Católicos
05 de septiembre del 2013

La Iglesia entera recuerda que hace 16 años falleció "la gota de agua que quiso cambiar el océano" entre los más pobres de los pobres. Sus hermanas suman ya 4.500 en 133 países

Alrededor de las nueve de la noche murió, el día 5 de septiembre de 1997, en la casa madre de las Misioneras de la Caridad, la "pequeña santa" de las calles de Calcuta. Ella decía que lo que hacía era solo una gota en el océano pero ya son más de 4.500 las hermanas que cada día se dejan la vida en ayudar a los otros en 133 países por todo el mundo. Misas desde Roma a Calcuta, desde Madrid a México y una novena en su memoria unirán en oración a millones de personas en su nombre.


 

Son ya 16 años de la muerte de Madre Teresa de Calcuta y más de 30 de presencia en España de las Misioneras de la Caridad. A las siete de la tarde será en Madrid, en la Casa de las Misioneras de la Caridad, la Misa de Conmemoración de la muerte de la beata Teresa de Calcuta. Pero no solo aquí, sino en todas las partes del mundo los fieles, consagrados, amigos, admiradores, voluntarios y colaboradores de esta obra que empezó siendo una gota. Son incontables las personas que han visto que su vida –y su muerte– cambiaban por la presencia de alguna persona con un sari blanco y azul que llegaba a sus vidas por providencia y sin casi palabras la cambiaba.

Es un día festivo de conmemoración opcional pero solo en Roma, en Calcuta y en México ya se cuentan por decenas las misas que se celebran el día 5 y muchas más las que rodean la novena a la Madre Teresa, que comenzó el 27 de agosto. Acogen en sus celebraciones a todas personas que deseen participar en las oraciones, rosarios, novenas y misas que proclaman la alegría de esta gran fiesta.

El corazón de aquella hermana bajita y arrugada pero con una fortaleza, insistencia y amor que dejaba asombrados a los que tenían la fortuna de cruzarse con ella se apagó hace dieciséis años. Entre estos encuentros hubo un muy llamativo aunque discreto en vida, el de Lady Di, la princesa de Gales. Tan solo unos días antes había muerto la que fuera mujer de Carlos de Inglaterra. "A esta no se la puede dejar sola", dicen que dijo Madre Teresa, y poco después dejó este mundo para empezar a vivir para siempre. Se pasó la vida cuidando de los otros, en su pobreza material y en la más preocupante, la pobreza espiritual.

Fue criticada, querida y molestada hasta la saciedad. Su comportamiento no se entendía muchas veces y el corazón de los hombres se debatía en pensar si era una loca o una enamorada de Jesucristo. Aquel que le dijo una vez "Ven, sé mi luz" tuvo a su querida Teresa sumergida en una oscuridad espiritual que no se explica para los que constataban su trabajo diario y su amor incansable a los pobres. Pero ella todo lo hizo por amor. Su lápida, blanca y sencilla tenía una de las frases más simples del evangelio y la que más cuesta practicar: "Amaos unos a otros como yo os he amado".

Se describía a sí misma con su sencillez característica: "De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús". En 1950 nacen las Misioneras de la Caridad, con el hábito más humilde y barato, un sari del color del luto en la India, el blanco y el azul de la Virgen, pero por providencia, puesto que su fundadora buscó aquel que costase menos dinero.