5.02.13

El arzobispo Franzini dice que piensa ejercer de pastor

A las 3:09 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Obipos

 

Promoveré la disciplina común de toda la Iglesia e insistiré con habilidad en la observancia de todas las leyes eclesiásticas, en primer lugar aquellas que están contenidas en el Código de Derecho Canónico“. No me negarán ustedes que como declaración de principios de un arzobispo que llega a pastorear su nuevo rebaño, la frase de marras es cuanto menos poco común en nuestros tiempos. Pero es la que ha pronunciado Mons. Carlos María Franzini, arzobispo electo de Mendoza, días antes de tomar posesión de su cátedra episcopal en la archidiócesis argentina.

Por si cabía alguna duda sobre su intención, ha remachado que piensa velar “con dedicación para que no se introduzcan insensiblemente malas costumbres, principalmente en lo que respecta al ministerio de la palabra y la celebración de los sacramentos“.

No recuerdo a ni un solo obispo que haya entrado en su diócesis diciendo algo parecido. Aún más, no recuerdo a muchos que lo hayan dicho una vez instalados como pastores del rebaño de Cristo. El Código de Derecho Canónico tiene secciones enteras que parecen no existir en muchas diócesis católicas de todo el mundo. Los artículos están ahí, pero como si no estuvieran.

Se producen los escándalos litúrgicos, doctrinales y morales sin que nadie haga gran cosa por ponerles remedio. Y a quienes decimos que eso no puede seguir así, se nos acusa de inquisidores, de no tener caridad, de no haber entendido el mensaje del evangelio, etc. Como si la batalla contra el error y el pecado fuera cosa del pasado. Como si permitir que la herejía y las situaciones irregulares de tipo moral fuera el ideal para una Iglesia que quiere ser fiel a Cristo.

Y es que una cosa es no faltar a la caridad en el ejercicio de la autoridad sobe el pueblo de Dios, y otra muy distinta faltar a esa caridad desentendiéndose del ejercicio de dicha autoridad. No es buen pastor quien mira para otro lado cuando religiosos, sacerdotes y seglares de su rebaño arremeten contra la fe de la Iglesia o viven públicamente en pecado.

No es fácil encontrar el equilibrio entre la disciplina y la caridad. No hay muchos manuales de instrucciones destinado a los obispos o superiores de órdenes religiosas. Pero la mera intención de hacer las cosas bien ayuda mucho. El Señor sabe derramar su gracia para que sus pastores obren conforme a su voluntad. La principal preocupación de un obispo ha de ser la salvación de las almas que le han sido encomendadas. Son verdaderos padres de los fieles y como tal han de comportarse.

Un buen obispo no puede por sí solo solucionar todos los problemas que haya heredado en su diócesis. Pero sin buenos obispos, es imposible arreglar nada. Nuestro primer deber como fieles es rezar por nuestros pastores. Eso está antes que hacer cualquier crítica, por muy justa que nos parezca. Pidamos al Señor que les ilumine en su tarea pastoral.

Luis Fernando Pérez Bustamante