8.04.11

Eppur si muove - ¿Adversus Haereses?

A las 12:37 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
 

San Ireneo de Lyon tuvo que emplearse a fondo para combatir las herejías que en su época pululaban por el mundo católico. De ahí surgió su “Adversus Haereses” que viene a ser así como un martillo espiritual en contra de los que se manifiestan contra la doctrina católica de tal manera que, con franqueza, algo hay que decirles que no sea, por ejemplo, “bueno… ya veremos” o “no es para tanto”.

Sin embargo el título del Eppur si muove de hoy viene con interrogación porque, en realidad, lo que se pretende discutir es si es necesario denunciar las herejías o podemos quedarnos mirando para otro lado como si viéramos llover.

San Ireneo avisa pronto y dice lo siguiente:

Algunos, rechazando la verdad, introducen falsos discursos y, como dice el Apóstol, ‘prestan más atención a cuestiones acerca de genealogías sin fin, que a edificar la casa de Dios por la fe’ (1 Tim 1,4). Por medio de semejanzas elaboradas de modo engañoso, trastornan las mentes de los menos educados y las esclavizan, falseando las palabras del Señor. Interpretan mal lo que ha sido bien dicho, y pervierten a muchos, atrayéndolos con el cebo de la gnosis. Los separan de aquel que ha creado y ordenado el universo, como si ellos pudiesen mostrar algo más alto y de mayor contenido que aquel que hizo el cielo, la tierra y todo cuanto contienen (Ex 20,11). Persuaden con su facilidad de palabra a los más simples para que se pongan a buscar; pero luego arrastran a la ruina, inculcando impías y blasfemas opiniones acerca del Demiurgo, a quienes son incapaces de discernir lo falso de lo verdadero”.

Ahí es nada. Retrata a la perfección la acción de muchos supuestos creyentes de los que, en efecto, se les supone la fe hasta que, como es lo que pasa en muchos casos, se demuestra lo contrario.

Entonces si, por ejemplo, un creyente dice que la Última Cena fue, sólo una reunión de amigos que poco sentido tiene para la vida del católico, a lo mejor eso habría que ponerlo en solfa.

Entonces, si, por ejemplo, un creyente católico dice que la cruz no tiene significado espiritualmente hablando y que, en realidad, es una necedad, a lo mejor eso se tendría que denunciar.

Entonces, si, por ejemplo, si un creyente católico le da por decir que Jesús no tuvo conciencia de ser Dios sino que también “tenía que vivir de la fe” (Pagola dixit) y si nos atenemos a lo dicho por san Juan cuando escribe, refiriéndose a Cristo, que “decía a Dios su Padre, haciéndose igual a Dios” (Jn 5,18), a lo mejor sería conveniente corregir a quien así dice y piensa.

Y así podríamos seguir un buen rato porque ejemplos hay a mansalva, a tutiplén y a porrillo.

Además, como muy bien apunta, otra vez, san Ireneo de Lyon:

No es fácil descubrir el error por sí mismo, pues no lo presentan desnudo, ya que entonces se comprendería, sino adornado con una máscara engañosa y persuasiva; a tal punto que, aun cuando sea ridículo decirlo, hacen parecer su discurso más verdadero que la verdad. De este modo con una apariencia externa engañan a los más rudos. Como decía acerca de ellos una persona más docta que nosotros, ellos mediante sus artes verbales hacen que una pieza de vidrio parezca idéntica a una preciosa esmeralda, hasta que se encuentra alguno que pueda probarlo y delatar que se trata de un artificio fabricado con fraude. Cuando se mezcla bronce con la plata, ¿quién entre la gente sencilla puede probar el engaño?

Por lo tanto, no es que haya un comportamiento contrario a la doctrina católica sino que, además, se “adorna” con apariencia de verdad lo que no es más que falsedad y disimulación.

Cabe, entonces, ante actuaciones tan taimadas como las apenas aquí traídas, poner los puntos sobre las íes que tanto abundan en determinados escritos que son, además, amparados por aquellos que, al parecer, tienen como objetivo en la vida en zaherir a “ésta” Iglesia católica porque quieren “otra” Iglesia católica. Así fomentan las herejías y protegen a los herejes con sumo gusto; así se convierten, además, en cómplices de las tropelías que cometen, día a día, aquellos que se hacen portavoces del Maligno.

Por eso el mismo Ireneo dice que hasta que se encuentra alguno que pueda probarlo y delatar que se trata de un artificio fabricado con fraude” que es, exactamente, lo que difunden algunos católicos: fraudes espirituales pretendidamente ciertos o cercanos, siquiera a la verdad.

Concluimos, pues, con lo siguiente: hacer patente toda herejía es obligación, grave, del católico. Y denunciarlo donde corresponda porque, de otra forma, el demonio mudo puede vencer nuestro corazón y nuestra alma, aún es más grave obligación.

Eleuterio Fernández Guzmán