La defensa del derecho a vivir, en primera persona

«Tengo una discapacidad, no es una razón para abortar»

 

Sabe lo que es vivir luchando contra su propio cuerpo, contra los insultos de los demás, pero a Vanessa Jiménez, «la niña de cristal», no le afectan las críticas y sigue adelante. «Se ceban con nosotros porque no somos productivos». Eso sí, tiene mil seguidores en las redes sociales. El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, anunció que el Gobierno aprobará en octubre la reforma de la ley del aborto, que irá en la línea del discurso que ha mantenido el Partido Popular.

07/09/13 2:19 PM


(La Razón/InfoCatólica) Esto supone la vuelta a los supuestos en los que se permite abortar (acaba con la ley de plazos que promueven el aborto libre). Una de las novedades es la eliminación del aborto eugenésico, que permitía la interrupción del embarazo por la posible malformación del feto. Este anuncio le ha valido muchas críticas a Gallardón, pero ha habido muchas otras voces que lo han aplaudido, entre otras, las de las personas afectadas por algunas de estas patologías.

Una de ellas es Vanessa Jiménez, que se ganó el corazón de todos los españoles en sus intervenciones en televisión de los años 90. Lleva 31 años luchando contra el síndrome de McCune Albright. Cuando nació, nadie supo diagnosticarla y los médicos decían que no superaría los siete años. Después de 24 fracturas de piernas, brazos, cadera o costillas llegó el diagnóstico y un nuevo cálculo: no aguantaría los cambios hormonales de los 15 años.

Vanessa ha cumplido 31 años y sigue disfrutando cada minuto de su vida, gracias a la incansable lucha de su madre, Margarita García, que ha dado su vida por ella. Vanessa canta y baila, es incansable. Lo que más sorprende a los que la conocen es cómo puede sacar fuerzas cada día para seguir adelante. Viven con una pensión de 364 euros, que complementan con los extras que consigue Margarita elaborando muñecos artesanales.

El jefe de Gabinete de Zapatero también intentó disuadirlas y la Unidad del Crimen de la Policía se presentó en su casa para saber si Vanessa era menor de edad y había cobrado por una gala benéfica en Santander. Todas estas amenazas hacen que estas dos luchadoras vivan con miedo. «Nos han insultado, nos han llamado monstruos y nos han lanzado piedras», denuncia Margarita. «Se ceban con nosotros porque, a pesar de que no hacemos daño a nadie, somos frágiles», lamenta Vanessa.

La discapacidad del feto no es razón para abortar

Pero Vanessa no es la única que lucha por un sueño a pesar de los problemas físicos o psicológicos que sufre, la cantante Miriam Fernández es otro ejemplo de valentía. Acaba de sacar su primer disco, «Bailando bajo la lluvia», y ya ha vendido más de 3.000 copias. Es más, ya está empezando a grabar las maquetas para su segundo CD. ¡Quién diría que sufre parálisis cerebral! «Cuando era pequeña me sentía diferente, los niños hacen que te veas así, pero cuando me acepté todo cambió», explica.

Su madre también es un ejemplo de lucha. «Me tuvo cuando tenía 17 años, no pasaba por una buena situación económica y yo venía mal. Aun así, tuvo la generosidad de tenerme y darme en adopción. Creo que es mejor opción que abortar porque la vida es un derecho fundamental». Miriam ha tenido que superar numerosas operaciones, pero no se rinde. «Estoy a favor de la vida». Se muestra firme. «La medicina ha avanzado mucho, nunca se debería abortar a un niño porque te digan que viene mal».

Los problemas físicos, para muchos, son una barrera infranqueable, pero no es el caso de José Manuel Ruiz, jugador profesional de tenis de mesa, con cuatro medallas entre sus logros, además de su participación en cinco juegos paralímpicos. Es una referencia nacional de este deporte a pesar de la agenesia congénita que padece. Nació con el brazo derecho incompleto, fue una cuestión de azar. A lo largo de sus 34 años de vida no le han regalado nada, por eso no entiende por qué él tiene que contar menos que otra persona con todas sus extremidades: «Todos somos personas, con o sin malformación, tenemos los mismos derechos». Tampoco le gusta que «intenten ponernos de ejemplo negativo de lo que le puede pasar a un no nacido, pero no tiene por qué ser así. Hay personas con grandes discapacidades que son felices».

«La discapacidad del feto no es razón para abortar». Lo dice Cristina Rosell, una joven de 25 años que, a lo largo de este año representa a las personas con síndrome de Down en el Proyecto Amigo, a nivel nacional. Demostrar que su enfermedad no representa un impedimento es uno de sus leitmotiv. Por eso, hace tres años, se plantó ante la ONU con un discurso a favor de los discapacitados bajo el brazo. Sabe perfectamente qué les diría a los futuros padres de un hijo con discapacidad: «Les animaría porque la vida les va a cambiar para mejor».