ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 03 de febrero de 2013

La frase del día

Este mundo visible contiene una lección acerca del mundo invisible.

Orígenes

 


Santa Sede

Jesús no vino para buscar consenso sino para dar testimonio de la verdad
Benedicto XVI en el Ángelus: Reconocer a Jesús lleva a servirlo en los demás. El "himno a la caridad" de san Pablo distingue el obrar del cristiano

Rechazar a los profetas de desventuras que niegan el sentido de la vida religiosa
El papa celebra misa en San Pedro en la XVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada. En la sociedad de la eficiencia defender a los débiles es evangelio de contradicción

Mirada al mundo

Benedicto XVI expresa su dolor por víctimas de explosión en México
Al menos 34 muertos y 121 heridos en accidente en torre de petrolífera PEMEX

Libia: Comunidades religiosas dejan Cirenaica por presión de fundamentalistas
Denuncia a Fides de Mons. Martinelli, vicario apostólico de Trípoli. Lamenta dejar actividades que construyeron una hermosa relación con pueblo de Libia

Muchos coreanos vienen a la Iglesia porque han visto la esperanza y la belleza de la vida
Entrevista con monseñor Lázaro Yoo Heugn-Sik, obispo de Taejeo, Corea del Sur

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Santa María de San Ignacio (Claudine) Thévenet
«Hallando a Dios en todas las cosas»

Foro

El desamparo interior
Sanar los corazones destrozados de los parados y desempleados

Armas: dinero, poder, muerte
Una llamada a la conciencia personal


Santa Sede


Jesús no vino para buscar consenso sino para dar testimonio de la verdad
Benedicto XVI en el Ángelus: Reconocer a Jesús lleva a servirlo en los demás. El "himno a la caridad" de san Pablo distingue el obrar del cristiano

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 03 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Benedicto XVI hoy al rezar el ängelus en la plaza de San Pedro, retomando el evangelio del pasado domingo recordó que Jesús no vino para buscar consenso sino para dar testimonio de la verdad y que reconocer a Jesús lleva a servirlo en los demás. Y que el himno a la caridad de san Pablo distingue el obrar del cristiano.

Las palabras del papa después del ángelus

El Evangelio de hoy – tomado del capítulo cuarto de san Lucas – es la continuación de aquel del pasado domingo. Nos encontramos aún en la sinagoga el Nazaret, el pueblo donde Jesús ha crecido y donde todos conocen a él y a su familia.

Ahora, luego de un tiempo de ausencia, Él ha regresado en una manera nueva: durante la liturgia del sábado lee una profecía de Isaías sobre el Mesías y anuncia su cumplimiento, haciendo entender que aquella palabra se refiere a Él.

Este hecho suscita el desconcierto de los nazarenos: por una parte, « Todos daban testimonio a favor de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de su boca» (Lc 4,22); san Marcos refiere que muchos decían: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada?» (6,2).

Pero por otra parte, sus paisanos lo conocen muy bien: «Es uno como nosotros – dicen –. Su reclamo no puede que ser más que presunción» (La infancia de Jesús, 11). «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4,22), que es como preguntarse: ¿qué aspiraciones puede tener un carpintero de Nazaret?

Justamente conociendo esta cerrazón, que confirma el proverbio «nadie es profeta en su tierra», Jesús dirige a la gente, en la sinagoga, palabras que suenan como una provocación.

Cita dos milagros cumplidos por los grandes profetas Elías y Eliseo a favor de personas no israelitas, para demostrar que a veces hay más fe fuera de Israel.

A este punto la reacción es unánime: todos se levantan y lo echan fuera, y hasta tratan de lanzarlo a un precipicio, pero Él, con soberana tranquilidad, pasa en medio de la gente enfurecida y se va.

Aquí viene espontáneo preguntarse: ¿cómo así Jesús ha querido provocar esta fractura? Al inicio la gente se admiraba de él, y quizás habría podido obtener cierto consenso… pero justamente este es el punto: Jesús no ha venido para buscar el consenso de los hombres, sino – como dirá a la final a Pilato – para «dar testimonio de la verdad» (Jn 18,37).

El verdadero profeta no obedece a nadie más que a Dios y se pone al servicio de la verdad, listo a responder personalmente. Es verdad que Jesús es el profeta del amor, pero también el amor tiene su verdad. Es más, amor y verdad son dos nombres de la misma realidad, dos nombres de Dios.

En la liturgia de hoy resuenan también estas palabras de san Pablo: «El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad» (1 Cor 13,4-6).

Creer en Dios significa renunciar a los propios prejuicios y acoger el rostro concreto con el que Él se ha revelado: el hombre Jesús de Nazaret. Y este camino conduce también a reconocerlo y a servirlo en los demás.

En esto la actitud de María es iluminador. ¿Quién más que ella tuvo familiaridad con la humanidad de Jesús? Pero jamás se escandalizó como los paisanos de Nazaret. Ella custodiaba en su corazón el misterio y supo acogerlo una y otra vez, cada vez más, en el camino de la fe, hasta la noche de la Cruz y a la plena luz de la Resurrección. Que María nos ayude a recorrer con fidelidad y con gozo este camino.

Los saludos en idioma español

Saludo con afecto a los peregrinos en lengua española, en particular a los alumnos y profesores del instituto Suárez de Figueroa, de Zafra y del instituto Idelfonso Serrano, de Segura León, Badajoz, así como a los profesores de los colegios diocesanos de Valencia.

En la liturgia de hoy se lee el llamado Himno a la caridad del apostól San Pablo, que no consiste en tener cualidades particulares sino en vivir el amor auténtico que Dios nos reveló en Jesucristo. Qué Santa María la Virgen nos ayude cada vez más para que la caridad sea distintiva del obrar cristiano y que sea el fruto este de lo que creemos como discípulos de su Hijo. ¡Feliz domingo!

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Rechazar a los profetas de desventuras que niegan el sentido de la vida religiosa
El papa celebra misa en San Pedro en la XVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada. En la sociedad de la eficiencia defender a los débiles es evangelio de contradicción

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 03 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Con motivo de la XVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, Benedicto XVI celebró en la víspera ayer sábado una misa en la basílica de San Pedro en el Vaticano, en la que invitó a los religiosos y consagrados a acrecentar su fe, y a vigilar delante de la tentación de “los profetas de desventuras que proclaman el final de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días, o que no tiene sentido” particularmente e este Año de la Fe.

Y exhortó: “Revístanse de Jesucristo y vistan las armas de la luz, como exhora San Pablo, estando despiertos y vigilantes”.

El papa les hizo tres invitaciones a los presentes. La primera, “alimentar una fe en grado de iluminar vuestra vocación” y para ello recordar “el primer amor con el que el Señor Jesúcristo inflamó vuestro corazón”. Esto en el silencio, “para despertar la alegría de compartir la vida, decisiones, obediencia de fe, beatitud de los pobres y la radicalidad del amor”.

En segundo lugar invitó a saber reconocer la debilidad. En un tiempo en el que "la dureza y el peso de la cruz se hacen sentir, no duden -dijo- que la kenosi de Cristo es ya victoria pascual".

Particularmente "en la sociedad de la eficiencia y del éxito" la vida de los consagrados “marcada por la debilidad de los pequeños” se vuelve un evangelio, signo de contradicción.

Y tercero, a renovar la fe “en la búsqueda de un rostro”, para que sea “el criterio fundamental que orienta vuestro camino, sea en los pequeños pasos cotidianos que en las decisiones más importantes”.

El santo padre concluyó recordando que la vida consagrada “pasa necesariamente a través de la participación de la Cruz de Cristo”. Que lo fue para María Santísima, de cuyo corazón herido “partía la luz de Dios” que evangeliza a la gente.

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Mirada al mundo


Benedicto XVI expresa su dolor por víctimas de explosión en México
Al menos 34 muertos y 121 heridos en accidente en torre de petrolífera PEMEX

Por H. Sergio Mora

ROMA, 03 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Benedicto XVI expresó sus dolor por las víctimas de la explosión ocurrida el jueves en una torre de la sede central de Petróleos Mexicanos (Pemex) con un saldo hasta ayer, de al menos 34 muertos y 121 heridos.

El telegrama cuyo contenido fue dado a conocer ayer por la Radio Vaticano, fue enviado al arzobispo cardenal de México, Norberto Rivera, por el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Tarcisio Bertone.

"El Santo Padre -indica el telegrama- vivamente apenado al conocer la dolorosa noticia de la explosión en el centro administrativo de la compañía petrolífera estatal, que ha ocasionado numerosas víctimas y heridos, ofrece sufragios por el eterno descanso de los difuntos".

El cardenal Bertone pidió por ello al arzobispo de México que "transmita el sentido pésame de su santidad Benedicto XVI a los familiares fallecidos, junto con expresiones de consuelo y deseos de un pronto restablecimiento de los afectados por este lamentable suceso".

"En esta circunstancia -concluyeel texto- el Papa, a la vez invoca el dulce nombre de Nuestra Señora de Guadalupe, imparte de corazón la confortadora bendición apostólica, como signo de esperanza en Cristo resucitado".

Delante de semejante desgracia, la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) expresó "su solidaridad a las víctimas de la explosión y que eleva súplicas al Creador para que los heridos tengan una pronta recuperación; para que a los difuntos les conceda la vida eterna; y para que a las familias afectadas les de la fortaleza necesaria en estos momentos de dolor".

"Que Santa María de Guadalupe interceda por todos ante el Señor", concluye el testo firmado por el presidente de la CEM el cardenal Francisco Robles Ortega, y por el secretario de dicha Conferencia, el obispo Eugenio Lira Rugarcia.

El presidente de México, Enrique Peña Nieto -quien asumió el 1 de diciembre del año pasado y tiene un mandato hasta el 2018- dio a conocer anoche que de entre los escombros del edificio B2 de Pemex fue rescatado un cuerpo más sin vida, lo que lleva la cifra de los muertos a 34.

Las declaraciones fueron al concluir un recorrido de supervisión de los trabajos de posible rescate de más personas en el edificio B2 del complejo administrativo de Petróleos Mexicanos, según informó la agencia Notimex.

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Libia: Comunidades religiosas dejan Cirenaica por presión de fundamentalistas
Denuncia a Fides de Mons. Martinelli, vicario apostólico de Trípoli. Lamenta dejar actividades que construyeron una hermosa relación con pueblo de Libia

Por Redacción

ROMA, 03 de febrero de 2013 (Zenit.org) - “Dos comunidades religiosas han dejado la Cirenaica tras ser presionadas por los fundamentalistas”. Esta es la denuncia que Mons. Giovanni Innocenzo Martinelli, Vicario Apostólico de Trípoli, hace en un cable enviado desde la capital de Libia y publicado el 31 de enero por la agencia de noticias Fides. En el mismo refiere que en el este de Libia “la situación es crítica”.

“El 20 de febrero -escribe Mons. Martinelli- está prevista la realización de grandes manifestaciones en toda la Cirenaica por lo que el Vicario apostólico de Bengasi ha sido advertido que deje la iglesia a partir del 13 de febrero y se ponga al seguro”.

El vicario apostólico de Trípoli traza el cuadro de la Iglesia en Cirenaica. “En los últimos días se han visto obligados a abandonar Derna la Congregación de la Sagrada Familia de Spoleto, que estaba allí desde hace casi 100 años, así como un sacerdote salesiano polaco, que ha sido objeto de maltratos por parte de algunos fundamentalistas”.

“En Beida -prosigue el vicario apostólico- otra comunidad religiosa femenina se ha retirado aunque en este caso, por razones internas. Y en Barce las Hermanas Franciscanas del Niño Jesús dejarán su casa en los próximos días”.


“Aquí en Trípoli hasta el momento la situación es relativamente tranquila, pero en la Cirenaica, la atmósfera es muy tensa”, afirma Mons. Martinelli, quien añade: “Lamentamos tener que reducir nuestras actividades en esa zona porque hemos construido una relación muy fuerte y hermosa, hecha de testimonios y amistad con el pueblo de Libia, que por desgracia en los últimos tiempos se ve afectado por la presencia de fundamentalistas.

Y el vicario apostólico reitera que esos grupos extremistas “no representan la identidad del pueblo libio sino que son una de las muchas expresiones de la sociedad libia de hoy”. 


“Como Iglesia -concluyó Mons. Martinelli- tomaremos nuestras precauciones, pero no podemos abandonar a los cristianos que permanecen en su lugar. Dos comunidades religiosas se quedarán en Benghazi, una pequeña comunidad en Tobruk y, por último, otra pequeña comunidad de hermanas de la India en Beida”.

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Muchos coreanos vienen a la Iglesia porque han visto la esperanza y la belleza de la vida
Entrevista con monseñor Lázaro Yoo Heugn-Sik, obispo de Taejeo, Corea del Sur

Por Rocío Lancho García

ROMA, 03 de febrero de 2013 (Zenit.org) - El encuentro promovido por los obispos amigos del Movimiento de los Focolares tuvo lugar en Roma del 29 al 31 de enero. Esta reunión habitual entre obispos cercanos a este movimiento, fundado por Chiara Lubich, este año se celebrará en diversas regiones del mundo como Líbano, Corea del Sur, Madagascar, Estados Unidos, Brasil o Alemania.

El celebrado en Roma es el primero de este año y contó con la presencia de obispos de diferentes diócesis italianas, de otros países de Europa, Líbano, Corea del Sur y Ciudad del Vaticano.

Durante estos tres días, además de participar en la Audiencia General con Benedicto XVI, tuvieron espacios de reflexión y debate sobre temas como la nueva evangelización y la espiritualidad de comunión, en el hoy de la Iglesia y del mundo, el desafío de la sinodalidad eclesial, Iglesia y Europa, y la historia de los focolares en relación al Concilio Vaticano II.

ZENIT ha entrevistado al obispo Lázaro Yoo Heugn-Sik, de Taejeo, Corea del Sur, para conocer sus impresiones sobre este encuentroy conocer de primera mano la situación de su diócesis y de la Iglesia en su país.

¿Qué supone para usted este encuentro?

--Mons. Heugn-Sik: Encontrar tantos obispos, caminar juntos en este espíritu de comunión, llegar a esta comunión me da fuerza donde estaré solo. Esto es para mí una alegría inmensa, venir a Roma y encontrar estos hermanos obispos.

¿Es la primera vez que participa en este congreso?

--Mons. Heugn-Sik: No, ya hace años que participo. Es más, puedo decir que encontrando esta espiritualidad de la unidad ha salvado mi vocación.  Y seguí esta espiritualidad como seminarista, sacerdote y luego obispo y continúo viviendo esta vida.

¿Cómo es la situación de su país, de su diócesis?

--Mons. Heugn-Sik: La belleza de Corea ahora mismo es que hay vocaciones, hay muchos nuevos bautizados adultos. Por ejemplo el año pasado en mi diócesis hubo diez nuevos bautizados, han entrado en la Iglesia. Esto ya es signo bueno que muchos coreanos vienen a la Iglesia porque han visto la esperanza y la belleza de la vida.

¿Cuáles son los proyectos en su diócesis?

--Mons. Heugn-Sik: Este año hemos profundizado en la pastoral juvenil porque en 2014 habrá la Jornada Asiática de la Juventud y también la Jornada Coreana de la juventud en mi diócesis, por eso estamos preparando especialmente para que estos encuentros puedan convertirse en un signo, una esperanza para tantos jóvenes que en el Señor puedan ir adelante.

¿Y sobre el Año de la Fe y la Nueva Evangelización, cuáles son sus propuestas?

--Mons. Heugn-Sik: Personalmente, sobre la Nueva Evangelización he entendido nueva evangelización y  también nueva escucha de la Palabra de Dios, quien ama, escucha y escuchando de nuevo la palabra de Dios siempre me lleva a profundizar y a mirar a los otros. Además de la nueva expresión, nuevos métodos, nuevo ardor... escuchando la Palabra de Dios buscamos actuar en varios campos de la pastoral.

¿Sobre el encuentro, con qué se queda como enseñanza?

--Mons. Heugn-Sik: Para mí esta comunión de conjunto y ver la Iglesia de hoy. He escuchado cómo tengo que caminar hacia el futuro, la única forma de ir hacia delante es creando esta comunión fraterna que es célula viva.

¿Y sobre la visita del Papa de ayer...?

--Mons. Heugn-Sik: Cuando le saludé personalmente le dije que todo el pueblo coreano espera su visita y él me ha contestado muy contento, "lo sé, lo sé".

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Santa María de San Ignacio (Claudine) Thévenet
«Hallando a Dios en todas las cosas»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 03 de febrero de 2013 (Zenit.org) - El perdón, ese acto sublime de amor con el que Dios signa nuestra vida, virtud imprescindible para todos, fue el detonante de la consagración de esta fundadora. Había nacido en Lyon (Francia) el 30 de marzo de 1774, en un momento histórico difícil marcado por la Revolución Francesa. Dos de sus siete hermanos, que no compartían los principios sustentados por este movimiento, luchando por preservar a Lyon de su hegemonía, fueron delatados por alguien y los detuvieron. Claudine iba a visitarlos cotidianamente a la prisión, y en enero de 1794 fueron ejecutados en presencia suya. Las últimas palabras que le dirigieron, en emocionado ruego, fueron explícita confesión de la fe que sus padres habían inculcado a todos sus hijos: «¡Ánimo Gladdy! Perdona, como nosotros perdonamos».

Imposible borrar esta petición cursada in extremis por sus queridos hermanos, en un instante tan dramático como aquél, y éste sería un preciado legado que orientó los pasos de la santa. Conocía el nombre del culpable de su muerte, pero se llevó ese secreto a la tumba. Perdonó, aunque el impacto del suceso le provocó una enfermedad de tipo nervioso. Era la segunda de los hermanos por orden de nacimiento, y tuvo que madurar pronto. Después de este terrible suceso, su familia había quedado diezmada, como tantas otras. Y sus ojos no eran insensibles a la calamidad que veía en derredor suyo. Entonces se sintió llamada a socorrer a tantas personas que se habían quedado destrozadas por la barbarie; quería consolarlas y compartir con ellas la paz que emana de la oración continua. En su haber tenía la experiencia de haber defendido su fe junto a otras jóvenes, aún en medio de la revolución. Y ese sentimiento de amor, anclado en Cristo, guiaría sus pasos. Los niños y los jóvenes recibirían de ella esta catequesis; les enseñaría a amar a Jesús y a la Virgen María.

En el umbral del discernimiento se encontró con el P. André Coindre, fundador de los «Hermanos del Sagrado Corazón», que fue quien la ayudó a vislumbrar la voluntad divina. Él le expresó su convicción de que debía formar una comunidad, por haber sido elegida por Dios para ello. Sucedió que el sacerdote se encontró en el atrio de la iglesia de Saint Nizier con dos pequeñas ateridas de frío que no tenían a nadie en el mundo, y Claudine, a petición suya, se ocupó de asistirlas. Creó una «Providencia del Sagrado Corazón» en 1815 encaminada a darles no solo cobijo sino también formación espiritual, una obra que se fue incrementando con otras niñas. Fue también presidenta de la «Asociación del Sagrado Corazón» hasta octubre de 1818, fecha en la que dejó su hogar y se instaló en una casa contando con lo justo para vivir junto a una huérfana, otra compañera, y un telar de seda. Y con ellas nació la Congregación de las Hermanas de Jesús y María teniendo la finalidad de dar formación espiritual a las jóvenes, en particular las que no tenían medios para procurársela. El P. Coindre nuevamente la alentó a formar esta comunidad. Obedeció, aún con cierto temor: «Me parecía haberme lanzado a una empresa loca sin ninguna garantía de éxito». La Congregación se inició con niñas pobres y abandonadas menores de 20 años. Después acogió también a las de clases acomodadas. Decía: «hace falta ser madres de estos niños, sí, verdaderas madres tanto del alma como del cuerpo». La única deferencia que permitía era con los desfavorecidos: «A los únicos que permito son a los más pobres, a los más miserables, a quienes tienen los más grandes defectos, a ellos, sí, ámenlos mucho».

Al profesar en 1823 tomó el nombre de María de san Ignacio porque la transición entre la Asociación y la comunidad que puso en marcha se produjo el 31 de julio, efemérides del santo. En 1826 falleció el P. Coindre, y dos años más tarde murieron las primeras religiosas. Era un nuevo golpe para Claudine que, además, tuvo que luchar duramente para mantener incólume su fundación, ya que querían fusionarla con otra que acababa de ver la luz. Mujer valerosa, sensible, abnegada y atenta a las necesidades de cualquiera, era también emprendedora. A ella se debe la construcción de la capilla de la Casa Generalicia. El leitmotiv de su vida fue: «Hacer todas las cosas con el único deseo de agradar a Dios», «llevar una vida digna del Señor agradándole en todo». Falleció a los 63 años, tras una vida signada por el celo apostólico, la delicadeza y el olvido de sí, diciendo: «¡Qué bueno es Dios!». Había logrado «encontrar a Dios en todas las cosas y todas las cosas en Dios», como deseó. Fue beatificada por Juan Pablo II el 4 de octubre de 1981. Él mismo la canonizó el 21 de marzo de 1993.

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Foro


El desamparo interior
Sanar los corazones destrozados de los parados y desempleados

Por Juan del Río Martín

MADRID, 03 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos a los lectores la colaboración habitual en el espacio "Foro" del arzobispo castrense de España, monseñor Juan del Río Martín.

*****

La situación de crisis económica y moral que estamos padeciendo no sólo trae paro, desahucios, pobreza familiar y social, etc., si no también otros males espirituales más profundos de los que suele hablarse poco.

En tiempos pasados, de bonanza, quien no se enriquecía antes de los treinta años era considerado un perdedor. Todo se sobreestimaba por encima de su valor y utilidad, buscando eufemismos comerciales que, aparentemente, justificaran tales operaciones económicas y financieras. El dinero público parecía no tener dueño y estar más al servicio de la clientela ideológica y políticaque del pueblo, al que pertenece. Había una obsesión por vivir para el trabajo, para la empresa, para consumir por encima de las posibilidades. Cualquier predicación o consejo acerca de valores como la verdad, honradez, lealtad, familia, natalidad, justicia social o comportamiento ético, era tachado rápidamente de moralina, mentalidad estrecha o una cantidad de calificativos que ridiculizaban o silenciaban cualquier tentativa de rearme moral. Se tiraron por la borda muchas tradiciones con sentido. Ahora de pronto, todo se ha caído, no hay dónde agarrarse, se ha perdido el propio centro de la persona. El materialismo y el nihilismo envolventes han originado el desamparo interior en muchas de las víctimas de una época marcada por la avaricia.

En estos momentos, no se trata únicamente de recomponer las estructuras económicas, financieras y administrativas de un país como el nuestro en gravísimas dificultades, si no también hay que sanar los corazones destrozados de los parados y desempleados, que sufren la carencia del pan de cada día, el vacío de ideales y de entusiasmo por seguir luchando. Así, escuchamos continuamente lamentaciones que reflejan lo que venimos diciendo: “Me limito a ir tirando”, “Me siento como en un túnel, no sé por dónde salir”, “Mi vida está acabada…", “¿A dónde voy con los años que tengo?”, etc…

La salida de la crisis es obra de toda la sociedad. Las reformas necesarias pueden ser urgentes o dolorosas para un sector de la población, pero no sólo deben quedarse en cambios en el sistema económico, nuevas leyes o reconversiones de las instituciones. La raíz del mal está en la enfermedad moral y espiritual que padece nuestra sociedad, donde la persona se encuentra perdida. Hay que rehabilitar al sujeto en sí mismo, como germen para construir una colectividad sana que tenga capacidad para encajar solidariamente los sacrificios y el cambio de mentalidad que está exigiendo el periodo presente, como camino para un futuro mejor.

¿Cómo hacer esto? Nadie tiene una varita mágica o una receta infalible, pero todos podemos aportar nuestro grano de arena, según el papel que desempeñemos en la vida. Así los políticos, economistas y demás técnicos en el poder deben realizar su cometido buscando el bien común de la sociedad, antes que sus intereses personales o de grupo. Las familias no deben abdicar de sus funciones y derechos, aunque tengan que remar contra corriente frente a la cultura dominante.

Todos debemos: Valorar la vida, vivir con sencillez y austeridad, educar en elegir el bien y evitar el mal, enseñar a las nuevas generaciones que la coherencia de vida es su mejor escuela. La misma Iglesia, como maestra en humanidad, debe estar siempre al lado de los más desfavorecidos, mostrando sin ningún complejo ante la modernidad, la sanación integral que supone para el ser humano el acoger con sencillez de corazón, la oferta del Evangelio de Jesucristo.

Una sociedad que silencia o rechaza la dimensión espiritual de la persona, no tiene futuro. No es lo mismo ser ateo que creyente. El pesimismo paralizante es consecuencia del miedo, quizás inconsciente, que produce vegetar en la nada. El anhelo de recuperar lo perdido brota cuando hay esperanza en el alma humana. Vivir en cristiano es un bien social. Porque aquellos que se rigen por la Ley de Dios salvan o evitan muchos males y están llamados a buscar la verdad, el bien, la paz y la libertad, que son ejes esenciales de la sociedad. En el fondo de la crisis está la ausencia de Dios, porque el hombre no es pura materia, si no espíritu encarnado que reclama, en tiempos de serenidad o de turbulencia, esa presencia salvadora de un Dios, que en expresión de San Agustín: «Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti».

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Armas: dinero, poder, muerte
Una llamada a la conciencia personal

Por Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 03 de febrero de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos a los lectores la colaboración habitual del obispo de San Cristóbal de las Casas, México, Felipe Arizmendi Esquivel, sobre el debatido asunto del control de armas.

SITUACIONES

En Estados Unidos, los tiroteos y asesinatos recientemente perpetrados en escuelas y centros de diversión, en la calle y en las familias, por parte de adolescentes, jóvenes y adultos, han cimbrado la conciencia de muchas personas. Los francotiradores disponen de las armas que quieran y puedan comprar, sin mayores controles o restricciones. Por ello, el mismo presidente Barack Obama está proponiendo un plan para endurecer el acceso a las armas. En alguno de los Estados ya se están implementando medidas para avanzar en este sentido.

Los defensores de las armas están firmes en defender el derecho a una libertad irrestricta. Pero en esta lucha no tanto está en juego la libertad de los ciudadanos, sino los enormes intereses del dinero. Los fabricantes de armas ven amenazado su negocio y destinan cuantiosos recursos para influir en los legisladores, en los políticos y en la opinión pública. Hay demasiados intereses corporativos que defienden un mercado libre y sin restricciones, sólo por el beneficio económico de sus accionistas, sin importarles el bien común de la nación y la salud mental de la juventud. Los poderosos lobbies con que cuentan en los centros de poder, particularmente en los Congresos, reflejan un interés monetario por encima del derecho a la vida. Y como en esa nación la economía parece ser el factor determinante, y la producción y venta de todo tipo de armas es una fuente exorbitada de ingresos económicos, es difícil que prospere un cambio a corto plazo. Si hubiera un mayor control, nuestro país saldría beneficiado, pues los narcotraficantes no tendrían tantas facilidades para sostener sus sistemas asesinos; tendrían menos fuerza y poder.

ILUMINACION

Al respecto, en su mensaje de este año para la Jornada Mundial de la Paz, ha dicho el Papa Benedicto XVI: “Auténticos trabajadores por la paz son los que aman, defienden y promueven la vida humana en todas sus dimensiones: personal, comunitaria y transcendente. La vida en plenitud es el culmen de la paz. Quien quiere la paz no puede tolerar atentados y delitos contra la vida.

El que trabaja por la paz debe tener presente que, en sectores cada vez mayores de la opinión pública, la ideología del liberalismo radical y de la tecnocracia insinúan la convicción de que el crecimiento económico se ha de conseguir incluso a costa de erosionar la función social del Estado y de las redes de solidaridad de la sociedad civil, así como de los derechos y deberes sociales. El desarrollo económico se hace depender sobre todo de la absoluta libertad de los mercados. Es necesario un nuevo modelo de desarrollo, así como una nueva visión de la economía. Tanto el desarrollo integral, solidario y sostenible, como el bien común, exigen una correcta escala de valores y bienes, que se pueden estructurar teniendo a Dios como referencia última.

El modelo económico que ha prevalecido en los últimos decenios postulaba la maximización del provecho y del consumo, en una óptica individualista y egoísta, dirigida a valorar a las personas sólo por su capacidad de responder a las exigencias de la competitividad. En concreto, dentro de la actividad económica, el que trabaja por la paz se configura como aquel que instaura con sus colaboradores y compañeros, con los clientes y los usuarios, relaciones de lealtad y de reciprocidad; realiza la actividad económica por el bien común, vive su esfuerzo como algo que va más allá de su propio interés, para beneficio de las generaciones presentes y futuras”.

Si escucharan estas palabras los fabricantes y vendedores de armas, tendrían que cambiar sus mecanismos de muerte, por otros que favorezcan la vida; pero su dinero, que es su ídolo, les impide ver más allá de sus intereses.

COMPROMISOS

Desde la familia, hay que educar no para la guerra y la violencia, sino para el respeto a los otros, para compartir, para la solidaridad, para amar. No hay que dar a los niños juguetes bélicos, porque afectan su mente y su conducta. Que nuestros legisladores implementen medidas más drásticas para evitar la proliferación de armas. Eduquémonos para la paz social.

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