Al ser preguntado sobre la corrupción política

El cardenal Amigo pide que no se trate con frivolidad la honorabilidad de personas e instituciones

 

El cardenal y arzobispo emérito de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo Vallejo, considera que no se puede tratar con «frivolidad» la honorabilidad de personas e instituciones porque se crea «inseguridad» en la sociedad. El purpurado, que ha participado este martes en Valladolid en el Foro de Opinión 'Nuevo Siglo', se ha expresado así en respuesta a los periodistas sobre la corrupción política. Además ha censurado el laicismo imperante «donde todo lo que pueda oler a trascendencia se margina».

06/02/13 1:09 PM


(EP) A este respecto, ha asegurado que «esta es una crisis de vergüenza de unos y de otros» y ha aclarado que no se puede, «de ninguna de las maneras», que algo tan importante como la honorabilidad de las personas o la fiabilidad de las instituciones se trate con «enorme frivolidad».

En este sentido, sin querer referirse a «casos actuales», ha asegurado que parece que la sociedad se avergüenza y que se denigra a personas o instituciones, «lo que crea sensación de inseguridad en todo».

«Los partidos políticos están toda la lista de partidos puestos en esta situación, no digamos las instituciones religiosas, parece que en lugar de ayudarnos mutuamente y dejar de mirarnos unos a otros y ayudar al pueblo que nos necesita parece que nos contemplamos unos a otros a ver quién tiene la cara más arrugada», ha añadido.

Amigo Vallejo se ha expresado así minutos antes de pronunciar la conferencia 'Enfermedades de una sociedad llena de vida. Crisis religiosa y año de la fe', que organiza el Foro de Opinión 'Nuevo Siglo'.

En esta conferencia, según ha explicado minutos antes de la misma, trata de trasladar que se ha vivido y se vive «por debajo» de las posibilidades, y no al contrario como se pueda pensar, ya que «como personas» se tienen una serie de valores, de apoyos, de estructuras e instituciones y «parece que todo esto no renta nada» y se «tira por la borda» algo que se tiene.

Así, siguiendo su «ejecutoria de medicina» ha hecho un análisis de situación actual en relación con la fe, un pequeño diagnóstico y la «terapia» que procede.

De esta forma, ha concretado que en medicina cuando se habla de «crisis», quiere decirse que se está «en el buen camino» porque hay algo que «ha dado la cara», en su caso la enfermedad, y que se puede actuar de manera diferente.

«Terapia»

Ante esta enfermedad que es la crisis, considera necesarios «auténticos líderes» de pensamiento y dirigentes de la vida social, política y económica en los que se tenga confianza como primera parte de la terapia.

Por otra parte, considera necesaria una «regeneración ética muy profunda y a muchos niveles» porque considera que, a veces, la sociedad se queda «simplemente» con las grandes estructuras políticas, financieras.

Asimismo, ha reclamado auténticos foros de opinión, que se compartan ideas donde la gente se exprese, personas que desde el punto de vista del pensamiento encajen, «que se pueda confiar en sus ideas» porque si no llegarían las enfermedades como el relativismo, por la que «daría igual que monstruo que la verdad o ser un corrupto que una persona honrada».

También ha censurado el «laicismo imperante donde todo lo que pueda oler a trascendente se margina, se hace ridículo», razones por las que considera que se vive «por debajo» de las posibilidades. «Muy malo es morirse de sed pero mucho peor teniendo el agua tan cerca», ha aseverado.

Finalmente, ha incidido en el «afán» que a veces se tiene de separar, ya que «el hombre no se puede descuartizar», tiene sentimientos, creencias e ideas y «no se puede separar una cosa de otra».

Sin embargo, cree que para una mayor parte de los creyentes parece que Dios «es una realidad intermitente, que aparece en Semana Santa y desaparece en la feria, que aparece en la noche y desaparece por el día» y considera que también la crisis religiosa habría que analizarla porque los datos que se tienen es que la práctica está aumentando, si se mide por la asistencia, y la religiosidad popular está en unos niveles «de auge», con grandes manifestaciones populares cada vez más elevadas.