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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 5 de octubre de 2012

Doctorado de San Juan de Ávila

Retransmisión en España de la proclamación de los nuevos doctores de la Iglesia
San Juan de Ávila y santa Hildegarda de Bingen

Todo sobre san Juan de Ávila, doctor de la Nueva Evangelización
La Conferencia Episcopal Española abre una página web dedicada al santo

San Juan de Ávila es un modelo para la Nueva Evangelización
Coloquio con monseñor Juan Esquerda Bifet, estudioso del nuevo Doctor de la Iglesia

Nueva Evangelización

Este es un sínodo sobre todo "para la transmisión de la fe"
Entrevista al arzobispo Héctor Rubén Aguer, arzobispo de La Plata y padre sinodal

En la Nueva Evangelización, "la caridad es más eficaz que las reflexiones teológicas"
Monseñor Nikola Eterovic ilustra espíritu y contenidos del próximo Sínodo de los Obispos

Nueva evangelización: vivificar nuestra fe para contagiarla a todos
Prelado del Opus Dei: todos estamos invitados a la santificación personal

Necesitamos ir donde hoy está la gente y llevarles a Jesucristo
Entrevista a Mario Capello, presidente del Instituto Católico para la Evangelización

ESPECIAL 50 AÑOS DEL CONCILIO VATICANO II

Cardenal Angelo Scola: "Los cristianos de fe verdadera realizan las promesas del Concilio"
Entrevista durante la Conferencia Internacional de Estudios sobre el Concilio Vaticano II

Santa Sede

La doctrina de Benedicto XVI sobre Hildegarda de Bingen
Abordó la figura de la nueva doctora en dos catequesis de la audiencia general en 2010

En la escuela de san Pablo...

Imitar la fidelidad de Cristo, quien ha gustado la muerte para bien de todos (Tiempo ordinario 27º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical

Flash

¿Quién fue santa Hildegarda de Bingen?
Hay dos website que permiten conocer mejor a la futura Doctora de la Iglesia


Doctorado de San Juan de Ávila


Retransmisión en España de la proclamación de los nuevos doctores de la Iglesia
San Juan de Ávila y santa Hildegarda de Bingen
MADRID, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- El próximo domingo 7 de octubre tendrá lugar la retransmisión en directo de la Eucaristía de apertura del Sínodo de los Obispos, dedicado a la Nueva Evangelización, y en que se proclamará a san Juan de Ávila y a santa Hildegarda de Bingen como doctores de la Iglesia.

El programa El Día del Señor, en La 2 de Televisión Española, retransmite, desde las 09:30 horas, esta Eucaristía en la cual el Maestro Ávila, patrono de los sacerdotes seculares de España, será declarado doctor de la Iglesia universal.

La cadena de televisión 13tv, con los periodistas Inmaculada Galván y Javier Alonso, presenta también un programa especial desde El Vaticano con motivo de la Apertura del Sínodo de los Obispos, con la retransmisión en directo la Santa Misa y un programa especial.

Además será posible seguir la celebración a través de Radio María en sus emisoras en España.

La celebración dará comienzo a las 09:30 horas y será presidida por el santo padre Benedicto XVI, desde la basílica de San Pedro de Roma. Concelebrarán los padres sinodales y los obispos de las Conferencias Episcopales española y alemana, países de origen de los santos que serán proclamados doctores.

Al comienzo de la misa, Benedicto XVI proclamará a san Juan de Ávila doctor de la Iglesia universal, convirtiéndose así en el cuarto santo español en ser declarado doctor junto con san Isidoro de Sevilla, san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús.

Con san Juan de Ávila y santa Hildegarda son treinta y cinco los doctores. El Santo Maestro, llega al trigésimo cuarto doctorado de la historia de la Iglesia tras varios exámenes en los que el santo español ha obtenido “matrícula de honor”, según ha indicado la postuladora de la Causa del Doctorado, María Encarnación González, ya que, tanto los doce teólogos como la sesión plenaria de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano dieron su aprobación “unánime”.

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Todo sobre san Juan de Ávila, doctor de la Nueva Evangelización
La Conferencia Episcopal Española abre una página web dedicada al santo
MADRID, 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- Con motivo de la próxima proclamación de san Juan de Ávila como nuevo doctor de la Iglesia, la Conferencia Episcopal Española ha abierto una nueva página web dedicada al santo sacerdote.

En la página, además de ofrecer en el menú principal apartados como: datos biográficos, escritos, tiempos litúrgicos, documentos, oración con san Juan de Ávila, estudios, recursos didácticos y bibliografía, se publican las novedades y las noticias sobre el santo aparecidas en los medios de comunicación.

Se puede conectar directamente en este enlace: http://sanjuandeavila.conferenciaepiscopal.es/

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San Juan de Ávila es un modelo para la Nueva Evangelización
Coloquio con monseñor Juan Esquerda Bifet, estudioso del nuevo Doctor de la Iglesia
Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- Para san Juan de Ávila, el título de Doctor de la Iglesia Universal no será el primero que reciba. Ya desde que era beato fue declarado “Patrono del Clero español” por el papa Pío XII, y aún antes ya era considerado un “Maestro de Espirituales”, por el gran aprecio que le tuvieron los escritores de la época, y la influencia que ejerció posteriormente en otros santos, doctores y fundadores como san Juan de Dios o san Pedro Poveda.

A fin de conocer un poco más a este gran personaje, ZENIT entrevistó a monseñor Juan Esquerda Bifet, conocido escritor y profesor emérito de la Pontificia Universidad Urbaniana, quien no solo es un profundo estudioso de la vida y obra de Juan de Ávila, sino que tiene el mérito de haber conformado el primer grupo de trabajo en la Conferencia Episcopal Española, que sustentó a fines de los años setenta la postulación ante la Santa Sede de este alto reconocimiento.

El mundo se alegra porque España tendrá otro Doctor de la Iglesia…

--Mons. Esquerda Bifet: Así es, es un don de Dios para España y para la Iglesia universal. Hasta ahora hay pocos doctores españoles como san Juan de la Cruz, san Isidoro de Sevilla y santa Teresa de Ávila.

¿Cúantos son todos los Doctores?

--Mons. Esquerda Bifet: Hasta ahora son 33 y este año se añaden 2, santa Hildegarda de Alemania, del año 1100, y san Juan de Ávila, un español del 1500.

¿Cuáles son las características que debe tener un Doctor para ser declarado como tal?

--Mons. Esquerda Bifet: Primero la santidad, y si ya está canonizado no hay problema. Luego una doctrina eminente, con una incidencia especial en la Iglesia.

¿Qué es lo que le ha interesado en especial al papa Benedicto XVI de Juan de Ávila?

--Mons. Esquerda Bifet: Él lo dijo en una frase espontánea durante su viaje a España con los periodistas: que había influido en la modernidad dándole un sentido cristiano, algo que ha llegado hasta hoy. Y porque vivió en un momento de cambio en que la Iglesia se renovó, y san Juan de Ávila influyó en esa renovación y en esa modernidad.

¿Tuvo una influencia en la teología o en los estudios de espiritualidad?

--Mons. Esquerda Bifet: Sería en el campo de la espiritualidad, porque posteriormente lo citan con frecuencia algunos doctores de la Iglesia como san Alfonso María de Ligorio y san Francisco de Sales, además de otros santos y escritores.

Él es modelo para el clero español y mundial, ¿pero qué se destaca de su obra pastoral?

--Mons. Esquerda Bifet: Esta es muy conocida, porque ya siendo beato, fue declarado por Pío XII como patrono del clero español. Y esto porque fue un hombre que se dedicó a todo el apostolado de la catequesis, de los pobres, la caridad, misiones populares… Es un hombre ejemplar en cuanto a la misión sacerdotal, creó seminarios, colegios, una universidad para la formación de santos sacerdotes. Y tenemos escritos dirigidos a laicos, religiosos y a los presbíteros.

¿Él dejó todo y entró en el seminario, no?

--Mons. Esquerda Bifet: Primero estudió en Salamanca por cuatro años cuando era muy joven, con 16 o 17 años. Dejó aquellos estudios jurídicos, regresó a su casa y alguien le ayudó para volver a la Universidad de Alcalá, donde estuvo seis años hasta ordenarse sacerdote. Y el día que cantó misa distribuyó los bienes que heredó de sus padres a los pobres, para alistarse al nuevo mundo. El primer obispo de Tlaxcala en Puebla, México, le aceptó; solo que en Sevilla se entretuvo mientras esperaba y luego el arzobispo no le dejó marcharse y se quedó.

¿Es cierto que san Ignacio de Loyola lo quiso en la Compañía de Jesús?

--Mons. Esquerda Bifet: Sí, es cierto. San Ignacio lo apreciaba mucho y conocía sus escritos. Y se ha descubierto en una carta que aconsejaba leer un libro de espiritualidad de Juan de Ávila llamado “Audi Filia”. Sabemos que quería que entrara en la Compañía. Le tenía mucho aprecio, y era mutuo, porque Juan de Ávila le responde que él no se siente bien porque está enfermo, pero de hecho treinta de sus discípulos se hicieron jesuitas.

¿Qué faltaría profundizar de Juan de Ávila?

--Mons. Esquerda Bifet: Hay muchas publicaciones y se han hecho conferencias internacionales, por lo que es difícil precisar. A mi entender, ya serían cosas más especializadas, por ejemplo cómo en sus escritos se ve que es un hombre de comunión eclesial, que busca siempre la armonía y la fraternidad. Y de hecho por eso en su época lo apreciaron todos, o sea religiosos de cualquier orden, laicos, gobernadores, o la gente sencilla, porque era un hombre de comunión. Se podría estudiar también su modo de predicar, que sería muy actual. Y ver cómo conserva todos los datos de la fe y los adapta a una cultura, a un lenguaje de la época que es lo que nos falta hoy.

Una coincidencia que sea proclamado Doctor justamente en esta época…

--Mons. Esquerda Bifet: Realmente se le podría declarar modelo de la nueva evangelización, y quizás por eso el papa lo declara Doctor al empezar el Sínodo de la Nueva Evangelización. Yo pongo siempre una comparación. Se ha dicho, y con razón, que por la Sagrada Familia de Barcelona, Gaudí es un modelo de la nueva evangelización, debido a que es una obra de arte tan maravillosa de hace un siglo, que resulta hoy actual como podemos ver. Lo de Juan de Ávila es parecido pero en otro campo. Él es un hombre que presenta la síntesis del misterio de Cristo, basado en la escritura, en los Padres, la liturgia, el magisterio, pero adaptado al lenguaje y a la cultura de la época y a la situación, y esto es lo que nos falta hoy en la nueva evangelización.

¿Qué obra de san Juan de Ávila recomendaría a los lectores?

--Mons. Esquerda Bifet: Lo más accesible son las Cartas, y para un laico comprometido o un religioso o sacerdote están los Sermones. Pero hay un tratado, que es anterior a los de san Juan de la Cruz y santa Teresa, el “Audi Filia”, “¡Escucha Hija!”. Es un tratado de espiritualidad sobre cómo es el itinerario de la vida espiritual a la luz de la Palabra de Dios, o sea lo que hoy llamamos la Lectio Divina.

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Nueva Evangelización


Este es un sínodo sobre todo "para la transmisión de la fe"
Entrevista al arzobispo Héctor Rubén Aguer, arzobispo de La Plata y padre sinodal
Por H. Sergio Mora

ROMA, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- Este domingo se abre en el Vaticano el Sínodo de los Obispos sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, con una solemne misa en San Pedro. Varios cientos de personas, entre los cuales cardenales, obispos, sacerdotes y expertos participarán del mismo hasta el 28 de octubre. Durante su celebración, el próximo domingo 11 de octubre inicia el Año de la Fe.

ZENIT ha entrevistado a uno de los padres sinodales, el arzobispo argentino de la ciudad de La Plata, Héctor Aguer*, sobre este evento eclesial, que no es un concilio ni un consejo deliberante, el cual presentará una serie de propuestas a Benedicto XVI para que oriente a la Iglesia a través de una exhortación postsinodal.

¿Cuáles son las expectativas sobre este sínodo?

--Mons. Aguer: El sínodo ha sido convocado para tratar sobre la nueva evangelización para la trasmisión de la fe, y creo que no habría que disociar esos dos elementos.

¿El concepto de nueva evangelización cómo nace?

--El concepto de nueva evangelización ha sufrido una transformación. Lo utilizó por primera vez en 1983 el beato Juan Pablo II referido a la evangelización que la Iglesia debía emprender ante la perspectiva de los 500 años. Luego fue aplicado a la situación de los países de vieja tradición católica, en la cual la fe se vino socavando por diversas circunstancias en particular por los embates del secularismo.

¿Con qué se identifica la nueva evangelización?

--Mons. Aguer: Se identifica con la renovación profunda y permanente de la pastoral ordinaria de la Iglesia y la finalidad es siempre transmitir la fe, en circunstancias a veces difíciles.

¿Entre la nueva y la primera evangelización, hay diferencias?

--Mons. Aguer: Suelo hacer una comparación entre nuestros tiempos y los primeros siglos de la difusión del cristianismo. En esos tiempos el cristianismo se abrió paso en medio de una cultura pagana en decadencia y que al parecer esperaba algo nuevo. Hoy en día el contexto sería de un paganismo postcristiano, los países donde la fe y la cultura cristiana ha sido menoscabada, y allí hay que presentar la novedad permanente de Jesucristo y su mensaje.

¿Cual es la novedad para el hombre pagano postcristiano?

--Mons. Aguer: Hay dificultades específicas pues en ese gran despliegue de la modernidad el hombre se ha ido sintiendo más orgulloso de si mismo. Se encuentra desnudo en un desierto porque ha perdido el sentido de su origen y de su fin, por lo tanto el sentido de su existencia y allí es necesario presentar la novedad permanente de Jesucristo resucitado.

Bien, entonces ¿Cómo trasmitir esa 'novedad permanente'?

--Mons. Aguer: Cada generación cristiana tiene que transmitir la fe, y esa es la obra principal de la Iglesia. La Iglesia, decía Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi, vive el evangelio. Cada uno de sus miembros debe sentir como una misión personal transmitir la fe, en la familia, en los distintos ambientes de presencia eclesial, en los ámbitos hoy en día alejados, o refractarios. Yo subrayo fuertemente, "para la trasmisión de la fe".

De una generación a otra parecería que la fe tiende a perderse

--Mons. Aguer: No creo que haya que aplicar ese esquema. En la Iglesia ha habido renacimientos, de la cultura cristiana, de la teología, de la acción misionera. Hay que ver al sínodo como una gran oportunidad.

¿Y por dónde retomar?

--Mons. Aguer: Por la vida de la Iglesia en las comunidades cristianas. ¿Cómo inició todo? Esas comunidades vivían intensamente el espíritu del Señor y por ello la difusión del cristianismo era connatural con ellas. Se trata de recuperar a una plena vida de fe y de pertenencia eclesial a las multitudes de los bautizados.

¿Es necesario hacer sentir la presencia de Dios, crear un contexto cultural?

--Mons. Aguer: Los signos de la presencia de Dios, por supuesto se dan en la vida de la Iglesia en la liturgia y en las manifestaciones culturales de la fe. El papa ha insistido mucho en el camino de la belleza, que para muchos puede ser el itinerario hacia el encuentro con Cristo, o el testimonio de los cristianos, o la vida de santidad de los fieles. Recordemos el asombro de los paganos en las primeras comunidades cristianas ante el amor fraterno de los fieles.

¿Es suficiente la emoción religiosa?

--Mons. Aguer: Hay que insistir que la fe no es una mera emoción subjetiva, un sentimiento, o una vaga aspiración religiosa, sino que es un encuentro con Jesucristo y una adhesión plena a Él, a la Iglesia, se articula en convicciones y verdades. En la carta Porta Fidei el papa habla de los contenidos de la Fe e indica el Catecismo de la Iglesia Católica del cual se cumplen 20 años, como instrumentos que están a nuestra disposición para transmitir la fe.

--Usted habló antes de pastoral ordinaria de la Iglesia

--Mons. Aguer: El instrumento de trabajo del sínodo hace referencia a la parroquia como centro de la nueva evangelización, pensada no como un sitio al cual se dirigen algunas personas que buscan servicios religiosos, pero como un centro integral de evangelización. Eso supone un trabajo fuerte de los pastores para ofrecer a los fieles oportunidades de formación integral, incorporándolos a la acción misionera apostólica y caritativa.

¿Qué proponen los padres sinodales?

--Mons. Aguer: El sínodo no es un concilio, ni una asamblea deliberativa, su finalidad es presentar al santo padre una serie de proposiciones con las cuales orientará a la Iglesia a través de una exhortación postsinodal.

También hay un lado importante de oración.

--Mons. Aguer: Como toda asamblea eclesial, si no tuviera esto no lo sería, evidentemente se trata de invocar al Espíritu del Señor y estar abiertos a su influjo. Sería una paradoja si nos reuniéramos como expertos que estudian un tema.

¿Podría parecer curioso que una iniciativa de reevangelización parta de un papa teólogo?

--Mons. Aguer: En el caso del santo padre uno ve cómo, además de su obra teológica, es admirable a pesar de toda la carga que la Iglesia supone, pueda seguir profundizando sobre el misterio de Cristo, con las últimas obras que nos ha dado. Uno ve al santo padre en sus homilías con que sencillez se dirige a los fieles. Es abstruso pensar que el teólogo habla para unos pocos. El hecho que el papa sea teólogo nos asegura una convicción muy iluminada y una inspiración continua para renovar las verdades de la fe.

*Monseñor Hécto Rubén Aguer, nació el 24 de mayo de 1943, en el barrio porteño de Mataderos, realizó sus estudios superiores en Humanidades y Filosofía en el Seminario Metropolitano de Buenos Aires (1964-1968), lengua hebrea en el Departamento de Estudios Bíblicos del Instituto de Cultura Religiosa Superior (1965-1967) y Teología en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina (1968-1972). Es Licenciado en Teología.

Ordenado presbítero para la Archidiócesis de Buenos Aires, en 1972 por el cardenal Juan Carlos Aramburu, ejerció diversos cargos dentro del ministerio sacerdotal y la docencia, así como en el campo de la investigación sobre Doctrinas Medievales, san Agustín y santo Tomás de Aquino.

En 1978, trabajó en la diócesis de San Miguel, con diversos cargos hasta que 1980 se le confió la organización del Seminario Diocesano, del cual el obispo lo nombró rector. En 1989 fue designado Prelado de Honor de Su Santidad.

En 1992, Juan Pablo II lo designó obispo titular de Lamdia y obispo auxiliar de Buenos Aires. En 1998, Juan Pablo II lo designó obispo coadjutor de la archidiócesis de La Plata y en 2000 se convirtió en su arzobispo.

En la Conferencia Episcopal Argentina, fue miembro de la Comisión de Fe y Cultura (1993-1999) y luego de las Comisiones de Catequesis y de Educación Católica. Fue delegado del Episcopado Argentino para los Bienes Culturales de la Iglesia (1992-1999).

Más tarde fue miembro de la Región de Pastoral platense, miembro de la Comisión Permanente del Episcopado y de la Comisión Episcopal de Educación Católica. Gran Prior para la Argentina de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén, Capellán Conventual de la Soberana Orden Militar de Malta y Gran Canciller de la Universidad Católica de La Plata (UCALP).

En la Santa Sede fue consultor de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), miembro de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia y del Consejo Internacional para la Catequesis; socio honorario de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino.

En 2007, Benedicto XVI lo nombró nuevo miembro del Pontificio Consejo Justicia y Paz. En 2009, se dio a conocer la designación --junto a varios otros prelados- la designación de monseñor Aguer, como miembro del Consejo Pontificio para la Cultura.

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En la Nueva Evangelización, "la caridad es más eficaz que las reflexiones teológicas"
Monseñor Nikola Eterovic ilustra espíritu y contenidos del próximo Sínodo de los Obispos
Por Luca Marcolivio

CUDAD DEL VATICANO, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- La XIII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos está ya a punto de iniciarse. El tema, sobre La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, tiene relación directa con la exhortación de Jesús Resucitado: "Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura" (Mc16,15).

Lo explicó esta mañana, durante un encuentro con los periodistas acreditados en la Sala de Prensa de la Santa Sede, monseñor Nikola Eterovic, secretario general del Sínodo de los Obispos. El prelado comentó el programa del Sínodo (7-28 octubre 2012), especificando que el mandato a evangelizar "sigue siendo el mismo" en toda época, cualesquiera que sean los destinatarios, las condiciones sociales, culturales, políticas y religiosas.

Monseñor Eterovic expresó su agradecimiento por las oraciones que están llegando de parte de las comunidades eclesiales de todo el mundo por el inminente Sínodo. Tal apoyo espiritual, comentó el prelado, "reforzará los lazos de comunión no sólo entre los obispos reunidos con el santo padre en la Asamblea sinodal, sino con todos los miembros del Pueblo de Dios que siguen los trabajos sinodales".

En diálogo con los periodistas, el secretario general del Sínodo puso de relieve algunos puntos fuertes de la Nueva Evangelización. Entre ellos, la "caridad", "lenguaje universal que todos comprenden" y que es "un discurso más convincente que muchas, aunque necesarias, reflexiones teológicas".

Precisamente a través de la caridad una gran cristiana contemporánea, la beata madre Teresa de Calcuta, supo responder concretamente a la llamada a la Nueva Evamgelización.

La santidad es por tanto un extraordinario vehículo para cristianizar la sociedad. "Si tuviéramos más santos, la Iglesia sería más atrayente", observó Eterovic, puntualizando sin embargo que esto no debe inducir al pesimismo porque los santos están realmente presentes en nuestra vida cotidiana. Lo demuestran las siempre numerosas canonizaciones y también las muchas personas que, con gran discreción, llevan a Cristo a la sociedad, si bien quizá "nunca sean canonizadas".

Tanto en las tierras de primera evangelización como en las de evangelización más reciente, la Iglesia debe reencontrar un "nuevo dinamismo", añadió monseñor Eterovic, dotándose de "nuevos métodos" y "nuevas expresiones" para anunciar la "perenne novedad de Jesucristo". En la búsqueda de estas nuevas modalidades, "debemos ser muy humildes y muy realistas", precisó.

Cambiar el paso en los métodos misioneros y de evangelización, añadió el prelado, es necesario en todas partes, tanto en la vieja y secularizada Europa como en continentes donde la secularización está menos marcada.

En Asia y en África, por ejemplo, a menudo muchos bautizados "no están adecuadamente educados en la fe y se alejan de la vida sacramental". También sucede en las áreas geográficas de reciente evangelización, por tanto "la transmisión de la fe no es algo ya que se da por descontado, se detecta un cierto cansancio y hay que encontrar el dinamismo de los primeros tiempos" para un "arraigo" del Evangelio y la "inculturación" de la fe cristiana.

En cuanto a las personalidades presentes en el Sínodo, monseñor Eterovic explicó que la ausencia de intelectuales declaradamente agnósticos se debe ensecialmente a la organización de las sesiones sinodales que, por su naturaleza, privilegian una interlocución interna de la Iglesia católica (con un alargamiento no desdeñable al diálogo ecuménico con los acatólicos), mientras que las relaciones con los no creyentes tienen como lugar privilegiado el Atrio de los Gentiles, promovido por el Consejo Pontificio para la Cultura.

Respondiendo a una pregunta de ZENIT, sobre el papel de los laicos y los movimientos eclesiales y carismáticos, el secretario general del Sínodo de los Obispos definió su presencia en el Sínodo especialmente "interesante", porque los laicos "aportarán una viva experiencia de fe vivida", haciendo una "gran aportación tanto a la evangelización de todos los días como a la nueva evangelización".

Monseñor Eterovic subrayó la "dificultad" para elegir a los representantes de los movimientos a convocar, visto el enorme número de carismas en la Iglesia. El dato interesante es sin embargo su constante alusión al Espíritu Santo, imprescindible en la práctica evangelizadora: sin El "no podría haber cristianos, ni mucho menos los movimientos".

Interpelado por ZENIT sobre las motivaciones profundas de la secularización, sobre todo en el mundo occidental, el secretario general del Sínodo de los Obispos señaló como causa principal el eclipse de la fe, y el secularismo entendido en su versión más agresiva e ideológica, que "pretende educar a los hombres como si Dios no existiera".

El revés de la medalla es, en positivo, un "deseo de sagrado" y una "búsqueda de trascendencia" que no parecen declinar y a los que la Nueva Evangelización debe dar una respuesta.

El Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI a partir del 11 de octubre, se propone ser una respuesta tanto a la secularización como al poco evidente pero siempre vivo deseo de Dios, subrayó monseñor Eterovic.

Es un "momento de gracia en el que todos los cristianos están invitados a reflexionar sobre el gran don de la fe que viene de Dios", añadió el prelado. "Fue Dios, en efecto, quien dio el primer paso creándonos a su imagen y semejanza. En todo hombre, incluso en el alejado de la fe, existe esta luz de Dios, aunque a menudo esté orcurecida por el interés hacia las cosas terrenas. Corresponde al hombre dar el segundo paso, respondiendo a la llamada de Dios".

El Año de la Fe es por tanto "un momento propicio para renovar la fe y reforzarla, para estar más diligentes en el anuncio del evangelio". Para hacerlo no es necesario "hacer grandes cosas sino sencillamente ser buenos cristianos, tanto personalmente como en familia".

La familia misma, subrayó Eterovic, desempeña un papel muy importante en la evangelización, especialmente en una cultura como la nuestra, donde ha sido puesta en crisis por los diversos proyectos de "sucedáneos de familia".

"Una familia cristiana anuncia el Evangelio ya con su misma presencia, alegre, a pesar de las dificultades que cada una vive --añadió el prelado--. Así auguramos que también nuestras comunidades, reforzadas en la fe, puedan ser una respuesta auténtica al gran deseo y sed de Dios que se encuentra también en el hombre contemporáneo.

Traducido del italiano por N.S.M.

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Nueva evangelización: vivificar nuestra fe para contagiarla a todos
Prelado del Opus Dei: todos estamos invitados a la santificación personal
Por H. Sergio Mora

ROMA, viernes 5 octubre 2012. (ZENIT.org). - El objetivo de la Nueva Evangelización es lograr que los cristianos se santifiquen en la vida cotidiana, de manera que vivificados en la fe logren contagiarla a todos. Es la idea propuesta por el prelado del Opus Dei Javier Echevarría, que participará como padre sinodal en la 13 Asamblea eclesial que se realizará en Roma del 7 al 24 del presente mes.

Lo indicó al ingresar en el aula magna de la Universidad de la Santa Cruz, con motivo de los diez años del programa Harambee en favor de África, que el Opus Dei lanzó con motivo de la canonización de su fundador, el sacerdote español José María Escrivá de Balaguer.

“Nueva evangelización y santificación de la vida cotidiana --le indicó a Zenit- son cosas conjuntas. No se pueden separa la una de la otra, si no somos cotidianamente en nuestra vida verdaderos católicos non podemos anunciar el evangelio”.

“San José María Escribá --prosiguió el prelado español- nos dijo que todo en la vida es importantísimo porque nos lleva al Señor y a la amistad con Él”.

A la red televisiva RAI Uno, Echevarría recordó que la nueva evangelización se refiere a todos. “A todos nosotros que somos iglesia obispos, religiosos, laicos. Todos tenemos que buscar que este sínodo nos ayude a vivificar nuestra fe. Se trata de servir a las personas no solamente en el social, sino además de contagiar esta fe que vivifica la vida de todos”.

Concordó además con la idea de Benedicto XVI de que la nueva evangelización comenzó con el Concilio Vaticano II: “Sin duda, pues el Vaticano II refiere que todos, absolutamente todos son llamados a la santidad, no hay persona en la Iglesia que sea excluida de esta finalidad maravillosa”.

En el aula magna de dicha universidad, donde se realizaron las exposiciones por la jornada de Harambee, el prelado hizo una invitación: “Pasado mañana inicia la 13 Asamblea del Sínodo sobre el tema de la nueva evangelización y la transmisión de la fe cristiana, por ello les invito a rezar por esta intención”.

“En el décimo aniversario de la canonización de san José María --prosiguió--, podemos recurrir a su intercesión: que esta Asamblea eclesial le sirva al mundo para recordar que la santidad no se limita a ser una meta para privilegiados, sino que --como confirmó el Concilio Vaticano II- es una invitación universal, accesible a cada hombre y mujer de buena voluntad”.

“Recemos para que este sínodo --concluyó el obispo español- contribuya junto al inminente Año de la Fe, a dilatar muchos corazones”, de manera que estos “con la gracia de Dios, sean motores para otras conversiones y para transformar el contexto social, en armonía con la dignidad humana y con aquella gloria de Dios a la cual el hombre está destinado”.

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Necesitamos ir donde hoy está la gente y llevarles a Jesucristo
Entrevista a Mario Capello, presidente del Instituto Católico para la Evangelización
Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- Durante el último año se viene hablando con insistencia sobre la nueva evangelización, y acerca de lo que la Iglesia debe hacer para volver a “cristianizar” algunos continentes. Y es lógico que así sea, porque casi un año atrás el papa Benedicto XVI anunció la realización de un Sínodo de Obispos centrado en este tema, que será inaugurado por él mismo este domingo 7.

Ante una convocatoria de tal magnitud, muchos empezaron a tomar en serio el asunto, a leer más al respecto, otros a escribir y algunos a criticar... Pero hubo un amplio sector que sintió más bien la confirmación a sus esfuerzos evangelizadores, que brotaron como respuesta a aquel llamado profético del beato Juan Pablo II en 1979 y en 1983, para iniciar una “Nueva Evangelización”, nueva en sus métodos, en su ardor y en su expresión.

En estos días previos al Sínodo, donde seguramente se analizarán varias experiencias-modelo, ZENIT conversó con el laico maltés Mario Capello, presidente del Instituto Internacional Católico para la Evangelización (ICPE), quien hace más de 25 años --al escuchar el llamado del papa--, empezó con su esposa y un grupo de personas a vivir su condición católica de evangelizador.

El Instituto que usted preside ha celebrado diez años de su reconocimento pontificio... ¿Cuál era la idea original cuando lo fundó casi tres décadas atrás?

--Mario Capello: Cuando fundamos la Misión ICPE, nuestro deseo fue el ayudar a católicos a cruzar el puente que existe entre el saber de Jesús, hasta el conocerlo personal e íntimamente. Y luego ayudarlos en su formación como auténticos discípulos, creíbles testigos de la Buena Nueva en el mundo. En otras palabras, nuestra visión fue “entrenar” católicos para convertirlos en evangelizadores eficaces. Y aunque esta siempre ha sido la meta y enseñanza de la Iglesia, recuerdo que cuando empezamos a contarle a otros lo que Dios había puesto en nuestros corazones, no siempre encontrábamos una calurosa acogida…

¿Antes no se hablaba de “reevangelizar” las ciudades, no?

--Mario Capello: En los años ochenta, el solo mencionar la palabra "evangelización" causaba que algunas personas alzaran la ceja y preguntaran "¿es esto católico?". Aquello comenzó a cambiar cuando el beato Juan Pablo II llamó a la Iglesia hacia una Nueva Evangelización, y de este modo, encargó a católicos "normales" como nosotros que fueran a la vanguardia en la misión de la Iglesia.

¿Recuerda los primeros pasos?

--Mario Capello: Empezamos en 1985 con una simple escuela de capacitación en evangelización que duró cuatro meses y reunió a 20 participantes de 14 países diferentes, que se realizó en la isla de Malta. Desde esos humildes comienzos, Dios nos ha traído hasta aquí por su gracia, mucho más allá de lo que jamás hubiéramos podido imaginar. Pero recuerdo un momento crucial en la vida de la Misión ICPE y fue cuando mi esposa Anna y yo fuimos invitados a una cena privada con el papa Juan Pablo II en Castel Gandolfo en septiembre de 1988. Allí el papa nos "envió" desde el corazón de la Iglesia hacia más allá de lo que era fácil o cómodo, de lo que ya conocíamos y que era seguro para nosotros... Anna y yo nunca volveríamos a ser los mismos después de esa cena.

Fue como empezar con la bendición papal en directo…

--Mario Capello: Sí, el papa Juan Pablo avivó la llama que el Señor había puesto en nuestros corazones, para conocer a Cristo y darlo a conocer. Porque este es el corazón de la Misión ICPE, esto es por lo que muchos hoy y por muchos años han dado su vida y por lo que viven como misioneros laicos. Nos consideramos bendecidos por vivir en una época en la que el papa actual, Benedicto XVI, ha establecido un dicasterio específicamente para la Nueva Evangelización. Muchas cosas han cambiado en tan solo unos pocos años…

¿Cuál es su misión principal y dónde trabajan?

--Mario Capello: Nuestro objetivo como Instituto, es el de capacitar a los católicos a ser sal y fermento en la sociedad, al mismo tiempo que sirviendo a la Iglesia donde se nos necesite. El núcleo del apostolado de la Mision ICPE es por lo tanto un compromiso hacia la formación de los laicos en su llamado a la santidad y a la misión. Esto se logra a través de una variedad de iniciativas, desde cursos de formación en Alemania, a la distribución de canastas con alimentos a los pobres en Filipinas, en una experiencia corta de misión, en un "ad gentes", ya sea un congreso misionero en África, o el ministerio “Mujer a Mujer” en Singapur, sólo para mencionar algunas.

¿Y qué hacen por los jóvenes?

--Mario Capello: Teniendo en cuenta que los jóvenes son la esperanza del futuro, una prioridad muy alta para nosotros es la de capacitarlos a fin de que esta generación llegue a tener cristianos dinámicos y eficaces, así como líderes en diferentes ámbitos en la sociedad. Un buen número de misioneros del ICPE estan dedicados a trabajar en la pastoral universitaria, en diversas iniciativas juveniles y en el desarrollo de líderes. En años recientes, el entendimiento de que la doctrina social de la Iglesia es parte integral de la misión evangelizadora de la Iglesia se ha vuelto más generalizada; por eso el amor cristiano debe llevar a un compromiso con los proyectos sociales y culturales que tienen al bien de la humanidad en el fondo.

¿En qué países están presentes?

--Mario Capello: Por ejemplo en Ghana, a través de la construcción de un centro de salud, así reunimos ayuda profesional para satisfacer algunas de las necesidades físicas y espirituales en la región. Actualmente la Misión ICPE coordina su actividad en el mundo a través de la Oficina Internacional en Roma y en los Centros de Misión presentes en todos los continentes, es decir, Alemania, Malta, Ghana, India, Singapur, Polonia, Filipinas, Corea del Sur, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Colombia.

Para eso se necesita mucha gente, ¿Quiénes conforman la institución?

--Mario Capello: La Misión ICPE hoy está constituida por comunidades internacionales de tiempo completo que viven en el mismo lugar, integradas por familias, solteros, personas consagradas y sacerdotes. Vinculados a las comunidades están los Compañeros de la Misión ICPE, quienes conservan sus empleos seculares mientras que viven el espíritu y el llamado de la comunidad misionera de todo el mundo. Y están también los Amigos de la Misión ICPE, que son miembros de corazón vinculados de manera informal a nosotros.

¿Es difícil hablar hoy a la gente en las ciudades…?

--Mario Capello: La verdad, no es tan difícil como muchos piensan que es. Yo he vivido en Roma por casi 15 años y parte de mi trabajo tanto a nivel local como internacional, implica el reunirme con altos ejecutivos de negocios, profesionales y políticos. La barrera más grande que uno necesita superar es el miedo de acercarse a un extraño e iniciar una conversación. Muchas veces si mostráramos un poco de atención a alguien, usted se sorprendería de lo fácil que es que esa persona abra su corazón y comparta las necesidades más profundas que habitan en ese corazón.

¿Y cómo hacerlo?

--Mario Capello: Muchas personas buscan un encuentro real con otra persona, por una conversación que vaya más allá de lo superficial. Vivimos en una cultura que ha sido descrita como pobre en esperanza; sin embargo, las personas que yo conozco son a menudo personas hambrientas de sentido. Hoy, todos se están volviendo más activos a través de las formas de comunicación electrónicas, aunque las personas están cada vez mas aisladas. Es en este ambiente donde creo que una conversación honesta y sincera con un extraño, o tal vez con una persona que ya conocemos, puede hacer una gran diferencia.

¿Cómo se prepara a los misioneros para salir a anunciar el Evangelio?

--Mario Capello: Nuestra principal herramienta para capacitar católicos en la evangelización es la "Escuela de Misión", SOM del inglés School of Mission. Este curso de formación local, de tiempo completo, se divide en dos fases: la fase de enseñanza y la fase de misión. En la primera parte de la escuela, muchas vidas se ven significativamente tocadas por Dios, con un cambio profundo en la vida de una persona. Y esto es así porque no es la enseñanza en evangelización lo que hace a un evangelizador, sino el permitir a la gracia de Dios transformarnos, en otras palabras, el ser evangelizado; esta escuela dura algunas semanas, de hecho son cuatro meses.

Es un proceso largo, ¿no?

--Mario Capello: Durante la primera fase de la SOM, utilizamos una combinación de cursos, intercambio en pequeños grupos y cuidado pastoral de persona a persona para ayudar a nuestros participantes a aprender acerca de la fe católica, a entenderse a ellos mismos más plenamente, y a desarrollar una relación profunda y vibrante con Dios. Entonces y solo entonces se les pueden enseñar métodos y herramientas de evangelización. Nosotros creemos que si ayudamos a nuestros participantes a enamorarse profundamente de Jesús, entonces crece un fuerte y claro deseo en el discípulo, de forma casi natural, de compartirlo con otros y de evangelizar.

Habló de una segunda fase…

--Mario Capello: El último mes de la escuela consiste en una experiencia de equipo misionero. Toda la escuela se desplaza a un lugar distinto y durante ese tiempo proclama el evangelio en diversas formas y situaciones diferentes, desde reuniones en parroquias o en clubes nocturnos. Y después de completar una SOM, los participantes pueden unirse a una de nuestras comunidades por un año si así lo desean, para poner a prueba su llamado a ser misioneros laicos católicos a tiempo completo.

Pero nunca habrá un “ya está”, ¿verdad?

--Mario Capello: No. Después de un año en la comunidad, nuevos miembros pasan por dos años más de formación de personal, en el que se completan módulos periódicos de capacitación intercalados con experiencias de evangelización prácticas. Esto completaría la formación básica de nuestros misioneros. Algunos de nuestros miembros van a escuelas de postgrado para la formación continua en teología o en dirección espiritual. Aquellos jóvenes que se sientan llamados al sacerdocio comienzan sus estudios de filosofía y teología en un seminario, y a todos los miembros de las comunidades se les proporciona formación permanente allí donde estén.

¿Qué puede hacer la Iglesia con las personas que están abandonando la fe? ¿O ante los templos vacíos, especialmente en Europa y en EE.UU.?

--Mario Capello: Es un hecho que los números están disminuyendo y esto puede causar ansiedad. Sin embargo, las analogías de la Iglesia que encontramos en el Evangelio son siempre una forma de minoría; tomemos la sal y la levadura como ejemplo. Sin sal la comida se vuelve insípida y ¿qué es el pan sin levadura? Así que tal vez nuestra ansiedad deba llevarnos, en el actual estado de cómo están las cosas, a concentrar nuestras energías en la calidad de nuestra salinidad como Pueblo de Dios. Vivimos en una época en la que muchas personas rechazan la religión formal y la Iglesia, pero todavía encontramos que mucha gente tiene hambre de experiencia espiritual. Es por eso que vemos un aumento en el interés por la filosofía de la Nueva Era y por lo esotérico.

Una interesante dicotomía…

--Mario Capello: Vemos por un lado, muchos católicos ya mayores que todavía están tratando de dar sentido a todo lo que cambió en la Iglesia después del Concilio Vaticano II; por otro lado, estamos viendo un cambio interesante en los miembros más jóvenes de nuestra Iglesia quienes, a medida que experimentan una renovación en su fe, están encontrando un nuevo amor por las tradiciones de la Iglesia, especialmente en la Eucaristía, la Adoración eucarística y la Liturgia de las Horas.

¿Y qué dice la juventud católica, bautizada…?

--Mario Capello: Una de las cosas que escuchamos de muchos jóvenes en Europa y en Estados Unidos, es que parece que la Iglesia no tiene vida. Van a misa domingo a domingo y luchan con la apatía que experimentan. La Iglesia será tan viva como lo sean espiritualmente los miembros de cada comunidad. Por lo tanto, la Nueva Evangelización es tanto para aquellos que van a la Iglesia cada semana, como para aquellos que aún no forman parte de nuestras comunidades parroquiales.

¿Qué decirle a los jóvenes?

--Mario Capello: Estamos llamados a comunicar el mensaje de la esperanza, un mensaje que trae luz y vida, pero en palabras y formas que conectan con las necesidades humanas, que son relevantes a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. El diálogo presupone el acercarnos a otros. No podemos esperar a que la gente venga a nosotros o a nuestras iglesias, independientemente de lo bellas y edificantes que estas sean. Necesitamos ir y estar donde hoy está la gente y llevarle el gozo de conocer a Cristo y la transformación y el poder liberador del Evangelio, a pesar del reto y la dificultad de la situación.

Otros se quejan del testimonio de vida…

--Mario Capello: La gente solo va a escuchar la proclamación del mensaje del Evangelio si está respaldado por un testimonio creíble en la vida del mensajero. Creo que la falta de un testimonio auténtico del Evangelio en las vidas de aquellos que dicen ser cristianos, está proporcionalmente ligada al nivel de alejamiento de la Iglesia, y tristemente como consecuencia, de su alejamiento de Dios.

En pocos días comienza el Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización... ¿Qué le gustaría leer en el documento final?

--Mario Capello: Un Sínodo es siempre un momento especial de gracia para la Iglesia y para el mundo, un Kairós donde Dios nos habla a través de ella. Mi esperanza y oración es que el documento final será una fuente de inspiración y aliento para toda la Iglesia: tanto para los ordenados, como para los religiosos y los laicos. Porque hoy nos enfrentamos a los desafíos contemporáneos de llevar el Evangelio eterno de nuestro Señor Jesucristo al mundo a través de formas nuevas y eficaces. Espero que nos indicará maneras de cómo dar una respuesta unificada a lo que estamos llamados a hacer, para evitar el peligro de una dispersión de energía o de esfuerzos fragmentados.

Un mensaje final a los “evangelizadores de la Nueva Evangelización”…

--Mario Capello: Nosotros servimos a un Dios que hace nuevas todas las cosas, todo el tiempo. Que tengamos el valor, como Iglesia, de aventurarnos en el camino inexplorado de la Nueva Evangelización con esperanza, con expectativa y con la emoción de ser testigos auténticos y proclamadores de este Evangelio. Y que siempre recordemos que no podemos hacer esto sin la ayuda y guía del Espíritu Santo. Mi oración diaria durante este Sínodo será: "¡Ven Espíritu Santo, ven y haz nuevas todas las cosas!".

Para conocer más: www.icpe.org

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ESPECIAL 50 AÑOS DEL CONCILIO VATICANO II


Cardenal Angelo Scola: "Los cristianos de fe verdadera realizan las promesas del Concilio"
Entrevista durante la Conferencia Internacional de Estudios sobre el Concilio Vaticano II
Por Salvatore Cernuzio

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- No es un evento "fracasado", sino un acontecimiento que dio lugar a un providencial "salto adelante": esto fue el Concilio Vaticano II en la historia de la Iglesia, según el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán.

Con esta frase, el cardenal centró el primer día de la Conferencia Internacional de Estudios sobre "El Concilio Vaticano II a la luz de los archivos de los Padres del Concilio", inaugurada el miércoles por la tarde en el Vaticano, después del saludo de Benedicto XVI, quien expresó su "cercanía paternal y aprecio por esta loable iniciativa".

Promovido por el Comité Pontificio de Ciencias Históricas, en colaboración con la Universidad Pontificia Lateranense, el simposio tiene como objetivo ofrecer --a través de criterios específicamente históricos carentes de ideología--, una comprensión aún más profunda de las grandes sesiones eclesiales, a pocos días de la celebración del 50 aniversario de su apertura.

En su discurso de apertura, el arzobispo Scola se centró en algunas de las características sobresalientes del evento conciliar. En particular, el cardenal subrayó la unidad indisoluble entre el evento y los documentos, invitando a superar la inadecuada "contradicción" entre estas dos dimensiones, que a menudo caracteriza las interpretaciones doctrinales del Concilio, e insistiendo más bien en su relación "inseparable", que hace surgir el papel protagonista del "sujeto Iglesia".

Gran atención suscitó luego la interpretación de la "naturaleza pastoral" del Concilio Vaticano II, como elemento imprescindible de la tarea misionera de la Iglesia y del próximo Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización. De esto es de lo que habló ZENIT con el cardenal Scola, durante el encuentro en la Universidad Lateranense.

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Lo que se ha visto más claramente en su conferencia es "la naturaleza pastoral" del Concilio Vaticano II, que no afectó su ámbito doctrinal, sino que la fortaleció, señalando la misión de la Iglesia. Se puede decir, entonces, que el Vaticano II dejaba ya predecir la necesidad de una nueva evangelización?

--Cardenal Scola: ¡Yo diría que sí! El hecho del Concilio, a través de su propio corpus doctrinal, ha "abierto" la urgencia de la nueva evangelización, tal como lo hizo después el famoso Sínodo de 1985, que ha hecho hincapié en esta necesidad. Está claro que los tiempos están cambiando con gran rapidez, por lo que es necesario que la Iglesia, a la vista de la reforma entendida correctamente, no pierda mucho tiempo tratando de adaptarse al mundo moderno, que es parte ya de sus fines La Iglesia de hoy necesita profundizar en sí misma, con el fin de permitir que surja el don del Espíritu del Resucitado y detectar las preguntas del hombre de hoy buscando responderlas, sobre todo a través de la santidad.

Se aludía también a la Humanae Salutis de Juan XXIII, en la cual este exhortaba a "introducir la energía vivificante de la Iglesia" en la comunidad cristiana, que se ve reforzada por los descubrimientos científicos, pero que sufre las consecuencias de un orden "organizado prescindiendo de Dios". Después de 50 años, las palabras del hoy beato parecen describir la situación actual...

--Cardenal Scola: Es cierto. El hombre de hoy corre el riesgo de no ser consciente de lo mucho que Dios en realidad le está cercano. Es probable que imagine su presente y mire hacia el futuro casi prescindiendo de Él. Se trata de un grave peligro. Esto me recuerda, al respecto, una frase que oí una vez al cardenal Henri De Lubac: "Puede ser que el hombre pueda construir una sociedad sin Dios. Lo que no sabemos es si esta sociedad será una buena sociadad y cuánto durará".

Usted concluyó su intervención señalando los efectos benéficos del Concilio en la Iglesia de hoy y augurando una respuesta libre por parte de todos los cristianos, a fin de que estos se realicen plenamente. ¿Cómo se traduce esto en la práctica?

--Cardenal Scola: Se traduce en una vida de fe auténtica, vivida tanto en el nivel personal como en el comunitario. En particular, en la realidad un poco cansada de nuestra Europa, esta respuesta se concreta a través de la edificación de comunidades cristianas con sentido de pertenencia fuerte, cuyos miembros sean capaces de dar testimonio de Cristo en todas las ambientes de la existencia humana.

(Trad: JAVV)

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Santa Sede


La doctrina de Benedicto XVI sobre Hildegarda de Bingen
Abordó la figura de la nueva doctora en dos catequesis de la audiencia general en 2010
MADRID, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- Que Benedicto XVI ha ido preparando, con su magisterio, el camino hacia la proclamación del doctorado de la santa alemana Hildegarda de Bingen, queda fuera de toda duda si se recuerda, entre otras alusiones, un importante perfil de la nueva doctora que el santo padre hizo en dos catequesis seguidas, el 1 y el 8 de septiembre de 2010, iniciando una serie de biografías de mujeres notables en la historia de la Iglesia.

El 1 de septiembre de 2010, decía Benedicto XVI: "También en esos siglos de historia que nosotros habitualmente llamamos Edad Media, diversas figuras femeninas destacan por la santidad de su vida y la riqueza de sus enseñanzas".

"Hoy quisiera comenzar a presentaros a una de ellas: santa Hildegarda de Bingen, que vivió en Alemania en el siglo XII. Nació en 1098 en Renania, en Bermersheim, en los alrededores de Alzey, y murió en 1179, a la edad de 81 años, a pesar de la permanente fragilidad de su salud. Hildegarda pertenecía a una familia noble y numerosa y, desde su nacimiento, fue entregada por sus padres en voto al servicio de Dios. A los ocho años, para recibir una adecuada formación humana y cristiana, fue confiada a los cuidados de la maestra Jutta de Spanheim, que se había retirado en clausura en el monasterio benedictino de san Disibodo. Se fue formando un pequeño monasterio femenino de clausura, que seguía la Regla de san Benito. Hildegarda recibió el velo del obispo Otto de Bamberg y, en 1136, a la muerte de la madre Jutta, convertida en Superiora de la comunidad, las hermanas la llamaron a sucederla. Llevó a cabo esta tarea haciendo fructificar sus dotes de mujer culta, espiritualmente elevada y capaz de afrontar con competencia los aspectos organizativos de la vida claustral. Algún año después, también con con motivo del creciente número de mujeres jóvenes que llamaban a las puertas del monasterio, Hildegarda fundó otra comunidad en Bingen, dedicada a san Ruperto, donde transcurrió el resto de su vida. El estilo con el que ejercía el ministerio de la autoridad es ejemplar para toda comunidad religiosa: éste suscitaba una sana emulación en la práctica del bien, tanto que, según los testimonios de la época, la madre y las hijas competían en amarse y en servirse mutuamente.

Ya en los años en los que era superiora del monasterio de san Disibodo, Hildegarda había empezado a dictar sus visiones místicas, que recibía desde hacía tiempo, a su consejero espiritual, el monje Volmar, y a su secretaria, una hermana a la que tenía mucha estima, Richardis de Strade. Como siempre sucede en la vida de los auténticos místicos, también Hildegarda quiso someterse a la autoridad de personas sabias para discernir el origen de sus visiones, temiendo que éstas fuesen fruto de ilusiones y que no viniesen de Dios. Se dirigió por ello a la persona que en sus tiempos gozaba de la máxima estima en la Iglesia: san Bernardo de Claraval, del que ya he hablado en algunas catequesis. Este tranquilizó y animó a Hildegarda. Pero en 1147 ella recibió otra aprobación importantísima. El papa Eugenio III, que presidía un sínodo en Tréveris, leyó un texto dictado por Hildegarda, que le había sido presentado por el arzobispo Enrique de Maguncia. El Papa autorizó a la mística a escribir sus visiones y a hablar en público. Desde aquel momento, el prestigio espiritual de Hildegarda creció cada vez más, tanto que sus contemporáneos le atribuyeron el título de "profetisa teutónica". Y esto, queridos amigos, es el sello de una experiencia auténtica del Espíritu Santo, fuente de todo carisma: la persona depositaria de dones sobrenaturales nunca presume de ello, no los ostenta, y sobre todo, muestra total obediencia a la autoridad eclesial. Todo don distribuido por el Espíritu Santo, de hecho, está destinado a la edificación de la Iglesia, y la Iglesia, a través de sus pastores, reconoce su autenticidad.

Hablaré de nuevo el próximo miércoles sobre esta gran mujer “profetisa”, que nos habla con gran actualidad también hoy a nosotros, con su valerosa capacidad de discernir los signos de los tiempos, con su amor por la creación, su medicina, su poesía, su mística, que hoy está siendo reconstruida, su amor por Cristo y por su Iglesia, sufriente también en aquel tiempo, herida también en aquel tiempo por los pecados de los sacerdotes y de los laicos, y tanto más amada como cuerpo de Cristo. Así santa Hildegarda nos habla a nosotros".

Sabiduría espiritual y santidad de vida

Y el siguiente miércoles, 8 de septiembre, finalizaba su catequesis sobre la gran santa alemana: "Quisiera retomar y continuar la reflexión sobre santa Hildegarda de Bingen, importante figura femenina de la Edad Media, que se caracterizó por su sabiduría espiritual y santidad de vida. Las visiones místicas de Hildegarda se parecen a las de los profetas del Antiguo Testamento: al expresarse con las categorías culturales y religiosas de su tiempo, interpretaba a la luz de Dios las Sagradas Escrituras, aplicándolas a las circunstancias de la vida. De este modo, todo los que la escuchaban se sentían invitados a vivir un estilo de existencia cristiana coherente y comprometido. En una carta a san Bernardo, la mística del Palatinado Renano confiesa: "La visión atrae todo mi ser: no sólo veo con los ojos del cuerpo, sino que se me aparece en el espíritu de los misterios... Conozco el significado profundo de lo que se expone en el Salterio, en los Evangelios, en los demás libros, que se me han mostrado en esta visión. Ésta quema como una llama en mi pecho y en mi alma, y me enseña a comprender profundamente el texto (Epistolarium pars prima I-XC: CCCM 91).

Las visiones de Hildegarda están llenas de contenido teológico. Hacen referencia a los principales acontecimientos de la historia de la salvación, y usan un lenguaje principalmente poético y simbólico. Por ejemplo, en su obra más famosa, titulada "Scivias", es decir, "Conoce los caminos", resume en treinta y cinco visiones los eventos de la historia de la salvación, desde la creación del mundo al fin de los tiempos. Con los rasgos característicos de la sensibilidad femenina, Hildegarda, en la parte central de su obra, desarrolla el tema del matrimonio místico entre Dios y la humanidad realizado en la Encarnación. En el árbol de la Cruz se realizan las bodas del Hijo de Dios con la Iglesia, su esposa, llena de gracias y que ha recibido la gracia de ser capaz de dar a Dios nuevos hijos, en el amor del Espíritu Santo (Cf.Visio tertiaPL 197, 453c).

A partir de estas breves referencias vemos ya cómo también la teología puede recibir una contribución peculiar de las mujeres, porque son capaces de hablar de Dios y de los misterios de la fe con su inteligencia y sensibilidad propias. Aliento por este motivo a todas aquellas que desempeñan este servicio a realizarlo con profundo espíritu eclesial, alimentando la propia reflexión con la oración y teniendo en cuenta la gran riqueza, aún en parte inexplorada, de la tradición mística medieval, sobre todo la representada por modelos luminosos, como Hildegarda de Bingen.

La mística renana es autora también de otros escritos, dos de ellos particularmente importantes, porque muestran, como en "Scivias", sus visiones místicas: el "Liber vitae meritorum" (Libro de los méritos de la vida) y el "Liber divinorum operum" (Libro de las obras divinas), también llamado "De operatione Dei". En el primero, se describe una visión única y poderosa de Dios que vivifica el cosmos con su fuerza y con su luz. Hildegarda subraya la profunda relación entre el hombre y Dios y nos recuerda que toda la creación, de la que el ser humano es la cumbre, recibe la vida de la Trinidad. El texto está centrado en la relación entre virtud y vicios, de manera que el ser humano debe afrontar diariamente el desafío de los vicios, que le alejan en el camino hacia Dios y las virtudes que le favorecen. Es una invitación a alejarse del mal para glorificar a Dios y entrar, después de una existencia virtuosa, en la vida "llena de alegría".

En el segundo libro, considerado por muchos su obra maestra, describe la creación en su relación con Dios y la centralidad del hombre, expresando un fuerte cristocentrismo de sabor bíblico-patrístico. La santa, que presenta cinco visiones inspiradas en el Prólogo del Evangelio de san Juan, refiere las palabras que el Hijo dirige al Padre: "Toda la obra que has querido y que me has encomendado, la he cumplido, y yo estoy en ti y tú en mi, y que somos una sola cosa" (Pars III, Visio XPL 197, 1025a).

En otros escritos, por último, Hildegarda manifiesta una variedad de intereses y el dinamismo cultural de los monasterios femeninos de la Edad Media, a diferencia de los prejuicios que todavía hoy siguen extendiéndose sobre esa época. Hildegarda se dedicó a la medicina y a las ciencias naturales, así como a la música, pues tenía talento artístico. Compuso también himnos, antífonas y cantos, recogidos con el título Symphonia Harmoniae Caelestium Revelationum (Sinfonía de la Armonía de las Revelaciones Celestes), que eran gozosamente interpretados en los monasterios, difundiendo una atmósfera de serenidad, y que han llegado hasta nosotros. Para ella, toda la creación es una sinfonía del Espíritu Santo, que es en sí mismo alegría y júbilo.

La popularidad que rodeaba a Hildegarda llevaba a muchas personas hacerle consultas. Por este motivo, disponemos de muchas de sus cartas. A ella se dirigían comunidades monásticas de hombres y mujeres, obispos y abades. Muchas de las respuestas siguen siendo válidas para nosotros. Por ejemplo, a una comunidad religiosa femenina Hildegarda le escribía: "La vida espiritual debe ser atendida con mucha dedicación. Al inicio el cansancio es amargo. Dado que exige la renuncia a los caprichos, al placer de la carne y a cosas semejantes. Pero, si se deja fascinar por la santidad, un alma santa experimentará como algo dulce y agradable el mismo desprecio del mundo. Sólo es necesario prestar atención inteligentemente a que el alma no se marchite" (E. Gronau,Hildegard. Vita di una donna profetica alle origini dell'età moderna, Milano 1996, p. 402). Y cuando el emperador Federico Barbarroja provocó un cisma eclesial oponiendo tres antipapas al Papa legítimo, Alejando III, Hildegarda, inspirada en sus visiones, no dudó en recordarle que también él, el emperador, estaba sometido al juicio de Dios. Con la audacia que caracteriza a todo profeta, escribió al emperador estas palabras de parte de Dios: "¡Atento, atento a esta malvada conducta de los impíos que me desprecian! ¡Escucha, rey, si quieres vivir! ¡De lo contrario mi espada te traspasará!" (Ibídem, p. 412).

Con la autoridad espiritual de la que estaba dotada, Hildegarda viajó en los últimos años de su vida, a pesar de la edad avanzada y de las penosas condiciones de los desplazamientos. Todos la escuchaban con gusto, incluso cuando utilizaba un tono severo: la consideraban una mensajera enviada por Dios. Exhortaba sobre todo a las comunidades monásticas y al clero a vivir en conformidad con su vocación. En particular, Hildegarda se opuso al movimiento de los cátaros alemanes. Los cátaros, literalmente "puros", propugnaban una reforma radical de la Iglesia, sobre todo para combatir los abusos del clero. Ella les reprendió con fuerza por querer subvertir la naturaleza misma de la Iglesia, recordándoles que una verdadera renovación de la comunidad eclesial no se consigue tanto con el cambio de las estructuras, como con un sincero espíritu de penitencia y un camino de conversión. Este es un mensaje que nunca debemos olvidar.

Invoquemos siempre al Espíritu Santo para que suscite en la Iglesia mujeres santas y valientes, como santa Hildegarda de Bingen, que apreciando los dones recibidos de Dios, aporten su preciosa y peculiar contribución para el crecimiento espiritual de nuestras comunidades y de la Iglesia en nuestro tiempo".

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En la escuela de san Pablo...


Imitar la fidelidad de Cristo, quien ha gustado la muerte para bien de todos (Tiempo ordinario 27º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical
ROMA, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- Nuestra columna "En la escuela de san Pablo...", escrita por nuestro colaborador el padre Pedro Mendoza, LC, ofrece el comentario y la aplicación correspondiente para el 27º domingo del Tiempo ordinario.

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Pedro Mendoza LC

"Y a aquél que fue hecho inferior a los ángeles por un poco, a Jesús, le vemos coronado de gloria y honor por haber padecido la muerte, pues por la gracia de Dios gustó la muerte para bien de todos. Convenía, en verdad, que Aquél por quien es todo y para quien es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación. Pues tanto el santificador como los santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles hermanos". Heb 2,9-11   

Comentario

La carta a los Hebreos, en el pasaje 2,5-18, introduce una perspectiva que tonifica la cristología de toda la carta. Se trata de la combinación de humildad y exaltación. Usando el Sal 8,5-7, el autor indica que el Hijo de Dios que fue hecho por poco inferior a los ángeles tiene ahora todo sometido bajo sus pies. De esta forma quiere el autor responder a la comunidad destinataria de la carta, la cual se encuentra desalentada a causa da las adversidades que padece. Para levantar la esperanza de la comunidad, el autor expone en Cristo el plan de Dios para la humanidad: no exaltación sin sufrimiento sino exaltación por medio del sufrimiento.

Lo referido anteriormente es el contexto del pasaje escogido por la liturgia de la Palabra para este domingo (Heb 2,9-11). Inmediatamente antes, en 2,5-8, el autor afirma, recurriendo al salmo 8, el dominio que Dios concede al hombre sobre el mundo venidero (cf. Sal 8,5-7). Ahora, en 2,9-10, ratifica que en Jesús se ha cumplido dicha promesa. La salvación no es por completo invisible. Para quien tiene fe, algo está ya a la vista. A sus ojos resplandece la cruz y la exaltación de Jesús: "le vemos coronado de gloria y honor por haber padecido la muerte" (v.9) . El autor puede ver retratada en el salmo 8 la historia de Jesús, su camino que pasando por la humillación lo conduce a la gloria celestial. A la expresión "por un poco", que en el salmo tenía un carácter cualitativo, el autor de la carta da un sentido más bien temporal ("por un momento"). Tal interpretación presupone que en Jesús se ve al hombre por antonomasia, al prototipo del hombre, cuya suerte es típica y normativa para todos los demás hombres.

Cristo experimentó la muerte para bien de todo ser humano. Cristo, representando en sí mismo a cada hombre, con su muerte redentora se convierte en fuente de salvación para todo el género humano. Por eso el autor afirma, en el v.10, que Dios ha introducido a muchos en la gloria por medio de Jesús, el pionero de la salvación que ha sido hecho perfecto mediante el sufrimiento.

Por tanto, lo que sucedió a Jesús no puede ser indiferente a nadie. Entre Él y nosotros existe una comunidad de ser y de destino, a la que nadie se puede sustraer. La comunidad entre Jesús, "santo", y los hombres pecadores necesitados de santificación, se basa en el origen común de Dios: "Pues tanto el santificador como los santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles hermanos" (v.11). El Hijo y los hijos son hermanos desde la eternidad. Bajo las palabras que suenan como algo misterioso aparece visible la idea fundamental de la carta entera: la comunidad cultual de los creyentes que se acerca al trono de Dios, guiada por su sumo sacerdote, Jesús. Es conveniente saber que el que nos quita el pecado y nos libra del temor de la muerte es nuestro hermano. Y aunque no le faltaría razón de avergonzarse de nosotros, no lo hace sino que nos presenta a Dios como sus hermanos.

Este mensaje entraña gran consuelo para los cristianos amenazados de sufrimientos y persecuciones. Precisamente lo que a ellos, desde un punto de vista terreno, los abrumaba y atormentaba, les aseguraba la certeza de la futura salvación.

Aplicación

Imitar la fidelidad de Cristo, quien ha gustado la muerte para bien de todos.

Este domingo del Tiempo ordinario la liturgia de la Palabra nos ofrece enseñanzas muy importantes para la vida familiar. El Evangelio habla de la fidelidad en el matrimonio y de la acogida de los niños. Este tema está preparado por la lectura del libro del Génesis en el que se narra la creación del hombre y de la mujer. En la segunda lectura encontramos un eco del tema al recordarnos la carta a los Hebreos la fidelidad de Jesús hasta la muerte.

La narración de la creación de la mujer presentada en el libro del Génesis (2,18-24) pone de relieve la dignidad de la mujer. Ella es un ser humano en el pleno sentido de la palabra. Todos los demás seres se encuentran en un nivel inferior; la mujer es indispensable para el hombre para formar una pareja inseparable, que vive en el amor. Son muy significativas las palabras que Dios pronuncia en el inicio de la narración: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada" (v.18). Revelan que el hombre no ha sido creado para estar solo; si permaneciese solo, no viviría en el amor. Pero Dios, que es amor, lo ha creado para comunicarle su amor y para hacerlo capaz de vivir en el amor. Por eso juntamente con él ha creado a la mujer. La igualdad de la mujer aparece reflejada ya en el mismo modo como Dios la crea: a diferencia de los demás seres, ella es extraída del hombre mismo: "Entonces el Señor Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Señor Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: ‘Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne’" (vv.21-23). La dignidad de la mujer está en que ella es de la misma naturaleza del hombre. El relato concluye: "Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne" (v.24).

En la lectura del Evangelio (Mc 10,2-16) los fariseos, buscando someter a prueba a Jesús, le preguntan sobre la licitud del marido de repudiar a una mujer, lo cual estaba previsto en la ley de Moisés. Jesús, conocedor de sus intenciones torcidas, responde precisando lo que Moisés dejó indicado en esa norma: no la aprobación sin más del divorcio, sino que, cuando éste tiene lugar, el esposo debe dar un acta de repudio a su mujer de modo que conste que ésta ya no se encuentra ligada a ese hombre. De este modo precisa que la norma de Moisés fue una concesión, dada la dureza del corazón del hombre. Pero tal norma puede ser también abolida, porque no corresponde a la intención originaria de Dios en la creación, como se señaló en el relato del libro del Génesis. La intención originaria de Dios es una intención de unión y de fidelidad recíproca entre el hombre y la mujer. De ahí que Jesús concluye: "lo que Dios unió, no lo separe el hombre" (v.9). Con esta enseñanza Jesús defiende la dignidad del matrimonio. El matrimonio es una unión de amor; el amor auténtico implica fidelidad; por eso Jesús exige la fidelidad en el amor.

En la segunda lectura, tomada de la carta a los Hebreos (2,9-11), resplandece la fidelidad de Jesús en relación con nosotros. En este sentido se coloca en la línea de la lectura del Evangelio: el amor fiel. El autor de la carta a los Hebreos nos dice que Jesús ha sido coronado de gloria y de honor, porque ha sufrido la muerte por amor hacia nosotros. A este Jesús, que ha gustado la muerte para bien de todos, estamos invitado a acudir con confianza e imitar su fidelidad. Su vida y su muerte son el ejemplo más hermoso de fidelidad en el amor: fidelidad a la voluntad del Padre y fidelidad en su solidaridad total con sus hermanos los hombres. El ejemplo de Jesús debe inspirar y estimular a los esposos, impulsándolos a vivir plenamente la gracia del matrimonio, hasta llegar al punto máximo del amor generoso.

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¿Quién fue santa Hildegarda de Bingen?
Hay dos website que permiten conocer mejor a la futura Doctora de la Iglesia
ROMA, viernes 5 octubre 2012 (ZENIT.org).- Abadesa, líder monástica, mística, profetisa, médica, compositora, escritora alemana o "pobre pía", como le gustaba llamarse. Estas son algunas de las características de santa Hildegarda de Bingen, a las que habrá que añadir desde este domingo el título de “Doctora de la Iglesia Universal”.

El papa Benedicto XVI, quien ha decidido proclamarla como tal, dijo de ella: “Hildegarda manifiesta la versatilidad de intereses y la vivacidad cultural de los monasterios femeninos de la Edad Media, contrariamente a los prejuicios que todavía pesan sobre aquella época”.

A fin de conocer más sobre esta monja alemana que cumplió un rol fundamental entre sus contemporáneos, recomendamos a nuestro lectores un sitio web español: www.hildegardiana.es/, así como otro argentino: www.hildegardadebingen.com.ar, ambos muy bien documentados.

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