8.10.12

El sueño de la razón

Otra buena iniciativa en torno al «Año de la Fe». La Archidiócesis de México ha publicado oficiosamente en «su web», SIAME, un recordatorio acerca de la necesidad del «Imprimatur» y del «Nihil Obstat».

Seguro que para los del vaso medio vacío es insuficiente. Habría estado bien que el recordatorio lo hubiese hecho el obispo, pero hay que reconocer que no es fácil encontrar medios eclesiásticos que recuerden estas normas de prudencia, y de derecho de los fieles, con tanta claridad.

No es mi propósito reiterar qué es el Imprimatur, el Nihil obstat, quién lo otorga, a quién obliga. El párrafo de arranque del artículo mexicano es sugerente.

¿Te has preguntado si tu Catecismo o el hermoso libro que compraste en la librería para crecer en tu fe respeta fielmente las enseñanzas de la Iglesia católica? ¿El contenido de alguna obra te está provocando cierta confusión en lugar de ayudar a tu crecimiento espiritual?

Es un primer paso tomado en la dirección correcta. Indudablemente los siguientes también han de darse:

  • concederles a las «aprobaciones» el rigor y la seriedad necesarias, me vienen a la cabeza libros de la BAC o de Sal Terrae –por poner ejemplos de editoriales católicas– que no deberían tenerlo
  • concederle a las «aprobaciones» el valor que tienen; también me vienen a la cabeza librerías diocesanas o de instituciones religiosas vendiendo como católicas verdaderas porquerías.

Se está insistiendo mucho, y me parece acertadísimo, en el papel que todos los cristianos hemos de desempeñar en la «nueva evangelización». Todos. Pero hay tareas que son de exclusiva responsabilidad de los pastores, ellos tienen la misión. Esperemos que estén a la altura. Quizá aquí también se les pueda ayudar.

Por ahora excede mis expectativas más inmediatas que los obispos recuerden que no es verdad que «hay que leer todo». Desde un punto de vista humano es una pérdida de tiempo y una estupidez, desde el espiritual un suicidio. Ya no existe la pena de excomunión por leer los libros incluidos en el Índice (hoy en día sería imposible de mantener actualizado), pero se mantiene, por sentido común, lo más grave: la ocasión próxima de cometer pecado mortal. Sí, he mencionado positivamente el Índice y he escrito la palabra pecado: sin perdón.