29.09.11

 

La cultura de la muerte salió derrotada ayer en la Corte Suprema de la Nación mexicana. Cuatro de sus ministros se opusieron a que se declararan inconstitucionales las reformas provida que se han llevado a cabo en 18 de los estados de esa gran nación norteamericana. Los partidarios de prohibir la defensa de la vida en la corte, a pesar de ser mayoría, se quedaron a un voto de lograr su objetivo. Y ese es un dato que debe de hacernos temer por el futuro de la dignidad de los no nacidos mexicanos en el futuro. Al no ser unánime la sentencia no crea jurisprudencia y puede que los adalides de la cultura de la muerte vuelvan a arremeter contra sus víctimas más preciadas e inocentes. Pero de momento, que nos quiten lo “bailao".

A pesar de la alegría que nos embarga, no deja de ser triste que algo tan preciado como el derecho a nacer y vivir tenga que depender de la voluntad de unos cuantos políticos y/o jueces. Pero ya sabemos que la justicia humana es como una veleta, que se mueve según sopla el viento.

Previa a la decisión judicial de ayer se produjo la movilización de la Iglesia y del resto de defensores de la vida. Obviamente también hubo actividad por parte de los mercenarios de la muerte, pero la trascendencia mediática fuera de México -dentro no lo sé- de esa batalla, la han ganado por goleada los provida.

No es México una plaza cualquiera en el tablero de ajedrez del lobby abortista. En la última décadas, y muy especialmente en el último lustro, la pelea por la vida se ha convertido en una constante en el continente americano al sur del Río Grande. Hemos aguantado las embestidas de los abortistas en la práctica totalidad de los países donde han enviado a sus huestes a robar a los seres humanos su derecho a nacer. Pero aun así, estamos muy lejos de ganar esta guerra. En países como Argentina la cosa pinta más bien mal. En otros, como Perú, van a intentar colar el homicidio de los no nacidos bajo el engaño del aborto terapéutico. Y ayer mismo, el director de Amnistía Internacional en España, Esteban Beltrán, escribió un infame artículo en El País pidiendo la legalización del aborto en Nicaragua.

Ni que decir tiene que la Iglesia es el principal obstáculo contra el avance de esa lacra en el continente americano. De hecho, la contundencia de obispos y fieles comprometidos es digna de elogio y aun más digna de imitación. Me parece que en Europa, España incluída, tenemos mucho que aprender de nuestros hermanos en la fe americanos.

Volviendo a lo ocurrido en México, ¡cómo no pensar que la mano intercesora de la Guadalupana está detrás de esta gran victoria! Aquella que dio luz a la vida, aquella cuya presencia abrió las puertas del evangelio en esa bella tierra, ha rogado a Dios por la vida de sus hijos más preciados, aquellos que todavía no han nacido.

Mucho queda por hacer en la nación de San Juan Diego, que sufre la espantosa opresión de los narcotraficantes, auténticos siervos de Satanás que han secuestrado a los mexicanos llevándoles a una espantosa espiral de violencia y de odio. Esa gentuza, que no merece vivir sobre la faz de este mundo, es sin duda el mayor enemigo de la nación mexicana. Toca pedir al Señor, por medio de la intercesión de su Madre, que haga el milagro de librar a México de ese cáncer. Para ellos las autoridades han de dejar atrás toda corrupción y cumplir la misión que San Pablo describe tan bien en Romanos 13,3-4: “En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino cuando se obra el mal. ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtendrás de ella elogios, pues es para ti un servidor de Dios para el bien. Pero, si obras el mal, teme: pues no en vano lleva espada: pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra el mal“.

Luis Fernando Pérez Bustamante