12.04.13

Eppur si muove - ¿Quiénes son los lobos con piel de oveja?

A las 12:04 AM, por Eleuterio
Categorías : Eppur si muove

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Pretender ser lo que no se es no va a ninguna parte. Dios, que ve en lo secreto del corazón, lo ve todo. También la falsedad; sobre todo la falsedad.

Y, ahora, el artículo de hoy.

“Francisco parece que tomará decisiones. Ya ha tomado las primeras y solo los lobos le miran con inquietud.”

Esta frase la ha dejado escrita, en el Prólogo de un libro sobre el Papa Francisco, el que fuera Presidente del Congreso de los Diputados de España y católico a sus horas, José Bono. Y lo bien cierto es que, aunque queriendo decir otra cosa o referirse a otra cosa, ha acertado a la perfección.

Como tantas veces han dicho personas más preparadas que el que esto escribe, es más que posible que el Papa Francisco empiece a manifestarse, ya dejados atrás determinados gestos que a tantos han contentado y alegrado, como debe hacer el Vicario de Cristo. Es decir, tomará decisiones que, es más que probable, no gusten a los progres que hay dentro de la Iglesia católica (aunque sólo Dios sabe porqué están dentro aún).

Por eso es más que cierto que hay lobos que, con piel de oveja, quieren comerse el rebaño de Cristo. Lo hacen porque creen que el Pastor que lleva a la grey de Dios, les va a dar permiso para que asesten dentelladas teológicas en los corazones de los que nos sabemos sencillos y gustosos de que aquellas personas que tienen conocimiento de la fe y lo tienen en profundidad nos lleven por caminos de ortodoxia o, simplemente, de cumplimiento de lo que es como tiene que ser.

Lobos que disimulan ser ovejas mansas que esperan lo inesperable; lobos que saben, seguramente por la edad de muchos de ellos, que es la última oportunidad que tienen de lucir sus “sabidurías alternativas”. Seguramente creen que el Papa Francisco adoptará una actitud, digamos, tibia, al respecto de la Doctrina de la Fe y de lo que supone tal parte de la organización eclesial vaticana. Así, los teólogos que plantean realidades espirituales que distan mucho de la verdad saldrán vencedores de la lucha que mantienen contra Roma y contra todo lo que pueda sonar o parecer ortodoxo. Eso han de creer.

En realidad, es bastante difícil que el Papa diga Diego donde otros han dicho digo porque, en primer lugar, no va con su propio ser y, en segundo lugar, porque no va con la muy especial situación en la que se encuentra.

Resulta curioso que los progres, entre los cuales se encuentra, doblemente (político-eclesial) José Bono, crean a pie juntillas que aquella famosa frase de Dios a San Francisco de reparar su iglesia quiere decir, sin poder ser otra cosa, que el ahora nuevo, digamos, Francisco, pero Papa, va a iniciar cambios que ellos juzgan imprescindibles. Sin embargo, es también posible, esperamos que seguro, que lo que de reparación necesita la Iglesia católica es aquello que va referido, precisamente, a todo lo que hace daño a la misma dentro de la misma. Así se repara la Iglesia: cortando de raíz la heterodoxia que tantos están sembrando desde hace demasiados años. Eso es reparar la Esposa de Cristo y, además, ayudar mucho a que el confusionismo deje de extenderse entre los creyentes menos preparados teológicamente.

No extrañe, por lo tanto, que los lobos progres miren con mucha atención cada cosa que hace pues no vaya a ser que los pille desprevenidos y les endose alguna que otra crítica o mandoble espiritual. Merecido se lo tienen más que de sobra.

Además, como la ruina, lo ruinoso, es aquello que se cae de lo que está sano y bien puesto, ya sabemos a quién se refería Dios al decir a San Francisco que reparara, precisamente, lo ruinoso: los progres se caen de la piedra angular y gustan deambular fuera del redil. ¡Malos tiempos les esperan!… aunque nunca tan malos como deberían ser.

Eleuterio Fernández Guzmán