“La aspiración profunda del ser humano tiene su respuesta en Jesucristo”, afirma monseñor González Montes durante el Congreso de Teología en Salamanca


 

En el transcurso del Congreso de Teología “A los 50 años del Concilio Vaticano II (1962-2012)”, organizado por las Facultades de Teología de España y Portugal, en el Auditorio Juan Pablo II de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), hoy se ha iniciado la segunda jornada, con una mesa en la que han participado como ponentes monseñor Adolfo González Montes y Santiago del Cura.

La doctrina de siempre para el hombre de hoy

El primero en intervenir fue monseñor Adolfo González Montes, Obispo de Almería y Presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española, además de antiguo profesor de Teología en la UPSA. Comenzó su ponencia, titulada “Eclesiología y ecumenismo”, hablando de la hermenéutica de la continuidad para entender correctamente el Concilio Vaticano II. “La fe es dogmática, pero su formulación no es miméticamente reproducida a través de las generaciones”, explicó el ponente, que señaló algunas innovaciones conciliares en temas como el ministerio ordenado, el primado, etc.

El Concilio, según monseñor González Montes, dice que “toda la actuación de la Iglesia en la tierra está destinada a ser el sacramento de la llamada de Dios al hombre”. Por eso la respuesta conciliar es “bipolar en cuanto al misterio de la Iglesia: la mirada hacia dentro y hacia afuera se implican la una a la otra”, refiriéndose a las constituciones dogmática y pastoral sobre la Iglesia, Lumen gentium y Gaudium et spes respectivamente.

El ponente afirmó que “del Concilio debemos recibir hoy luz para la vida de la Iglesia y para su relación con el mundo actual”. La razón última de la constitución pastoral del Concilio “no fue debilitar la doctrina a favor de un acercamiento mayor al hombre actual, porque hay una unidad en la diferencia de los dos órdenes”. Las realidades terrenas, según Gaudium et spes, “gozan de una legítima autonomía como dotadas de leyes y valores propios que corresponden al orden creatural, y así, todas las cosas creadas dependen de Dios. Sin el Creador, la criatura se diluye”.

“La novedad del Concilio estriba en el carácter dialógico de la propuesta kerigmática en la sociedad actual, plural”, explicó el Obispo de Almería, que es también miembro del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. “La aspiración profunda del ser humano tiene su respuesta en Jesucristo, y la revelación ilumina el contenido oscuro de la conciencia del hombre”, y por eso el método de Gaudium et spes es “proponer la verdad revelada para que en su esplendor ilumine las profundidades del hombre”. El diálogo con el mundo contemporáneo ha de darse, como señaló Juan XXIII, “pero no poniendo la Iglesia la doctrina entre paréntesis, sino haciendo posible su verdadera presentación en las condiciones del hombre actual”.

La importancia del ministerio ordenado

El segundo ponente del día fue Santiago del Cura Elena, profesor de la UPSA y de la Facultad de Teología del Norte de España (Burgos), y que ha sido miembro de la Comisión Teológica Internacional. Abordó en su intervención “El ministerio ordenado”, acercándose sobre todo al decreto Presbyterorum ordinis y a la parte correspondiente en la constitución dogmática Lumen gentium.

Puso como ejemplo de novedad doctrinal la sacramentalidad del episcopado, como plenitud del sacramento del orden, y otros temas cercanos que no están resueltos del todo en los textos del Concilio, tanto en lo relativo a los presbíteros y diáconos como a los obispos: crisis vocacional sacerdotal, el diaconado permanente, los obispos que no ejercen su ministerio en una diócesis, etc.

Santiago del Cura se acercó al tema desde el término de “ministerio ordenado”, para poder englobar también el diaconado, y por la aceptación ecuménica del concepto, ya que la sacramentalidad del orden está discutida entre algunas confesiones cristianas. “En el tiempo del Concilio, algunos quisieron desterrar la terminología sacerdotal, recuperando el término de presbíteros. Sin embargo, el Concilio mantuvo la simultaneidad de ambos conceptos”, afirmó. Otra cuestión que abordó el ponente es la relación entre el sacerdocio común y el sacerdocio ministerial. “El ministro ordenado tiene que tener conciencia clara de que también él es un bautizado, para que aparezca de modo más creíble como testigo y maestro”, señaló. La diferencia entre ambos sacerdocios es, según el Concilio, esencial y no sólo de grado.

Además, la forma concreta del ejercicio del ministerio ordenado está sujeta a la reconfiguración debido a la escasez de presbíteros y la asunción de nuevas responsabilidades por parte de los laicos, “pero no podemos cerrar los ojos ante la inseguridad que se crea, cuando se producen desplazamientos intracomunitarios… por lo que es necesario repensar el estilo de presidencia de las comunidades, donde el presbítero esté al frente de la comunidad y en medio de ella, para su dirección, cuando hay diversidad de ministerios y carismas”. El ponente llamó a “recuperar la dimensión pneumatológico-trinitaria del ministerio”. Otra cosa que tiene que repensarse es la condición de los religiosos que han sido ordenado presbíteros, recordó Del Cura.

El Congreso puede seguirse on line en la web de la UPSA: http://www.upsa.es/noticias_eventos/congresos/congreso_teologia/index.php