16.05.13

 

Cuando el apóstol San Pablo escribió a Tito y Timoteo, les dio instrucciones claras respecto a la necesidad de guardar y defender la sana doctrina:

Te rogué, al partir para Macedonia, que te quedaras en Efeso, para que requirieses a algunos que no enseñasen doctrinas extrañas
1ª Ti 1,3

y

Vela sobre ti, atiende a la doctrina, insiste en ella. Haciendo así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan.
1 ª Ti 4,16

y

Si alguno enseña de otra manera y no presta atención a las saludables palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que se ajusta a la piedad, es un orgulloso que nada sabe, que desvaría en disputas y vanidades, de donde nacen envidias, contiendas, blasfemias, suspicacias, porfías de hombres de inteligencia corrompida y privados de la verdad, que tienen la piedad por materia de lucro.
1ª Ti 6,3-5

Y

Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, por su aparición y por su reino: Predica la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, enseña, exhorta con toda longanimidad y doctrina; pues vendrá un tiempo en que no sufrirán la sana doctrina, antes, deseosos de novedades, se rodearán de maestros conforme a sus pasiones, y apartarán los oídos de la verdad para volverlos a las fábulas.
2 Tim 4,1-4

Cuanto a ti, habla de modo conveniente y ajustado a la sana doctrina.
Tit 2,1

Previamente, en su discurso de despedida a los cristianos de Éfeso, advirtió:

Yo sé que después de mi partida vendrán a vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño, y que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que enseñen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos en su seguimiento.
Hech 20,29-30

 

El autor de Hebreos insiste en lo mismo:

No os dejéis llevar de doctrinas varias y extrañas; porque es mejor fortalecer el corazón con la gracia que con viandas de las que, ningún provecho sacaron los que a ellas se apegaron.
Heb 13,9

El apóstol san Pedro también advirtió contra los falsos maestros:

Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.
2ª Ped 2,1

El apóstol San Juan fue igual de tajante a la hora de decir lo que había que hacer con los que se apartaban de la doctrina de la Iglesia:

Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no lleva esa doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis, pues el que le saluda comunica en sus malas obras.
2ª Juan 1,9

Y el mismísimo Señor Jesucristo no veía bien que las iglesias locales permitieran las herejías:

Pero tengo algo contra ti: que toleras ahí a quienes siguen la doctrina de Balam, el que enseñaba a Balac a poner tropiezos delante de los hijos de Israel a comer de los sacrificios de los ídolos y fornicar. Así también toleras tú a quienes siguen de igual modo la doctrina de los nicolaítas.
Ap 2,14-15

Podría copiar infinidad de textos magisteriales en los que se afirma la necesidad de que en la Iglesia se vele por la sana doctrina en sus diócesis. De momento baste con recordar lo que recordó el Concilio Vaticano II sobre el papel de los obispos como maestros:

Los Obispos, pues, recibieron el ministerio de la comunidad con sus colaboradores, los presbíteros y diáconos, presidiendo en nombre de Dios la grey, de la que son pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros de gobierno
Lumen Gentium 20

Pues bien, en Córdoba (España) hay un obispo que se toma muy en serio su ministerio. Es por eso que cuando ha sabido que en un congreso de teología que se celebraba en su diócesis, participaba un teólogo jesuita del que tiene constancia de que se aparta constante y visiblemente del magisterio, ha decidido publicar una nota en la que desaprobaba el congreso y la ponencia del religioso. Lo ha explicado perfectamente:

Concretamente, no comparte ni aprueba la comparecencia del teólogo José Ignacio González Faus, sj, que sistemática y públicamente se instala en el disenso del Magisterio de la Iglesia, y en este caso de la sana doctrina sobre Cristo y sobre la redención de Cristo.

El Obispo de Córdoba lamenta la falta de diálogo por parte de la Orden Trinitaria con el Pastor de la diócesis en estos temas de doctrina católica, en los que el Obispo es el responsable para todo su territorio. La fe de los sencillos es puesta a prueba, y el Pastor debe velar por los más débiles especialmente en el campo doctrinal.

Por lo que sabemos, el obispo no solo conocía de la existencia del congreso, sino que además había sido invitado a participar en el mismo. Sin embargo, no sabía que uno de los ponentes era el jesuita González Faus. En cuanto se enteró, tenía tres opciones:

1- No hacer nada. Participar en el congreso y punto.

2- Hacer poco. No participar en el congreso, pero dejar que se celebrara con normalidad.

3- Hacer lo que le corresponde como pastor de los fieles en Córdoba. No participar en el congreso y condenar la presencia en el mismo del teólogo “disidente".

Se da además la circunstancia de que el cardenal Amigo, arzobispo emérito de Sevilla, era el encargado de inaugurar el congreso. La situación que se ha creado esta mañana era difícil para el cardenal. Él tampoco sabía de la presencia de González Faus pero además desconocía, al llegar a Córdoba, que el obispo de la diócesis había publicado esa nota. El cardenal es, por tanto, una “víctima” más de este embrollo, aunque ciertamente podría haber optado por no participar en el congreso. Finalmente lo ha hecho, me imagino que para evitar un cirio monumental con los organizadores.

Muchos se preguntarán cuáles son las heterodoxias de González Faus. Es necesario recordar lo que ocurrió en octubre del año pasado en Uruguay. Los jesuitas de aquella nación condenaron públicamente las tesis de su compañero de orden sobre la despenalización del aborto. Fueron tan claros como el obispo español:

Queremos expresar, con claridad, que la posición de la Compañía de Jesús en relación a los temas que aborda el P. González Faus en la citada entrevista no es otra que la de la Iglesia Católica, y que las declaraciones del referido sacerdote en nada reflejan nuestro pensar ni nuestro sentir…

… Han sido muchos los sacerdotes, religiosos y laicos que se han esforzado por presentar de manera clara la posición de la Iglesia Católica y se han manifestado públicamente para defenderla; en eso hemos estado también nosotros. Por lo tanto, además de considerar desacertadas sus expresiones, compartimos el rechazo que han generado, ya que no respetan el compromiso por la vida que como cristianos estamos llamados a asumir, y muestran un rostro de Iglesia que consideramos ajeno a nuestra realidad.

Es decir, Mons. Demetrio Fernández no es el primero en advertir a los fieles que el P. González Faus se separa de la enseñanza de la Iglesia en materias graves. La diferencia con los jesuitas uruguayos es que él es un sucesor de los apóstoles y pastor del rebaño de Cristo. Por tanto, tiene autoridad para hacer lo que ha hecho.

Se da además la circunstancia de que antes de ser obispo, don Demetrio fue profesor de Cristología en Toledo durante más de 30 años. Es decir, no es un neófito incapaz de discernir si la cristología de un teólogo es conforme al Magisterio o se aparta del mismo. Sabe bien de lo que habla.

Hay otros obispos en España que no están por la labor de denunciar públicamente los errores de González Faus. Sé cuáles son sus razones -no son de orden doctrinal- y sé también lo que la Conferencia Episcopal podría hacer y, al menos por el momento, no ha hecho en relación a ese teólogo. Pero cada obispo es soberano en su diócesis. Y no tiene por qué esperar a que el resto haga lo que él, en conciencia, cree que hay que hacer. En otras palabras, que cada palo aguante su vela.

Estoy convencido de que al obispo de Córdoba le van a llover críticas feroces de los progre-eclesiales. Pero igual sé que a él le importa un pimiento dichas críticas. Cuando tenga que rendir cuentas de su labor como obispo, lo hará ante el Altísimo y no ante un tribunal de periodistas, opinadores, teólogos, sacerdotes y religiosos heterodoxos o tibios.

Don Demetrio, como en su día hizo Mons. Sanz Montes al prohibir un congreso organizado por la FERE, ha cumplido con su deber como obispo. Ha marcado la línea a seguir. Si otros no quieren recorrer ese camino, es su problema.

Como fieles a Cristo y a su Iglesia, debemos agradecer al obispo de Córdoba por ser un buen pastor que vela por la salud espiritual de sus fieles. Y no solo de los fieles de su diócesis, sino los de toda la Iglesia. Necesitamos más obispos así. Que huelan tanto a oveja que no permiten que su rebaño se alimente con el veneno del error. La salvación de muchos está en juego.

Luis Fernando Pérez Bustamante