21.09.11

México: Raúl Vera, un obispo “en capilla”

A las 8:13 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en México, El Vaticano
 

Pésimo cayeron en la Santa Sede las más recientes declaraciones del obispo de Saltillo, Raúl Vera López. El prelado compareció hace unos días ante altas autoridades de la Curia Romana, entre otras cosas para explicar su intensa labor con homosexuales. A su regreso, ya en México, aseguró públicamente que en El Vaticano no lo amonestaron sino todo lo contrario, apoyaron su labor. Pero la verdad es muy distinta.

“No es ninguna novedad que la Iglesia respalde la diversidad sexual porque en Estados Unidos hay, cuando menos, 50 diócesis que atienden comunidades homosexuales. Lo único es que los obispos estadounidenses sí hicieron una instrucción para llevar la pastoral y eso no lo tenemos en Latinoamérica”. Palabras sorprendentes de Vera, pronunciadas ante la prensa el 11 de septiembre y que no pasaron desapercibidas en Roma.

Este y otros dichos suyos ya llegaron a oídos de Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos. El cardenal canadiense fue uno de los convocantes del pastor de Saltillo, con quien sostuvo una larga conversación.

Ese coloquio no se centró únicamente en la asociación “San Elredo”, el grupo de ayuda a la comunidad gay creado en su diócesis, sino también en otros problemas. Porque el expediente de “situaciones desconcertantes” a cargo de Vera López es abultado. Recuérdese, por ejemplo, el prólogo escrito por él en 2008 al libro “Prueba de fe. La red de cardenales y obispos en la pederastia clerical”, de la periodista Sanjuana Martínez.

Ya en su momento se conoció públicamente la molestia de las autoridades vaticanas al saber que un sucesor de los apóstoles avaló, con su nombre y firma, un texto en el cual se presenta a la Iglesia católica prácticamente como una mafia al servicio de criminales sexuales.

Otro aspecto preocupante, no sólo en el Palacio Apostólico sino también en Saltillo, es el evidente vacío de gobierno pastoral que vive esa circunscripción eclesiástica. Quienes padecen dicha situación, los feligreses de a pie, describen con dolor una verdadera “anemia” espiritual provocada por un inexplicable descuido. “La mayoría del rebaño se le perdió por falta de alimento del alma”, aseguran.

Y es que entre su trabajo con homosexuales, sus cargos al frente de dos centros de derechos humanos (uno de ellos en Chiapas: otro estado y otra distante diócesis), su apoyo a la marcha por la paz del poeta Javier Sicilia, sus giras por el país para defender encarcelados y sus declaraciones contra el gobierno por su lucha al narcotráfico, a Vera López parece no restarle tiempo para pastorear a su grey.

En contraparte cuando en Coahuila, cuya capital es Saltillo, se debatió la autorización legal de las uniones homosexuales el obispo brilló por su ausencia. Jamás se pronunció al respecto, ni siquiera orientó a los católicos sobre la doctrina de la Iglesia. Silencio sepulcral.

A esto se deben sumar sus frecuentes viajes al extranjero, que despiertan interrogantes no sólo respecto al tiempo que le consumen sino también al financiamiento. Mientras ello ocurre “no alcanza el dinero” para componer algunas parroquias antiguas de la diócesis, que exigen inmediata reparación.

Sobre todo esto fray Raúl Vera López nada declaró a la prensa, aunque sí confirmó lo anticipado días atrás por Sacro&Profano: que en la Santa Sede le pidieron aclarar por escrito su adhesión a la verdadera doctrina católica, al menos en su labor pastoral con los homosexuales. Antes de finalizar el año deberá difundir el texto en forma de carta pastoral.

El Catecismo es claro respecto a la no discriminación de los gay, en tanto personas humanas y creaturas de Dios. Como tales ellos merecen –como cualquier otro- la cercanía de los cristianos. En ese contexto las diócesis estadounidenses y también algunas mexicanas organizan su labor. Empero, algo muy distinto es utilizar las estructuras de la Iglesia para promover la “normalización” de las “preferencias sexuales” a nivel social.

Esto y no otra cosa se reprocha al fraile. Por eso él mismo puede decir que El Vaticano no censuró la atención espiritual de los homosexuales, porque nunca nadie en Roma prohibirá ir al encuentro de las almas, por atormentadas que sean. Diverso es pretender convertir eso en un tácito aval a la “lobby gay”.

Así las cosas el concepto es el mismo: su viaje a Roma no fue turismo religioso. Los cardenales le leyeron la cartilla, diplomáticamente y con caridad, como debe ser. El obispo está “en capilla”, haría bien en reflexionar y rezar.