19.04.12

¿Y si dejaran en paz a Benedicto XVI?

A las 1:04 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Benedicto XVI

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Muchas personas manifiestan una actitud anticatólica verdaderamente preocupante y muy cercana a la enfermedad de conducta. Sea por la razón que sea andan siempre a la que cae para ver si pueden meter el ojo a un obispo, a la doctrina católica y, si se tercia o no se tercia, siempre, al Santo Padre, ahora Benedicto XVI.

Sobre el mismo algunos han dicho:

Papa reintroduce la plegaria preconciliar en la que se pide por la iluminación de los judíos” (Hans Küng)

Readmite en la Iglesia a obispos cismáticos notoriamente antisemitas” (Hans Küng)

Impulsa la beatificación de Pío XII” (Hans Küng)

“El Papa es un infractor secreto, vive en la negación, a pesar de su responsabilidad” (Jeff Anderson, abogado)

¿Asumirá también su responsabilidad y dimitirá Benedicto XVI, señalado con el dedo, desde muchos frentes, como silenciador, encubridor y cómplice de algunos actos criminales que él mismo ha condenado?” (Juan José Tamayo, teólogo)

No, el Papa es un demagogo. Desde mi punto de vista, esa encíclica encubre otra política real del Papa y del Vaticano que no es acabar con la avaricia del capitalismo, y tal y cual, sino que es seguir manteniendo las costumbres tradicionales, frenar el avance de la Historia…” (Santiago Carrillo Solares)

Melancólicamente vuelve siempre al mismo estribillo: no a los anticonceptivos, no al divorcio, no a la unión homosexual, no a la modernidad, y sí a la familia tradicional, sí a la rígida moral sexual, sí a la disciplina. Esos demasiados ‘noes’ vuelven antipático el mensaje, como si no hubiese otros temas urgentes a tratar” (Leonardo Boff)

O, en general, que “Este papado no puede resolver los problemas de la Iglesia” (Xabier Picaza, teólogo)

Pues a todo lo aquí, apenas, traído, un tal Juan Arias, en el diario anticatólico y antivida “El País” se ha preguntado si es que Benedicto XVI podría renunciar a ser Jefe de Estado porque le parece al buen hombre que no se puede tener ser, digamos, jefe espiritual de los católicos y, a la vez, Jefe de Estado del Vaticano o, como dice, jefe político que, por lo tanto, está en política.

Esta propuesta, además de estar llevada por cierta inquina contra el Papado, está alejada de la más mínima realidad porque resulta que la Ciudad del Vaticano es un Estado y tiene un jefe del Estado que, no por casualidad, es el Papa. Y eso no puede cambiarse porque el Santo Padre es el Vicario de Cristo en la tierra y el Hijo de Dios no abdicó de ser Quien era porque al mundo le viniera bien que no dijera lo que tanto molestaba al poder de su época.

En realidad, lo que molesta a cierto tipo de personas es esto:

“La Iglesia se modeló así, también, como poder temporal, con sus derechos Canónicos, copiados del derecho Romano, sus relaciones espúreas con los Estados totalitarios y su derecho a intervenir en los conflictos mundanos, en las leyes de Parlamentos democráticos y laicos y hasta en los asuntos de alcoba.”

Molesta, por ejemplo, que Ia Iglesia católica pueda decir lo que cree que debe decir en ciertos temas como, por ejemplo, el aborto, la manipulación genética o la regulación del imposible matrimonio entre personas del mismo sexo. Y eso porque no se comprende que las personas que forman la Iglesia católica y que son las piedras vivas de la misma (y se incluye, también, aquí a la jerarquía eclesiástica) forman parte del mundo y que no pueden vivir aislados en una burbuja. Por lo tanto, no pueden callar cuando no se puede callar y hablan cuando hay que hablar. Y si eso no gusta al mundo, a los mundanos o a quien sea pues ya saben lo que tienen que hacer si es que respetan la libertad de expresión y no sólo para ellos mismos.

Resulta, sin embargo, curioso que se ignore tanto cuando se dice esto otro:

“¿Por qué extrañarnos, después, que el Papa llegase a Chile y se abrazase a Pinochet, que aterrizase en Cuba y abrazase a Fidel Castro y que no pudiera encontrarse con los disidentes y defensores de las libertades? ¿O que, más atrás, Pío XII, enviase un telegrama al dictador Franco cuando entró en Madrid, bendiciéndole porque con él, España “recuperaba su antigua tradición cristiana”? Es que el Papa, Jefe de Estado, debe respetar la liturgia política.”

También se puede rebatir lo escrito por Juan Arias al respecto de que la Iglesia católica se hizo fascista cuando Benito Mussolini le ofreció la devolución de la Ciudad del Vaticano para que volviera a ser un Estado (pues había dejado de serlo cuando en 1870 el rey Víctor Manuel había anexionado el Estado del Vaticano al Estado de Italia)

Sin embargo, esto se compadece mal con lo que esta misma casa InfoCatólica informó el 14 de mayo de 2011 acerca de que

“Por su parte, Dimitri Cavalli, periodista, investigador y colaborador de la fundación Pave the Way, ha encontrado documentos sumamente significativos de la agencia internacional JTA (Jewish Telegraph Agency).

Un despacho de agencia, del 28 de junio de 1943, informaba las denuncias de Radio Vaticano sobre el trato que estaban recibiendo los judíos en Francia.

Cavalli ha encontrado el número publicado el 19 de mayo de 1940 por la revista Jewish Chronicle, de B’nai B’rith (asociación judía de acción social) en la que Pío XII aparece en la portada y cuyo artículo revela cómo el papa estaba contratando a profesores judíos que habían sido expulsados de las instituciones italianas por las leyes raciales de Benito Mussolini”

Esto vendría a confirmar, otra y otra y otra vez más que Eugenio Pacelli-Pío XII no estaba a favor del poder nazi sino, más bien, todo lo contrario y, lo mismo, la misma Iglesia católica que pastoreaba como pastor bueno.

Pero es que antes, el 9 de febrero de 1934, el Papa Pío XI (siendo Eugenio Pacelli secretario de Estado) incluyó en elÍndice” de libros prohibidos del Vaticano uno titulado “El mito del siglo XX” cuyo autor era Alfred Rosemberg, a la sazón ideólogo del partido nazi. Y tampoco parece que esto tenga mucho que ver con el ser, al parecer, fascista de la Iglesia católica que le atribuye Juan Arias.

En verdad, lo que podrían hacer, personas como ésta y otras más, es dejar en paz a Benedicto XVI para que siga con su labor de Santo Padre. Si ellos no son católicos, ¡qué les importa! y si lo son, ¿por qué no lo demuestran?.

Eleuterio Fernández Guzmán