad entregue todas las armas químicas, a cambio de la no intervención con misiles por parte de la flota americana.

En este contexto, los obispos católicos estadounidenses, que ya se han pronunciado contra una acción militar en Siria, han comenzado a asesorar a los estudiantes universitarios sobre la organización de protestas no violentas.

“En el momento en que empiezan a planificarse actividades no violentas, les recordamos algunas sugerencias prácticas” está escrito en una declaración de los Obispos según un comunicado enviado a la Agencia Fides.

Los obispos proponen ejemplos para recordar la gran variedad de recursos disponibles y la necesidad de reflexionar sobre la propia forma de actuar, dirigiéndose no sólo a los estudiantes universitarios, sino también a los estudiantes de escuelas primarias, secundarias y religiosas.

Se exhorta a los jóvenes que realicen retiros de fin de semana “para explorar la promoción de la paz y la no violencia”. Además se sugiere “explorar las alternativas al conflicto, Estudiar las estrategias de resolución del conflicto. Participar en campañas de sensibilización, hacer ayunos... enviar cartas a los legisladores sobre asuntos como el alivio de la pobreza, la deuda del Tercer Mundo y la legislación para el control de armas”.

La semana pasada el cardenal Timothy Dolan, de Nueva York exhortaron a los legisladores a que busquen una solución política, y no una militar, al conflicto en Siria. Diversas encuestas muestran que la mayoría de los ciudadanos se opone a una intervención militar en Siria, y las movilizaciones contra una acción tal empiezan a multiplicarse después que las instituciones educativas retornaran a la actividad tras la vacación veraniega. 

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Panamá celebra los 500 años de Santa María la Antigua
El arzobispo Ulloa: la Iglesia en la primera diócesis americana en tierra firme caminó junto a su pueblo. Y reiteró la importancia de la devoción a María

Por Redacción

CIUDAD DE PANAMá, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - El domingo 8 de setiembre con una misa solemne ha iniciado la conmemoración de los 500 años de la erección de la primera diócesis en tierra firme americana: Santa María la Antigua en Panamá.

Un acto que cerró todo un período de preparación, que incluyó el peregrinaje durante un año de la venerada imagen de la Virgen María, que fuera bendecida en octubre de 2012 en el Vaticano por el papa Benedicto XVI.

Con tal motivo, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, OSA, arzobispo metropolitano de Panamá, presidente de la Conferencia Episcopal Panameña y del Secretariado Episcopal Centroamericano, pronunció una homilía que reproducimos a continuación.

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Queridos hermanos en el episcopado:

Monseñor Andrés Carrascosa, Nuncio Apostólico en Panamá
Mons. Audilio Aguilar, Obispo de la Diócesis de Santiago y Administrador de la Diócesis de Colón – Kuna Yala.
Mons. Uriah Ashley, Obispo de la Diócesis de Penonomé.
Mons. Pedro Hernández Cantarero,  Obispo del Vicariato Apostólico de Darién.
Mons. José Luis Lacunza, Obispo de la Diócesis de David
Mons. Pablo Varela Server, Obispo Auxiliar de Panamá
Mons. José Dimas Cedeño Delgado, Arzobispo Emérito de la Arquidiócesis de Panamá
Mons. Fernando Torres Durán, Obispo Emérito de la Diócesis de ChitréMons. Oscar Mario Brown Jiménez, Obispo Emérito de la Diócesis de Santiago

Queridos sacerdotes, religiosas, seminaristas y fieles en general:

Con gozo hemos llegado hasta el atrio de la Catedral Metropolitana, luego de participar de la procesión acuática, que nos ha recordado cómo nos llegó la fe bajo la advocación de Santa María la Antigua, a través del mar.

Hemos caminado por la Cinta Costera rezando y alabando a nuestra Madre Celestial, como peregrinos que caminan hacia el encuentro del Señor. Y ahora aquí nos congregamos entorno a la mesa eucarística, para celebrar la XLII Cita Eucarística, que este año se reviste de una particularidad muy especial: Hace 500 años -el 9 de septiembre de 1513- la fe cristiana católica llegó oficialmente a este pequeño Istmo Panameño, mediante un acto jurídico de la Suprema autoridad de la Iglesia Católica en la persona de Su Santidad el Papa León Décimo, quien firmó la Bula Pontificia, con la que creó la Diócesis de Santa María la Antigua del Darién, la primera en tierra firme.
 

Si bien es cierto  que en 1511 se habían creado las tres primeras diócesis del Continente (Santo Domingo, la Vega y Puerto Rico), éstas se encontraban  en islas del Caribe.

Al fundarse el primer asiento de los españoles en tierra firme americana, en los territorios del cacique Cémaco, el rey Fernando V pidió al Papa León Décimo que creara allí un obispado, para iniciar desde ese lugar  la gran tarea de anunciar a Jesucristo al resto de las poblaciones de este gran continente, cuya forma y extensión se ignoraban.

Cuando el primer Obispo, Fray Juan de Quevedo, llegó al pequeño poblado llamado Santa María la Antigua [en honor a la Santísima Virgen  venerada en Sevilla], es recibido con alegría y esperanza por el grupo de moradores indígenas y españoles, y encabezados por el Alcalde mayor Vasco Núñez de Balboa, cantan el TEDEUM en el rancho – capilla dedicado a Santa María la Antigua, ya  convertida en la primera Catedral de tierra firme, abriéndose así una nueva página para la historia  civil y eclesiástica del Continente recién descubierto.

Esa misma sede, se autorizó para que fuese trasladada el 1 de diciembre de 1521, al lugar que conocemos como Panamá la Vieja. Luego fue pasada, el 21 de enero de 1673, a la nueva ciudad de Panamá, donde el entonces obispo Antonio de León señaló el sitio donde debía erigirse la nueva Catedral, en cuyo atrio estamos celebrando esta gran Cita Eucarística.

Esta Iglesia particular de Santa María la Antigua empezó a multiplicarse cuando se crearon otras diócesis: el 2 de septiembre de 1530 la diócesis de Méjico; el 21 de junio la de Coro-Venezuela; el 13 de noviembre de 1543 la de León,  Nicaragua; el 18 del mismo año se creó la de Guatemala. De esta manera fueron naciendo las casi dos mil Iglesias que  existen actualmente en América.

El 9 de septiembre es una fecha importante para todos los panameños, porque tenemos la  dicha y el honor  inmerecido de  pertenecer a esta Iglesia que nació bajo la  protección de  Santa María la Antigua hace 500 años.

Patrona de la Arquidiócesis y de todo Panamá́

La devoción a Santa María la Antigua ha sido recuperada e impulsada en nuestro país gracias a la tenacidad y al celo apostólico del Arzobispo Emérito de Panamá, Mons. José Dimas Cedeño Delgado, que nos acercó a la verdad histórica de los acontecimientos que rodearon la creación de la primera diócesis en tierra firme.

Usted Monseñor José Dimas, ha hecho posible despertar la conciencia histórica de las raíces de nuestra identidad católica, como intuyeron Mons. Tomás Alberto Clavel Méndez, al designar la primera Universidad Católica con el nombre de Santa María la Antigua; y Mons. Marcos Gregorio McGrath al erigir la primera parroquia con el nombre de Santa María la Antigua.

También debemos reconocer el empeño en propagar la devoción a Santa María la Antigua, por parte del P. Rafael del Valle y de quien fue su gran devoto Pedro Chávez. Y también  de muchos historiadores por mencionar solo unos: el Rvdo. P. Alfredo Morín, y el Dr. Alberto Osorio entre otros.

Estando al frente de la Arquidiócesis Mons. José́ Dimas Cedeño Delgado proclamó el 9 de septiembre de 1999, oficialmente a Santa María la Antigua, Patrona de la Arquidiócesis de Panamá́. 

En el año 2000, el Gobierno Nacional, presidido por la Presidenta Mireya Moscoso, y la Conferencia Episcopal Panameña, la proclaman oficialmente Patrona de la Republica de Panamá́.

Nuestro amor a la Virgen María

En el contexto de la celebración de estos 500 años de la llegada del evangelio a tierra firme, hemos querido que el pueblo católico tuviese ese encuentro con su Patrona. Es así que la imagen de la Virgen Peregrina recorrió las diócesis del país, lo que permitió que los fieles pudiesen reencontrarse con su historia y fortalecer su amor a la Santísima Virgen María.

Santa María no es una devoción extraña, siempre estuvo ahí en nuestra historia y cultura, basta preguntarles a nuestros hermanos de El Real de Santa María del Darién, que cada año celebran su fiesta con mucho fervor y reverencia. Lo mismo pueden decir nuestros hermanos de la Parroquia Santa María la Antigua, única parroquia con el nombre de esta advocación.

La Virgen en la identidad panameña

Sin saberlo, la primera advocación que llegó a América, Santa María la Antigua, fue penetrando en la cultura panameña en su esencia misma, de allí ese amor a la Virgen María, que se ha convertido en parte fundamental de nuestra identidad religiosa y católica.

Somos  cristianos católicos que expresamos nuestro amor a la Madre de Dios de distintas maneras. No hay rincón en el país, donde no encontremos barriadas, comunidades, establecimientos que lleven su nombre. Y si llegamos a asomarnos dentro de los hogares, no faltará la imagencita que nos recuerda a nuestra Madre Santísima. Tanto es así que el Día de la Madre en Panamá fue elegido para que coincidiera con el día de la Inmaculada Concepción.

Lo sagrado de nuestra Madre Celestial

Recordemos que el Papa Pablo VI, el 21 de noviembre de 1964, al finalizar la tercera sesión del Concilio Vaticano II,  llama a María “Madre de la Iglesia”. Cuando hizo esta proclamación se oyó en la Asamblea Conciliar la ovación más larga de todo el Concilio.

El llamar a María “Madre” no es metáfora, estamos expresando una realidad. María es nuestra Madre por muchas razones. Sabemos que Dios pudo encarnarse sin ayuda alguna, pero de hecho no aconteció así. Según la verdad revelada, Dios entró en la humanidad por el cauce normal de un proceso biológico, a partir de un embrión humano. Por eso se habla de maternidad divina. Este es el significado del primer dogma mariano proclamado con tanto júbilo en Efeso en el año 431, muchísimo antes que surgieran las sectas fundamentalista.

Si María es Madre de Cristo y Cristo es cabeza del Cuerpo Místico, y nosotros somos el Cuerpo Místico de Cristo, la que es madre de la cabeza es madre del cuerpo. María es Madre de la cabeza del Cuerpo Místico.

También María es nuestra Madre, porque el mismo Cristo tal como hemos escuchado en el evangelio, estando en la cruz, nos la dejó como Madre. Cuando Él le dice a  Juan: “Aquí tienes a tu Madre”. En  Juan estamos simbolizados todos nosotros, toda la humanidad. Al hacer esto Jesucristo quiso darle un significado especial a la Virgen en nuestra vida: para que acudamos a Ella. ¡Cuanto más amemos a María, más contento está Jesús! que, como todo hijo bien nacido, disfruta viendo a su Madre agasajada,  honrada y amada.

Es curioso que en la historia todas las piedades que han dejado a María bajo el pretexto de ir más directamente a Cristo, hayan terminado dejando a Cristo. Quien tiene a María, tiene a CristoQuien deja a María, termina por dejar a Cristo.

Tenemos que pedirle a la Virgen, que engendró en su seno a Cristo, que lo engendre también en nuestro corazón.
 “Sin miedo pidámosle a Jesús que haga que nuestra vida con María esté cercada de espinas para que cuando nos alejemos de Ella nos duela”.

Por estas razones,  un auténtico cristiano católico no puede decir que lo es, si no ama a María y cuando se ama, no podemos permitir bajo ninguna circunstancia, que un grupo o persona no creyentes -que no quieren aceptar la maternidad Virginal de María- la menosprecie o quiera rebajar su figura dentro del Proyecto de Salvación. ¡A la madre se le respeta!

Hoy nos urge ser coherentes con lo que decimos profesar. No podemos “utilizar” las Sagradas Escrituras ni el Magisterio de la Iglesia Católica, si no hemos acogido a María en nuestro corazón. Porque vivir el evangelio no es una opción filosófica sino una opción de vida, y una vida al estilo de Jesús, el gran Maestro. Lo demás es hipocresía y demagogia.

Nos encontramos personas que utilizan la Biblia para ajustarla a sus pareceres y “verdades torcidas”, a fin de argumentar sus posturas para desacreditar a la Iglesia. Se han convertido en especialistas de una fe que no profesan, en usar las palabras del Papa Francisco, para pedir a la Iglesia acciones en esa línea, pero que no son capaces de asumirlas en sus propias vidas. La revelación de Dios no debe ser usada como una pila de argumentos para tratar de minar la imagen de la Iglesia, la Iglesia de Jesucristo, en la que reconocemos que por estar constituida de seres humanos es pecadora, pero que por estar cimentada en Cristo, es Santa.

Presencia de la Iglesia en el pueblo

La Iglesia Católica en Panamá ha entretejido su historia con la historia del pueblo panameño. Requerimos levantar la mirada y ver los signos de la presencia de una fe que ha modelado nuestra nacionalidad, que ha influido en nuestra cultura, y en gran medida, nos ha hecho lo que somos. Solo  hay que recorrer las páginas de la historia de nuestra nación para descubrir la íntima relación que tiene nuestra identidad nacional con nuestra identidad católica. La Iglesia a lo largo de estos 500 años ha caminado junto a su pueblo, ha vivido las alegrías, los dolores, las esperanzas, los proyectos, las aspiraciones y las necesidades del pueblo, especialmente del más necesitado.

Testimonio de todo recogidos en la historia eclesial y civil son las obras educativas, los hospicios, los hospitales; que reflejan la cercanía espiritual y solidaridad de muchos misioneros y misioneras. La Iglesia Católica, ha vibrado con su pueblo en su lucha por la independencia y la soberanía, e inclusive llegó a dar su aporte económico para contribuir alcanzarla. Todo esto ha sido ricamente expuesto en las recientes Jornadas Teológicas y el II Congreso de Historia Eclesiástica celebradas como preámbulo de esta gran celebración en la USMA en esta recién pasada semana.

En la actualidad, cientos de obras, entre las que se cuentan comedores, asilos, hogares para enfermos de VIH-sida, colegios, albergues para niños, jóvenes y adolescentes en riesgo social, y obras de voluntariado, que son regentadas por obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, y por un sinnúmero de fieles comprometidos con su fe y  amor al prójimo.

Nuestra motivación es el mandamiento del amor, sin exclusión de nadie. Nuestra opción radical en la atención a los más necesitados e inclusive menospreciados. “Los desechados de la sociedad” son en la Iglesia la principal preocupación. Solo esto puede ser comprensible desde la fe en el Cristo que se entregó por nosotros y estamos llamados a hacer los mismo con nuestros hermanos, los empobrecidos.

Es esa fe la que celebramos en estos 500 años, y esta fe quedaría insípida si no se traduce en obras sociales hacia el prójimo. En consecuencia producto de este jubileo de los 500 años de la llegada de la fe, surgirán obras sociales como la Casa del Migrante, y el fortalecimiento de la Casa del Buen Samaritano, para quienes padecen el VIH-SIDA. También está el rescate de patrimonio histórico religioso en el Casco Antiguo, muy especialmente de nuestra Catedral.

Retos de la Iglesia Católica en Panamá

La Iglesia de Panamá, después de 500 años, sigue escuchando la Palabra de Dios, celebrando los sacramentos, practicando la caridad. Organizada y visible en sus parroquias, vicarías, comunidades religiosas, asociaciones de fieles, las curias diocesanas, la catequesis, la liturgia, la economía, la caridad, los pobres y olvidados, los misioneros... Pero también es consciente que debemos salir a la periferia, como nos ha animada el Documento de Aparecida, la Misión Permanente y más recientemente el Papa Francisco.

Aquí estamos llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, como quiere la Iglesia latinoamericana y caribeña, impulsando una misión continental que llegue a la familia, a las personas, a la vida, a todos los pueblos y culturas (Cf. Documento final. Aparecida 2007, cap 7-10).

Asumimos este desafío con valentía porque como ha recalcado el Papa Francisco, "Prefiero una Iglesia accidentada por salir, que enferma por encerrarse".

Realidad Nacional

Permítanme ahora algunas palabras sobre el momento político que estamos viviendo en el país. Antes de hacerlo quisiera aclararles cuál es el rol de la Iglesia cuando habla y orienta, quiero hacerlo a través de las palabras del Papa Francisco.

Dice el papa Francisco: La Iglesia no debe ser como "una niñera que cuida al niño para que se duerma". Si así fuera, sería una "Iglesia adormecida". Quien ha conocido a Jesús tiene la fuerza y el coraje de anunciarlo. Del mismo modo, quien ha recibido el bautismo tiene la fuerza de caminar, de ir hacia adelante, de evangelizar. Y "cuando hacemos esto la Iglesia se convierte en madre que genera hijos", capaces de llevar a Cristo al mundo. (Papa Francisco abril del 2013).

Es así que Iglesia tampoco es un juez, que viene a juzgar las actuaciones de los funcionarios, de los políticos o de los ciudadanos. Como hemos expuesto la Iglesia, como Madre y Maestra, está llamada al anuncio de la Buena Noticia para que cada uno descubra su dignidad de hijos de Dios, y que en la libertad de los hijos de Dios puedan elegir el camino de Salvación o el de la perdición.

Como obispo de la Iglesia, reitero que el Pacto Ético Electoral tiene como único propósito brindar una herramienta para que se desarrolle un proceso electoral cívico y en paz, inspirado  en el servicio para construir el bien común, que es la gran preocupación de los Obispos Panameños, especialmente cuando nos ubican como un país rico, pero con inequidades que mantienen a grandes sectores de la población en la marginación y pobreza.

El Pacto Ético no es un tema religioso, es un tema que le compete a toda la sociedad que quiera sobrevivir a la corrupción, a la injusticia social, y que aspira lograr un desarrollo que tenga como centro la dignidad humana de cada uno de los que habitamos este territorio panameño.

Cuando se viola el Pacto Ético no podemos conformarnos escuchando lo que decimos los Obispos. Esto  exige de cada uno de los ciudadanos acciones concretas ante quienes actúan mal. El ciudadano debe  rechazar, repudiar todo aquello que está fuera de la ética. No podemos seguir reproduciendo, retuitiando mensajes que no ayudan a edificar una cultura democrática y de paz.

Son esas pequeñas acciones que realizadas por todos, harán que aquellos políticos que recurren a las campañas sucias y a estrategias bajas cambien su manera de hacer política, que al final se convierte en politiquería.

Son ustedes ciudadanos, los que deben madurar en su opción política. No podemos ponderar lo malo, debemos ponderar todo aquello que edifique. En esto nos pueden ayudar los medios de comunicación; sigan informando, pero valoren lo realmente noticioso y reportando hechos, que realmente contribyan a crear un ambiente democrático y de paz. No dejen de informar, solo que dosifiquemos el tiempo que le dedicamos a las notas sensacionalistas, a los enfrentamientos estériles.

Debemos levantar una alianza por la paz e impedir que la inmadurez política destruya las bases de una sociedad que intenta consolidar su democracia.

Le corresponde a cada panameño, en su compromiso ciudadano, identificar claramente la campaña sucia, el ataque a la intimidad,  al buen nombre, a la familia y rechazar todo lo que no aporte a la formación de propuestas sociales posibles, equitativas y transparentes.

Es hora que discernamos qué clase de gobernantes aspiramos tener para el próximo período,  es una decisión histórica que afectará no solo nuestra vida individual sino de toda la sociedad.

La Iglesia, como Madre y Maestra, les pide hoy a todos los que están atrapados en esta red de insultos y golpes bajos, que busquen el bien y no el mal, que construyan en lugar de destruir; que iluminen la vida nacional, en lugar de sembrar oscuridades.

Hacen falta propuestas, y estas incluyen el qué hacer y cómo hacerlo. No más promesas. Ideas sí, proyectos realizables sí, con la persona humana como centro, con la intención de lograr su desarrollo integral y sostenible.

Proyecto en honor a Santa María la Antigua          

En el marco de la celebración de los 500 de la llegada del evangelio al Istmo panameño y la presencia de la Iglesia Católica,  resurgió la idea de hacer una imagen, que  pudiese manifestar el don de la fe donada a los panameños y decidimos resaltar la imagen de la Patrona de Panamá. Esta idea no es nueva, ya años atrás se había evaluado.

Siempre ha sido un proyecto religioso y cultural de la Iglesia Católica. Su intención no es ostentar poder. La idea fundamental es dejar constancia de lo que es nuestra identidad católica en Panamá,  como un legado a las presentes y futuras generaciones, para que propios y extraños puedan encontrarse con parte de nuestra historia.

Naturalmente, no faltaron las habituales críticas de quienes aprovechan cualquier oportunidad para atacar a la Iglesia.

Como pastor de esta Iglesia Católica quiero dejarles claro lo siguiente:

-Nunca  hemos pretendido que este proyecto supusiera un olvido o afrenta para quienes pasan necesidad económica; eso  contradice lo que es la opción evangélica de la Iglesia de Jesucristo.  El proyecto no tiene comprometido recursos del Estado y mucho menos de las obras sociales de la Iglesia.

- Reiteramos que este proyecto de la Virgen es una iniciativa de la Iglesia Católica, por eso ha sido presentada inicialmente a nuestros colaboradores más cercanos –sacerdotes, diáconos, religiosas, seminaristas, laicos, con la finalidad de animar desde el seno eclesial la “suscripción popular”,  para que libremente el pueblo católico panameño –individual o colectivamente- pueda dar su aporte para su confección, como ya lo han hecho. Solo bajo esta premisa es que se construirá esta imagen.

Los católicos no adoramos imágenes

También quiero  decirles a los grupos que acusan falsamente a la Iglesia Católica de adorar imágenes, que los católicos no adoramos como dioses las imágenes de los santos o de la Virgen María. Sólo adoramos a Jesucristo, nuestro  único Dios y Salvador, que con el Padre y el Espíritu Santo merece adoración, honor y gloria en la Trinidad Santa.

A la virgen y a los santos los veneramos, como todo pueblo recuerda con amor y gratitud a sus mejores antepasados, y los toma como ejemplo de vida. Y sabemos que las imágenes o pinturas religiosas son solamente una ayuda para ese recuerdo, y un alimento para nuestra piedad, como la fotografía de la madre difunta o de un heroico personaje histórico que nos ayuda a recordarles, porque merecen nuestro respeto. Insistir en que los católicos adoramos imágenes es una necedad.

Los verdaderos ídolos que hoy nos apartan del Señor y de nuestros hermanos no son precisamente estatuas de madera o de piedra, sino el afán egoísta de poder, el tener más que el ser. Es a partir de esto que nacen las injusticias, la corrupción, la violencia, el irrespeto a las personas y la familia. De esos ídolos tenemos que preocuparnos, y la Iglesia católica siempre denunciará sin miedo y con decisión, como lo hacía Jesús de Nazaret, estos actos pecaminosos que mantienen a gran sector de la población en la miseria y la pobreza.

Finalmente, hermanos y hermanas: no temamos en decirle a María que la amamos, que Ella es la llena de Gracia, porque de Ella nos viene la salvación. Agradezcamos a Dios el don de tener una Madre. Por experiencia lo sabemos, la madre es la que le da sentido a nuestra vida. Ella es la fuente de nuestra inspiración para ser mejores hijos y mejores ciudadanos.

Por eso sin miedo, sin complejos, agradezcamos a Dios, el regalado de vivir nuestra fe en el seno de nuestra Madre la Iglesia Católica, la que nos ofrece la seguridad en estos cinco puntos:

Apostolicidad: Francisco sucesor 266 de Pedro. Este servidor, sucesor 47 de Fray Juan de Quevedo, primer Obispo de la primera diócesis en tierra firme.

Los sacramentos: como alimento espiritual para nuestro caminar en la fe.

María: De la que nos vino la Salvación. Nuestra Madre y Mediadora

La Santidad: A la que debemos aspirar todos los que creemos en Jesucristo.

El cielo: La meta de todo creyente, porque si aquí en la tierra está bueno, allá arriba está mejor.

Hermanos y hermanas: No podemos amar a Jesús  sin amar a María.

Frente al llamado del Santo Padre Francisco

Estamos convencidos de que nada se consigue con la guerra; de que la violencia sólo genera más violencia; por eso ningún país tiene la legitimidad para erigirse por sí solo como juez del mundo, y una injusticia no se remedia cometiendo otra peor. Como lo ha dicho el Santo Padre, sólo una cultura del encuentro, del diálogo, es el único camino hacia la paz.

No  nos olvidemos Cristo enseñó a usar "las armas de la oración y el ayuno para arrojar al demonio, el homicida desde siempre y padre de la mentira. Usemos, pues, estos preciosos instrumentos para hacernos constructores de paz, la paz verdadera que es un don de Dios y que nace primeramente en el corazón de cada uno de nosotros; si tenemos paz, seremos dadores y constructores de paz, esa que tanto necesita el mundo y nuestra patria, esa que nace del amor y del perdón".

Que Nuestra Señora de la Antigua  interceda "por nosotros, por el pueblo de Siria, y que nuestras oraciones y ayuno nos alcancen la paz para Panamá y el mundo, por la misericordia de Dios, que es un Dios de paz".  Que el Señor los bendiga  a todos…

Domingo 8 de septiembre de 2013

+ José D. Ulloa Mendieta, OSA

Arzobispo Metropolitano de Panamá

Presidente de la Conferencia Episcopal Panameña

y del Secretariado Episcopal Centroamericano

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Los cien años de los pasionistas en el Perú
Entrevista al obispo misionero Miguel Irízar que preside la comisión conmemorativa

Por José Antonio Varela Vidal

LIMA, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - La Congregación de la Pasión, o más conocidos como los misioneros pasionistas, cumplieron cien años de presencia en el Perú. Una celebración que recoge memoria, nombres y mucho heroísmo. Pero también simboliza evangelización, promoción humana y esperanza para las comunidades de la selva peruana, que recibieron el primer anuncio por parte de españoles vascos que respondieron a inicios del siglo XX con generosidad al llamado de la Iglesia.

Para conocer más sobre esta celebración y los retos misioneros de ayer y de hoy de los pasionistas, ZENIT conversó con monseñor Miguel Irízar Campos, un misionero con unos cincuenta años de presencia en el Perú, quien fue obispo-vicario apostólico de Yurimaguas, una región en la provincia del Alto Amazonas, departamento de Loreto, confiada hace cien años a su congregación por el papa.

Hoy, el también obispo emérito del Callao, ex secretario general del episcopado peruano y de Cáritas del Perú, preside la comisión conmemorativa en cuya sencilla oficina nos recibe.

¿Cómo fue el panorama que encontraron los primeros misioneros pasionistas hace 100 años?

-- Mons. Irízar: Estaban ante una región inmensamente grande, hablamos de 100.000 kilómetros cuadrados que debían atender. Una región que a nivel pastoral estaba descuidada, casi abandonada, era todo un reto… Hay que saber que a la selva solo se llegaba caminando o a lomo de bestia. Se unía así la distancia geográfica, la dispersión y a su vez las dificultades de comunicarse entre sí.

¿Cuánto tiempo se habrían tomado para llegar?

-- Mons. Irízar: Fueron casi tres meses para llegar desde Lima, pasando por el norte del país. Estando allí, las distancias internas entre Tarapoto, Rioja, Moyobamba, Yurimaguas o el Marañón, podían ser de quince días o un mes, porque no existían carreteras.

Suena a una aventura misionera...

-- Mons. Irízar: Sí, fueron realmente heroicos, porque eso no era un turismo de aventura, sino una verdadera aventura misionera. Yo que fui misionero después, encontré todavía el reto y las dificultades de los ríos; el trópico mismo es una dificultad.

¿Cómo fue que pensaron en ustedes para desarrollar esta misión?

-- Mons. Irízar: El obispo Emilio Lisson de Chachapoyas tocó muchas puertas para atender esta región. Supo entonces que la congregación pasionista tenía una vitalidad, al haber sido fundada recién en el siglo XVIII por san Pablo de la Cruz. Sin embargo, cuando fue a Roma le dijeron que la provincia que venía creciendo era la de los vascos…

Entonces fueron ustedes los vascos quienes respondieron al reto…

-- Mons. Irízar: Sí, la respuesta fue generosa, y en estos cien años hemos sido más de doscientos los misioneros venidos desde allá para evangelizar esta región. Luego se organizó el vicariato apostólico de Yurimaguas y la prelatura de Moyobamba (ndr: hoy confiada por el papa a la arquidiócesis de Toledo).

Ustedes no estaban en el Perú, pero sí habían llegado a América Latina, ¿no?

-- Mons. Irízar: Habían llegado ya a Argentina, a Chile y a México. Al Perú llegamos en 1913 pero no a fundar en Lima, sino heroicamente como misioneros en la selva. Luego de catorce años llegó recién el primer pasionista a Lima.

¿Qué nombres surgen en estos cien años?

-- Mons. Irízar: Diría el primero que vino al frente de los primeros doce misioneros, es decir el padre Atanasio Jaúregui, quien fue el superior de ese equipo, y sería años más tarde el primer obispo y vicario apostólico. Para mí fue como el fundador de la mision pasionista en la Amazonía, quien organizó la marcha de la Iglesia en esta región y mantuvo la unidad.

¿Algún otro nombre?

-- Mons. Irízar: Otro fue el primer obispo prelado de Moyobamba, Martín Elorza, también vasco, quien fue superior provincial. Como obispo le confiaron todo el departamento de San Martín en la selva y debió organizarlo. Tuvo una gran inquietud, vivía muy preocupado por el clero nativo, por la intrucción, la catequesis y la educación. Fue un gran misionero e incansable visitador de los pueblos, por lo que como obispo recorrió siete veces la prelatura entre 1949 y 1966.

En definitiva, usted es parte fundamental de estos cien años…

- Mons. Irízar: Estuve dieciséis años como obispo en Yurimaguas, y fue mi gran experiencia misionera, algo que me ha ayudado mucho para ser un buen pastor. Además algo curioso… hace cincuenta años se celebraba el cincuentenario de la Congregación en el Perú y yo era un joven pasionista que había llegado poco años atrás al Perú, por lo que fui el organizador también del cincuentenario, como hoy lo soy del centenario.

¿Cuál es la evaluación de este aporte de los pasionistas a los habitantes de la selva de Yurimaguas y Moyobamba?

-- Mons Irízar: Lo primero es que se llegó a ellos... Antes humanamente era dificil. Por eso monseñor Jaúregui salía 6 o 7 meses y no regresaba un buen tiempo. Y fíjate que era a pura canoa, no había motores aún. Llegar a un destino por el río Marañón podía tardarse una semana o diez días. Pero luego el recorrido total duraba meses enteros y tenían que vivir de lo que podían o les invitaban. Había que aguantar las temperaturas del trópico, además de los mosquitos o los zancudos.

Algo que los comprometió cada vez más…

-- Mons. Irízar: Aquel fue el primer esfuerzo. Fue viajar, por ejemplo hasta las comunidades de la etnia aguaruna para que supieran que llegaba una buena noticia para ellos, que venían por amor a ellos y por encargo de la Iglesia. Los pasionistas siempre tuvieron la preocupación de formar a los primeros catequistas y a los primeros maestros. En educación, las primeras escuelas que nacieron fueron misionales, que las sostenía el vicariato, y luego se convertían en escuelas estatales.

¿Ya se hablaba de desarrollo humano desde entonces?

-- Mons. Irízar: Junto a eso que dije, sí. Se daba lo que hoy se llama inclusión social. Los religiosos-hermanos que venían, enseñaban a los nativos a trabajar en carpintería, ladrilleras y en construcción por que no había nada. Se construyó la primera catedral entre 1928 a 1931 con sus propios esfuerzos. Ya en mi tiempo pusimos una escuela de carpintería donde salieron cerca de doscientos maestros carpinteros.

También fueron pioneros en el sector salud, ¿no?

-- Mons. Irízar: El sector salud ha sido otro capítulo, porque el primer hospital de Yurimaguas no fue del Estado, sino del vicariato, llamado el 'santa Gema' que aún existe. Y cuando se quería llegar por los ríos, se inventó la “Lancha sanitaria fluvial” con la presencia de los pasionistas y otros religiosos, junto al personal de salud.

¿Cómo forman hoy a los jóvenes presbíteros, para que mantengan el celo misionero?

-- Mons. Irízar: Se ha tratado de mantener siempre el carisma, que no es solo llevar la memoria de la pasión de Cristo, sino también de los que hoy padecen, de los nuevos sufrientes, de los nuevos crucificados... A nivel de la formación humana, a los peruanos se les ha ido formando, pero mi inquietud es que así como un día los que veníamos de lejos pudimos responder a un compromiso misionero muy exigente, espero que mis hermanos jóvenes peruanos también se abran a ese reto misionero. Junto a eso, que asuman el compromiso de no quedarse en la costa o en Lima, sino que asuman la misión, porque no es fácil dejar una zona en que uno está cómodo, e irse a zonas que exigen mucho más sacrificio y entrega.

Finalmente, según su experiencia de tantos años..., ¿cómo debe presentarse el evangelio de manera inculturada en estas realidades?

-- Mons. Irízar: Yo ya conocía la selva porque la visitaba como superior de los pasionistas. Cuando fui nombrado obispo, en los primeros dos o tres años me dediqué a escuchar y a contemplar la realidad de las comunidades, sean ribereñas o nativas, y escuchar a los misioneros que llevaban bastantes años. Yo no podía entrar a instruirlos sobre lo que tenían que hacer, luego sí. Pero, ¿cómo inculturar el evangelio en el mundo de las etnias? Allí hemos tenido pioneros, como el padre italiano Luis Bolla, salesiano, que así como él otras religiosas han entrado a vivir dentro de las comunidades, no solo de visita, sino a seguir ese proceso de educación de la fe, así como en la salud, la producción y el desarrollo social. 

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Comunicación


Facebook y Tomás de Kempis
La Imitación de Cristo: cuando Tomás de Kempis nos hizo reflexionar sobre Facebook y la madurez humana

Por Jorge Enrique Mújica

ROMA, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - No es necesario un concienzudo estudio demoscópico para darse cuenta de un tipo de publicaciones frecuentes en Facebook: las de aquellas personas que invariablemente comparten el propio estado de ánimo en esa red social. Las oscilaciones van desde aquellos que estallan en el furor de la alegría hasta aquellos otros hundidos en la tristeza de la desolación: rupturas amorosas, victorias deportivas, quiebras económicas, éxitos laborales, deserciones escolares y un largo etcétera tipológico son los catalizadores que impulsan a reflejar públicamente los propios sentires.

Es humanamente comprensible que tanto las penas como las glorias tiendan a ser compartidas con otros. Después de todo tanto la alegría como la tristeza suelen acentuarse o atenuarse si alguien acompaña durante el paso por esos estados anímicos. Las redes sociales han facilitado el poder transmitir lo que se lleva dentro y que otros lo conozcan. La facilidad técnica para hacerlo se corresponde con la impulsividad emotiva para dar el paso.

El que muchos de esos sentires compartidos se conviertan en material público abierto hace pensar precisamente en dos vicios más o menos extendidos como lo son la precipitación y la falta de precaución. ¿Quién en su sano juicio se detendría en una plaza pública para expresar el personal estado de ánimo a los transeúntes así nada más porque sí? Algo análogo debería suceder en esas otras plazas actuales como los social network. La diferencia es tal vez que, en las redes sociales, las personas pueden gritar sin ser vistas «realmente» y así sentirse seguras en su no ser vistos por otros: «gritar» escribiendo frente a una pantalla a la espera de que alguien corresponda a sus clamores con un «me gusta».

De un sencillo repaso por perfiles se llega a quedar tremendamente impresionado por lo que las personas son capaces de hacer por una reacción ante lo compartido: los usuarios de Facebook esperan realmente que esos gritos en las plazas digitales sean correspondidos ya no con la caricia, el abrazo o guiño de ojo del amigo verdadero, sino con el «me gusta» frío y robotizado que tan fácilmente se otorga tanto a una foto banal de fans page igual de banales que al trascendente momento de dolor o gozo por la que una persona atraviesa y hace público desde su propio perfil personal.

Yendo más al fondo, no es aventurado pensar en el natural y comprensible deseo de relevancia: saber y sentir que «eso» que se comparte resulta también de importancia para alguien más no parece algo tan ridículo ni tan intranscendental. Pero ese anhelo interior encuentra no pocas veces una precipitada salida en la facilidad técnica por medio de la cual es posible vocearla. Precipitación que, dicho sea de paso, olvida que las cosas se convierten en públicas y así queda uno expuesto más allá del círculo de las propias amistades.

En todo este contexto conviene recordar que la valía de las personas, y de sus sentires privados, no se miden por la cantidad de «me gusta», comentarios o «compartidos». Es propio de una persona madura tenerlo muy presente porque quien dice madurez dice también reflexión, interiorización, escucha, calma e incluso meditación: los momentos anímicos pueden llevar a escribir cosas que en un tiempo de serenidad no se dirían o al menos se ponderarían mejor.

En el Evangelio hay un mandamiento de Jesucristo que hoy en día parecería hecho a la medida para las redes sociales y quienes las habitan: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Es cierto que hay un anhelo humano de ser tomado en cuenta pero esa sana inquietud pasa por primero tenerse en cuenta uno mismo: valorarse y «amarse» por quien uno es (una criatura amada por Dios quien en el hecho de nuestra existencia nos dice «te amo»), así sin «me gusta» y comentarios digitales; y de esa forma también nosotros podremos aprender a amar a los demás no por su popularidad o desatinos anímicos compartidos en Facebook sino porque realmente son relevantes en cuanto criaturas con igual dignidad que nosotros mismos. En lugar de dar o recibir «me gusta» (que tampoco está mal hacerlo) se tratará de salir al encuentro del otro con algo más importante y humano como la palabra y la cercanía física.

Tal vez pocos se han dado cuenta del punto de partida que Facebook pone como pregunta antes de compartir contenidos. En el recuadro que aparece antes de colocar cualquier cosa en el muro personal está la pregunta «¿Qué estás pensando?». Tal vez la próxima vez que se entre a la famosa red social uno pueda realmente pensar las cosas antes de compartirlas. Un ejercicio que, a la larga, redunda en la madurez personal que lleva a nunca olvidar aquello que decía Tomás de Kempis en la «Imitación de Cristo»: «No eres más porque te alaben ni menos porque te vituperen, eres lo que a los ojos de Dios eres».

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


San Nicolás de Tolentino
«Abogado de las almas del purgatorio. Se le considera protector de la buena muerte, de la maternidad y de la infancia. Es muy venerado en Europa y en América»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 10 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Nació en Sant´Angelo in Pontano, Italia, en 1245. Sus padres, que durante años esperaban descendencia, en el transcurso de una peregrinación a Bari prometieron que si lograban ser bendecidos por Dios con ella en el caso de que fuese un varón lo consagrarían a san Nicolás, titular de la ciudad. Y así lo hicieron atribuyéndole la pronta concepción de ese hijo tan deseado. El pequeño Nicolás creció dando muestras de la bondad y amabilidad que, junto a su desprendimiento y sensibilidad por los necesitados, caracterizaría su vida entera. Y es que el sensible y piadoso muchacho solía atender personalmente a los pobres que llegaban a su casa pidiendo ayuda. Los primeros conocimientos se los proporcionó el sacerdote en su localidad natal.

Puede que el ejemplo y educación que recibió de sus padres, junto con la cercana presencia de los ermitaños agustinos, despertara en él una temprana vocación, porque a los 12 años ingresó en el convento como «oblato». Su idea no era recibir únicamente esa formación que completaría con creces la que pudo darle el bondadoso clérigo, sino que albergaba el sueño de ser agustino. A los 15 años inició el noviciado, y en 1261 profesó. En 1269 fue ordenado sacerdote por el obispo san Benito de Cíngoli. Después ejerció su misión pastoral en distintos puntos de la región de Las Marcas durante seis años. Pero sus superiores seguramente preocupados por su débil salud, viendo que ni siquiera le ayudaba en su restablecimiento la misión que le encomendaron de maestro de novicios que no exigía continuos desplazamientos, en 1275 determinaron enviarle a Tolentino donde permaneció el resto de su vida.

Fue un hombre de gran austeridad; es la característica que se subraya unánimemente cuando se configura su trayectoria espiritual. Su ascetismo, forjado en el fecundo aprendizaje que había tenido previamente en conventos herederos de la genuina tradición eremítica, estaba signado por la mortificación y el ayuno. Aparte de la frugalidad de su comida, y la radicalidad de su pobreza –mantenía un solo hábito que remendaba cuando era preciso, dormía poco y en condiciones no aptas precisamente para el rácano descanso y menos para una persona corpulenta como él: en un saco, con una piedra como almohada y cubriéndose solo con su propio manto–, no desestimaba todo lo que podía ayudarle a conquistar la perfección. Es decir, que estas asperezas penitenciales y las disciplinas físicas que también se aplicaba no sustituían a la donación de sí mismo. Se esforzaba en ofrendarse, como hacía por ejemplo, con su criterio. Así, aunque no le agradaba la carne, cuando el superior le recomendaba su ingesta por el bien de su salud, se doblegaba humildemente. De todos modos, con una lógica que excede a la ofrecida por textos científicos, en lo que a su bienestar concernía solía poner en duda la preeminencia del valor nutricional de la carne frente al de las hortalizas. No tenía duda de que si Dios quería para él una fortaleza física que estaba lejos de poseer, la ingesta de verduras le habría servido. Se cuenta que, en una ocasión, teniendo en el plato dos sabrosas perdices asadas, Nicolás les ordenó: «Seguid vuestro camino». Y, al parecer, las aves emprendieron instantáneo vuelo.

Al margen de estas anécdotas, tal como se puso de relieve en el proceso de su canonización, fue un hombre obediente y fiel, efectuando lo que se le indicaba con prontitud y alegría; una persona dócil, sensible, entrañable, cercana, disponible, comprensiva, exquisita siempre en su trato que disfrutaba viendo gozar a los demás en el día a día. Era lo que cabía esperar de una persona como él que dedicaba a la oración 15 horas diarias. El resto del tiempo lo repartía en tareas apostólicas, confesión, lectura, meditación, asistencia al refectorio, al rezo del oficio divino…, y algún pequeño momento solaz en el recreo comunitario. ¡La multiplicación del tiempo, como se aprecia frecuentemente en esta sección de ZENIT, es otra gracia que reciben los santos! La continua presencia de Dios en él explica la profunda e incontenible emoción que sentía ante la Eucaristía, hecho que muchas personas pudieron constatar alguna vez, y también los favores extraordinarios que recibió, así como los numerosos milagros que obró. Su apostolado estuvo caracterizado por la dulzura y la amabilidad, rubricado por su admirable caridad. De ella sabían bien cercanos y lejanos, y de forma especial los enfermos y pobres a los que asistía sirviéndose de un bastón cuando ya no tenía fuerzas para deambular por sí mismo, así como los penitentes que se confesaban con él –casi toda la ciudad lo hacía–, y las tantas personas que le acogían con gusto en sus domicilios cuando los visitaba. Ésta era otra de las actividades apostólicas de Nicolás por la que sentía particular debilidad.

En una visión contempló el purgatorio después del fallecimiento de un religioso que hallándose en él, rogó sus oraciones. Sus penitencias y súplicas por él y por otros que purgaban sus penas, fueron escuchadas. De ahí que se le considere abogado de las almas del purgatorio. Su muerte se la anunció una estrella que apareció persistentemente durante varias jornadas, apuntando primeramente a su localidad natal y situándose después en Tolentino, justo encima del convento. Un religioso venerable, al que consultó, descifró su significado: «La estrella es símbolo de tu santidad. En el sitio donde se detiene se abrirá pronto una tumba; es tu tumba, que será bendecida en todo el mundo como manantial de prodigios, gracias y favores celestiales». La estrella le siguió unos días hasta que el 10 de septiembre de 1305, invocando a María por la que tuvo desde niño gran devoción, y contemplando el preciado lignum crucis, falleció. Sus últimas palabras dirigidas a la comunidad habían sido: «Mis amados hermanos; mi conciencia no me reprocha nada; pero no por eso me siento justificado». Eugenio IV lo canonizó el 1 de febrero de 1446.

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