7.02.13

 

Dos dedos de una mano se cortarían unos cuantos por poder dar un titular así. Y si además llevara un subtítulo desvelando que “el cardenal Rouco ha sido detenido como organizador y principal beneficiario”, no solo dos dedos de una mano, sino la mano entera, el brazo y hasta los perendengues.

Vaya temporadita de corrupciones. Cualquier diario se desayuna con varias páginas dedicadas a lo mismo. Parece que al PP le ha salido un grano purulento llamado Bárcenas, el PSOE lleva tiempo luchando contra un sarpullido llamado ERES andaluces y nos cuentan que en Cataluña empieza a supurar una úlcera llamada Pujol con ramificaciones. Todo eso sin contar con una real herida en principesca extremidad.

¿Se imaginan lo que hubiera sido desayunarse un día con un escándalo de corrupción en Cáritas, un obispo huido en un paraíso fiscal, o aunque sólo fuera una parroquia implicada en algún pequeño fraude? Abrirían noticiarios y tendríamos edición especial en prensa. Pues nada. Que no hay manera.

Las noticias que puede generar Cáritas son otras, por cierto nada convenientes. Ayer nos contaba el secretario general de Cáritas española, don Sebastián Mora, que el 65 % de las personas atendidas en Cáritas llegan derivadas por instituciones oficiales. O que se está constatando cómo las ayudas oficiales cada vez son menos, se tarda más en concederlas y exigen unos requisitos esperpénticos en ocasiones.

Pero sobre todo nos habló de cómo ser Cáritas. Porque Cáritas es mucho más que dar comida al que no tiene o pagar un recibo de luz o agua. Lo que nos caracteriza, más que hacer, es cómo hacer. Porque para un voluntario de Cáritas el necesitado no es un incordio, un pedigüeño, un caradura o un espabilado. El pobre es Cristo que viene, y acoger al pobre es acoger al mismo Señor que llega hambriento y sediento de comida, de pan, de amor y de dignidad.

Un voluntario de Cáritas acoge, acompaña, anima, ayuda, está ahí. Un voluntario de Cáritas tiene palabras de consuelo que vienen de Dios y da razón de su esperanza y su vida: estoy aquí, gratis, por amor a Cristo que me impulsa a amar a los hermanos.

Todo esto jamás saldrá en la prensa. Alguna vez una notita de alimentos, despachos o cifras que ofrece Cáritas en sus extraordinarios informes y trabajos. Pero nunca se hablará de amor desinteresado, de entrega por amor a Cristo, de darse al hermano, de caridad, sí, caridad, aunque haya personas que rechinen ante una palabra que no comprenden.

Ya quisieran poder decir que Cáritas es mentira, que las monjitas roban y revenden los alimentos, que los directivos se han comprado buenos pisos y chalets con lo escamoteado de las cuentas generales, que el dinero de los pobres lo gastamos en comilonas y borracheras.

Ayer, jornada de formación de sacerdotes. Un buen número de curas escuchando, que habíamos llegado en metro. Una comilona entre charla y charla, consistente en patatas fritas, panchitos, tortillas y refrescos. Y un recordarnos lo que dice el evangelio: cada pobre es Cristo. Como pueden imaginar, no interesa a nadie.