18.02.13

 

Me acaba de llegar esta crónica de la inauguración de la capilla. No tengo más que decir.

“Para gloria de Dios, para gloria del hombre”. Así presentaba la capilla de adoración D. Jorge González Guadalix, párroco de la Beata María Ana Mogas de Madrid al inicio de la solemne eucaristía, presidida por el señor cardenal-arzobispo de Madrid, D. Antonio María Rouco Varela y concelebrada por numerosos sacerdotes en un templo abarrotado de fieles.

En su homilía el señor cardenal se alegró de que coincidiera la apertura de la capilla de adoración con el primer domingo de cuaresma, ya que “la cuaresma es un tiempo que nos invita especialmente a escuchar la Palabra de Dios y la capilla será lugar privilegiado para ello”. También señaló el señor cardenal cómo de la oración ante el Santísimo brotarán nuevas fuerzas para la labor apostólica de la Iglesia.

La capilla de adoración perpetua se comenzó a gestar por el mes de octubre, cuando D. Jorge se puso en contacto con el P. Justo Lofeudo, misionero de la Eucaristía, y auténtico apóstol de las capillas de adoración perpetua.

El inicio se hizo casi de cero, como le decía D. Jorge al P. Justo: “es mi gran ilusión como párroco, pero apenas tengo nada para empezar: otro sacerdote tan ilusionado como yo, unos cuantos fieles dispuestos a trabajar lo que haga falta y unas religiosas contemplativas rezando por esta intención”. La respuesta del P., Justo, contundente: “con esto nos sobra”.

La primera fase consistió en una predicación en las misas dominicales explicando el sentido de la adoración y los frutos tan grandes que iba a dar en cada uno de los adoradores y en la comunidad parroquial. Todos eran conscientes de la dificultades, pero la predicación quiso sobre todo destacar algo: no comencemos por las dificultades, sino por los frutos y el convencimiento de que merece la pena. Si estamos convencidos de la grandeza de la adoración, las dificultades se salvan.

La semana siguiente se pidió a los fieles en las misas dominicales un compromiso por escrito de al menos una semanal concreta. Ese primer fin de semana ya pasaron de ciento cincuentas los adoradores inscritos. Simultáneamente se comenzó a orar por el proyecto, incorporando en la oración de los fieles de todas las celebraciones una petición expresa y un avemaría al final de cada misa por lo mismo. Mientras, decenas y decenas de conventos contemplativos se unieron a la intención, así como otras capillas de adoración perpetua.

Hoy son cerca de trescientos los adoradores inscritos, algunos de ellos con una especial generosidad, como esas personas que un día por semana cubre prácticamente una noche entera ante el Santísimo, y los turnos de vela están cubiertos en más de un 90 %.

Inexplicable la rapidez con que ha ido todo. Lo que en octubre era un sueño, hoy es una hermosa realidad. No se encuentra otra explicación que la de la gracia de Dios. Los gestos que han ido acompañando el proceso así nos lo hacen ver.

Finalizada la misa fue el momento de la solemne procesión con el Santísimo hasta la capilla. El incienso abre la comitiva. Tras él, los niños de catequesis arrojan flores al paso del Señor. Siguen los sacerdotes, y la bandera de la adoración nocturna de la parroquia de San Miguel de Fuencarral. El Santísimo, llevado por el señor cardenal bajo palio, sale a la calle para dirigirse a la capilla. Las campanas de la iglesia suenan a fiesta y el “Cantemos al amor de los amores” sale de los fieles entre el gozo y la emoción.

La capilla es recogida. Es el lugar del silencio y la contemplación. El señor cardenal deposita la custodia sobre el expositor y el incienso envuelve todo mientras sube al cielo el Tantum ergo. Tras la bendición con el Santísimo, la capilla de adoración perpetua queda abierta a los fieles.

La tarde del domingo fue intensa. La capilla siempre llena. Pasadas las once de la noche permanecía un buen número de personas. La primera noche con el Señor la describían los adoradores como un momento clave en sus vidas.

Dará muchos frutos. Como decía el párroco hace unos días en una entrevista para Infocatólica: “Cuando hay adoración ante el Señor la evangelización, la comunión, el servicio a los pobres se hacen más auténticos y más eficaces”.