16.05.13

El "agneto" o embriones para desguace

A las 12:00 PM, por Joan Antoni
Categorías : General

La prensa mundial ha saludado hoy con alborozo el descubrimiento de científicos de EE.UU. que “han logrado por primera vez embriones humanos”. Así lo leo en un gran titular de La Vanguardia: “Avance histórico en la clonación con fin curativo”. Después de leer con atención la detallada información del asunto confieso que la noticia me llena de escalofríos. Parece que hasta ahora nadie había logrado clonar embriones humanos y derivar células madre útiles para tratamientos de medicina regenerativa. En definitiva, se producen seres humanos, puesto que el embrión producido es un ser humano, para ser utilizados y posteriormente destruidos. Horroriza semejante concepción utilitarista del hombre.
Todo esto me ha recordado fragmentos de una película que vi hace pocos días. Se titulaba “La Isla”. Trataba de la producción de seres humanos con material genético de personas ricas y poderosas que así tenían “una póliza de vida” para cuando necesitaran trasplantes de órganos y “materiales” para prolongar su vida. El clon se llamaba “agneto”, nombre significativo que proviene de agnus (cordero), y sus criadores no dudaban en sacrificarlo y despiezarlo cuando su cliente lo necesitaba. Mutatis mutandis, algo semejante sucede con este nuevo hallazgo. Vamos pasando de la ficción a la realidad. No olvidemos que los embriones producidos en el laboratorio tienen un estatuto ontológico humano y por ende personal. Si se procediera a su implantación y gestación seguirían crecimiento hasta el nacimiento. ¿Quien nos asegura que a algún científico iluminado no le dará por hacerlos crecer y así disponer ya de órganos para el trasplante? No debe extrañarnos la reacción rápida y oportuna del cardenal O’Malley que ha declarado que «la clonación humana con cualquier propósito es incompatible con la responsabilidad moral de tratar a cada miembro de la familia humana como un don único de Dios, como una persona con su propia dignidad inherente». Finalmente quiero recordar la nota de Profesionales para la ética donde se recuerda que, independientemente de su fin, la clonación o transferencia nuclear aplicada a seres humanos está expresamente prohibida por el Protocolo Adicional al Convenio Europeo sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina, vigente y aplicable en España. Concretamente, se prohíbe toda intervención que tenga por finalidad crear un ser humano genéticamente idéntico a otro ser humano vivo o muerto.
Finalmente, según informa la prensa, los científicos de EE.UU. han transferido células humanas de estos embriones a simios. Cualquier día se generará un ser monstruoso de imprevisibles consecuencias. Querer curar las enfermedades de los hombres es un propósito loable pero no a cualquier precio. Más que nunca en este tema se verifica que el fin no justifica los medios.

Post scriptum:

Un comentarista me dice que estoy algo confundido. Mi respuesta es la que sigue:

En La Vanguardia de hoy, jueves, 16 de mayo, dedican dos páginas a informar extensamente. El título es claro: Embriones para curar. Según esta información se llega a producir un embrión. En primer lugar se obtiene un óvulo de una donante y se le extrae el núcle. El segundo paso consiste en introducir el ADN de la célula del paciente en el óvulo de la donante. El óvulo adquiere así el ADN del paciente y ésta es la técnica con la que se clonó la oveja Dolly. En el proceso de desarrollo, el óvulo se divide y forma un embrión. Se hace crecer el embrión en el laboratorio unos cinco días hasta la fase de blastocisto. Se obtienen células madre de su parte interior y se cultivan en laboratorio. El citado artículo explicita que se han obtenido las células madre a partir de embriones clonados. Si esta información es cierta yo no estoy confundido. Tampoco se explicaría la reacción del Cardenal O’Malley en este sentido. Además, para Teresa García-Noblejas, Secretaria General de Profesionales por la Ética, «no tiene ningún sentido apostar por células madre embrionarias, no son rentables desde el punto de vista eficiente, no obtienen resultados terapéuticos e implican la destrucción de embriones humanos convertidos en cobayas de laboratorio para satisfacer la vanidad de algunos científicos y obtener recursos públicos de financiación. Si a esto unimos que esas células madre se obtienen mediante clonación humana, estamos ante una grave vulneración de la dignidad del ser humano, que en ningún caso debe ser producido en un laboratorio ni mucho menos utilizado