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Servicio diario - 25 de septiembre de 2012

Santa Sede

Llega a Asís el 'Atrio de Francisco'
Dios este desconocido, el tema de la nueva edición del 'Atrio de los Gentiles'

Mundo

Ni feminista ni sinodista, sino auténtica focolarina
Presentado un libro sobre Maria Voce, presidenta del Movimiento de los Focolares

Cuba: Encuentro de candidatos al diaconado permanente
El evento contó con la presencia de las esposas de los futuros ministros

Uruguay: Carta abierta de la Universidad Católica por proyecto anti-vida
Llaman la atención sobre amenaza a los niños por nacer

Los desafíos actuales de Europa
Asamblea Plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE)

Nueva Evangelización

Preparándose para la Nueva Evangelización
Las Obras Misionales Pontificias de España estrenan página web

Documentación

'Hemos de creer en una lenta pero irreversible maduración ética de la humanidad'
Discurso del cardenal Bertone al recibir el Premio Internacional Conde de Barcelona

Fe de erratas

Fe de erratas


Santa Sede


Llega a Asís el 'Atrio de Francisco'
Dios este desconocido, el tema de la nueva edición del 'Atrio de los Gentiles'
Por H. Sergio Mora

CIUDAD DEL VATICANO, martes 25 septiembre 2012 (ZENIT.org).- 'El Atrio de Francisco' es el nombre del nuevo evento que se realizará en la ciudad de Asís el 5 y 6 de octubre próximo, perteneciente a la serie de encuentros 'El Atrio de los Gentiles', destinado a obtener un espacio de diálogo de alto nivel sobre Dios y la espiritualidad con personalidades creyentes y no creyentes.

'El Atrio de los Gentiles' que el cardenal Ravasi ya ha llevado a diversos países de Europa, ha puesto al descubierto el gran interés que existe en profundizar el tema de Dios y de la existencia, en diversos ámbitos culturales, rompiendo un tabú existente en muchos ambientes.

Este nuevo encuentro que se realiza en la ciudad natal de san Francisco, fue presentado hoy en la sala de prensa de la Santa Sede, con la presencia del cardenal Gianfranco Ravasi, el escritor Vincenzo Cerami; el padre Enzo Fortunato, portavoz del Sacro convento de Asís, y el padre Jean-Marie Laurent Mazas, director ejecutivo de El Atrio de los Gentiles. Ha sido organizado por el Pontificio Consejo de la Cultura, por el monasterio del santo italiano y la Asociación 'Oicos Reflexiones'.

El tema de esta edición será “Dios este desconocido”, al retomar la expresión usada por Benedicto XVI al dar cuerpo a esta estructura permanente. Ahora en Asís el evento contará con 9 encuentros en diversos lugares de la 'ciudad del pobrecillo' y 40 relatores que enfrentarán en dichos 'atrios' variados temas, como: el grito de los pobres y el grito de la tierra; la fe; el trabajo; el diálogo interreligioso e intercultural; los jóvenes; y la relación entre el arte y lo sacro.

Diversas personalidades hablarán y debatirán, habiéndose creado mucho interés por el encuentro del viernes 5 que ve el diálogo entre el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, proveniente del Partido Comunista Italiano y el cardenal Ravasi, y que será moderado por el periodista Ferrucio De Bortoli, del diario 'Il Corriere della Sera'.

Otro de los encuentros más esperados es con un banquero, el ministro italiano de Desarrollo Económico, Corrado Passera, quien dialogará también con el cardenal, en un encuentro moderado por el vicedirector del diario La Repubblica, Massimo Giannini.

Otros dos eventos paralelos acompañarán estos dos días: 'El atrio de los niños' y 'El atrio de las narraciones'. Diversas redes televisivas transmitirán parte del evento en directo y otras a través de internet.

El portavoz de del Sacro Convento de Asís, padre Enzo Fortunato, consideró que “El Atrio de los Gentiles" no podía dejar de tener un evento en la ciudad de San Francisco de Asís” cuyo segundo nombre podría ser 'encontrar', y no cerrar nunca la puerta a nadie pues “cuando no sentimos ya necesidad del otro perdemos nuestra humanidad”. Recordó que las cartas de san Francisco no excluyeron nunca a nadie, y que es el motivo por el cual tantas personalidades decidieron confrontarse en Asís. Recordó también que una persona le indicó en un coloquio reservado: “Es fácil decir ateo o no creyente, pero si uno excava encuentra sorpresas”.

Por su parte el escritor italiano Vincenzo Cerami indicó que hablará entre la relación de fe y arte. San Pablo define la fe, dijo 'como la certeza de las cosas esperadas y la prueba de las cosas que no veo' y para un artista, prosiguió “esta definición es extraordinaria, y si sustituyo la palabra 'fe' por 'arte' esta frase es perfecta”

El padre Laurent Mazas, por su parte consideró también emblemático que 'El Atrio de Francisco' concluya poco antes de otros dos eventos de gran importancia: el Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización, y la apertura del Año de la Fe.

El primer 'Atrio de los Gentiles' se celebró en Bolonia el 12 de febrero de 2011. En total, se han celebrado 14, uno de los cuales, en febrero de este año, en la Universidad Autónoma de México. 

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Mundo


Ni feminista ni sinodista, sino auténtica focolarina
Presentado un libro sobre Maria Voce, presidenta del Movimiento de los Focolares
Por Antonio Gaspari

ROMA, martes 25 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Ninguno, ni siquiera ella había imaginado que sería elegida. Dentro del Movimiento de los Focolares no era del grupo de las fundadoras. Y, sin embargo, el 7 de julio de 2008, cuatro meses antes partir al cielo Chiara Lubich, carismática fundadora del Movimiento, 496 delegados provenientes de todo el mundo eligieron presidenta mundial a Maria Voce.

Una mujer tan esquiva como fuerte y determinada. Tenía 71 años cuando fue elegida, nacida en Aiello Calabro, primera mujer abogada en la región de Calabria, focolarina desde 1959, responsable del movimiento en Turquía durante seis años, asistente de Lubich para la revisión de los Estatutos, conocida entre los focolares con el nombre de "Emmaus"

En el libro en italiano “La scommessa di Emmaus”, escrito por Paolo Loriga y Michele Zanzucchi, editado por “Città Nuova” y presentado el 22 de septiembre en la ciudadela de Loppiano, Voce relata que no se le había pasado por la mente que habría sido candidata a proseguir el carisma de Chiara Lubich.

"Cuando las preferencias empezaron a concentrarse en torno a mi nombre --afirmó- sentí el peligro de ser elegida".

Con el movimiento en una situación de turbación por la pérdida de la líder carismática, Maria Voce, que es de espíritu optimista y no acostumbra a tener temor, se retiró a la capilla y dijo a Dios: "Heme aquí, estoy dispuesta".

Apenas se empieza a hablar con Maria Voce, uno se da cuenta enseguida que se encuentra ante una mujer fuerte en la fe. Relata en el libro que su padre, con tal de tenerla en casa, no pensaba en mandarla a estudiar fuera de su pueblo. En Ajello Calabro no había profesores, pero Maria Voce estudió en casa la secundaria y superó los exámenes como alumna libre.

Muestra también una gran libertad en el entender el carisma que Dios ofrece, distinguiéndolo de las personas que lo difunden. Conoció el Movimiento de los Focolares de un modo sencillo, por invitación de sus amigos universitarios. Quería casarse y tener hijos. Se resistió a la idea de entrar en el Movimiento de los Focolares. No se sentía especialmente atraída por Chiara Lubich.

Escribe en el libro: "No fui tras Chiara, aunque se que soy su hederera como presidenta del movimiento. Fui detrás de Dios, detrás de Jesús en medio del Movimiento, el que Chiara ha inspirado y suscitado"

Y añade: "No soy presidenta porque Chiara me haya designado, sino porque es voluntad de Dios. El dio a Chiara el don de la unidad para mí y para todos los demás, y le sigo a El".

Maria Voce está segura de que su elección marca una etapa nueva en el Movimiento, una discontinuidad que es necesaria para la encarnación e institucionalización del carisma.

Según la presidenta de los Focolares, hay que "empezar a dar mayor concreción a lo que Chiara nos ha señalado en su visión profética (...) para llevar adelante la Obra hacia aquellos horizontes que aún está inexplorados y que descubriremos juntos".

En un encuentro que tuvo lugar el domingo en Loppiano, Maria Voce fue entrevistada por Lucetta Scaraffia, editorialista de L’Osservatore Romano, y Marco Politi vaticanista de Il Fatto.

Lucetta Scaraffia invitó a Maria Voce a apoyar su posición respecto a la necesidad de una mayor y más autorizada presencia de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia.

En la Iglesia en concreto, Scaraffia, vería bien la presencia de una mujer cardenal participando en un futuro cónclave.

La presidenta de los Focolares explicó que el "genio femenino" tiene autoridad pero no necesariamente debe desempeñar puestos de poder formal.

En este sentido habló de la Virgen María y su presencia en la Iglesia: "Una presencia que es el máximo del amor, pero María es también Reina, por tanto con una potestad y con una autoridad que en la Iglesia primitiva hizo que los demás se recogieran en torno a ella. Ella no mandaba pero era ella la que aglutinaba; y aglutinaba a todos, incluidos los apóstoles, incluido Pedro".

Marco Politi, le pidió apoyar la propuesta del cardenal Martini de organizar una especie de Concilio Vaticano III que, a su juicio, podría resolver muchos problemas en la Iglesia.

Maria Voce precisó que antes de pensar en un Concilio Vaticano III, "tenemos todavía mucho que vivir y hacer realidad del extraordinario patrimonio del Concilio Vaticano II".

Para la presidenta de los Focolares, "la cuestión no es tanto reunir nuevamente a todos los obispos en Roma (...) sino más bien lo que sirve es un trabajo más a nivel de conferencias episcopales, de sínodos locales, para dar cumplimiento efectivo a la obra de recepción del Concilio Vaticano II".

Scaraffia y Politi trataron de mover a la presidenta del movimiento de los Focolares a posturas distintas pero ella, aún con garbo y amabilidad, mostró toda su libertad y originalidad, la grandeza de una mujer que no tiene temores.

En un momento de la conversación, dijo: "No hay que tener miedo porque es Dios quien hace la historia".

Oiremos hablar de la presidenta del Movimiento de los Focolares porque es "mujer de Dios".

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Cuba: Encuentro de candidatos al diaconado permanente
El evento contó con la presencia de las esposas de los futuros ministros
LA HABANA, martes 25 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Del 11 al 15 de septiembre de 2012 se ha celebrado en esta ciudad el III Encuentro Nacional de Candidatos al Diaconado Permanente con sus esposas, el cual tiene entre sus objetivos favorecer la comunión entre los candidatos al diaconado de todo el país, la puesta en común de experiencias pastorales y de evangelización, y favorecer la formación espiritual e intelectual en áreas específicamente diaconales.

Durante el encuentro se invitó a los participantes a profundizar sobre el llamado vocacional desde la realidad de una familia (esposa e hijos). Otros temas de importancia fueron los referidos a los ministerios de la Palabra, de la Liturgia, y de la Caridad, los cuales fueron analizados en grupos de trabajo y plenarias.

En la última jornada monseñor Domingo Oropesa, obispo de Cienfuegos y presidente de la Comisión Nacional del Diaconado Permanente del Episcopado Cubano, tuvo a su cargo el tema: "El magisterio del santo padre Benedicto XVI en Cuba".

El encuentro concluyó con la celebración de la santa Misa, presidida por el nuncio apostólico en Cuba, monseñor Bruno Musaró, quien en su homilía destacó la espiritualidad de María, espiritualidad de la obediencia, y la importancia de aprender, sin temor a la cruz, a obedecer al Padre, conscientes de que el diácono, como servidor de la Palabra, será en muchas ocasiones el instrumento divino para suscitar la fe en aquellos llamados por Dios a la vida de la gracia.

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Uruguay: Carta abierta de la Universidad Católica por proyecto anti-vida
Llaman la atención sobre amenaza a los niños por nacer
MONTEVIDEO, martes 25 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Ante la preocupación por un nuevo intento de legalizar el aborto en Uruguay, la Universidad Católica de este país se ha pronunciado nuevamente sobre este delicado asunto que será abordado en la Cámara de representantes dentro de pocos días. Ofrecemos a nuestros lectores el contenido íntegro de la carta abierta de la importante institución académica.

*****

En pocos días, la Cámara de Representantes tiene previsto tratar el “Proyecto de ley sobre interrupción voluntaria del embarazo”, que cuenta con media sanción por parte de la Cámara de Senadores, junto con un texto sustitutivo adoptado por la Comisión Especial creada para abordarlo. Como integrantes de la Universidad Católica del Uruguay hemos expresado nuestra posición en anteriores oportunidades y queremos volver a hacerlo ahora.

El punto de partida de nuestra argumentación es el respeto absoluto a la vida humana: se trata de un derecho primordial e inalienable, tutelado por el derecho internacional y por nuestro derecho interno. Esta convicción, que se arraiga en nuestra mejor tradición intelectual como institución católica, se fundamenta también en otras dimensiones del conocimiento, como son la ciencia y el derecho, donde coincidimos que quienes no comparten nuestra fe.

Nuestra mirada se nutre sobre todo de nuestro trabajo académico, desarrollado por nuestros docentes y estudiantes en numerosos proyectos de investigación interdisciplinarios y actividades de extensión universitaria. Muchos de esos proyectos universitarios conocen de cerca situaciones de marginalidad y pobreza que atentan contra el derecho a la vida y, en especial, a una vida digna. Situaciones que nos sensibilizan y nos comprometen, día a día, a proponer acciones de cambio.

Hace algunos días, el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Uruguaya expuso ante el Parlamento una serie de comentarios al “Proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo”, desde una perspectiva que seguramente es compartida por gran parte de los uruguayos, independientemente de las diferentes creencias o concepciones de vida personales. El texto de esta exposición, que ha sido difundido por distintos medios, comienza mencionando que el régimen vigente tipifica el delito de aborto pero incluye numerosas causas de perdón judicial y de excusas absolutorias que, de hecho, despenalizan el aborto en los casos límite o difíciles. Nos parece importante resaltar que son estos casos límite o difíciles los que, en la discusión actual, frecuentemente se evocan para justificar un cambio en la legislación vigente.

El propósito del nuevo proyecto de ley, tal como se aprobó en el Senado, fue consagrar como derecho exclusivo de la mujer la interrupción voluntaria del embarazo durante las primeras doce semanas del proceso de gestación. El proyecto consagra un derecho en el sentido más fuerte del término: un derecho a abortar, alentado y promovido por el Estado, que brindará los medios humanos y económicos para su implementación concreta y práctica, con cargo al Erario público y, en consecuencia, soportado por toda la sociedad.

Un derecho tal -o incluso una despenalización que permita acceder lícitamente a los procedimientos previstos para abortar- limitan el derecho a la vida. Como recuerdan los Obispos en su exposición, la pregunta por la existencia o no de un ser humano, con una vida propia que es suya, ha sido parte importante en este debate. Así, el Dr. Tabaré Vázquez, en el veto al anterior proyecto de ley referido a este tema, planteaba que “la legislación no puede desconocer la realidad de la existencia de vida humana en su etapa de gestación, tal como de manera evidente lo revela la ciencia. La biología ha evolucionado mucho. Descubrimientos revolucionarios, como la fecundación in vitro y el ADN con la secuenciación del genoma humano, dejan en evidencia que desde el momento de la concepción hay allí una vida humana nueva, un nuevo ser”.

El concebido no nacido -ya sea mayor o menor de doce semanas de gestación- es un ser vivo de la especie humana, con características individuales propias, distintas de las de su madre y su padre. No hay racionalidad alguna en la distinción entre un concebido no nacido de menos de doce semanas y un concebido no nacido de doce semanas y un día. Esta distinción es, en consecuencia, arbitraria e inconstitucional, además de ser contraria a tratados internacionales ratificados por nuestro país, como la Convención Americana de Derechos Humanos.

Por otra parte, el aborto provocado no es, ni puede ser, un acto médico porque desconoce y desnaturaliza los principios de la medicina hipocrática, que caracterizan y enaltecen al médico por su accionar a favor de la vida y de la integridad física de sus semejantes, además de que es contraria a las declaraciones internacionales sobre la materia.

Coincidimos plenamente y respaldamos los lineamientos de la Conferencia Episcopal Uruguaya al plantear que existen alternativas, concretas y viables, que pueden materializarse en “un proyecto de ley alternativo, que respete y proteja, a la mujer, a la maternidad, a la familia y a la vida del concebido, siguiendo el mandato constitucional de los art. 7, 8, 40, 41, 42, 44, 72 y 332, sin eliminar el derecho a la vida del concebido no nacido”.

Como Universidad Católica del Uruguay vivimos el compromiso de colaborar en la de búsqueda de alternativas, siempre a favor del derecho a la vida humana, como parte de nuestra propia identidad católica y de nuestra misión en el seno de la sociedad uruguaya.

Integrantes del Consejo Directivo:

P. Eduardo Casarotti, SJ, rector
Dr. Ariel Cuadro, vicerrector académico
P. Marcelo Coppetti SJ, vicerrector del Medio Universitario
Ing. Omar Paganini, vicerrector administrativo
Dra. Sandra Segredo, secretaria general

Montevideo, 23 de setiembre de 2012

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Los desafíos actuales de Europa
Asamblea Plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE)
ST. GALLEN, martes 25 septiembre 2012 (ZENIT.org).- “Los desafíos de nuestro tiempo: aspectos sociales y espirituales”. Este será el tema central de la Plenaria anual de los presidentes de las Conferencias Episcopales Europeas, que tendrá lugar este año en St. Gallen, Suiza, del 27 al 30 de septiembre. El presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), cardenal Péter Erdő, ha comentado el tema del encuentro.

El tema ‘los desafíos de nuestro tiempo, aspectos sociales y espirituales’ centrará los debates de los presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa, cuya introducción correrá a cargo de tres relatores, que afrontarán la cuestión desde diferentes perspectivas:el arzobispo de Malinas-Bruselas y presidente de la Conferencia Episcopal de Bélgica, monseñor André-Joseph Léonard, la profesora Marta Cartabia, docente de Derecho y juez del Tribunal Constitucional en Italia, y el profesor Kuno Schedler, docente de economía empresarial en la Universidad de St. Gallen.

El cardenal Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest, Hungría, y presidente del CCEE, explicó los motivos por los que se eligió este lugar y este tema para la Plenaria de este año: “Llegaremos a St Gallen para conmemorar el 1.400 aniversario de la llegada de san Galo a esta ciudad. Seremos como peregrinos, para escuchar a san Galo, que tuvo un papel muy importante en la evangelización de, por entonces, esta remota parte de Suiza. Como en cualquier peregrinación, nuestro encuentro girará en torno a la oración de alabanza al Señor, a través de las diferentes celebraciones que marcarán el ritmo de nuestro programa, y en torno a la reflexión, en particular, sobre “los desafíos espirituales y sociales de nuestro tiempo”.

“De hecho, en este momento de dificultad económica, el hombre de hoy, el ciudadano europeo de nuestros países, puede fácilmente dejarse contagiar por la mayor epidemia de nuestro tiempo: la desesperación. La falta de esperanza es el mayor mal de nuestra época”.

“Está en curso una revolución antropológica que desorienta al mismo hombre, lo engaña, y corre el peligro de perderse a sí mismo. La Iglesia agradece al Señor por haber recibido de élla respuesta a las más profundas expectativas del hombre, a su más profundo anhelo y nostalgia del Otro. La respuesta es Cristo. La Nueva Evangelización, tema que nos está acompañando en estos años, es una ocasión y un llamamiento a trabajar para que Cristo, siempre igual ayer y hoy, pueda ser entendido y acogido por todos.Un corazón que ha encontrado su Camino en Cristo será capaz de cumplir milagros en la familia, en el colegio, en el trabajo y en diversas instituciones nacionales e internacionales”.

Los temas que se afrontarán durante estos cuatro días de trabajo, serán, entre otros: La cuestión de la discriminación de los cristianos en Europa y la persecución de los cristianos en el mundo; la cuestión de la libertad religiosa, las iniciativas de la Unión Europea y del Consejo de Europa; el Año de la Fe y el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II.

Al encuentro acudirán también el prefecto de la Congregación para los Obispos, cardenal Marc Ouellet, y los representantes continentales para América Latina (CELAM) y África (SECAM). Así mismo, asistirán representantes de Kazajstán, y algunos obispos miembros de la Conferencia Episcopal Suiza, que acudirán a determinados momentos del encuentro.

Las autoridades civiles y eclesiales se reunirán también con los obispos reunidos en St. Gallen. El encuentro se realiza en esta ciudad, sede del CCEE,  gracias a la invitación del obispo de San Gallen, monseñor Markus Büchel.

Para más información: http://www.ccee.ch/.

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Nueva Evangelización


Preparándose para la Nueva Evangelización
Las Obras Misionales Pontificias de España estrenan página web
Por Nieves San Martín

MADRID, martes 25 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Próximos vivir el acontecimiento del Sínodo sobre la Nueva Evangelización, aquellos que realizan y sostienen la acción misionera de la Iglesia en todos los rincones del mundo, se preparan a este desafío dando un paso más en los nuevos medios de transmitir hoy la Palabra. Un modo renovado de comunicar su servicio en cada uno de los lugares en donde están.

Es el caso de los 14.000 misioneros españoles que actúan en los países más variados y cuya labor queda muchas veces oculta. Ofrecerles un espacio para que relaten sus experiencias en la red, que usen las nuevas tecnologías para comunicar entre ellos y aprovechen la experiencia de otros que viven similares situaciones, son algunas de las posibilidades que se les abren este año.

Una de las novedades que aportan las Obras Misionales Pontificias (OMP) de España a la campaña del Domingo Mundial de las Misiones (Domund), que se celebrará el próximo 21 de octubre de 2012, es una profunda renovación de su página web, informa Paula Rivas, del departamento de prensa de la OMP, contactada por ZENIT.

“Se trata de una renovación de la página para hacer más accesibles los amplios contenidos que ofrece. Con un diseño mucho más atractivo y moderno, busca poner en primera página la actualidad misionera, y todos los materiales de las campañas del Domund, Infancia Misionera y Vocaciones Nativas”, explica Paula Rivas.

Una de las finalidades de este cambio es el deseo de impulsar las redes sociales. El acceso a las cuentas oficiales de Twitter, Facebook y Youtube está al alcance de la mano. En ellas, se renuevan diariamente los contenidos y se fomenta la interactividad y el diálogo.

El contenido está clasificado según el lugar de la misión. Dentro del apartado “Misión allí”, se busca recoger testimonios misioneros y cartas de agradecimiento que se van recibiendo en la Dirección Nacional de OMP por las ayudas económicas enviadas a los países de misión. Por el contrario, “Misión aquí” muestra los materiales y recursos de animación misionera. Pero, sin duda, lo más importante es que esta página recoge toda la información de la red de blogs misioneros de las diócesis españolas. Está conectada con todas y cada una de las delegaciones diocesanas de misiones, de forma que se pueda acceder fácilmente a ellas.

La Dirección Nacional de Obras Misionales Pontificias, señala Rivas, “quiere ser así la voz de la labor callada de los más de 14.000 misioneros españoles por el mundo, y ser el foro de diálogo con ellos, a través de las delegaciones diocesanas misiones”.

“Y por supuesto --concluye--, la página sirve para fomentar la oración por las misiones y como vehículo para la ayuda económica”.

Para más información: www.omp.es

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Documentación


'Hemos de creer en una lenta pero irreversible maduración ética de la humanidad'
Discurso del cardenal Bertone al recibir el Premio Internacional Conde de Barcelona
BARCELONA, martes 25 septiembre 2012 (ZENIT.org).- Este martes, el cardenal Tarcisio Bertone SDB, secretario de Estado de la Santa Sede, recibió en Barcelona, España, de manos del rey Juan Carlos I, el Premio Internacional Conde de Barcelona. Ofrecemos el texto íntegro del discurso, que incluye unas primeras palabras en catalán.

*****

Majestad,

Muy Honorable Señor Presidente de la Generalitat,

Señor Cardenal Arzobispo de Barcelona,

Señor Ministro del Interior,

Dignísimas Autoridades,

Hermanos en el Episcopado y el sacerdocio,

Señoras y Señores,

Amigos todos,

Desitjo que les meves primeres paraules siguin d’agraïment a Su Majestat el Rei Joan Carles I (primer), que s’ha dignat a assistir a l’entrega del Premi Internacional Comte de Barcelona, a les autoritats presents, al senyor Comte de Godó, als membres del Jurat que atorguen el Premi, que han tingut l’amabilitat de pensar en la meva persona, i a tots vostès, senyores i senyors, per la seva presència en aquest acte. Desitjo agrair molt cordialment el veredicte del Jurat d’aquest Premi Internacional en atorgar-me aquest prestigiós guardó que constitueix un reconeixement del servei que la Santa Seu presta als pobles de la terra, treballant pel seu bé i pel seu desenvolupament, i col·laborant en intensificar la justícia, la solidaritat i la pau entre les nacions del món.

En rebre aquest premi, Majestat, no puc deixar de tenir un record especial pel Vostre Pare, Don Joan de Borbó, Comte de Barcelona, que en circumstàncies complexes sabé encarnar nobles ideals i serví amb fidelitat el que representa la Institució monàrquica.

El senyor Cardenal de Barcelona, en les seves amables paraules de presentació, ha dit que des dels anys de la meva infància i joventut pensava dedicar-me a les relacions internacionals. Efectivament, així fou, encara que la crida al sacerdoci en la congregació fundada per Sant Joan Bosco em va portar per altres camins. Tanmateix, fa uns anys, i per raó del càrrec que em va voler confiar el Sant Pare Benet XVI (setze), m’he retrobat amb la realitat de les relacions entre els pobles del món, especialment aquells, molt nombrosos, que mantenen relacions diplomàtiques amb la Santa Seu, que, com saben, té el reconeixement de subjecte de Dret internacional.

Per aquest motiu, he pensat oferir-los unes breus reflexions sobre les relacions internacionals des de la perspectiva de l’Església i més concretament de la Seu Apostòlica i en especial des de les preocupacions de la Secretaria d’Estat i del seu responsable que els parla.

Hablar de estos argumentos no es sencillo, y ustedes sin duda lo comprenden muy bien. No son pocas las cuestiones que atañen a la llamada “diplomacia vaticana”, que históricamente ha recibido distintos calificativos, algunos de ellos dictados con cierta precipitación.

Para algunos es como una reliquia del pasado llamada a desaparecer. Otros ven en ella un reflejo de una Iglesia marcada por unas opciones que no responderían a la realidad o a las exigencias de nuestro tiempo. En ocasiones, se la contempla más con la imaginación que con un auténtico conocimiento de la Iglesia y del papel fundamental que, en su corazón, desempeña el Santo Padre, así como sus colaboradores en la Secretaría de Estado y en las Nunciaturas Apostólicas, para hacerse intérpretes y portavoces de aquellas causas que salvaguardan la dignidad humana, la concordia entre las naciones y el justo progreso de un orden mundial que tiene sus bases más sólidas en la paz, la justicia y la solidaridad internacional.

En realidad, la diplomacia de la Santa Sede es una búsqueda incesante de vías justas y humanas, teniendo en cuenta, a la vez, los derechos y las responsabilidades de las personas y de los Estados; el bien de cada hombre que sólo se consigue salvaguardando el bien común. La acción diplomática desplegada por el Papa y sus colaboradores debería ser considerada como una forma privilegiada de comunicación, cuyo fin es favorecer de la mejor manera posible ese bien común y el entendimiento de la comunidad internacional.

Suele ocurrir que al hablar de los representantes pontificios no se tenga suficientemente en cuenta lo poliédrico de su quehacer. Con frecuencia, las opiniones se quedan en lo que concierne a su actividad ante los gobiernos, sin reparar que tienen otros cometidos. Por ejemplo, una de sus misiones básicas es ser heraldos de la palabra y la cercanía del Sumo Pontífice, haciendo presente en todo el orbe su paterna solicitud, estrechando también los vínculos entre el Obispo de Roma, Sucesor de san Pedro, y las Iglesias particulares peregrinas en el mundo, sin olvidar la tarea, cada vez más urgente y decisiva, del diálogo ecuménico e interreligioso.

A este respecto, quisiera citar a un periodista. Me refiero a Joseph Vandrisse, Religioso de los Padres Blancos, presentes, sobre todo, en África, el cual fue durante muchos años corresponsal en Roma del diario “Le Figaro”. Decía en una de sus crónicas que la diplomacia del Papa es sencillamente una necesidad, de tal manera que —cito textualmente— “si no existiera, habría que inventarla”.

En efecto, el servicio diplomático de la Santa Sede, fruto de una praxis antigua y consolidada, ha ido vertebrándose paulatinamente a lo largo de las centurias para ser un instrumento que actúa a favor de la libertas Ecclesiae, así como para la defensa de la dignidad de la persona humana y de una sociedad que refleje los más nobles valores de la misma. En este sentido, me place recordar aquí que España es la nación cuya embajada ante la Santa Sede constituye la misión diplomática permanente más antigua del mundo y que su Palacio de la romana Plaza de España, situado frente a la columna de la Inmaculada (verdad que esta nación tanto contribuyó a definir), es, en la Ciudad Eterna, un emblema permanente de dicha realidad histórica.

Para captar de modo genuino la función de los nuncios apostólicos, bien definida en los últimos tiempos por los Papas Pablo VI y Juan Pablo II, es preciso resaltar que no es la propia de unos tecnócratas, ni ha de confundirse con la de los políticos. Los nuncios o los delegados apostólicos —en países que no tienen relaciones diplomáticas plenas con la Santa Sede— son pastores, hombres de Iglesia, formados humana, académica y sacerdotalmente para poder realizar con altas miras su tarea en todos los frentes que la misma abarca.

El número de países representados se duplicó durante el Pontificado del Beato Juan Pablo II, porque en mil novecientos setenta y ocho —al comienzo del ministerio petrino de ese amado Pontífice— eran sólo ochenta y cuatro las naciones que mantenían relaciones con la Sede Apostólica, siendo ahora ciento setenta y nueve. De este modo, la diplomacia del Papa ha alcanzado, en las relaciones internacionales, a una posición de verdadera universalidad.

En este ámbito, la función de la Secretaría de Estado, primera institución en colaborar con el Papa, para asistirlo en su suprema misión, tiene un doble aspecto. Por una parte, su labor tiende a resolver lo que se refiere al servicio cotidiano del Santo Padre; a examinar también los asuntos que trascienden la competencia ordinaria de los Dicasterios de la Curia Romana, fomentando las relaciones con ellos y coordinándolos; y a dirigir la actividad de los Legados de la Santa Sede, en particular en lo que concierne a las Iglesias particulares.

Por otra parte, está al lado del Romano Pontífice en su tarea de continuar, desarrollar e intensificar las relaciones de la Sede de Pedro con los Estados y las Organizaciones internacionales, “para el bien de la Iglesia y de la sociedad civil”, como lo precisa la Constitución apostólica Pastor bonus, de Juan Pablo II, en su artículo cuarenta y seis. De ahí que la Santa Sede se esfuerce cotidianamente en ofrecer su apoyo a la vida internacional, según su propia especificidad, con el fin de que, en todas partes, se respete la dignidad del hombre y se intensifique el diálogo, la solidaridad, la libertad, la justicia y la fraternidad, tanto en el seno de las naciones como en su proyección exterior.

Les puedo asegurar que la diplomacia del Papa trabaja, de forma discreta pero constante, al servicio de muchas realidades, y para salvar vidas y hacer más humana y más llevadera la situación de muchas personas. Esto se hace sin ninguna discriminación, como un servicio para el bien de todos aquellos que solicitan la intervención —o incluso a veces la mediación— del Papa y de sus diplomáticos. Les confieso asimismo que el trato asiduo con los Representantes pontificios y sus colaboradores, muchos de ellos jóvenes sacerdotes, me ha llevado a admirar su entrega generosa, su abnegación y dedicación a cuanto se les encomienda, así como su firme voluntad de tender puentes y facilitar soluciones, en ocasiones a arduas problemáticas y en situaciones tremendamente complejas.

Renuevo aquí lo que dije a los diplomáticos al inicio de mi servicio en la Secretaría de Estado: “Tenemos necesidad de un compromiso universal en favor de los más desheredados del planeta, de los más pobres, de las personas que buscan, a menudo en vano, aquello que necesitan para poder vivir ellos y sus familias. La dignidad, la libertad y el respeto incondicional de todo ser humano en sus derechos fundamentales, en especial la libertad de conciencia y de religión, han de estar entre estas preocupaciones primordiales, pues no podemos en modo alguno desinteresarnos de la suerte y del futuro de nuestros hermanos de toda la humanidad, ni quedar impasibles ante los sufrimientos que desfiguran a la persona humana y que cada día tenemos ante nuestros ojos”.

Se trata de edificar un mundo cada día más humano y fraterno, y, como es propio del espíritu evangélico. Hay que construir un mundo en el que se refleje mejor la compasión hacia el débil o el desprotegido, según la tradición cristiana y las mejores tradiciones religiosas y humanísticas de las diversas culturas. Por ello, el Papa Benedicto XVI no duda en subrayar que “la vida, que es obra de Dios, no debe negarse a nadie, ni siquiera al más pequeño e indefenso, y mucho menos si presenta graves discapacidades”. Por lo mismo, no podemos “caer en el engaño de pensar que se puede disponer de la vida hasta legitimar su interrupción, enmascarándola quizá con un velo de piedad humana. Por tanto, es necesario defenderla, tutelarla y valorarla en su carácter único e irrepetible” (Discurso en la Jornada por la Vida, 4 febrero 2008).

En este contexto, la otra cara de la medalla es más dolorosa. Se trata de poner de relieve cuanto es contrario a la vida, de hacer que desaparezcan esos flagelos que azotan a la humanidad, como la pobreza, el narcotráfico, el terrorismo, la extorsión, la inseguridad ciudadana o cualquier otra clase de violencia. En estos ámbitos, las intervenciones de la Santa Sede han sido y son copiosas y claras. Se pretende verter luz sobre lacras que hieren lo más profundo de la condición humana, ante las que no se puede callar. El elenco es variopinto. A las que acabo de enumerar podríamos sumar el maltrato que la mujer sufre en muchas facetas; no ignoro tampoco los padecimientos de tantos niños o el abandono que asola a muchos ancianos. Son bastantes las regiones del mundo con carencias sanitarias enormes, en donde la miseria, el desempleo, el hambre o el analfabetismo también hacen estragos. Nunca será demasiado todo lo que se haga para que la vida de los seres humanos crezca serena e integralmente, en hogares donde familias fundadas sobre el matrimonio entre un varón y una mujer la custodien, eduquen rectamente y le abran perspectivas luminosas de futuro. Si todas estas raíces se descuidan, si se tildan de vetustas o no se alimentan vigorosamente, el hombre y su armónica convivencia perderán su real consistencia.

Y aquí quisiera salir el paso de una objeción que se suele hacer, cuando el magisterio de la Iglesia aborda algunas cuestiones tan innegociables como la protección de la vida humana, la familia cimentada en el matrimonio o el derecho inalienable de los padres a la educación religiosa de sus hijos. Rápidamente se descalifican sus propuestas, como si se pretendiera imponer la percepción eclesial a todos los ciudadanos de unas sociedades pluralistas. Lejos de eso, en la Iglesia queremos respetar a todas las personas y no tenemos la pretensión de juzgar a quien no comparte nuestra visión. Estamos abiertos a dialogar, pero nuestro servicio a la sociedad y a la verdad nos pide precisamente exponer las razones de nuestras convicciones. Y en este sentido, la Iglesia —como recuerda asiduamente Benedicto XVI— no duda en recurrir a los argumentos de razón en el diálogo con la sociedad. Así lo ha hecho siempre la mejor tradición de la Iglesia que, además de a los contenidos de fe, siempre ha recurrido a los argumentos llamados “de razón”, fundados en el orden natural e inscritos en el corazón humano.

A todo lo anterior hay que añadir los afanes de los representantes pontificios por el fomento de la paz, que sigue siendo un objetivo prioritario de la Santa Sede. Este campo específico se coloca entre el realismo y la profecía. El realismo nos invita a tomar conciencia de la creciente complejidad de las situaciones sociales y de sus conflictos. Y la profecía nos impulsa a no renunciar a lo que, en una primera instancia, podría a veces ser calificado como utópico pero, con mirada atenta y esperanzada, cabe que sea visto como posibilidad real. A pesar de tantas experiencias frustrantes, hemos de creer en una lenta pero irreversible maduración ética de la humanidad. A ella contribuye el respeto a la libertad religiosa, que es vía fundamental para la construcción de la paz, porque —en palabras del Papa— “la paz, de hecho, se construye y se conserva sólo cuando el hombre puede libremente buscar y servir a Dios en su corazón, en su vida y en sus relaciones con los demás” (Discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, 10 enero 2011). A la luz de estas consideraciones, se comprende bien que el Santo Padre señale que “no es expresión de laicidad, sino su degeneración en laicismo, la hostilidad contra cualquier forma de relevancia política y cultural de la religión; en particular, contra la presencia de todo símbolo religioso en las instituciones públicas” (Discurso al 56 Congreso Nacional de la unión de Juristas católicos Italianos, 9 diciembre 2006).

Por ello, cada día animo a mis colaboradores en la Secretaría de Estado a no desfallecer para propugnar una amplia visión de las relaciones sociales, que incluya el diálogo de la Iglesia con el Estado, que refuerce la colaboración con las instituciones civiles para el desarrollo integral de la persona y su dignidad, que facilite el libre ejercicio de la misión evangelizadora de la Iglesia, y que señale el deber de la sociedad y de la Administración Pública para garantizar espacios donde los creyentes puedan vivir y celebrar su fe. En este contexto, la Iglesia pide, en el ejercicio de su misión en el mundo, manifestada en variadas formas individuales y comunitarias, la misma actitud de respeto y autonomía que ella muestra hacia las realidades temporales (cf. Discurso en la Conferencia Episcopal Española, 5 febrero 2009, nº 10).

Recordamos hoy las catastróficas inundaciones ocurridas el veinticinco de septiembre de mil novecientos sesenta y dos en diversas comarcas de Cataluña, que ocasionaron un elevado número de muertos y desaparecidos, lo que motivó una auténtica ola de solidaridad ante tanto sufrimiento. Por mi parte, deseo también destinar el montante económico de este galardón a fines solidarios, entregando el cincuenta por ciento del mismo a la benemérita iniciativa del Arzobispado de Barcelona para los jóvenes sin trabajo, y el otro cincuenta por ciento a los proyectos del Grupo Guadalupe de Nicaragua, una iniciativa creada en ese país por la Hermana Guadalupe Caldera Ramírez, capuchina de la Madre del Divino Pastor, que a sus noventa y tres años sigue siendo todavía el alma de esta fundación, y para becas a alumnos sin recursos de las escuelas de estas religiosas fundadas por el Beato José Tous.

Majestades, Señor Cardenal, Señoras y Señores, he de concluir mis palabras. Me consentirán hacerlo evocando algunas ideas contenidas en el discurso de Don Juan Carlos, cuando gentilmente se despidió del Papa al término de la celebración de la vigésimo sexta Jornada Mundial de la Juventud. Vuestra Majestad aludía entonces a cómo el “presente demanda concentrar nuestra atención en los jóvenes si queremos ganar el futuro que ellos representan y se merecen. Ese futuro que solo será mejor —decía el Rey— si situamos los intereses generales por encima de los egoísmos particulares, si pensamos más en lo que debemos hacer por los demás, que en lo que podemos conseguir para nosotros”.

Comparto plenamente sus palabras, que estimo no valen únicamente para los jóvenes. En verdad no tienen edad.

Queridos amigos, me parece que la hora actual exige como nunca aunar voluntades para lograr aquello que a todos beneficia, venciendo pesimismos y cortos horizontes. Por eso mismo, creo que ese futuro vislumbrado por el Rey solicita el respeto a la libertad, a la verdad y a la dignidad de la persona. Reclama la comprensión, el esfuerzo, el diálogo, el entendimiento y la cooperación de todos para asegurar la concordia, y de este modo se puedan superar crisis y desafíos, hoy muy presentes y arduos. Pero no solamente eso. Sabemos de sobra que, sin el auxilio divino, vanas son las fatigas humanas. Majestad, Eminencia, Señoras y Señores, suplico al Omnipotente que derrame sus dones para que el anhelo del Rey Don Juan Carlos se haga una gozosa realidad entre ustedes. Aquesta és la meva esperança i el meu desig per a tots. I moltes gràcies per la seva atenció.

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Fe de erratas


Fe de erratas
 
Pedimos disculpas a nuestros lectores por una errata que se deslizó en nuestra información del día 23 de septiembre, titulada: “Reconocida la labor periodística del beato Manuel Garrido 'Lolo'”. En el penúltimo parrafo, se decía por error: “Defendió la injusticia social”, cuando evidentemente debía decir: “Defendió la justicia social”.

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