27.09.12

 

Pienso que cada cura tiene una ilusión especial en su parroquia. Es ese sueño recurrente que te acompaña, que pones delante del Señor, que te ilusiona, que te hace decir… ¡ay si un día aquí pudiéramos…!

Siendo cura de pueblo tuve un sueño: regalar una ermita a la Virgen. La Virgen del Espinar había tenido ermita por siglos. Un pantano la anegó y un intento de ermita nueva fue un fracaso. La Virgen llevaba treinta años en la iglesia parroquial. Y llegas al pueblo, y ves la devoción, la ilusión de la gente, y te dices… ¡ay si un día aquí pudiéramos…!

Costó, pero pudimos. Hoy tienen ermita, y allí rezan, celebran, viven la fe… tantas cosas.

En esta parroquia donde el Señor me ha mandado tengo también mi sueño: que un día pudiéramos tener en la parroquia adoración permanente al Santísimo. Sé que es una locura y que es una gracia enorme que no sé si merecemos. Pero si aquí un día pudiéramos…

Hace dos años comencé a cavilar el asunto. Y el caso es que según lo planteo a personas concretas todos me dicen lo mismo: que sería maravilloso pero que a la vez lo ven como imposible. Sé que tenemos mucho en contra. Estamos a las afueras de Madrid, el barrio no es especialmente numeroso, por la mañana esto es casi una ciudad dormitorio. También cosas a favor: el metro en la puerta, una capilla deliciosa, un párroco ilusionado y una comunidad religiosa contemplativa rezando por esa intención.

Durante dos cursos hemos conseguido mantener la exposición del Santísimo dos días por semana, lunes y jueves, ininterrumpidamente de 8 de la mañana a 10 de la noche. Este año tendremos la adoración de lunes a jueves de momento y de 16 a 22 h. Las mañanas fueron especialmente complicadas y además la gente se despista mucho al ser dos días por semana. Creemos que el ser cuatro días seguidos facilitará más las cosas.

La experiencia ha sido fantástica. Fue comenzar la adoración en estos horarios y notar cómo la parroquia crecía en tantas cosas. Una parroquia casi empezando (lleva construida poco más de dos cursos) y ver cómo se multiplicaban los proyectos de caritas, empezaban a acudir los jóvenes, se iniciaba la catequesis de adultos. Y sobre todo era descubrir cómo ante el Señor la gente iba acudiendo. Sobre todo la tarde noche. Hasta me sorprendía gente que sacaba a pasear a sus perros, los dejaba atados a la puerta y entraban a estar un rato con el Señor.

Sé que la parroquia se hace de rodillas ante el Señor. Estoy convencido de que la adoración constante sería la mayor gracia para la parroquia y el barrio. Es mi ilusión más profunda. Lo demás estoy convencido de que se nos dará por añadidura.

Hoy, amigos que leéis estas cosas de un párroco, lo quería compartir con vosotros. Y pediros un favor muy especial allí donde estéis: una oración por este proyecto. Y sugerencias. Ideas. Lo que se os ocurra.

Pensando en la parroquia, en el barrio, en la iglesia… ¿os imagináis lo que sería un templo más donde se adore al Señor de forma constante? Ese es mi sueño. El que me hace suspirar cada día exclamando: “¡ay si un día aquí pudiéramos…!” Pero a la vez me asusto y acabo diciendo: “Señor no soy digno de que entres en mi casa… pero una palabra tuya bastará…” Ven, Señor, Jesús.