HOMILÍA DEL OBISPO

MIÉRCOLES DE CENIZA

S. I. Catedral, 13 de febrero de 2013

 

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SANTANDER | 13.02.2013


            “Rasgad vuestro corazón, no vuestras vestiduras: convertíos al Señor Dios vuestro; porque es compasivo y misericordioso” (Jl 2, 13).

            Con estas palabras del profeta Joel, en la primera lectura, la liturgia de hoy, miércoles de ceniza, nos introduce en la Cuaresma. Nos indica que la conversión del corazón es lo fundamental en esta “cuarentena” de días hasta la Pascua.

            Con gran riqueza de símbolos, el texto del profeta Joel recuerda que el compromiso espiritual ha de traducirse en gestos concretos; que la auténtica conversión no debe reducirse a formas exteriores o vagos propósitos, sino que exige la implicación y la transformación de toda la existencia.

            “Convertíos a mí de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto” (Jl 2, 12). La liturgia del miércoles de ceniza, por boca del profeta Joel, exhorta a la conversión a ancianos, mujeres, hombres maduros, jóvenes y niños. Todos debemos pedir perdón al Señor por nosotros y por los demás.

            La exhortación “convertíos al Señor Dios vuestro” implica el desprendimiento de lo que nos mantiene alejados de Dios. Este desprendimiento constituye el punto de partida necesario para restablecer con Dios la alianza rota por el pecado y restaurada por el sacramento de la Penitencia.

            “En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios” (2 Cor 5, 20).  Este texto de la segunda carta del Apóstol Pablo a los Corintios es una apremiante invitación a la reconciliación con Dios, que estaba en Cristo reconciliando todas las cosas. La reconciliación es un don del Padre, que acontece en Cristo, por su misterio pascual, y se vive en la Iglesia, a través del sacramento de la Penitencia. Toda reconciliación pasa por Cristo.

         En efecto, “al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a Él, recibamos la justificación de Dios” (2 Cor 5, 21). Sólo Cristo puede transformar la situación de pecado en situación de gracia.

            ¡Este es el tiempo favorable!: Esta es la exclamación de San Pablo. Un momento favorable ofrecido también a nosotros, que hoy, miércoles de ceniza, emprendemos con espíritu penitente el austero camino cuaresmal.

            En el centro de atención de esta celebración hay un gesto existencial y simbólico, ilustrado oportunamente por las palabras que lo acompañan. Es la imposición de la ceniza sobre nuestras cabezas, cuyo significado, que evoca con fuerza la condición humana, queda destacado en la primera fórmula  del rito: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás” (cfr. Gn 3, 19): estas palabras tomadas del libro del Génesis recuerdan la caducidad de la existencia e invitan a considerar la vanidad de todo proyecto terreno, cuando el hombre no funda su esperanza en el Señor. La segunda fórmula que prevé el rito: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15) subraya la condición indispensable para avanzar por la senda de la vida cristiana. Se requiere un cambio interior real y la adhesión confiada a la Palabra de Cristo.

            Nuestra Santa Madre la Iglesia nos propone tres caminos de purificación personal y comunitaria para la Cuaresma: la limosna, la oración y el ayuno. El texto del Evangelio (cfr. Mt 6, 1-6.16-18) nos inicia en un modo de conversión que va desde lo hondo de nosotros mismos hacia el exterior de nuestros comportamientos. Así pues, la intensidad de la oración habrá de llevarnos de la mano a reconocer la grandeza de Dios en nuestra vida y la limosna y el ayuno, por su parte, a esclarecer la importancia del prójimo en nuestra existencia.

            El Mensaje del Papa Benedicto XVI para la cuaresma de este Año de la fe  lleva por título: Creer en la caridad, suscita caridad. En él hace una reflexión sobre la unión inseparable entre fe y caridad. Os invito a su lectura reposada. Será una forma de agradecer al Santo Padre Benedicto XVI toda su entrega a la Iglesia en el hermoso y difícil ministerio del Sucesor de Pedro, cuando ha anunciado su determinación de renunciar a dicho ministerio y servir a la Iglesia desde la plegaria en el retiro de clausura. Pidamos al Supremo Pastor Jesucristo para que le cuide en esta nueva etapa de su vida.

Para mantener viva la unión entre fe y caridad, y para promover la conciencia de solidaridad y de atención a los pobres y necesitados, nuestra Diócesis de Santander, a través de Cáritas Diocesana, organiza un año más la Campaña de las Huchas de Cuaresma, como gesto solidario con los pobres. Es un signo concreto por el que las familias, parroquias, comunidades religiosas  y asociaciones viven el espíritu cuaresmal de abrirse a Dios y a los hermanos.

            Ojalá que el tiempo cuaresmal sea para todos una renovada experiencia de conversión y de profunda reconciliación con Dios, con nosotros mismos y con nuestros hermanos.  Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, amor que por nuestra parte cada día debemos “volver a dar” al prójimo, especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente de la alegría de la Pascua.

     Que María, Madre de Cristo y de la Iglesia, nos guíe en este itinerario cuaresmal, camino de auténtica conversión al amor de Cristo”.

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander