11.04.11

Por si sale gratis intentar quemar una iglesia

A las 12:52 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Sujetos activos contra la fe
 

Una persona que viniera, ahora mismo, a España, y desconociera la historia de nuestra patria pensaría que hay algunas personas que no cejan de malmeter en contra de la Iglesia católica y que algo habría que hacer. Por lo menos a nivel judicial alguna persona con cargo en algún juzgado debería meter mano legal a determinadas actuaciones.

Eso sería en caso de que quien cayera del espacio interestelar tuviera la dicha de aterrizar en el suelo de España. Algunos comportamientos le parecerían censurables pero los podría achacar al calor ideológico que muchos manifiestan.

Sin embargo, como bien sabemos, los acontecimientos suelen tener sus antecedentes y nada se hace, en general, sin tener algo a lo que agarrarse incluso si es un clavo ardiendo.

Todo esto viene por lo sucedido en Barcelona.

Cogitationis poenam nemo patitur es un aforismo jurídico que viene a significar algo así como que el “pensamiento no delinque”. Esto es lo mismo que decir que mientras que lo que una persona pueda estar maquinando dentro de sí misma, en su exclusivo pensar, no salga de ahí y no lleve nada a cabo la cosa se queda en eso. Nada, pues, se puede reprochar a quien piensa algo pero no lo lleva a la práctica pues aún no se ha legislado acerca del pensar y su imposibilidad.

Sin embargo, cuando alguien piensa algo y lo hace efectivo a lo mejor lo que hace entra en el ámbito del delito o de la falta y, claro, se ha de acarrear con las consecuencias de lo hecho o dicho.

Pues algo así ha pasado, precisamente, en Barcelona: del pensar se ha llevado a la práctica.

Aquí está, con un par de ovarios: “La noche del martes 22 de marzo al miércoles 23, un grupo de mujeres incendiamos la puerta principal de unos 6 metros de la iglesia situada en la plaza de Sarrià”.

Eso no es nada imaginativo ni imaginario sino que, en efecto, lo llevaron a cabo: primero maquinaron el ataque, prepararon la gasolina (PREMEDITACIÓN), luego atacaron de noche (NOCTURNIDAD) y nada pudo hacer la Iglesia para defenderse (ALEVOSÍA) actuando en contra de las creencias religiosas de muchas personas que acudirán día a día al templo a orar, a rezar, a la Santa Misa o a pedir algún certificado de los que se suelen entregar en las parroquias.

En la imagen está la prueba de lo que han hecho.

Iglesia quemada

No vayan a creer que, en cuanto al lugar escogido, es lo único que les ha pasado. Mosén Manel Valls, rector de la iglesia, ha dicho que “Es el quinto susto que tenemos en tres años más o menos…” Eso, no queriendo decir que sean las mismas personas las que han provocado el incendio de la madrugada del pasado 23 de marzo y los otros ataques, es bien cierto que se tiene la intención de actuar de determinada forma que huele a chamusquina.

Pero lo mejor de todo es que, en efecto, han intentado quemar una iglesia consiguiéndolo con parte de la puerta de entrada y lo han dicho. Con todo su desparpajo, cara dura y casi segura impunidad.

Quizá algo se debería hacer. Como es más que seguro que nadie de los servicios públicos haga nada de nada, al menos, vamos a facilitar lo siguiente:

Para presentar una denuncia a la Guardia Civil e intentar que no todo quede en nada.

Si, sin embargo, lo único que se quiere es pasar la información a la
Guardia Civil la dirección aquí puesta es la que hay que hacer efectiva.

Y todo esto se hace para que, en lo sucesivo, no vuelva a pasar lo mismo y, por lo menos, que se aplique la ley vigente a quien corresponda porque, de otra forma, algún día las cosas irán a mayores y entonces ya veremos quien se hace cargo de lo que pase.

No será que no tenemos, en España, antecedentes de lo que ahora está pasando. No será… y por mártires, tampoco será.

Y es que, además, incitan a la violencia (OTRO DELITO) de forma clara cuando dicen “Animamos a todas las rebeldes del día y de la noche a seguir atacando estos símbolos del poder porque está al alcance de nuestras manos!!!”.

Y lo malo es que, ciertamente, está al alcance de sus manos pero no al de sus cerebros, rapados a fuerza de caérseles las escasas neuronas que tenían.

Eleuterio Fernández Guzmán