Raúl Berzosa toma mañana posesión de la diócesis de Ciudad Rodrigo

"La clave es que el Cristianismo no se convierta en guetto cerrado o 'de sacristía'"

"La Iglesia es como cuyas voces concuerdan en una misma armonía"

Manuel Robles, 08 de abril de 2011 a las 09:15
 

(Manuel Robles).-Se nos ha ido dejando un surco de sencillez y de bondad a esta Iglesia de Asturias. Raúl Berzosa fue un Obispo bueno que se esforzó porque los hombres se sintieran mejores y consolados, porque tenían al lado un amigo.

En la maleta se lleva las montañas de aquí, el azul del mar, el cariño de la gente y a la Santina de Covadonga. Cuando pase un tiempo, estos paisajes y estas gentes quedarán atrás. Ya se sabe que los recuerdos son todos agridulces. Yo creo que don Raúl Berzosa se quedará con los mejores. Ha dicho que nos echará de menos. Los que nos quedamos, también le echaremos en falta.

-¿Por qué se hizo usted sacerdote?

- A los nueve años y medio, un misionero claretiano descubrió que podía tener vocación. Él me invitaba a ser misionero, pero mi afición a la música y al teatro, desde muy pequeño, y el apego a la familia - que me ataba a no ir a tierras lejanas- inclinaron la balanza hacia el sacerdocio diocesano. Naturalmente, en el seminario fui purificando mi vocación y discerniendo hasta la madurez.

-¿Cómo reza un obispo de nuestro tiempo?

-Con la liturgia de las horas, con libros de oración y, sobre todo, con los textos bíblicos. Sin descuidar la oración "desde la vida", es decir, desde los problemas con los que me encuentro y desde la oración de intercesión: orando no sólo "por" las personas sino "en" las personas que necesitan ayuda. Me encomiendo prioritariamente al Espíritu Santo.

-¿Cómo habría que presentar hoy a Jesucristo?

-Como realmente es: Hijo de Dios y modelo de hombre. La Verdad, que llena la cabeza; la Belleza, que llena el corazón; y la Bondad que hace buenas nuestras obras.

-¿Cuáles son las claves de la evangelización en nuestro tiempo?

-Lo primero, que los hombres y mujeres de nuestro tiempo se abran, con el corazón y la mente al Dios Vivo y verdadero. Lo segundo, que encuentren testigos personales "tocados" por Dios. Lo tercero, que vean comunidades donde se palpe lo que es vivir como cristianos. Y, quinto, que el cristianismo se lleve a la vida, a la plaza pública y no se convierta en ghetto cerrado o "de sacristía".

-¿Por qué nos cuesta tanto atraer a la juventud a la Iglesia?

-Porque no estamos convencidos de que Jesucristo merece la pena y es la razón para vivir. Y porque no vivimos una experiencia de Iglesia atractiva, como la que se refleja en Hechos de los Apóstoles, 4.

-¿Qué hay que entender cuando se habla de pluralismo en la Iglesia?

-Lo que entendían los santos padres y los "padres de nuestros días",es decir, los grandes teólogos: que la verdad es sinfónica, y todas las vocaciones, carismas y funciones se complementan y ayudan para formar el único Cuerpo de Cristo, que es su Iglesia. J.A. Moler escribía que la Iglesia es como un coro cuyas voces concuerdan en una misma armonía. Sin la variedad y diversidad de voces, sólo existiría monotonía; sin su unidad y coincidencia, disonancia. Por su parte, H.U. von Baltasar afirmaba que la Iglesia es como una orquesta interpretando una sinfonía donde los sonidos armonizan. Sonidos diferentes pero fundidos en el conjunto. Cada uno conservando su timbre y pluralidad de naturaleza, bajo la sabia batuta de un director. No siempre tienen que ser solistas los mismos. El teólogo Y.M. Congar subrayaba que el artista-director actúa con artistas-instrumentos dotados de libertad. Estas son las claves de una sana pluralidad.

-¿Qué clase de laicismo es compatible con la fe de la Iglesia?

-El que denominamos laicismo positivo, que sabe valorar lo religioso como algo positivo para cada persona y para la sociedad. Muy lejos del laicismo negativo, beligerante y anticlerical, o del laicismo indiferente.

-¿En qué falla el diálogo fe-cultura de nuestro tiempo?

-En que la cultura - y la ciencia - muchas veces se han vuelto dogmáticas. Es la ley del péndulo: lo que antes, negativamente se acusaba a la fe, ahora la cultura lo practica. En el fondo, la cultura y la ciencia se han ideologizado. El Papa Benedicto XVI a mostrado que la razón y la fe no son enemigas ni pueden ignorarse. Son compañeras de camino y se complementan necesariamente.

-¿Por qué cree usted que los laicos católicos actúan tan poco en la vida pública?

-Porque son miembros pasivos de la Iglesia y, en ocasiones, sin formación ni recursos. Como contrapartida, porque el clero asume el rol de los laicos y todo el protagonismo. Es el clericalismo. Añadamos que, algunas espiritualidades laicales, son muy intimistas e individualistas, sin proyección pública.

-¿Cuál es la identidad y la misión del sacerdote de hoy?

-La de siempre: su configuración con Cristo Cabeza, Cristo Pastor y Siervo de los Siervos, y esposo de Cristo y de la Iglesia, viviendo en castidad, pobreza y obediencia. Además, e inseparablemente, para el sacerdote secular, su integración en un presbiterio, con unión afectiva y efectiva a un obispo, y el servicio a las comunidades viviendo la caridad de forma heróica, hasta el martirio.

-¿Dígame qué planes tiene para su nueva diócesis?

-No voy con planes premeditados. Tengo que ver, oir, escuchar la trayectoria de los últimos años. No obstante, me gustaría potenciar como dos orillas: la evangelización de la cultura y de las nuevas tecnologías y el ser buenos samaritanos en estos tiempos de profunda crisis.

-¿Por qué es tan importante hacer una buena comunicación en la Iglesia?

-Porque la Iglesia evangeliza comunicando y comunica evangelizando. Se nos pide que el mensaje, que no es nuestro, sepamos anunciarlo con claridad, transparencia y los nuevos lenguajes y expresiones que los tiempos reclaman.

-¿Qué decir sobre la familia hoy?

-Que sigue siendo el corazón de la Iglesia y de la sociedad. Y que es la iglesia doméstica donde aprendemos a vivir como cristianos, desde la infancia, y donde se cimienta nuestra personalidad humana, cristiana y vocacional. El futuro de la humanidad pasa por la familia.

-¿Y sobre el celibato?

-Que sigue teniendo pleno sentido y vigencia. No se trata sólo de ser más libres para "hacer" sino que marca nuestro "ser": amor esponsal y único a Cristo y, en Él, a los demás. La Iglesia siempre protegerá el carisma del celibato como un bien del Espíritu.

 

Le digo que para Pablo VI ser Obispo no era un título de prestigio, ni de poder, ni de dominio, ni principalmente de autoridad. El Obispo para Juan Bautista Montini, era, antes que nada, y por encima de todo "el centro de la unidad". Ahora habría que traducirlo por "el centro de la comunión". Una comunión donde hay muchas moradas y puede conseguirse por muchos caminos. Me dice que eso lo suscribe totalmente.