ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 08 de septiembre de 2013

LA FRASE DEL DOMINGO 8 DE SEPTIEMBRE

"La Eucaristía y la Virgen son las dos columnas que han de sostener nuestras vidas" (San Juan Bosco 1815 - 1888)

 


El papa Francisco

Papa Francisco: seguir a Jesús significa compartir su amor misericordioso
Oriente Medio al centro de la oración del Ángelus de hoy

El papa en el Ángelus continúa rezando por la paz de Oriente Medio
Palabras del papa en la oración del Ángelus

Testigos de la Fe

¿Liberalización de las drogas?
Reflexiones del obispo de San Cristobal de las Casas

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Santo Tomás de Villanueva
«A este agustino, dechado de caridad, se le confieren títulos como: el obispo de los pobres, el san Bernardo español, el arzobispo limosnero y modelo de los obispos. Fue uno de los grandes predicadores españoles»

Entrevistas

Cardenal João Braz de Aviz: "no tenemos el poder de las armas, tenemos el poder de la oración"
El purpurado brasileño habla sobre la vigilia y sobre la paz


El papa Francisco


Papa Francisco: seguir a Jesús significa compartir su amor misericordioso
Oriente Medio al centro de la oración del Ángelus de hoy

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - El santo padre sigue en su empeño por pedir la paz en Oriente Medio y también en las palabras del Ángelus de esta mañana ha vuelto a tener presente esta región pidiendo que se siga rezando "para que cese la violencia y la devastación en Siria y se trabaje con renovado compromiso por una solución justa al conflicto fraticida". También ha pedido por Líbano "para que encuentren la deseada estabilidad y continúe siendo modelo de convivencia", por Iraq "para que la violencia sectaria deje paso a la reconciliación". Sobre el proceso de paz entre israelíes y palestinos, "para que progrese con decisión y valentía". Y finalmente por Egipto, "para todos los egipcios, musulmanes y cristianos, se comprometan a construir juntos la sociedad por el bien de toda la población".

Por otro lado, ha hablado del evangelio del día de hoy, explicando que en él "Jesús insiste en las condiciones para ser sus discípulos: no anteponer nada al amor por Él, llevar la propia cruz y seguirlo". Y por eso ha recordado que "seguir a Jesús no significa participar en una procesión triunfal! Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia para cada hombre y para todos los hombres". Además ha subrayado que Jesús nos quiere implicar en la misión que el Padre le ha encomendado.  

El santo padre ha hablado de dos parábolas en las que Jesús explicó esto: " la de la torre a construir y la del rey que va a la guerra". Aprovenchando la parábola de la guerra, Francisco ha explicado que esta Palabra del Señor nos dice "¡hay una guerra más profunda que debemos combatir, todos! Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien, preparados a pagar en persona: he aquí el seguir a Cristo, ¡he aquí el tomar la propia cruz!"

La guerra contra el mal, ha continuado el santo padre, "implica decir no al odio fraticida y a las mentiras de las que se sirve, a la violencia en todas sus formas, decir no a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal". Y sobre el comercio ilegal de armas ha invitado a preguntarse si muchas guerras no son en realidad guerras comerciales.

Hoy, Natividad de la Virgen María, ha dedicado un saludo especial a las Iglesias Orientales, que celebran la fiesta particularmente querida por ellos.

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El papa en el Ángelus continúa rezando por la paz de Oriente Medio
Palabras del papa en la oración del Ángelus

Por Francisco papa

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Esta mañana, a las 12 como cada domingo, el papa se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. Publicamos a continuación las palabras del papa.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

en el Evangelio de hoy Jesús insiste en las condiciones para ser sus discípulos: no anteponer nada al amor por Él, llevar la propia cruz y seguirlo. Mucha gente, de hecho, se acercaba a Jesús, quería ser parte de sus seguidores; esto sucedía especialmente después de algún signo prodigioso, que lo acreditaba como Mesías, el Rey de Israel. Pero Jesús no quiere engañar a nadie. Él sabe bien qué le espera en Jerusalén, cuál es el camino que el Padre le pide recorrer: es el camino de la cruz, del sacrificio de sí mismo para el perdón de nuestros pecados. ¡Seguir a Jesús no significa participar en una procesión triunfal! Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia para cada hombre y para todos los hombres. Es una obra de misericordia, de perdón, de amor, es tan misericordioso. Y este perdón universal pasa a través de la cruz. Pero Jesús no quiere compartir esta obra solo: quiere implicarnos también a nosotros en la misión que el Padre le ha confiado. Después de la resurrección dirá a sus discípulos: "Como el Padre me ha amado, yo también os mando a vosotros... A los que perdonéis los pecados, les serán perdonados" (Jn 20, 21-22). El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes porque ha encontrado el Él el Bien más grande, en el que cualquier otro bien recibe su pleno valor y significado: las uniones familiares, las otras relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos, etc. El cristiano se desapega de todo y encuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio.

Para explicar esta exigencia, Jesús usa dos parábolas: la de la torre a construir y la del rey que va a la guerra. Esta segunda parábola dice así: "¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz" (Lc 14, 31-32). Aquí Jesús no quiere afrontar el tema de la guerra, es solo una parábola. Pero, en este momento en el que estamos rezando fuertemente por la paz, esta Palabra del Señor nos toca de forma viva, y en esencia nos dice: ¡hay una guerra más profunda que debemos combatir, todos! Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien, preparados a pagar en persona: he aquí el seguir a Cristo, ¡he aquí el tomar la propia cruz! Esta guerra profunda contra el mal ¿De qué sirve hacer guerras, tantas guerras si tu no eres capaz de hacer esta guerra profunda contra el mal? No sirve, no funciona. Esto implica, entre otras cosas; esta guerra contra el mal implica decir no al odio fraticida y a las mentiras de las que se sirve, a la violencia en todas sus formas, decir no a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal. Pero hay tantas, pero hay tantas. Pero siempre queda la duda: esta guerra de aquí, de allí, por todos lados hay guerras, ¿es realmente una guerra o es una guerra comercial para tomar estas armas del comercio ilegal? Estos son enemigos a combatir, unidos y con coherencia, no siguiendo otros intereses si nos los de la paz y el bien común.

Queridos hermanos, hoy recordamos también la Natividad de la Virgen María, fiesta particularmente querida en las Iglesias Orientales. Y todos nosotros, ahora podemos enviar un saludo a todos los hermanos y hermanas, obispos, monjes, monjas de las Iglesias Orientales, ortodoxos y católico ¡Un saludo! Jesús es el sol, María es la aurora que preanuncia su surgir. Ayer hemos velado confiando a su intercesión nuestra oración por la paz en el mundo, especialmente en Siria y en todo Oriente Medio. La invocamos ahora como Reina de la Paz. Reina de la paz, ruega por nosotros.

(Oración del Ángelus)

Quisiera dar las gracias, a todos aquellos que, de diferentes modos, se han unido a la vigilia de oración a ayuno de ayer por la tarde. Doy gracias a tantas personas que se han unido a la ofrenda de sus sufrimientos. Doy gracias a las autoridades civiles, como también a los miembros de otras comunidades cristianas y de otras religiones, y hombre y mujeres de buena voluntad que han vivido, en esta circunstancia, momentos de oración, ayuno, reflexión.

Pero el compromiso continúa: ¡vamos adelante con la oración y con las obras de paz! Os invito a continuar rezando para que cese la violencia y la devastación en Siria y se trabaje con renovado compromiso por una solución justa al conflicto fraticida. Oremos también para que los otros países de Oriente Medio, particularmente por el Líbano, para que encuentren la deseada estabilidad y continúe siendo modelo de convivencia; por Iraq, para que la violencia sectaria deje paso a la reconciliación; y por el proceso de paz entre israelíes y palestinos, para que progrese con decisión y valentía. Y recemos por Egipto, para todos los egipcios, musulmanes y cristianos, se comprometan a construir juntos la sociedad por el bien de toda la población.

¡La búsqueda de la paz es larga y es necesaria paciencia y perseverancia! Vamos adelante con la oración.

Con alegría recuerdo que ayer, en Rovigo, se ha proclamado beata a María Bolognesi, fiel laica de aquella tierra, nacida en 1924 y muerta en 1980. Pasó toda su vida al servicio de los otros, especialmente pobres y enfermos., soportando grandes sufrimientos en profunda unión con la pasión de Cristo. ¡Damos gracias a Dios por esta testigo del Evangelio!

Saludo con afecto a todos los peregrinos presentes, en particular a los fieles del Patriarcado de Venecia, guiados por el patriarca; antiguos alumnos y alumnas de las Hijas de María Auxiliadora; y los participantes de la "Campaña de la Virgen Peregrina de Schoenstatt".

Saludo a los fieles de Carcare, Bitondo, Sciaca, Nocera Superiore, y de las diócesis de Acerra, la Compañía de las Hermanas del Santo Rosario de Villa Pitignano; los jóvenes de Toran Nuovo, Martignano, Tencarola y Carmignano, y los que han venido con las Hermanas de la Misericordia de Verona.

Saludo al Coro de San Juan Ilarione, las asociaciones "Paz y Alegría" de Santa Victoria de Alba y "Calima" de Orzinuovi, y donantes de sangre de Cimolais.

A todos deseo un feliz domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!

Traducido del italiano por Rocío Lancho García

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Testigos de la Fe


¿Liberalización de las drogas?
Reflexiones del obispo de San Cristobal de las Casas

Por Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 08 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - SITUACIONES

En distintos foros se discute si es conveniente permitir la libre venta y el controlado consumo de todo tipo de estupefacientes, o al menos de la mariguana, para evitar que su comercialización genere grandes negocios para los narcotraficantes, así como para no seguir la guerra declarada de nuestras autoridades en su contra e impedir la muerte de muchas personas ajenas a este trasiego. Se aduce el ejemplo de la venta y consumo del alcohol, o lo que han hecho otros países con las drogas. Se argumentan conveniencias económicas y políticas, sin entrar en los corazones de quienes sufren estas adicciones, ni profundizar más en sus raíces morales y familiares.

Poner como ejemplo la venta y el uso del alcohol, es no advertir la gravedad del sufrimiento que causa el alcoholismo, en los que padecen esta enfermedad y en su familia. Hay varias comunidades que han decidido controlar su venta, estableciendo una ley seca, lo que les ha reportado muchos beneficios de toda índole, también económicos y sociales. Hay personas que andan cambiando de religión en religión, con la ansiedad de encontrar un remedio a su padecimiento. Ciertamente se eliminó el gran negocio de otros tiempos que significaba su contrabando a grande escala, pero hoy sigue pasando lo mismo en menor escala.

Quienes proponen que haya libertad para vender y consumir drogas, no se han puesto la mano en el corazón para comprender el embrutecimiento que sufren tanto los negociantes como los consumidores, sobre todo sus familias. Si esto pasa ahora con el cierto control legal que hay, ¡qué sucederá cuando se tenga libertad para vender y consumir! Las leyes son para proteger a la sociedad, para que las libertades personales no dañen a los demás, no para legitimar un abuso que destruye personas y familias.

ILUMINACION

El Papa Francisco dijo en Brasil: “No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química. Es preciso afrontar los problemas que están a la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro… Con la cruz, Jesús está junto a tantas madres y padres que sufren al ver a sus hijos víctimas de paraísos artificiales, como la droga”.

Y arremetió contra los narcotraficantes: “¡Cuántos «mercaderes de muerte» que siguen la lógica del poder y el dinero a toda costa! La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la sociedad”.

COMPROMISOS

El mismo Papa nos recomendó: “Tendamos la mano a quien se encuentra en dificultad,  al que ha caído en el abismo de la dependencia, tal vez sin saber cómo, y decirle: «Puedes levantarte, puedes remontar; te costará, pero puedes conseguirlo si de verdad lo quieres». Yo diría a cada uno de ustedes, pero especialmente a tantos otros que no han tenido el valor de emprender el mismo camino: «Tú eres el protagonista de la subida, ésta es la condición indispensable. Encontrarás la mano tendida de quien te quiere ayudar, pero nadie puede subir por ti». Pero nunca están solos. La Iglesia y muchas personas están con ustedes. Miren con confianza hacia delante, su travesía es larga y fatigosa, pero miren adelante, hay un futuro cierto, que se sitúa en una perspectiva diversa de las propuestas ilusorias de los ídolos del mundo, pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día. Quisiera repetirles a todos ustedes: No se dejen robar la esperanza. Pero también quiero decir: No robemos la esperanza, más aún, hagámonos todos portadores de esperanza.

Y quisiera repetir a todos los que luchan contra la dependencia química, a los familiares que tienen un cometido no siempre fácil: la Iglesia no es ajena a sus fatigas, sino que los acompaña con afecto. El Señor está cerca de ustedes y los toma de la mano. Vuelvan los ojos a él en los momentos más duros y les dará consuelo y esperanza. Y confíen también en el amor materno de María, su Madre”.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Santo Tomás de Villanueva
«A este agustino, dechado de caridad, se le confieren títulos como: el obispo de los pobres, el san Bernardo español, el arzobispo limosnero y modelo de los obispos. Fue uno de los grandes predicadores españoles»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 08 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - Hoy, festividad de la Natividad de la Virgen María, se celebra también la vida de Santo Tomás de Villanueva que nació en 1486 en Fuenllana, Ciudad Real, España, zona geográfica mundialmente archiconocida porque Cervantes situó en ella a su Quijote. Aunque Tomás creció en Villanueva de los Infantes, localidad natal de sus padres, de ahí el sobrenombre que le acompaña. Fue el mayor de seis hermanos; uno de ellos también se abrazó al carisma agustino. Su formación cristiana y piedad con los pobres lo aprendió de su madre. Y tanto calaron sus enseñanzas en él, que lo mismo se desprendía de las prendas que vestía para dáselas a los menesterosos y volver a casa sin ellas –sabía que recibiría la aprobación materna– como de su merienda. Lo enviaron a estudiar a Alcalá de Henares con 15 años. Cursó filosofía en el colegio franciscano de San Diego, y en el de San Ildefonso. Cuando se integró en la Orden de los agustinos de Salamanca en 1516, estaba matriculado en teología, y desde 1512 había ejercido la docencia en filosofía en la universidad de Alcalá. Entre otros alumnos tuvo a los insignes Domingo de Soto y Hernando de Encinas.

En Alcalá había dejado la impronta de su sabiduría y virtud. Era ferviente seguidor de las tesis del Aquinate (también de san Agustín y de san Bernardo), y ya le precedía el prestigio que siempre le acompañaría. La universidad salmantina esperaba tenerle al frente de su cátedra de filosofía, aunque al llegar a la capital del Tormes el santo perseguía otra gloria que obtuvo como agustino. Fue ordenado sacerdote en 1518, a la edad de 33 años. Después sería sucesivamente prior conventual, visitador general, y prior provincial de Andalucía y Castilla. Era un gran apóstol y en 1533, estando al frente de Castilla, envió a fundar a México a los primeros agustinos. Fue profesor de la universidad y un gran predicador; hizo llegar a todos el Evangelio con sencillez y profundidad, alejado de retóricas. La base la tenía en la Escritura; no hallaba fundamento mejor. Y así lo advertía: «quien no conoce a fondo las Escrituras no debe asumir el oficio depredicar». Son muy conocidos sus sermones que ponen de relieve su devoción por María.

Paulo III lo designó arzobispo de Valencia en 1544. Con anterioridad Carlos V, que le admiraba profundamente, le ofreció la sede de Granada. Le consideraba un «verdadero siervo mandado de Dios»; le nombró predicador de la corte y lo tuvo entre sus consejeros. Tomás se había negado en aquel momento, pero no pudo convencer a su superior para declinar la de Valencia, tras cuya propuesta se hallaba también en monarca. Así que llegó a ella a lomos de una mula, movido exclusivamente por la obediencia. Con las rentas que recibió a su pesar, y de las que se desprendió en cuanto pudo, logró que se reedificara el Hospital General y socorrió a los necesitados. Vestía pobremente, sintiéndose humilde fraile; únicamente le interesaba ser un buen pastor de almas y lo mostró en todo momento. Su paso por Valencia fue el de un hombre santo. Encontró una diócesis en pésimas condiciones; al ser tan virtuoso sufría viendo el proceder del cuerpo sacerdotal que parecía ir muy por detrás de los fieles a todos los niveles. Así que la reestructuró por completo confiriéndole el espíritu evangélico que le faltaba. Luchó contra costumbres lamentables y situaciones de pobreza, marginación, absentismo e ignorancia, además de vicios diversos que existían en el clero. No se detuvo a pesar de que halló una fuerte oposición. Cuando unos canónigos le amenazaron con apelar al papa si seguía adelante con su idea de convocar un sínodo, porque ya supondrían que lo que emanaría de él podría atentar contra los penosos hábitos que habían adquirido, el santo respondió: «pues yo apelo al Dios del cielo». Su autoridad moral era incontestable; en consecuencia tuvieron que claudicar.

Se ha destacado del santo su intensa espiritualidad marcada por la oración continua, fidelidad, obediencia, la caridad con los enfermos, por los que se desvivía actuando como un ejemplar enfermero, y su amor al estudio. Poesía el espíritu del verdadero pastor, cercano, accesible, siempre disponible para todos: «siendo obispo, no soy mío, sinode mis ovejas». Era un hombre lúcido, silencioso, prudente y discreto al que jamás se le vio perder el tiempo. Detestaba las murmuraciones. Entregado a los actos de piedad, y lector de textos devotos, era muy austero. Una vez se desprendió del humilde jergón que le servía de lecho entregando a los pobres el dinero que le dieron. No obstante, aunque tenía un concepto elevado acerca de la caridad, era también práctico y clarividente. Involucraba a los necesitados procurando que tuvieran trabajo. Decía: «La limosna no solo es dar, sino sacar de la necesidad al que la padece y librarla de ella cuando fuere posible». Era muy inteligente; sin embargo, no le acompañaba la memoria. Y era también distraído; luchó contra ambas superándose.

Agraciado con experiencias místicas, no siempre pudo ocultarlas a los demás, como deseaba. Al terminar de oficiar la misa caía en éxtasis y los asistentes percibían su rostro nimbado por la luz. En una ocasión, predicando en Burgos mientras levantaba el crucifijo exclamó: «¡Cristianos, miradle..!», sin poder añadir más por haberse sumido en un rapto. En otro momento, durante la toma de hábito de un novicio, otro de estos momentos singulares con los que era agraciado le dejó fuera de sí durante un cuarto de hora. Después, con religiosa delicadeza, signo de su profunda vida mística, rogó que le disculparan: «Hermanos: os pido perdón. Tengo el corazón débil y me apena sentirme perdido en ocasiones como ésta. Trataré de reparar mi falta». A punto de entregar su alma a Dios tenía muy presente a sus pobres y en modo alguno deseaba que permaneciesen en las arcas la cantidad que había, así que instó a sus cercanos a que las repartiesen. Murió el 8 de septiembre de 1555. Paulo V lo beatificó el 7 de octubre de 1618. Alejandro VII lo canonizó el 1 de noviembre de 1658.

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Entrevistas


Cardenal João Braz de Aviz: "no tenemos el poder de las armas, tenemos el poder de la oración"
El purpurado brasileño habla sobre la vigilia y sobre la paz

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 08 de septiembre de 2013 (Zenit.org) - El cardenal brasileño João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, participó ayer en la vigilia en San Pedro para pedir la paz en el mundo.

Al finalizar, ZENIT habló con él y sobre lo vivido en la vigilia explicó que "nosotros creemos que Dios es un Dios de la paz" y que "la humanidad, aunque si ha tenido siempre una historia con muchas guerras, quizá esté llegando a un punto de maduración sobre todo ahora con la globalización en la que es necesario que la conciencia de la paz sea mucho más profunda".

Así mismo, señaló que es necesario pedir a Dios esto porque el hombre y la mujer por sí solos no pueden. Conociendo el resultado de las guerras, el dolor que provienen de ellas y que nunca traen nada bueno afirmó que "quizá esto esté pidiendo un momento nuevo de equilibrio en el mundo también para las decisiones". Al respecto subrayó que quizá "el viejo esquema que llegó de la post-guerra de la ONU sea demasiado pequeño y sea necesario agrandarlo más", y especificó que, por ejemplo, "que estas decisiones sean no con la prevalencia de un voto de alguno que tiene más poder que otro, sino una decisión que sea de todas estas naciones que representan el equilibrio del mundo".

Además afirmó que "nosotros no tenemos el poder de las armas, tenemos el poder de la oración y poder de pedir a Dios". Sobre la vigilia vivida ayer en la plaza de San Pedro comentó que cree que tiene "mucho de este sentido, la fe del papa, la fe de toda la Iglesia y todas las Iglesias, ya que el papa ha llamado también a otras religiones diciendo que debemos rezar juntos, y a los hombres y mujeres de buena voluntad". Explica el cardenal João Braz de Aviz, "así es la mentalidad nueva, donde cada uno tiene algo que contribuir con estos grandes ideales". 

Finalmente hablando sobre el papel diplomático de la Santa Sede con la crisis siria, el purpurado señaló que sobre todo hay "una conciencia muy fuerte de que la Iglesia está presente" y que "nosotros creemos en esta bondad misericordiosa de Dios que quiere salvar a su pueblo". Del mismo modo, añade, "el papa en su sencillez representa mucho esto". Por eso, concluyó el cardenal, "más que diplomacia es la capacidad de reunir los grandes ideales que hay en el corazón del hombre y de la mujer".

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