ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 20 de mayo de 2012

Santa Sede

Con la Ascensión del Señor, nuestra oración atraviesa los cielos y llega hasta Dios
En la reflexión del Regina Cæli el santo padre encomendó a las vícitimas de atentado en Italia

Benedicto XVI: En la Ascensión nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios
Meditación del papa durante el rezo del Regina Cæli

Comunicado de la sala de prensa de la Santa Sede
Con motivo de la publicación de documentos reservados

Especial María

María, discípula y maestra
La mujer de la palabra y el silencio

Donde Dios llora

Mientras en Colombia haya injusticia no habrá paz
Entrevista con monseñor Guillermo Orozco Montoya, Obispo de Girardota

Entrevistas

En la escucha y el silencio se comprenden las necesidades de los otros
Entrevista con el presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales

Flash

Encuentro vocacional deja 200 jóvenes dispuestos a consagrarse
Convocado por el Camino Neocatecumenal en Guatemala

Foro

El maestro Ávila y los medios de comunicación
Vigencia del futuro Doctor de la Iglesia

Analfabetismo religioso
La necesidad de reforzar la catequesis


Santa Sede


Con la Ascensión del Señor, nuestra oración atraviesa los cielos y llega hasta Dios
En la reflexión del Regina Cæli el santo padre encomendó a las vícitimas de atentado en Italia
CIUDAD DEL VATICANO, Domingo 20 mayo, 2012 (ZENIT.org).- Benedicto XVI después de la oración mariana del Regina Cæli, dirigida desde su estudio que da a la Plaza de San Pedro, reflexionó sobre la festividad de la Ascensión de Jesús al cielo que se celebra en diversos países y que marca “el cumplimiento de la salvación iniciada con la Encarnación”.

“La Ascensión nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a la altura de Dios. Así --prosiguió el papa--, cada vez que rezamos la tierra se une con el Cielo”. Y así como el incienso, cuando elevamos nuestra oración en Cristo “esta atraviesa los cielos y llega hasta el Trono de Dios, y es por Él escuchada y atendida”. 

Refiriéndose a Italia, el santo padre mencionó dos trágicos eventos: el “vil atentado” del sábado contra una escuela y un terremoto que afectó la región de Emilia Romagna.

“Aquí hoy lamentablemente -dijo el papa- tengo que recordar a los muchachos y muchachas que fueron afectados ayer en un vil atentado. Recemos juntos por los heridos, algunos de los cuales graves, y especialmente por la joven Melissa, víctima inocente de una brutal violencia y por sus familiares que viven el dolor”. Entre la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, se veía un pasacalle con escrito: “Ciao Melissa”.

A continuación Benedicto XVI se dirigió a la población de Emilia Romagna: “Estoy espiritualmente cercano a las personas probadas por la calamidad: imploremos la misericordia de Dios para los que han muerto y la atenuación del sufrimiento para los heridos”, dijo.

El papa se dirigió además a los católicos en China, y recordó que el próximo jueves 24, la Bienaventurada Virgen María, es particularmente venerada en Shangai bajo la invocación de María Auxiliadora. Y los invitó a anunciar “con humildad y alegría que Cristo murió y resucitó y que vivan con coherencia la fe que profesan, y que crezcan en afecto y participación con la Iglesia universal” la que tiene su sede en Roma.

También saludó al Movimiento por la Vida de Italia, reunido en el Aula Pablo VI en su ‘Lifeday 2012’ en donde anunciaron la iniciativa “Uno de nosotros” destinada a apoyar la dignidad y derechos de todos las personas desde el momento de la concepción. A ellos les exhortó a “ser siempre testigos y constructores de la cultura de la vida”.

Y para concluir, Benedicto XVI saludó también a los peregrinos de lengua española “que participan en esta oración mariana, así como a los que se unen a la misma a través de los medios de comunicación social. Invito a todos a perseverar junto con la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, en ferviente oración, para que la fuerza divina del Espíritu Santo haga morada en nosotros, y podamos así cumplir fielmente la voluntad del Señor, dando testimonio de su Evangelio con nuestra palabra y modo de obrar”

En lengua italiana dejó el siguiente mensaje: “Se celebra hoy la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales sobre el tema “Silencio y Palabra: camino de evangelización”. El silencio es parte integrante de la comunicación, es un lugar privilegiado para el encuentro con la palabra de Dios y con nuestros hermanos y hermanas. Invito a todos a rezar para que la comunicación en cualquiera de sus formas, sirva siempre para instaurar con el prójimo un diálogo auténtico, fundado sobre el respeto recíproco, en el escucharse y en el compartir.

Asimismo, hizo referencia a la importante fiesta mariana de este semana: “El jueves 24 de mayo es el día dedicado a la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los Cristianos, venerada con gran devoción”.

El mensaje íntegro puede leerse en: www.zenit.org/article-42252?l=spanish

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Benedicto XVI: En la Ascensión nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios
Meditación del papa durante el rezo del Regina Cæli
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- A las 12 del mediodía de hoy, el santo padre Benedicto XVI se asomó a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Regina Cæli con los fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, y les dirigió unas palabras.

A continuación las palabras del papa antes de la oración mariana:

*************

¡Queridos hermanos y hermanas!

Cuarenta días después de la Resurrección --según el libro de los Hechos de los Apóstoles--, Jesús asciende al Cielo, o sea retorna al Padre que lo había enviado al mundo. En muchos países este misterio se celebra no el jueves, sino hoy, el domingo siguiente. La Ascensión del Señor marca el cumplimiento de la salvación iniciada con la Encarnación.

Después de haber instruido por última vez a sus discípulos Jesús sube al cielo (cfr. Mc. 16,19). Él entretanto “no se separó de nuestra condición” (cfr. Prefacio); de hecho en su humanidad asumió consigo a los hombres en la intimidad del Padre y así ha revelado el destino final de nuestra peregrinación terrena.

Así como por nosotros descendió del cielo y por nosotros sufrió y murió en la cruz, así también por nosotros resucitó y subió a Dios, por lo tanto no está más lejano, sino que es “Dios nuestro”, “Padre nuestro” (cfr. Jn. 20,17).

La Ascensión es el último acto de nuestra liberación del yugo del pecado, como escribe el apóstol Pablo: “Subiendo a la altura, llevó cautivos” (Ef. 4,8). San León Magno explica que con este misterio “se proclama no solamente la inmortalidad del alma sino también la de la carne. Hoy de hecho no solamente estamos confirmados como poseedores del paraíso, sino también hemos penetrado en Cristo en las alturas de los cielos”. (De Ascensione Domini, Tractatus 73, 2.4: CCL 138 A, 451.453). Por esto los discípulos cuando vieron al Maestro levitar de la tierra y elevarse hacia lo alto, no sintieron una sensación de malestar, sino una gran alegría y se sintieron empujados a proclamar la victoria de Cristo sobre la muerte (cfr. Mc. 16,20). Y el Señor resucitado obraba con ellos, distribuyendo a cada uno un carisma para que la comunidad cristiana, en su conjunto, reflejase la armoniosa riqueza de los Cielos.

Lo escribe nuevamente san Pablo: “Repartió dones a los hombres... dispuso que unos fueran apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y maestros... para la edificación del cuerpo de Cristo... hasta que lleguemos todos a la plena madurez de Cristo” (Ef. 4,8.11-13).

Queridos amigos, la Ascensión nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios; así cada vez que rezamos, la tierra se une con el Cielo. Y como el incienso cuando se quema hace subir hacia lo alto su humo suave y perfumado, así cuando elevamos al Señor nuestra fervorosa oración llena de confianza a Cristo, esta atraviesa los cielos y alcanza el Trono de Dios, y es por Él escuchada y satisfecha.

En la celebre obra de san Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo, leemos que para “ver realizados los deseos de nuestro corazón no hay nada mejor que poner la fuerza de nuestra oración en lo que más le gusta a Dios. Entonces Él no nos dará solamente lo que le pedimos, o sea la salvación, sino también lo que Él ve que sea conveniente y bueno para nosotros, aún si no se lo pedimos” (Libro III, cap. 44, 2, Roma 1991, 335).

Supliquemos a la Virgen María para que nos ayude a contemplar los bienes celestiales que el Señor nos promete, y a volvernos testimonios siempre más creíbles de la vida divina.

© Librería Editorial Vaticana

Traducido del original italiano por Sergio H. Mora

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Comunicado de la sala de prensa de la Santa Sede
Con motivo de la publicación de documentos reservados
CIUDAD DEL VATICANO, Domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- Con motivo de que este viernes 18 en Italia salió a la venta un libro que contiene documentos reservados de la Santa Sede, la sala de prensa vaticana ha emitido ayer un comunicado, que reproducimos a continuación:

********

“La nueva publicación de documentos de la Santa Sede y de documentos privados del Santo Padre no son una discutible –-y objetivamente difamatoria--,iniciativa periodística, sino que asume claramente las características de un acto criminal.

El Santo Padre, así como varios de sus colaboradores y de los remitentes de los mensajes a él dirigidos, han visto violados sus derechos personales de reserva y de libertad en la correspondencia.

La Santa Sede seguirá profundizando sobre las diversas implicancias de estos actos de violación de la privacidad y de la dignidad del Santo Padre --como persona y como autoridad de la iglesia y del estado de la Ciudad del Vaticano--, y dará los pasos oportunos, con el fin de que los autores del robo, de la recepción y de la divulgación de notas secretas, respondan por sus actos ante la justicia. Si es necesario, se pedirá para tales fines la colaboración internacional.”

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Especial María


María, discípula y maestra
La mujer de la palabra y el silencio
Por el padre José Antonio Pérez, ssp*

ROMA, Domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- Entre las numerosas páginas del beato Santiago Alberione sobre María, existe un opúsculo, María discípula y maestra, de 1959, por tanto anterior al Concilio, pero que contiene algunas intuiciones muy hermosas de valor permanente. En él, como escribía el padre Juan Roatta, uno de los mejores conocedores de nuestro fundador, María “se presenta como una sencilla síntesis de opuestos, a la luz de Dios: es la esclava del Señor y la reina de los apóstoles; es discípula y maestra, virgen y madre...” En ese equilibrio, la ve como el perfecto instrumento de Dios y, por tanto, como el gran ideal para el desarrollo de la personalidad y para la eficacia de la misión apostólica.

María, maestra

La Virgen “fue la que más cerca estuvo de su Hijo y, al mismo tiempo, la que hizó más que nadie por darlo al mundo”, escribía el beato Santiago Alberione. Y hacía este razonamiento: “Se dice: a Jesús por María; pues también se podrá decir: a Jesús Maestro por María Maestra... Jesús es el único Maestro; María es maestra por participación”. En realidad, María no escribió ningún libro, ni tuvo una cátedra para enseñar, ni se dedicó a predicar... Y, sin embargo, fue maestra y formadora de Jesús y de la Iglesia, de los apóstoles y de todos los cristianos. ¿En qué sentido?

Para el beato Santiago Alberione, María es maestra porque ha dado al mundo a Jesucristo Maestro, la Verdad por antonomasia. Ella es, según san Epifanio, “el Libro sublime que ha propuesto al mundo la lectura del Verbo”. María es maestra por la santidad de su ejemplo; si queremos configurarnos con Cristo, el camino más fácil es María, Libro que contiene todas las virtudes: la fe (“Dichosa tú que has creído”, Lc 1,45); la esperanza (“Haced lo que él os diga”, Jn 2,5); el amor (“Hágase en mí según tu palabra”, Lc 1,38); por la eficacia de sus oraciones; por la autoridad de sus consejos, pues es la llena de gracia y sabiduría. María “predica no con palabras, sino encarnando al Verbo, escribiendo un Libro con su propia sangre”, concluía Alberione.

Pero María es maestra por ser discípula, por estar totalmente abierta a la escucha y a la participación en el destino de su Hijo muerto y resucitado. En ella, escucha y seguimiento, están íntimamente unidos, como elementos indisolubles del verdadero discipulado.

María, discípula

La autoridad del magisterio de María se debe, pues, a su perfecto discipulado con relación al Verbo, al que ella, con su “hágase” ha dado un cuerpo. Hasta tal punto que la verdadera grandeza de María no estriba tanto en su maternidad ni en otros privilegios, cuanto en haber sido fiel y fecunda escuchadora de la palabra de Dios. Jesús mismo lo reconoce cuando, ante el grito de la mujer entusiasmada por sus palabras, responde: “Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11,27). María es la primera en seguir a Jesús en su misión, compartiendo sus opciones, y así se convierte en la perfecta discípula del Señor.

Además, ella es la mujer de la escucha de la voluntad de Dios expresada en los acontecimientos, que conserva y medita en su corazón (cf Lc 11,27-28; 2,19; 2,51). Su fe no era simple adhesión intelectual, sino experiencia vital. Lo afirma Juan Pablo II en la Catechesi tradendae: “Ella fue la primera de sus discípulos: primera en el tiempo, pues ya al encontrarlo en el templo, recibe de su Hijo adolescente unas lecciones que conserva en su corazón; la primera, sobre todo, porque nadie ha sido enseñado por Dios con tanta profundidad. Madre y a la vez discípula, decía de ella san Agustín, añadiendo atrevidamente que esto fue para ella más importante que lo otro” (n. 73).

Decía Pablo VI que ponernos a su escuela nos “obliga a dejarnos fascinar por ella, por su estilo evangélico, por su ejemplo educador y transformante: es una escuela que nos enseña a ser cristianos”.

Reina de los Apóstoles

Y nos enseña también a ser apóstoles, ya que “apostolado es hacer lo que hizo María: dio a Jesús al mundo, a Jesús Maestro, camino, verdad y vida. Dando a Jesús camino nos ha dado la moral cristiana; dándonos a Jesús verdad nos ha dado la dogmática; y dándonos a Jesús vida nos ha dado la gracia”, escribía el beato Santiago Alberione. Y describía al apóstol como “quien lleva a Dios en la propia alma y lo irradia a su alrededor; es un santo que acumuló tesoros y comunica de su abundancia a los hombres... transpira a Dios por todos los poros con sus palabras, obras, oraciones, gestos y actitudes, en público y en privado, en todo su ser.” Y continúa: “En grado sumo y con semejanza inigualable, este es el rostro de María”.

Cuanto mayor sea la adhesión a Cristo, mayor será la capacidad de compromiso. De ahí la importancia de la comunión con él en el itinerario hacia la madurez de la fe, que va transformando la vida en entrega y servicio. No hay que olvidar que la vida grita más fuerte que las palabras y las obras. El apóstol auténtico, primero es y luego actúa, es “testigo antes que maestro”, diría Pablo VI.

Hoy hay tal vez excesivo ruido y poco silencio; demasiadas palabras, pero poca comunicación de vida.

“Palabra y silencio –concluye el mensaje del santo padre para la Jornada de las comunicaciones sociales–. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo. A María, cuyo silencio escucha y hace florecer la Palabra, confío toda la obra de evangelización que la Iglesia realiza a través de los medios de comunicación social”.

Viviendo la dimensión mariana, los creyentes estaremos en condiciones de dejarnos formar en el misterio del Cristo, para que la palabra del Señor se cumpla en nosotros como se cumplió en María, y para poder darlo de manera integral a un mundo que tanto lo necesita, utilizando para ello todos los medios a nuestro alcance.

*Postulador general de la Familia Paulina

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Donde Dios llora


Mientras en Colombia haya injusticia no habrá paz
Entrevista con monseñor Guillermo Orozco Montoya, Obispo de Girardota
ROMA, Domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- A pesar de de la belleza que presenta Colombia, este país cuenta con una historia de más de 40 años de violencia y lucha armada, de secuestros y muchas vidas perdidas. El narcotráfico, las guerrillas, el desempleo y el desplazamiento forzado, son algunos de los grandes problemas por los que este país tiene que luchar desde hace décadas. Maria Lozano entrevista a monseñor Guillermo Orozco Montoya, obispo de Girardota para el programa semanal Donde Dios Llora, en cooperación con Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Usted nació en 1946, época en la que comenzaban unos años de mucha violencia en Colombia, esa época se denominó justo con este nombre: “La Violencia”, desde esos años -finales de los cuarenta - hasta ahora Colombia casi no ha podido ver la paz. Una persona que ha crecido siempre viviendo o escuchando este mensaje de violencia, de terror, ¿no tiene una sed, un anhelo grandioso de paz?
El anhelo siempre pasa permanentemente por la cabeza, ese pensamiento: “¿cuándo será que tenemos paz en Colombia?” Y eso lo experimenta todo colombiano, porque en alguna manera directa o indirectamente hemos padecido del flagelo de la guerra y sobre todo en los últimos tiempos cuando nos sentíamos todos secuestrados, donde lo estábamos prácticamente porque no podíamos salir ya con tranquilidad a ningún pueblo, porque de repente aparecía la guerrilla que se llevaba un grupo completo al secuestro…

De esta realidad hablaremos un poquito más tarde, primero yo quería preguntarle, ¿cómo fue su vocación sacerdotal?, ¿cómo descubrió su llamada?
Esa es una pregunta que me han hecho más de una vez y apenas aprendí a responderla hace unos años, exactamente 17 años después de mi ordenación. Antes cuando me preguntaban la historia de mi vocación les respondía “yo no tengo historia”, pero después supe por alguien que mi mamá le pedía al señor todos los días un hijo sacerdote. A mi simplemente me gustó desde pequeño ser sacerdote y llegué a ser sacerdote, pero luego conocí incluso una bella oración de la madre por un hijo sacerdote que mi madre guardaba y comprendí que ella pedía al señor un hijo sacerdote y lo obtuvo.

Monseñor, desde mitad del 2009 es usted obispo de Girardota cerca de Medellín más o menos ¿no? al norte de Medellín.
Muy cerca, son 30 minutos, 40 minutos en automóvil, en carro, de Medellín a Girardota.

Pero anteriormente estaba usted en San José de Guaviare que está a más de 400 kilómetros al sur de Bogotá.
Casi 800 kilómetros de Medellín…

…casi 800 kilómetros de Medellín. Una realidad absolutamente diferente…
…si, cuando me nombraron obispo, el señor Nuncio me dijo: “Monseñor se le cambió su vida”, y yo le dije “si, se me cambió la vida”. Primero porque yo no estaba acostumbrado a trabajar en una zona de misión y menos en una zona de presencia guerrillera como lo es Guaviare con tanto problema. Sin embargo yo llegué con la convicción de que iba con una misión que el señor me había encomendado y estuve 4 años, me sentí muy bien, nunca tuve miedo a pesar de los problemas. En el Guaviare estaba el problema del narcotráfico, de la siembra de la coca, no tan intensamente como antes, porque el gobierno la está persiguiendo… pero la guerrilla se dedicó a obligar al campesino a sembrar la coca para poder ellos negociarla y existían amenazas permanentes de la guerrilla a quienes no pagaban la extorsión.

¿Le afectó esto también personalmente durante sus años en el Guaviare?
Yo personalmente también fui amenazado por la guerrilla porque me pedían un dinero. La diócesis tiene una finca, un ganado con el cual sostiene las parroquias, gran parte de lo que sale allí es para pagar los gastos de la diócesis. La guerrilla decía que yo por cada cabeza de ganado tenía que pagarle algo y yo les dije “ni un solo centavo, porque nosotros no evangelizamos hablando de justicia y hablando de la honestidad por un lado y al mismo tiempo apoyamos a los violentos”. Entonces me dijeron: “se puede quedar en San José pero cuídese porque si no paga es objetivo militar”.

Pero la situación ha mejorado en los últimos años…
Donde estoy ahora en Girardota, ya había estado hace 17 años como rector y en esa época había guerrilla, había paramilitares, la situación era en cierta parte parecida a la del Guaviare, aunque no tan crítica. Pero eso era antes, ahora, después de 8 años del gobierno anterior con la política de la seguridad democrática, la guerrilla quedó arrinconada otra vez en la selva y salió de los pueblos. Sin embargo quedaron los problemas, y ahí en mi diócesis hay mucha pobreza, las consecuencias de tantas muertes y tantas venganzas, pero puede uno trabajar con tranquilidad que es muy distinto.

El narcotráfico desde los años 80 ha cambiado la vida de toda Colombia. ¿Cómo ha influido el hecho de que el narcotráfico haya tomado tanto auge en Colombia?
Lo que ha cambiado es la mentalidad en lo referente a los valores sobre todo en la juventud. Cuando un muchacho sabe que consigue dinero fácil a través de la coca, se va imponiendo la cultura del dinero fácil, de la ilegalidad y la cultura de la muerte. De ahí nació por ejemplo lo que llamamos el sicariato, que eran los muchachos que contrataban los narcotraficantes para vengarse de sus enemigos o de los que no pagaban. Yo recuerdo más de una vez que hacían entrevistas a estos muchachos sobre ¿qué significaba para ellos matar?, ¿si no les costaba mucho? Las respuestas tan frías lo dejaban a uno asustado: “no, matar el primero o el segundo costaba mucho, pero ya se va acostumbrando uno…” Es la costumbre a vivir en la ilegalidad y la adquisición del dinero fácil… Sobre todo gente que no ha tenido nada, porque eso le pasa sobre todo a la gente pobre, de repente puede tenerlo todo: podían tener un carro último modelo, motos y como ellos decían - y se escucha permanentemente- “darle a la mamá o a la viuda una casita”…

Por lo que me está contando es también la cultura de la muerte que está invadiendo estos países, porque el valor de la vida es mínimo.
En Colombia, es una secuela grande que ha dejado el narcotráfico como cultura. Uno mira la televisión y todos los días matan a un estudiante por robarle un celular, porque no le prestó mil pesos, y le dan una puñalada… Eso es fruto precisamente de esa cultura donde se sabe que amenazando a los demás pueden deshacerse de ellos. Nosotros también hemos sido afectados por eso, por ejemplo yo acabo de mandar a un sacerdote a una zona de misión y a los 15 días ya estaba de regreso porque le llegó un mensaje - supuestamente de un guerrillero - donde le decía “usted no es bienvenido, tiene 8 días para desaparecer o lo desaparecemos”, luego se supo que no era de la guerrilla, porque la guerrilla conoce el trabajo de los sacerdotes y al obispo le dijeron que contra él no había nada que podía regresar, pero así recibe uno en cualquier sitio, no solamente esas zonas. Me infunden miedo, yo puedo permanecer allí, correr el riesgo porque puede ser simplemente una amenaza, simple amenaza sin ninguna trascendencia, pero también puede ser alguien que quiere deshacerse de uno. Esa es la cultura, o mejor dicho la subcultura de la muerte.

¿Cuál es la respuesta de la iglesia? ¿Cómo intenta transmitir una cultura de vida, del valor de la vida, de la vida humana, sea quien sea?
Yo creo que lo fundamental es el tema de valores, porque donde hay crisis cuando no hay valores. Pero ahí viene el problema: ¿dónde se genera una cultura de valores si no es en la familia? y si ya en la familia hay problemas, nosotros tenemos que comenzar a trabajar desde la base de la familia. Yo personalmente como obispo me he dedicado y lo inicié en el Guaviare, a un trabajo fundamental con las parejas - no solamente las casadas, también las que están en unión libre – tratando temas como aprender a convivir en pareja, a reconciliarse, a rescatar los valores de la vida de pareja y por tanto a formar en valores a los hijos.

En Colombia existe la llamada Comisión de Conciliación Nacional, ¿qué es esta iniciativa?, ¿de quién parte?, creo que la iglesia católica forma parte de esta comisión.
No, no solamente forma parte sino que la iniciativa nació de la iglesia, concretamente la Comisión Episcopal Colombiana creó la Comisión de Conciliación Nacional que busca simplemente, como la palabra dice, conciliar a las dos partes, buscar un encuentro entre el gobierno y los grupos armados.

Y la comisión ha presentado hace relativamente poco un Acuerdo Nacional de Paz y Reconciliación. ¿Qué puntos, porque creo que hay un mínimo de puntos, serían necesarios para que se alcanzara una situación de paz en Colombia?
La comisión más bien propició ese acuerdo, pero aquí hubo participación de todo el país, de todas las clases sociales, de todos los grupos, de todos los credos… Fueron como más de 300 mesas de trabajo con más de 7500 líderes del país que a su vez se volvían multiplicadores de ese trabajo. Así se llegó a un acuerdo sobre los mínimos que se necesitarían para poder obtener paz en Colombia. Se hablan de 8 mínimos. Yo podría resaltar algunos ellos. Por ejemplo se habla de una política de reconciliación y paz que lleve a la negociación.

¿A que se refiere?
Pues por ejemplo ahora con este gobierno con muy buena voluntad se habla de la Ley de Tierras y la Ley de Víctimas. ¿Qué es la Ley de Tierras? Que el gobierno se compromete con los que hayan sido privados de sus tierras, a devolverles las tierras. Ya sea porque las recupere de los que se las han arrebatado o porque les asigne tierras que el gobierno mismo compra, pero justo ahí esta el dilema…¿Dónde está el dinero para eso? Son miles de millones porque están hablando de los afectados a partir del año 1980 - si se van más atrás imagínese…

¿Y la Ley de Víctimas?
La Ley de Victimas trata que estas puedan tener acceso a todo aquello a lo cual debido a la violencia no pudieron tener acceso: que tengan acceso a una vida más digna, que se les dé casa para vivir, que se les dé salud y seguridad social, que se les dé oportunidades para estudio. Si el gobierno logra hacer eso, eso al largo plazo, pues se ha dado un paso muy grande y eso facilita la reconciliación porque, ahí es donde viene el papel de la iglesia de ayudar a la gente a perdonar a personas que tienen voluntad de paz y que lo manifiestan en este caso a través del gobierno cuando quiere compensar a esta gente por los daños que han recibido.

¿Y ese seria lo que llaman un “mínimo”?
Exacto, otro mínimo es la equidad en el acceso a las oportunidades para obtener una vida digna para todos los colombianos. Aquí en Colombia se habla de las dos Colombias: de los que viven en los suburbios y los que viven en la ciudad, los que viven en zonas marginadas y los que viven en zonas ricas. Así se trata de lograr la equidad en los derechos, en las oportunidades, de educación con cobertura completa para todos y de calidad, una reforma agraria integral y así por el estilo.

Claro, eso sería un plan que abarca muchísimo, pero que sería el futuro dijéramos de la nueva Colombia.
Y que sería lo que prepararía el ambiente para quitarle todos los argumentos a los violentos por un lado y para facilitar una reconciliación.

Me recuerda que el Beato Juan Pablo II estuvo de visita en Colombia hace 25 años y también su mensaje fue un mensaje de paz y reconciliación, pero además me recuerdo también que Pablo VI estuvo también en Colombia...
Si, Pablo VI estuvo en Colombia, en el año 1968, y dejó una frase que no olvidamos: “mientras en Colombia haya injusticia no habrá paz”. De eso se ha hablado mucho porque el problema no es solo de injusticia, nosotros vemos países donde hay mayor injusticia que en Colombia y sin embargo no hay ese problema de violencia que hay en Colombia…Sin lugar a dudas, muchos de los problemas se generan por la corrupción, porque el problema número uno de Colombia sin lugar a dudas es la corrupción.

Buscar la justicia y revalorizar el don de la vida serían las bases para ese nuevo orden, para crear una sociedad pacífica ¿no?
Yo diría en una palabra, rescatar los valores, volver a los valores del evangelio, el respeto por la vida, la dignidad y el respeto del otro. Necesitamos una evangelización o una cultura que lleve a la tolerancia y a la fe en Dios… Porque la fe en Dios es precisamente una de las razonas por las cuales, a pesar de las circunstancias, el país sigue siendo un país viable. Llegó un momento en el que se decía que se había vuelto inviable y que a pesar de los problemas hoy Colombia aparece como el cuarto país del mundo con la gente más feliz con la vida...

Y uno de los países con más vocaciones en la iglesia…Porque hemos hablado mucho de las sombras, no se habló tanto de las luces de Colombia. Pero es uno de los países que genera más vocaciones para todo el mundo, hay muchos sacerdotes y religiosas colombianos por todo el mundo.
Así es y entre nosotros los obispos tenemos un gran anhelo y lo estamos sembrando en los seminaristas: que las vocaciones no solamente estén para responder a las necesidades nuestras, sino para salir y abrirse al mundo. Un ejemplo concreto, mi diócesis tiene 400 sacerdotes y la mitad de ellos están de misioneros en África, en Europa y en otros países de América Latina.

La entrevista fue conducida por María Lozano para el programa semanal de radio y televisión Donde Dios Llora, realizado en cooperación con Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Mas información: info@DondeDiosLlora.org / www.acn-intl.org

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Entrevistas


En la escucha y el silencio se comprenden las necesidades de los otros
Entrevista con el presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales
Por José Antonio Varela Vidal

CIUDAD DEL VATICANO, Domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- Cada domingo de la Ascensión del Señor, la iglesia universal celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Este año, el tema elegido por el papa en su mensaje a la humanidad ha sido: “Silencio y Palabra: camino de evangelización”.

Para hablar de la importancia de esta enseñanza de Benedicto XVI, así como de los desafíos de la iglesia en el mundo de las comunicaciones modernas, ZENIT conversó con el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales.

¿Cómo surge la idea del silencio en el mensaje del papa para este año?

Arzobispo Celli: El tema elegido por el santo padre para esta Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, con una mirada atenta a los fenómenos comunicativos de hoy, nos invita a reflexionar sobre este punto fundamental: el silencio es parte integral de la comunicación. Es por eso que cuando queremos que la comunicación sea auténticamente humana --porque parte de un hombre y se dirige a otros hombres--, esa palabra que se comunica debe alimentarse de silencio para estar más henchida, para ser más verdadera. Por que es en el silencio que yo escucho, es en el silencio que yo comprendo más atentamente cuáles son las necesidades, los sufrimientos, la búsqueda del bien y de lo verdadero que hay en el corazón de los otros hombres.

El mensaje dice que hay que saber escuchar. ¿Cuáles serían los espacios donde debemos acercarnos para escuchar?

Arzobispo Celli: Creo que esta sea una dimensión que es muy típica del papa Benedicto XVI. Cuando nos propusimos abrir el canal de YouTube del Vaticano, el papa aceptó de inmediato. El santo padre ha querido estar presente allí donde están los hombres de hoy. Todos somos conscientes de este rápido e inmenso desarrollo de las redes sociales. Hoy en día, de acuerdo con los datos internacionales con que contamos, más de mil millones de personas son usuarios de Facebook. Nos parece que es importante estar presentes en las redes sociales, porque el hombre busca la verdad, el hombre trata de dar respuestas a las grandes interrogantes que tiene en su vida: ¿Quién soy? ¿cuál es el sentido de mi vida? ¿Hacia dónde me dirijo? Por eso diría que tenemos necesidad de estar presentes en estas redes para ser anunciadores, ser testigos.

¿Qué quiere decir el papa con la palabra "ecosistema" en la comunicación?

Arzobispo Celli: El problema es que hay un pulular de mensajes, de noticias, de información y de palabras, pero no todas son palabras auténticas, no todas son palabras verdaderas para el camino del hombre. Al hablar de ecología en el sistema comunicativo, creo que el papa quiere decir precisamente eso: hacer que, en la medida de lo posible, las palabras que forman nuestra comunicación sean siempre palabras verdaderas, palabras que respeten la dignidad del hombre que las dice y respetuosas del hombre que las recibe.

¿Cuáles deberían ser las características más importantes de los sitios católicos?

Arzobispo Celli: Yo diría que nuestros medios de comunicación deben acostumbrarse cada vez más a la verdad sobre el hombre, que está vinculada a la verdad sobre Dios. Y hoy esto es un reto para todos nosotros, porque cuando nos encontramos en un entorno comunicativo, el hombre es asaltado con mensajes e informaciones, con propuestas de pequeñas verdades, de verdad con la "v minúscula". Es por eso que, una vez más, el papa nos invita, con el mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año, a saber discernir. He aquí la necesidad del silencio, porque es en el silencio que yo puedo hacer un adecuado discernimiento y ver si eso que escucho, que recibo, es verdaderamente válido en mi búsqueda de la verdad.

¿Se refiere al riesgo de banalizar el encuentro?

Arzobispo Celli: Diría que eso es un reto para todos nosotros. Para mí el problema es que no se debe trivializar el encuentro, sino hacer que cada encuentro sea siempre rico, propositivo, lleno de humanidad, porque el riesgo es justamente eso de banalizar nuestras relaciones humanas.

¿Cuál será el principal aporte de su dicasterio para el sínodo de la Nueva Evangelización?

Arzobispo Celli: Nuestra contribución es para ayudar a entender qué involucra el nuevo entorno de las comunicaciones. Desde hace algún tiempo el magisterio pontificio ha entendido que ya no se habla más de herramientas de comunicación, sino que las nuevas tecnologías han dado lugar a una nueva cultura, que llamamos "cultura digital". Hablar de nueva evangelización, será aceptar el reto de este diálogo respetuoso con la cultura digital de hoy y en este contexto actuar de tal modo que la palabra de Jesús resuena siempre y de modo más claro.

¿Cómo se están desarrollando los medios de comunicación del Vaticano en los nuevos espacios digitales?

Arzobispo Celli: Hemos tenido una magnífica experiencia con el mensaje del papa para la Cuaresma, que se redujo en 40 tweets, en acuerdo con el Pontificio Consejo Cor Unum; enviamos un tweet al día que el mundo juvenil después ha "re-tweeteado" todos los días. Creo que nunca un mensaje del papa para la Cuaresma, ha sido tan conocido y difundido entre los jóvenes. También nuestro Consejo, por encargo de la Secretaría de Estado, abrió el  nuevo sitio news.va; hoy estamos operando en cuatro idiomas y espero que en el verano se pueda abrir también la edición portuguesa. Normalmente tenemos alrededor de diez mil visitantes al día.

¿Entonces ya se puede hablar de una evangelización a través de los medios digitales?

Arzobispo Celli: La palabra de Jesús debe resonar del modo más amplio posible. Creemos que en las grandes vías del mundo cibernético, el hombre todavía puede encontrar el amor de un Dios que lo busca sin descanso; porque Dios ama al hombre y Dios puede comunicar este amor y encontrar al hombre de hoy también a lo largo de estas grandes vías del mundo cibernético.

¿Cuáles son ahora los proyectos que desarrolla el PCCS?

Arzobispo Celli: Los proyectos se basan principalmente en la formación. El PCCS ayuda a jóvenes sacerdotes de diversos países para entrar en el mundo de la comunicación y a obtener un doctorado en las universidades pontificias. También estamos haciendo cursos de formación para obispos y presbíteros. Hicimos uno en el Brasil el año pasado. No hace mucho yo estuve en el Líbano para encontrarme con los obispos de Medio Oriente, donde tuvimos un magnífico seminario con cincuenta obispos y muchos sacerdotes, religiosas y laicos, que trabajan en el mundo de las comunicaciones. Y partiré hacia Ucrania, donde también allí tendremos reuniones con los obispos, presbíteros y laicos para descubrir juntos, cómo debe afrontar la iglesia el reto de la cultura digital y cómo, en este contexto, puede resonar la palabra del Señor.

¿Puede explicarnos sobre la "Mesa Común" que han creado on line para compartir materiales de la Jornada Mundial?

Arzobispo Celli: Hasta donde sea posible, tratamos de ayudar a las diversas iglesias locales a vivir adecuadamente la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, de tal modo que el mensaje del papa, tan iluminador y tan rico, pueda ser lo más conocido posible. El papa tiene esta gran capacidad de tocar temas que no siempre son fáciles, pero lo hace de modo iluminador y claro. Es por eso que queremos que el mensaje se difunda lo más posible, compartiendo los recursos pastorales elaborados por las conferencias episcopales y diócesis; también estamos usando en Twitter la etiqueta (hashtag) "Silence2012".

¿Cuál es su mensaje para nuestros lectores, que celebrarán este domingo la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales?

Arzobispo Celli: Creo que el mensaje es este: vivamos con alegría y responsabilidad la misión que el Señor nos ha confiado. No se nos ha enviado a anunciarnos a nosotros mismos, sino estamos llamados a anunciar a Jesucristo, estamos llamados a proclamar la única palabra que salva al hombre. Entonces lo tenemos que vivir con gran dedicación, con alta profesionalidad, pero también felices de poder ser instrumentos de este anuncio de la Verdad.

Para conocer más: www.pccs.va

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Flash


Encuentro vocacional deja 200 jóvenes dispuestos a consagrarse
Convocado por el Camino Neocatecumenal en Guatemala
ESQUIPULAS, Domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- Poco más de 7,098 jóvenes salvadoreños y guatemaltecos del Camino Neocuatecumenal participaron en el Encuentro Vocacional Esquipulas 2012 este domingo 13 de mayo, que coincidió con el 95 aniversario de la aparición de la Virgen de Fátima en Portugal.

Esquipulas, en Guatemala, es un importante centro de peregrinación para los católicos de Centroamérica, principalmente para los salvadoreños quienes acuden a venerar al Cristo Negro o Señor de Esquipulas, una imagen de Cristo crucificado que es venerada allí desde marzo de 1595.

La madrugada del domingo, los casi 5 mil salvadoreños que asistieron al encuentro interrumpieron el sueño para abordar los autobuses que los llevarían, por un trayecto no menor a los 200 kilómetros, hasta Guatemala desde las parroquias de las diócesis de Sonsonate, Santa Ana, San Miguel, Santiago de María, Zacatecoluca y la Arquidiócesis de San Salvador.

Por su parte, los guatemaltecos llegaron desde las diócesis de Las Verapaces, Zacapa y Santo Cristo de Esquipulas, Guatemala, Santiago de Guatemala y Santa Rosa de Lima.

Luego que se proclamó una lectura del la Segunda Carta a los Corintios, el obispo de Zacapa, monseñor Rossolino Biancheti, invitó a los asistentes a ver al Cristo crucificado y a darse cuenta de que a cada uno le dice: "Yo te he elegido".

Finalmente, tras invocar al Espíritu Santo, se invitó a los chicos que se sintieran llamados a ser sacerdotes para ir a evangelizar un país lejano, 90 jóvenes recibieron la imposición de manos por parte del obispo. Por su parte, 110 chicas se pusieron de pie en señal de sentirse llamadas a la vida contemplativa o a vivir su virginidad en sus comunidades o como catequistas itinerantes.

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Foro


El maestro Ávila y los medios de comunicación
Vigencia del futuro Doctor de la Iglesia
MADRID, Domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos a nuestros lectores un artículo de Monseñor Juan del Río Martín, arzobispo castrense de España, el cual se centra en la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que la Iglesia celebra hoy 20 de mayo, solemnidad de la Ascensión del Señor.

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+ Juan del Río Martín

El domingo próximo celebramos la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, bajo el lema: Silencio y Palabra: camino de evangelización. La Iglesia en España se prepara para celebrar la declaración de Doctor Universal de uno de sus eminentes hijos: San Juan de Ávila, (1499?-1569) dentro del Año de fe y en el marco del Sínodo sobre: La nueva evangelización para la transmisión de la fe. Pero ¿Qué tiene que ver esta Jornada emanada del mismo Vaticano II con un predicador del siglo XVI? A simple vista puede parecer que forzamos las relaciones, pero no lo es.

El Maestro Ávila, patrón del clero español, es el iniciador de la ascética y de la mística, es una joya desconocida para el gran público y olvidado para ciertos sectores universitarios. Hombre culto de su época, con amplios conocimientos bíblicos, patrísticos, teológicos y humanísticos. Fue reformador, pedagogo, evangelizador y hasta inventor. Como predicador del Evangelio, gozo de fama de buen comunicador en su tiempo. Llenaba las iglesias y las plazas, motivaba al auditorio a la conversión a Jesucristo y a una vida cristiana más auténtica. Su estilo era natural, elegante, cálido al modo paulino, y además repleto de figuras atractivas de la que se valía para comunicar los grandes principios de la fe a sabios y gentes sencillas. Si seguimos bien su magisterio, podríamos sacar toda una serie de directrices de cómo predicar y evangelizar.

El llamado Apóstol de Andalucía, conjugó en su vida y acción pastoral los dos momentos de la comunicación que nos habla el Mensaje de Benedicto XVI para esta Jornada: silencio y palabra. Él es un ejemplo vivo de cómo trasmitir la fe de la Iglesia en tiempos de cambios y turbulencias. Su oratoria no era hueca, surgía de los largos ratos de oración y del estudio, porque “al púlpito había que ir templado” y con celo apostólico de “ganar las almas para Cristo”. Aquí radica, aún hoy, la gran fuerza de convicción de sus sermones y escritos.

En el nuevo Doctor, se daba las cuatros condiciones de un buen comunicador: Tenía algo que decir: “predicar sólo a Jesucristo”. Sabía decirlo, porque se preparaba y poseía un sentido práctico de los temas. Poseía capacidad de sintonía con el público, debido a que estaba atento a los problemas que vivía el pueblo. Por último, cultivaba el arte de relacionarse con todos y en todo. También es esto posee la eminens doctrina de la Comunicación y que tan necesaria es para implantar la nueva evangelización en los escenarios del siglo XXI.

En la actualidad los “pulpitos seculares” son los Medios de Comunicación tradicionales y las Nuevas Tecnologías. Han cambiado ciertamente el “soporte”, pero no lo esencial de la comunicación, que tan brillantemente manejo el sacerdote secular Juan de Ávila, y que continua siendo perenne, universal y actual. El Papa nos lo recuerda con estas palabras: “aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son los elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo”.

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Analfabetismo religioso
La necesidad de reforzar la catequesis
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, Domingo 20 mayo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el artículo de nuestro colaborador habitual el obispo de San Cristóbal de las Casas, México, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel que se centra esta vez en la catequesis.

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+ Felipe Arizmendi Esquivel

HECHOS

Hay muchas personas que se bautizan, se consideran católicas y ocasionalmente participan en alguna celebración, pero no conocen de su religión más que algo del catecismo infantil, o algo que se les queda de tanto oírlo. Ignoran los fundamentos bíblicos y la justificación de nuestra fe. Por ello, son presa fácil para cambiar de creencia. Si no cambian de religión, es sólo por fidelidad a su familia y a su tradición, pero sus cimientos son muy endebles. Ante cualquier burla o contradicción, ante un mal trato o un mal comportamiento de un sacerdote, se alejan de la Iglesia y dejan de practicar, se refugian en cultos esotéricos, en magia y espiritismo, y hasta en la llamada “santa muerte”.

Nos duele que las tres diócesis de Chiapas sigan ocupando el último lugar del país en número de católicos. No nos consuela que Tabasco, Campeche y Quintana Roo tengan índices también muy bajos. Hay muchas razones históricas de este fenómeno común a casi todo el sureste mexicano, no sólo a una diócesis. La práctica pastoral de nuestras diócesis ha sido diversa, y no se puede culpar a una persona. El resto del país abandonó a esta región, pues estaba muy marginada. En el fondo, ha sido muy escasa la instrucción religiosa y la evangelización muy poco kerigmática. Es un cuestionamiento que nos acicatea a quienes ahora somos responsables de la situación. Nos exige nuevo empeño, nuevos métodos, y sobre todo una conversión pastoral.

CRITERIOS

El Papa Benedicto XVI, en la Misa Crismal del Jueves Santo pasado, habló de “un analfabetismo religioso que se difunde en medio de nuestra sociedad tan inteligente. Los elementos fundamentales de la fe, que antes sabía cualquier niño, son cada vez menos conocidos”. Y en la Vigilia Pascual dijo: “La oscuridad acerca de Dios y sus valores es la verdadera amenaza para nuestra existencia y para el mundo en general. Si Dios y los valores, si la diferencia entre el bien y el mal, permanecen en la oscuridad, entonces todas las demás iluminaciones, que nos dan un poder tan increíble, no son sólo progresos, sino que son al mismo tiempo también amenazas que nos ponen en peligro a nosotros y al mundo. Hoy podemos iluminar nuestras ciudades de manera tan deslumbrante que ya no pueden verse las estrellas del cielo. ¿Acaso no es esa una imagen de la problemática de nuestro ser ilustrado? En las cosas materiales, sabemos y podemos increíblemente mucho, pero lo que va más allá de esto, Dios y el bien, ya no lo podemos identificar”.

En su visita a México, al llegar, expresó: “Deseo confirmar en la fe a los creyentes en Cristo, afianzarlos en ella y animarlos a revitalizarla con la escucha de la Palabra de Dios, los sacramentos y la coherencia de vida”.

PROPUESTAS

¿Qué hacer? Ante todo, ser humildes y reconocer nuestras deficiencias personales y eclesiales; no escudarnos en culpar a otros, a la institución, a los sistemas; tener apertura de mente y de corazón para aceptar otros caminos del Espíritu, diferentes a nuestros esquemas y posturas. Asumir en nuestra realidad pastoral las inspiraciones de la Misión Continental.

El Papa nos propone: “Para poder vivir y amar nuestra fe, para poder amar a Dios y llegar por tanto a ser capaces de escucharlo del modo justo, debemos saber qué es lo que Dios nos ha dicho; nuestra razón y nuestro corazón han de ser interpelados por su palabra. El Año de la Fe, el recuerdo de la apertura del Concilio Vaticano II hace cincuenta años, debe ser para nosotros una ocasión para anunciar el mensaje de la fe con nuevo celo y nueva alegría. Naturalmente, este mensaje lo encontramos primaria y fundamentalmente en la Sagrada Escritura, que nunca leeremos y meditaremos suficientemente. Pero todos tenemos experiencia de que necesitamos ayuda” (Misa Crismal).

Redescubramos la riqueza de los documentos del Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica.

Les ofrezco un folleto que escribí para fortalecer la fe, en aquellos puntos que son más atacados por quienes profesan otra religión; se llama CONSOLIDEMOS NUESTRA FE. Lo pueden consultar en la página www.diocesisdesancristobal.com.mx

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