Semejanzas y diferencias entre ambos pontífices

Juan Pablo II y Benedicto XVI, dos caras de un mismo proyecto

A los dos Papas los ha unido su aversión por el totalitarismo que ambos conocieron en su juventud

Redacción, 28 de abril de 2011 a las 18:20

 

A pesar de que todo los oponía, Benedicto XVI, el sobrio profesor que estuvo siempre a la sombra del gran comunicador Juan Pablo II, encarna el mismo proyecto de su antecesor, que será beatificado el domingo: resistir a la decadencia de la fe.

"El Papa alemán contribuye a redescubrir la autenticidad del mensaje del Evangelio, después de un Papa polaco que le dio visibilidad", resume un cardenal que pidió el anonimato, pocos días antes de la beatificación de Karol Wojtyla.

En 1978, trece años después del aggiornamento del Concilio Vaticano II y los reinados de los papas italianos Pablo VI y Juan Pablo I, la Santa Sede recibe un aire nuevo y fresco con la llegada de Karol Wojtyla, de 58 años, cuya sonrisa encantadora no pasa desapercibida.

"No tengan miedo", dice a los católicos ese polaco llegado desde el otro lado de la Cortina de Hierro, que conoció el nazismo y el comunismo.

Juan Pablo II se convierte rápidamente en una super estrella, cuya influencia irá más allá del mundo cristiano y en cada uno de sus viajes movilizará muchedumbres.

Ese Papa, que hizo teatro y escribió poesía, es un Papa encarnado, que estuvo enamorado, bromea, hace mímicas y chistes, canta, esquía, expresa su cólera, habla a los jóvenes y tiene gestos emocionantes.

Cuando ese campeón de Dios muere en 2005, pocos son los que conocen al alemán Joseph Ratzinger, más allá de su función de prefecto intransigente de la doctrina de la fe, apodado "Panzerkardinal".

Después de seis años de pontificado, Benedicto XVI está lejos de la popularidad de su predecesor, pero supo imprimir su marca, aunque con errores que supo reconocer.

Benedicto XVI, un intelectual erudito, hizo declaraciones torpes sobre la relación entre islam y violencia y, a pesar suyo, levantó la excomunión de un obispo integrista, Richard Williamson, que negaba la existencia de las cámaras de gas nazis.

También se le reprocha haber tardado demasiado en condenar a los sacerdotes pedófilos.

En cada ocasión demostró que no era un hombre dado a los medios de comunicación.

Sin embargo, el Papa alemán perpetúa el mensaje de Juan Pablo II, que consiste en proponer al mundo moderno la fe en su integridad y resistir a las críticas multiformes y al desinterés.

Juan Pablo II era hombre de intuiciones y gestos fuertes. Joseph Ratzinger -a quien Wojtyla llama "El Cardenal" con deferencia y le había impedido jubilarse- es hombre de libros y sermones que predica la "belleza" del mensaje con precisión y claridad.

"Es un Papa que argumenta lo que dice", afirma el vaticanista Sandro Magister de Radio Vaticano.

"El anuncio (del Evangelio) es la prioridad de este pontificado, su anuncio siempre es argumentado", agrega.

"Fe y razón" es una de las claves que une a los dos Papas. Ratzinger asistió a Wojtyla en sus encíclicas sobre el tema. Razón y ciencia deben admitir la dimensión religiosa del Hombre. Creyentes y no creyentes puden entenderse en base a un zócalo de valores fundamentales. Y nada es indiferente a los cristianos: dimensión social, cultural y medioambiental.

Portadores de ese mensaje nuevo y fundamentalmente conservador, a los dos Papas los ha unido su aversión por el totalitarismo que ambos conocieron en su juventud. También su visión muy pesimista del "relativismo", la defensa de la familia y de la moral sexual, el respeto de la tradición cristiana, sin temor a la impopularidad en esos temas.

Existe sin embargo una diferencia con respecto a la institución.

Juan Pablo tenía confianza y era poco exigente. Benedicto XVI está más atento a las desviaciones. Después del exceso de emociones y del impulso misionero de Wojtyla, Ratzinger inició una obra tendiente a darle coherencia al mensaje y a moralizar la Iglesia.

(Rd/Agencias)