Procesiones y penitentes vs torrjias y limonadas

Semana de pasión y provocación

"¿Mofarse de símbolos? Mejor intentarlo con los cristianos que “sale gratis”

Escuelas Católicas, 18 de abril de 2011 a las 10:45

 

(Javier Poveda, Escuelas Católicas).- Los días de celebración de la Semana Santa nos traen a nuestro imaginario colectivo, al menos de momento, imágenes y sabores: pasos de procesión, cirios consumidos, nazarenos y penitentes... y para muchos torrijas, limonadas... Desde luego, somos "animales de costumbres", y ello nos permite en muchas ocasiones encontrar sentido y sabernos enraizar en la historia que día a día vamos construyendo mientras vivimos.

La celebración del Triduo se enmarca en lo que denominamos "Semana de Pasión". Referidos a la pasión de Cristo, pensamos rápido en una figura de Jesús atado a la columna, recibiendo el castigo de las autoridades civiles y religiosas de la época, camino del Calvario, clavado en la cruz. Parece que "pasión" nos evoca el dolor y el sufrimiento de Cristo... solamente.

No nos recuerda la pasión con la que Cristo vivió su vida y pasó haciendo el bien. La pasión con la que mostró a todos, los que quisieron oír, la Buena Nueva del Evangelio. La pasión y entrega con la que nos dio las Bienaventuranzas, o la pasión con la que supo convivir y superar la ley establecida en defensa del hombre, de todo hombre y mujer. Algunos relatos de los Evangelios nos dejan ver también la pasión en su sentido más humano, como su reacción ante los mercaderes del Templo. Actos de pasión, de entrega, de profunda coherencia, de radical exigencia, de amor total.

Volver a celebrar el Triduo de Semana Santa no culmina en una perplejidad ante el sufrimiento infligido a un inocente, sino en la capacidad de Cristo de asumir el dolor con la misma pasión y entrega con la que pasó haciendo el bien. Y además, sin olvidar que hay un Domingo de Gloria, de Resurrección, de transformación radical. Quizá nuestras imágenes, ya en algunos casos sólo referente cultural y no vital, exaltan el sufrimiento (el juicio injusto, la traición, el prendimiento, los latigazos, la coronación de espinas, la crucifixión…) y poco la victoria de Cristo sobre la muerte y el dolor, por amor.

Es imposible poder revivir en nuestro ser el sufrimiento de esos momentos, pero es una exigencia poder vivir nuestra vida con pasión. La pena es que la frase misma nos suena ya más a un slogan de publicidad, que a una llamada de Dios a nuestra vida.

Y a las puertas de todo esto, podemos vivir también la semana de la provocación. Procesión atea, le llaman. ¿Puede haber mayor hipocresía? Es como hablar de democracia absolutista, justicia ilegal, o fraternidad discriminatoria. Por poner dos palabras juntas no significa que todo quede bendecido. A estas alturas, nadie se puede dejar engañar con un argumento tan falaz. Quizá sea el modo en que hoy debamos vivir las turbas que se mofaban de Jesús, pero en democracia además no todo vale. La democracia defiende la vivencia de todas las opciones y creencias, incluso la de los cristianos, no sólo la mera tolerancia o “dejar vivir”. ¿Una fiesta atea? Las que quieran. ¿Mofarse de símbolos? Mejor intentarlo con los cristianos que “sale gratis”.

Javier Poveda González
Director del Departamento de Cooperación y Administración de EC