16.12.12

Hoy en misa vamos a aprender unos versos

A las 9:20 AM, por Jorge
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Pues sí, porque me parece que unos versitos, si se aprenden bien, me van a servir para explicar el evangelio de hoy a niños y mayores.

No sé por qué estamos empeñados en hacer heroicidades como cristianos. Llegan sobre todo los tiempos litúrgicos especiales y ahí te van los grandes propósitos, las ideas más espectaculares, los compromisos sobrehumanos.

No está mal, pero en su momento. Para empezar, mejor cosas que pueden parecer más sencillitas pero que son de una profundidad que asustan. Por eso hoy me parece que me voy a dedicar a que todos aprendan esos versos maravillosos que pone Pemán en boca de Ignacio de Loyola y dirigidos nada menos que a San Francisco Javier: “No hay virtud más eminente que el hacer sencillamente lo que tenemos que hacer”.

Hoy, en el camino del adviento, nos volvemos a encontrar con el Bautista. Y una pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿qué tenemos que hacer para recibir a Cristo en nuestras vidas?, o mejor más sencillo ¿qué hemos de hacer para ser santos?

Seguro que rápido se nos va la cabeza a cosas grandes: mártires, misioneros, religiosos de especial entrega, obispos y papas, gente especial que realizó cosas espectaculares en su vida. Pues no. No se trata de eso. Recordemos lo que decía el Bautista:

En primer lugar, que seamos caritativos con los pobres, los enfermos, los desvalidos, los abandonados. Normal. No pude uno ser santo siendo egoísta. Por eso lo primero es la generosidad especialmente con los más necesitados. Malos tiempos. Tiempos que exigen compartir la vida y los bienes de forma especial. Ahí está Cáritas. Cáritas no fallas.
Y después, a cumplir cada cual con sus obligaciones. Las de buen hijo de Dios y fiel miembro de la Iglesia que nos vienen señaladas por los mandamientos: lo que se llamaba cumplir con Dios y con la Iglesia y cumplir los mandamientos. Y anda que no es difícil, y todavía queremos complicarnos más la vida.

Y como es natural las obligaciones propias del estado de cada uno. Los padres que sean buenos padres, que se preocupen de que sus hijos crezcan en lo humano y en lo divino. Los hijos que obedezcan y respeten a los padres, que estudien mucho, que se porten bien con todos. Que cada cual cumpla con su trabajo, con sus deberes, con lo que le es debido. Así se hace un santo, así se prepara el camino del Señor.

Buscar cosas “especialísimas” es muchas veces poner disculpas para no hacer nada. No es necesario. Cumplir los mandamientos, confesar de vez en cuando, responder bien a las obligaciones de cada uno de tipo laboral, familiar, social. Y ser generosos.

No es poco. Es la virtud más eminente: “hacer sencillamente lo que tenemos que hacer”.