«La humanidad se está desangrando» advirtió el arzobispo de Oviedo

Sanz reclama más vocaciones

"El sacerdote no es un funcionario religioso"

Redacción, 20 de abril de 2011 a las 09:06
 

La Iglesia asturiana preparó ayer, en oficio presidido por el arzobispo, Jesús Sanz, y concelebrado por más de 150 sacerdotes, las medicinas para el alma que aplicará durante los próximos doce meses para administrar el bautismo, la unción de los enfermos y el orden sacerdotal. «Pidamos al Señor que bendiga nuestra diócesis con nuevas vocaciones sacerdotales», dijo explícitamente Sanz durante la celebración. Lo cuenta E. C. en El Comercio.

La bendición de los óleos y consagración del crismal es una ceremonia propia del Jueves Santo, pero la Iglesia asturiana celebra en esa fecha el Día del Sacerdocio y acostumbra a adelantar la misa crismal un par de fechas, para propiciar la participación del mayor número de sacerdotes, menos ocupados un martes con sus parroquias.

En la misa crismal participan seglares, pero el protagonismo corresponde inequívocamente a los presbíteros. Sin excluir a los fieles, que llenaban algo más de la nave central del templo, Jesús Sanz dedicó especialmente su homilía a dirigirse a sus compañeros de ministerio; a animarles; a demostrarles comprensión y apoyo; a agradecer su entrega y a transmitirles, con cita del beato Juan Pablo II situada en una visita cursada a Madrid, que «vale la pena haber dedicado toda una vida a la causa de Cristo».

Hablaba el arzobispo de Oviedo en medio de más de 150 curas, muchos de ellos ancianos, que volvieron un año más a renovar sus promesas sacerdotales. Entre los más jóvenes, varios ejemplos de incorporaciones de hombres de distintas razas.

La misa crismal está plagada de ritos solemnes. Cerca de hora y media de celebración dan cuenta de ello. Sin embargo, Sanz evitó en todo momento palabras de euforia y dibujó una realidad en la que el trabajo evangélico puede resultar especialmente duro. «La humanidad se está desangrando», dijo, y aclaró que la afirmación puede ser interpretada tanto en su sentido literal: guerras, terrorismo, como metafórico, por «el miedo que nos acorrala» o la compacencia con la «comodidad» y el «lujo». En ese contexto, el arzobispo esgrimió los óleos como tratamiento «contra la debilidad moral o física» y, en el contexto de la Semana Santa, señaló que «las heridas de Dios son el bálsamo que limpia y sutura las nuestras».

Jesús Sanz, en otro momento de su homilía, describió a los sacerdotes como «humildes obreros de la viña del Señor», pero hizo hincapié en que el sacerdote «no es un funcionario religioso», ya que su compromiso rebasa la obligación laboral.

El arzobispo quiso ayer dirigirse al lado más humano de sus curas («no tengáis miedo, se llame como se llame nuestro temor») y deseó que al final de cada jornada sientan la gratificación de «la compañía de Dios que representa nuestro ministerio».
 
Tres son los óleos presentados en una misa crismal. El obispo bendijo el óleo de los enfermos «para que cuantos sean ungidos con él sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores».

A continuación, bendijo Jesús Sanz el óleo de los catecúmenos, para que «al aumentar en ellos el conocimiento de las realidades divinas y la valentía en el combate de la fe, vivan más hondamente el evangelio de Cristo, emprendan animosos la tarea cristiana, y, admitidos entre tus hijos de adopción, gocen de la alegría de sentirse renacidos y de formar parte de la Iglesia».

Por último, se produjo la consagración del crisma, utilizado para la administración de los sacramentos del bautismo, confirmación y orden sacerdotal, «para que aquellos cuyos cuerpos van a ser ungidos con él sientan interiormente la unción de la bondad divina y sean dignos de los frutos de la redención».

Los curas asturianos utilizan realmente los aceites presentes ayer en tres vasijas metálicas. Quiere decirse que no se trata sólo de una bendición simbólica, de una pequeña cantidad, para que cada párroco bendiga luego sus propios óleos a medida que los necesita.

Los arciprestes se encargan a partir de ahora de distribuir en su ámbito territorial y los sacerdotes deben quemar el sobrante del pasado año para utilizar a continuación los nuevos. La misa crismal fue cantada, con especial intervención de la Schola Cantorum, y durante la misma el arzobispo pidió a los asistentes: «rezad por mí, para que sea imagen de Cristo y buen pastor».
La celebración concluyó con el deseo de «una santa Semana Santa, viviendo intensamente el triduo pascual».